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TEMA: Eutanasia

Eutanasia 11 Abr 2019 08:38 #49333

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TRIBUNA DIGITAL
Opinión

Eutanasia, ¿de qué se trata?
•ANA MARÍA MARCOS DEL CANO
Sábado, 6 abril 2019 - 02:33


Una de las propuestas legislativas impulsadas por el Gobierno de Pedro Sánchez que se ha quedado en la recámara ha sido la ley sobre la eutanasia, de nuevo de actualidad por el caso de María José Carrasco, fallecida el miércoles con ayuda de su marido, Ángel Hernández. Presentada en mayo de 2018, al parecer contaba con los votos de PSOE, Podemos, PNV, ERC y PDeCAT. Se presentaba como un derecho de las personas que sufren graves padecimientos a causa de su enfermedad y que desean poner fin a este trance angustioso. La actualidad ha hecho que irrumpa de nuevo el clamor de una situación personalísima, y colectiva al tiempo, sobre la posibilidad de regular jurídicamente el denominado derecho a morir.

Permítanme unas reflexiones de carácter ético, jurídico y, no menos, de honda preocupación del futuro de una dimensión humana sustantiva, cual es la responsabilidad y la inderogable dignidad de la propia vida. Me centraré en esta proposición de ley y más allá de ella, pues la muerte es una cuestión que nos atañe a todos. Este tema fue el objeto de mi tesis doctoral, y siempre he pensado que el Derecho se quedaba corto a la hora de abordarlo. Siendo necesaria su regulación, nunca vi la eutanasia como un derecho exigible. Como afirmaba Gustavo Bueno, la expresión derecho a morir es una contradictio in terminis, pues el derecho es "a algo bueno", a la salvaguarda de los intereses y bienes de las personas, al despliegue de sus mejores posibilidades. Quizá sea porque, como Sócrates, considero al Derecho como un bien, un factor de cohesión social, de atribución de libertades, de creación de civilización y de generación de posibilidades de vida mejor para la sociedad y para las personas. A la vez, el propio Derecho tiene una función pedagógica e instructiva, como ya advirtiera Aristóteles, que configura no sólo el modo de actuar -como regulador de conductas que es-, sino el pensamiento, la conciencia, la propia comprensión del ser humano -capaz de integrar su potencial de proyección, creación y sentido-, y no menos la mutua interacción y relacionalidad que nos constituye como sociedad. De ahí que lo que se establezca por ley tenga una incidencia directa en la conciencia personal y social que regula. Y, desde aquí, siempre me ha resultado difícil y complicado afirmar con rotundidad un derecho a la eutanasia.

Siendo esto así, no puedo sino conmoverme cuando escucho a Ángel Hernández, cuya esposa Mª José Carrasco solicitaba la muerte porque ya no podía vivir más en esa situación de dependencia y sufrimiento. Y, a la vez, el "derecho" que solicitaba se me sigue quedando corto para su situación. Cuánta realidad hay en ese caso que no se resolverá con el derecho a morir. Como él mismo afirmaba hace poco, llevaban esperando nueve años una residencia que no llegó. Cuánta dejación puede haber por parte de la sociedad, de la Administración y del entorno, en el cuidado y atención de estas personas cuando más nos necesitan a todos/as. Qué fuerte que todo se quiera resolver zanjando la salida con un derecho, cuando hay dimensiones de realidad ahí mismo, que deben ser valoradas, como ese amor, esa entrega, esa fidelidad y ese cuidado mutuo, del que tanta necesidad tenemos en esta sociedad cada vez más individualista y eficiente, que deja fuera de su rueda lo que aparentemente no produce.

La pregunta: ¿esas relaciones de entrega y de entrañabilidad y de fidelidad, no constituyen un emerger de valores, que deben ser un revulsivo para generar otras dimensiones de relacionalidad? ¿Qué solución aportamos a las generaciones venideras y a los que así se encuentren dentro de unos años, en los que la soledad será cada vez mayor? ¿No aumentarán exponencialmente las peticiones de eutanasia, como así está sucediendo en Holanda, en donde, según los datos de la Comisiones Regionales y de la Asociación Médica Holandesa, en el año 2016 se produjeron 6.091 fallecimientos por petición expresa del paciente lo que suponía un aumento del 10% respecto del año anterior? Y en España, cuando todavía al 50 % de los enfermos terminales no les llegan los cuidados paliativos, cuando todavía no llegan los presupuestos para implementar los derechos que fijó la tan necesaria Ley de Dependencia de 2006, ¿vamos a aprobar el derecho a morircomo solución a los enfermos terminales y a las personas con discapacidad grave crónica? Y me permito hacer una observación respecto a la utilización del término discapacidad. Cuando tanto se está luchando por la igualdad de derechos de las personas con discapacidad desde la Convención de Naciones Unidas también del 2006, me parece muy poco afortunado incluir aquí estas situaciones sin que estén dentro del ámbito del final de la vida.

Falta mucho camino por recorrer antes de que estemos ante la necesidad de aprobar una ley sobre la eutanasia en nuestro país. Más de 50 años han tardado en aprobar su ley sobre terminación de la vida a petición propia del 2002, en Holanda. Desde 1952 llevan los Tribunales de Justicia holandeses estableciendo los criterios para justificar en determinados casos la no aplicación de los artículos 293 y 294 del Código Penal que castigan la eutanasia y el suicidio asistido con penas de hasta 12 años de prisión. Y, en España, no hay ni rastro de jurisprudencia sobre la eutanasia, salvo la situación de Ramón Sampedro que ni siquiera es eutanasia, sino suicidio asistido; y actualmente el caso de un médico que practicó la eutanasia, pero que se avino con la propuesta del fiscal y ni siquiera generó una sentencia. Es más, tampoco hay tal demanda social cuando el número de documentos de voluntades anticipadas firmados en octubre de 2018 no eran más de 260.000 en todo el país, un 0,6% de la población.

La despenalización o legalización de la eutanasia no es la norma general en el Derecho comparado de nuestro entorno, es más bien la excepción (Holanda, Bélgica y Luxemburgo). El consenso internacional aboga por la extensión de los cuidados paliativos, como establecen Recomendaciones del Consejo de Europa de 1999 y de 2003. La generalidad de los países ha descartado la idea de un derecho a la muerte. Y nuestro Tribunal Constitucional dice al respecto que sólo se podría hablar de "un libre actuar", pero no de un derecho que obligue a una actuación de los poderes públicos para su consecución.

Si aún así se quiere seguir adelante con esta regulación, es imprescindible dejar nítidamente fijados los contornos de las situaciones que regula. Y mucho me temo que la mencionada Proposición de Ley no lo hace. Y quizá es el momento ahora que estamos en un interim de realizar ciertas observaciones.

La primera que propongo es la de limitar la aplicación de la ley al ámbito del final de la vida. La eutanasia es única y exclusivamente para situaciones terminales. El que una persona con "discapacidad grave crónica", como así se propone, pueda solicitar la eutanasia nos anega en una inseguridad jurídica que puede abocar en la tan temida pendiente resbaladiza, como ya ocurre en Holanda, donde la aplicación de la eutanasia se ha extendido a personas con sufrimiento psíquico, con depresión, e incluso a menores de 12 a 16 años con graves padecimientos, con consentimiento de sus padres, y la novedad introducida por el Protocolo de Gröningen (que supone un claro desbordamiento del marco legal vigente) "para los bebés con un pronóstico de calidad de vida muy pobre asociado a un sufrimiento continuo y sin esperanza de mejoría, con el consentimiento de los padres".

La segunda es la diferenciación de la eutanasia y el suicidio asistido. Jurídicamente es muy diferente que el propio paciente se suministre una dosis letal (aunque esta se la haya dado un profesional sanitario) a que sea el propio médico el que le inyecte dicha sustancia. Es muy distinto cooperar con actos necesarios al suicidio que ejecutar la muerte directamente.
La tercera es que debemos afrontar la realidad ante la que estamos: la gran vulnerabilidad de las personas, la soledad, la debilidad y la influenciabilidad consustancial. Casi diría que el Derecho debe adentrarse en este ámbito con cautela y delicadeza. No se trata de enarbolar la bandera del principio de autonomía de un modo triunfante. Qué fuerte resulta para alguien que está sufriendo y próximo a la muerte, incluso a sus cuidadores, solicitar un derecho a morir. Qué tristeza, aunque se conceda. La autonomía que sirve para proyectar y llevar a cabo los planes de vida, que forja lo que se ha denominado ya la vida biográfica, por contraposición a la vida biológica que es el presupuesto de aquella, por sí sola no puede justificar un acto que sirve precisamente para destruir esa autonomía, como ya dijera Stuart Mill.

Y es que la eutanasia es más una excepción válida, lícita, a la protección general que otorga el derecho a la vida, que un derecho exigible. No se trata de ideologías, ni de religión, se trata de humanizar la muerte. Si los investigadores de Atapuerca han descubierto que los homínidos de aquella hora cuidaban de sus mayores, sigamos su tradición, haciendo resurgir en nosotros sensibilidad, amor y justicia hacia las situaciones de máxima vulnerabilidad de ahora, del futuro y de siempre.
Ana María Marcos del Cano es catedrática de Filosofía del Derecho de la Uned. Autora de libros como La eutanasia. Estudio filosófico-jurídico o Y de nuevo la eutanasia. Una mirada nacional e internacional (2019).

Defensa de la eutanasia
•RICARDO GARCÍA MANRIQUE
Miércoles, 10 abril 2019 - 15:28

Ángel Hernández ayudó a morir a su mujer, María José Carrasco, paciente de esclerosis múltiple desde hace 30 años.
La profesora Ana María Marcos del Cano, buena y querida colega, publicó recientemente (EL MUNDO, 6 de abril de 2019)un artículo crítico con quienes pretenden legalizar la eutanasia y, en particular, con la proposición de ley presentada por el grupo socialista durante la última legislatura, que no llegó a ser tramitada. Los que se muestren partidarios de una ley de eutanasia, como es mi caso, harían bien en leerlo y en preguntarse si son capaces de desvirtuar los argumentos que engrana la profesora de la UNED. Es lo que voy a intentar aquí.

CUIDADOS PALIATIVOS Y EUTANASIA
Para empezar, A. M. Marcos lleva toda la razón en una cosa: hemos de prestar mucha más atención a las personas dependientes y, en particular, a los cuidados paliativos. El cuidado de nuestros mayores es uno de los agujeros negros de nuestra comunidad: faltan residencias, falta personal, faltan ayudas a los cuidadores privados (casi siempre sus familiares más directos). No se puede aprobar una ley de dependencia que después quede en papel mojado ante la falta de financiación, o que discrimine a unos ciudadanos respecto de otros en función de la comunidad autónoma en la que residan. Es indecente que nos encontremos con tantas dificultades en el ocaso de nuestra vida, precisamente cuando más débiles somos, y también lo es que tantas personas (tantas mujeres, sobre todo) hayan de sacrificar los últimos buenos años de sus vidas para cuidar de los demás en condiciones muy precarias. En particular, los cuidados paliativos (hospitalarios o a domicilio) han de potenciarse mucho más, tanto más cuanto que cada vez será mayor el número de los que necesiten de ellos.

¿HAY TAL COSA COMO UNA "BUENA MUERTE"?
Sin embargo, y aquí comienza mi discrepancia con A. M. Marcos, una cosa son los cuidados y otra es la eutanasia. La eutanasia no es una alternativa a los cuidados paliativos(o a los cuidados en general) sino una solución posible a un problema distinto: el de quienes desean la muerte en vez de seguir viviendo. La clave del asunto es precisamente esta: la de si es legítimo desear la muerte en determinadas circunstancias, la de si la muerte puede ser mejor que la vida. Y esto es independiente de la cuestión de los cuidados.

Pues bien, hay circunstancias en las que la muerte puede ser la mejor opción. No hemos de olvidar ese concepto tradicional de la "buena muerte", según el cual hay buenas y malas formas de morir, mejores y peores momentos. La regulación de la eutanasia debe tener ese objetivo: permitir que sea cada uno el que determine cuál es el mejor momento para morir, para que la suya sea, dentro de lo posible, una buena muerte. Por eso, no es cierto que un "derecho a morir" suponga contradicción alguna, porque morir puede ser una cosa buena. ¿Cuántas veces no hemos oído estas palabras en un funeral?: "Es lo mejor que le podía haber pasado". Y no es sólo una frase retórica, sino la expresión de una verdad evidente para muchos.

¿SITUACIONES TERMINALES O TAMBIÉN DISCAPACIDAD CRÓNICA?
La eutanasia, y en esto tampoco estoy de acuerdo con A. M. Marcos, no ha de reservarse para las situaciones terminales. Precisamente por ser terminales, estas situaciones no son las más problemáticas, puesto que la muerte estará cerca en todo caso, sino aquellas de "grave discapacidad crónica", donde la persona ha perdido gran parte de su autonomía, o toda ella; donde, digámoslo claro, la persona ha dejado de ser la que era en buena medida. Qué duda cabe que en estas situaciones se nos revelan nuevas formas de relación con nuestros seres queridos, y acaso una verdad más honda: nuestra radical interdependencia, que debería abonar formas más solidarias de vida. Pero de aquí no se sigue que hayamos de renunciar a la eutanasia: desear la muerte de un ser querido puede ser la muestra más elevada del amor que le profesamos.

¿QUÉ ES LO INDIGNO?
Invocar la dignidad humana como freno a la eutanasia me parece un uso desorientado del concepto. La esencia de nuestra dignidad radica en nuestra libertad, o capacidad para decidir sobre los aspectos y momentos principales de nuestra vida, y el acto de morir es uno de los más relevantes. Lo que resulta indigno es el espectáculo de la degradación más allá de lo tolerable. La muerte que es el resultado de una decisión consciente y acorde con las circunstancias no es nunca un acto indigno, ni lo es ayudar a morir a quien así lo ha decidido.
Porque la eutanasia, en efecto, no destruye la autonomía, sino que supone la última instancia de su ejercicio, cuando éste todavía es posible, bien porque el enfermo esté en condiciones de decidir, o bien como ejecución de su voluntad previamente expresada en un testamento vital. Es cierto que estos documentos aún no se han generalizado, pero también lo es que una ley que regulara la eutanasia animaría a muchos a redactarlos, para que su muerte sea conforme a los principios que han regido el resto de su vida.
Permitir la eutanasia en determinados supuestos me parece tan razonable, tan compatible con nuestras convicciones más arraigadas, que no tengo dudas de que así sucederá más pronto que tarde. De nuevo, Ana María Marcos acierta en que esa nueva regulación sólo puede ser el resultado de un debate abierto, pausado y reflexivo. Sólo añadiré que se trata, también, de un debate urgente que no admite ya más demora.

Ricardo García Manrique es profesor titular de Filosofía del Derecho y miembro del Observatorio de Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona.
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Eutanasia 11 Abr 2019 09:10 #49334

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Unos apuntes:
La cuestión terminológica, con ser importante, no lo es todo. Lo que importa es lo que encubre. El "derecho a morir" en este caso no es sino la realización de un acto de libertad, valor superior del ordenamiento jurídico según el mismo artículo 1 de la Constitución (el primero por delante de justicia, igualdad y pluralismo político). Distinguir de entrada entre derechos buenos y malos es falaz. Efectivamente, un derecho sólo puede ser bueno, por su misma definición. Pero no se trata de ver el derecho en abstracto sino su ejercicio en concreto. No es lo mismo que invoque un "derecho a la vida" un peatón al que están atracando que un ladrón que ha entrado en tu casa y tiene como rehén a tu hijo con la pistola apuntándole a la sien. De hecho, la existencia no es sino una continua colisión de derechos entre los de unos y los de otros. Y hablar del "derecho a la muerte" no es sino hablar de decidir vivir o no. En España no se penaliza el intento de suicidio, con lo que se puede entender que deja al libre arbitrio del ciudadano ejercerlo o no; si se considerara como un acto "malo" estaría tipificado como delito o al menos infracción administrativa. Y en los casos al estilo Sampedro hay incluso un agravio comparativo: ¿yo puedo legalmente matarme y un hombre que está en una situación tal que quizá tenga más motivos para desear la muerte que yo, no está legalmente facultado a hacerlo?
Querer reducir la eutanasia a enfermos terminales es otro disparate, en mi opinión. Se obliga a vivir a personas que es posible que estén sufriendo, no ya físicamente, sino psíquicamente, y que no quieren esperar a que el calendario les diga "Hoy es el día en que pasas a ser terminal según los médicos y por tanto ya puede el Ministerio autorizar tu muerte"; por otra parte, puede ser incluso peor padecer enfermedades o discapacidades crónicas no mortales que acarren un gran sufrimiento que una enfermedad terminal que el afectado afronta con resignación y queriendo disfrutar de la vida hasta el último instante.
Me parece un error querer uniformizar situaciones que cada afectado puede afrontar de manera distinta. Lo importante del caso es asegurarse de que cada uno ha tomado la decisión voluntariamente y con pleno conocimiento de causa. Hay personas que se matan en un impulso de desesperación tal que, si lo hubieran podido superar, aún estarían con vida. Debe prevalecer la voluntad de la persona en primer lugar; en segundo, caso de no quedar clara esa voluntad, el "derecho a la vida", aunque sólo sea por la constatación de que la gran mayoría de seres quieren vivir.
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Eutanasia 11 Abr 2019 11:13 #49337

Hola, pues yo creo que en esto hay mucha ideología encubierta y mucho pragmatismo. Cada vez las sociedades occidentales están envejeciendo más y más,la inversión de la pirámide demográfica es ya una realidad, cada x tiempo se van mandado mensajes a la opinión pública de que no se pueden o van a poder pagar las pensiones, unido al culto de nuestras sociedades a la juventud y lo que esta conlleva, salud,sexualidad, fuerza productiva....por contra ¿qué aportan los viejos? ¿y si se regula la eutanasia dejando que ellos "los viejos" se quiten de enmendio ellos solos?...Eso si, se comunicará como un logro de la modernidad, un triunfo de la libertad y del hombre...
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Eutanasia 11 Abr 2019 11:49 #49340

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En mi opinión, la autora del primer artículo se equivoca al considerar como contradictoria la idea de un derecho a morir. Como dice Alma, se trata del derecho a decidir entre vivir o morir, lo cual es un derecho "a algo bueno" tanto para los que toman una decisión como para los que toman la contraria. Para los que, aun en esas situaciones, decidan seguir viviendo, el derecho a la decisión será un bien porque vivir en esas circunstancias no será ya para ellos una obligación impuesta desde fuera, y al menos podrán vivir sabiendo que pueden dejar de hacerlo cuando ya no puedan soportar su situación. Será también un bien para quienes decidan morir. En ciertas situaciones, la vida de alguien puede ser un mal para ese alguien (en las situaciones en que los males de la vida sean muy superiores a los bienes sin que esa situación pueda cambiar), y entonces abandonarla será un bien para esa persona.

En cualquier caso, para esta cuestión, asuntos abstractos como el de si la decisión de morir encaja o no con la definición de lo que es un derecho me parecen totalmente carentes de importancia. Quienes desean morir saben perfectamente lo que quieren y por qué. Tal vez la autora del artículo debería visitar a alguna de las muchas personas que quisieran beneficiarse de la eutanasia y explicarle que, debido a ciertas cuestiones abstractas, su sufrimiento habrá de continuar. Luego también está el tema de la dignidad humana. Que se pruebe a decirle a una de esas personas que se le obliga a seguir sufriendo para proteger su dignidad. Eso es un insulto a la inteligencia.

A la autora le parece escandaloso que la eutanasia pueda aplicarse a personas con sufrimiento psíquico. Ello es la muestra de un prejuicio, el de creer que los sufrimientos psíquicos son menos importantes o graves que los físicos, cuando en muchos casos puede que sea al revés. Ese prejuicio me parece que se debe a cierto subjetivismo. Si vemos a alguien padeciendo un sufrimiento psíquico, no podemos percibir la causa de ese sufrimiento (a diferencia de lo que sucede con el sufrimiento físico). De ahí concluimos que dicha causa no existe, o que es menos real. Ello hace que ese sufrimiento nos parezca también menos real, que nos parezca en cierto modo fruto de la imaginación de la persona, o culpa suya en cierto modo. Todo esto no es más que un prejuicio.

Aprendiz de sabio escribió:

Hola, pues yo creo que en esto hay mucha ideología encubierta y mucho pragmatismo. Cada vez las sociedades occidentales están envejeciendo más y más,la inversión de la pirámide demográfica es ya una realidad, cada x tiempo se van mandado mensajes a la opinión pública de que no se pueden o van a poder pagar las pensiones, unido al culto de nuestras sociedades a la juventud y lo que esta conlleva, salud,sexualidad, fuerza productiva....por contra ¿qué aportan los viejos? ¿y si se regula la eutanasia dejando que ellos "los viejos" se quiten de enmendio ellos solos?...Eso si, se comunicará como un logro de la modernidad, un triunfo de la libertad y del hombre...

Claro, se nos mete la idea de la eutanasia en la cabeza para ahorrar en las pensiones y no tener a los viejos molestando. A mí esto me parece una teoría conspiratoria. He oído que también nos envenenan con las estelas de los aviones. De todos modos, no os preocupeis, el mundo acabó en 2012, se ve que lo dijeron los mayas.

Termino con una frase de Nietzsche (que cito de memoria, por lo que puede haber algún error): "hay un derecho que permite quitarle la vida a un hombre, no hay ninguno que permita quitarle la muerte, eso es pura crueldad".
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Eutanasia 11 Abr 2019 12:59 #49342

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rdomenech31 escribió:
A la autora le parece escandaloso que la eutanasia pueda aplicarse a personas con sufrimiento psíquico. Ello es la muestra de un prejuicio, el de creer que los sufrimientos psíquicos son menos importantes o graves que los físicos, cuando en muchos casos puede que sea al revés. Ese prejuicio me parece que se debe a cierto subjetivismo. Si vemos a alguien padeciendo un sufrimiento psíquico, no podemos percibir la causa de ese sufrimiento (a diferencia de lo que sucede con el sufrimiento físico). De ahí concluimos que dicha causa no existe, o que es menos real. Ello hace que ese sufrimiento nos parezca también menos real, que nos parezca en cierto modo fruto de la imaginación de la persona, o culpa suya en cierto modo. Todo esto no es más que un prejuicio.

Cierto, aunque es normal que este punto exija cierta gimnasia mental. La medicina física es mucho más consciente de sus limitaciones que la psicológica: la primera admite con cierto consenso que hay enfermos más allá de sus capacidades de curación, mientras que la segunda presenta dudas sobre si un trastorno es totalmente incurable. Yo mismo he sido siempre partidario de la legalización de la eutanasia, pero veía con malos ojos hasta hace relativamente poco la eutanasia por motivos psíquicos... El año pasado se habló bastante de una joven holandesa de 29 años que había logrado la eutanasia por problemas mentales: el artículo inferior es durísimo pero deja bastante claro por qué alguien querría recurrir a la muerte en su caso. Y (ahora sí) lo veo muy respetable.

www.elconfidencial.com/mundo/2018-01-26/...ero-enferma_1511786/

Como curiosidad: era creyente y sabía que la iglesia se opone a la eutanasia, pero dice en la entrevista algo muy hermoso: "Si Dios es amor, me dejará ir”.

Tendría más cosas que comentar sobre eutanasia, pero no tengo tiempo ahora... Últimamente (gracias a HFA I) he estado leyendo varios libros de Salvador Pániker, que resultó ser uno de los pioneros en defensa de la muerte digna. En la última pregunta de esta entrevista le preguntan por ello:

www.filco.es/salvador-paniker-muerte-brutal-no-angustia/
Primum vivere deinde philosophari
Última Edición: 11 Abr 2019 14:07 por Lapidario.
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Eutanasia 11 Abr 2019 13:13 #49343

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Lapidario escribió:
rdomenech31 escribió:
A la autora le parece escandaloso que la eutanasia pueda aplicarse a personas con sufrimiento psíquico. Ello es la muestra de un prejuicio, el de creer que los sufrimientos psíquicos son menos importantes o graves que los físicos, cuando en muchos casos puede que sea al revés. Ese prejuicio me parece que se debe a cierto subjetivismo. Si vemos a alguien padeciendo un sufrimiento psíquico, no podemos percibir la causa de ese sufrimiento (a diferencia de lo que sucede con el sufrimiento físico). De ahí concluimos que dicha causa no existe, o que es menos real. Ello hace que ese sufrimiento nos parezca también menos real, que nos parezca en cierto modo fruto de la imaginación de la persona, o culpa suya en cierto modo. Todo esto no es más que un prejuicio.

Cierto, aunque es normal que este punto exija cierta gimnasia mental. La medicina física es mucho más consciente de sus limitaciones que la psicológica: la primera admite con cierto consenso que hay enfermos más allá de sus capacidades de curación, mientras que la segunda presenta dudas sobre si un trastorno es totalmente incurable. Yo mismo he sido siempre partidario de la legalización de la eutanasia, pero veía con malos ojos hasta hace relativamente poco la eutanasia por motivos psíquicos... El año pasado se habló bastante de una joven holandesa de 24 años que había logrado la eutanasia por problemas mentales: el artículo inferior es durísimo pero deja bastante claro por qué alguien querría recurrir a la muerte en su caso. Y (ahora sí) lo veo muy respetable.

www.elconfidencial.com/mundo/2018-01-26/...ero-enferma_1511786/

Como curiosidad: era creyente y sabía que la iglesia se opone a la eutanasia, pero dice en la entrevista algo muy hermoso: "Si Dios es amor, me dejará ir”.

Tendría más cosas que comentar sobre eutanasia, pero no tengo tiempo ahora... Últimamente (gracias a HFA I) he estado leyendo varios libros de Salvador Pániker, que resultó ser uno de los pioneros en defensa de la muerte digna. En la última pregunta de esta entrevista le preguntan por ello:

www.filco.es/salvador-paniker-muerte-brutal-no-angustia/

Excelente artículo el dedicado a Aurelia. De entrada impresiona eso de que le llamaron para programar el suicidio asistido y se lo pusieron el 26 de enero, como si fuera una cita para el dentista.
Si alguien quiere matarse rápidamente y sin dolor puede encontrarse con muchos problemas: que no llegue a matarse; que lo consiga, pero sufriendo mucho; o que no lo consiga y encima le queden secuelas. Así es todo mucho más fácil.
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Eutanasia 11 Abr 2019 17:47 #49344

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Hola, Alma

Simplemente hacerte unas pequeñas matizaciones.

Bien es verdad que el artículo primero de la Constitución consagra, y entre otros valores, el de la libertad. Pero la cuestión es, y según yo lo veo, qué se entiende en ese artículo por libertad. Personalmente considero que cuando se habla de libertad se habla de libertad en términos sociales y/o políticos y no de una libertad entendida en términos meramente subjetivos. De hecho una persona puede ser privada de libertad, y siempre por coacción, claro está, si comete determinados delitos. No existe ningún derecho que no conlleve una serie de deberes o unos requisitos que deban ser cumplidos para poder disfrutarlo.

Con ello no estoy diciendo que se haya de estar en contra de la eutanasia (ni a favor) sino que estaría en contra, y si tal ha sido tu argumento, de que toda acción, y por estar basada en una voluntad individual, deba de estar permitida.

Dices: “Y en los casos al estilo Sampedro hay incluso un agravio comparativo: ¿yo puedo legalmente matarme y un hombre que está en una situación tal que quizá tenga más motivos para desear la muerte que yo, no está legalmente facultado a hacerlo?”

Pues en realidad no se da tal agravio comparativo porque precisamente las situaciones no son comparables. Es que el problema se da precisamente porque Sampedro no puede quitarse la vida él mismo (o al menos lo tiene muy difícil). Serían comparables si Sampedro, por ejemplo, decidiera no comer y fruto de tal decisión voluntaria muriese. Si él eligiese no comer con la finalidad de acabar con su vida entonces sí que se podría comparar con otra situación en que una persona deseara quitarse la vida utilizando otra fórmula.

Pero el problema, y por la razones que sea, y no estoy banalizando la cuestión, es que no puede y solicita que se la procure un tercero. Ahí es precisamente donde radica la diferencia. E insisto nuevamente, todo ello independientemente de que posteriormente se esté a favor o en contra de la eutanasia.

Un saludo
Última Edición: 11 Abr 2019 17:47 por elías.
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Eutanasia 11 Abr 2019 18:13 #49345

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Hola a todos. Es la primera vez que escribo en el foro y menudo tema he elegido para ello. La verdad es que, desde que saltó la noticia del caso de Maria Jose Carrasco, llevo reflexionando mucho sobre el tema y, ¿qué queréis que os diga?, todavía no lo tengo nada claro. Sólo tengo claro que deben despenalizarse los tipos penales relativos a esta cuestión (aunque es muy importante ver cómo hacerlo, porque ello podría abrir una espita nada recomendable).
Y por otro lado, continuamente se está diciendo que la eutanasia debe regularse para garantizar un "derecho a morir dignamente". No voy a entrar en la cuestión del sustrato que debe tener todo derecho como algo bueno, que ya lo habéis abordado en anteriores respuestas (muy interesantes, por cierto). Lo que yo me pregunto es: ¿qué es morir "dignamente"? Y, en consecuencia, ¿qué es la dignidad? ¿Quién o qué otorga la dignidad?
Y por último, os dejo un enlace de una charla que impartió el doctor Álvaro Gándara, médico de cuidados paliativos, dentro de un Congreso Nacional Provida. Aunque es evidente la posición de la que parte, ello no le resta interés a la misma.


Un saludo a todos.
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Eutanasia 11 Abr 2019 18:20 #49346

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Artículo: “La Eutanasia sale barata” de Cristina Losada

“Sobre el papel, la eutanasia y el suicidio asistido son el último recurso y su regulación establece salvaguardas y garantías, entre ellas la capital: el consentimiento. Sin embargo, lo que ocurre cuando se legalizan esas prácticas está lejos de atenerse a ese modelo intachable. El psiquiatra y psicoanalista Herbert Hendin, una de las autoridades en materia de prevención de suicidios en Estados Unidos, estudió en los años noventa lo que llamaría el "tratamiento holandés". En su libro Seducidos por la muerte (Seduced by Death. Doctors, Patients and the Dutch Cure, en el original) describió así la secuencia: “Holanda ha pasado del suicidio asistido a la eutanasia; de la eutanasia para personas con enfermedades terminales a la eutanasia para personas con enfermedades crónicas; de la eutanasia para enfermedades físicas a la eutanasia para aflicciones psicológicas; y de la eutanasia voluntaria a la eutanasia involuntaria.”

Hendin testificó en la misma época, la del presidente Clinton, en el Congreso de EEUU. Fue en un debate sobre el suicidio asistido, que era legal en el estado de Oregón. Dijo que después de haber tenido conocimiento detallado de casos de eutanasia presentados por médicos holandeses, había llegado a la conclusión, compartida por otros colegas, de que "no es posible legalizar la eutanasia y mantenerla bajo control mediante de la prescripción de unas determinadas pautas a seguir". En su libro afirma:“Los partidarios de la eutanasia están diciendo que si hay diez casos en los que la eutanasia es adecuada, deberíamos legalizar una práctica que puede causar la muerte inadecuada de miles.”

Bien. Esto era en los noventa. Ha llovido. Quizá se hayan corregido los errores. Un artículo de 2015 de Arthur L. Caplan, uno de los principales expertos en bioética de Estados Unidos, y Barron H. Lerner reconsideraba el problema de la pendiente resbaladiza. Con datos, no como nuestros devotos de la eutanasia. Aunque uno de los obstáculos que encontraron Caplan y Lerner fue la insuficiencia de información detallada y fiable. Hacían falta, decían, estudios independientes sobre la práctica de la eutanasia en Holanda y Bélgica para poder asegurar que las garantías se cumplen y que estas "estrategias para el final de la vida" son "el último recurso para personas desesperadas y no la respuesta equivocada a la fragilidad y la soledad".

De los datos disponibles más recientes extraían varias pautas. Desde la legalización o despenalización, en ambos países había aumentado de forma considerable el número de muertes por eutanasia. En Holanda se habían triplicado. El porcentaje de peticiones aprobadas había ascendido del 55 por ciento en 2007 al 77 por ciento en 2013. Entre los motivos para la petición de eutanasia se había abierto paso el concepto cansado de la vida. Los grupos de población donde más había crecido la eutanasia eran los más vulnerables. Concluían:”Hay muchos grupos potencialmente vulnerables a los abusos que aguardan al final de la pendiente resbaladiza: los ancianos, las personas con discapacidades, los pobres, las minorías y personas con trastornos psiquiátricos.”

Conviene saber, y sospecho que nuestros políticos no lo saben, que en distintos países del mundo las asociaciones que defienden los derechos de las personas con discapacidad están entre los más decididos oponentes de la legalización. La presidenta de unos de esos grupos (Not Dead Yet), Diane Coleman, decía en un reportaje de Newsweek en 2015:”Vemos a personas a las que se niegan los cuidados que necesitan por razones económicas. El suicidio asistido es el tipo de tratamiento más barato que podría ofrecer el sistema. Estas presiones son un motivo de inquietud.”

Y tanto. La práctica eutanásica indica que la autonomía del paciente, ese señuelo que los partidarios colocan en el centro de su alegato, tiende a desaparecer. Hendin decía que la experiencia holandesa mostraba que son los médicos los que deciden. En su libro planteaba un escenario de interacciones complejas entre médico, paciente, familia, etcétera, que sería determinante para la decisión. Esas tendencias no se mitigan en un sistema como el nuestro. Al revés. En un sistema sanitario público, sobrecargado, muy costoso, en países con una población cada vez más envejecida, los incentivos para optar por el tratamiento más barato serían muy poderosos. Igual que lo serían para dejar de desarrollar la medicina paliativa. Como certifica, por cierto, el caso de Holanda.

Estos días es visible en España la presión para legalizar la eutanasia, como lo fue en 2004 aprovechando la película Mar adentro, a cuyo estreno asistieron el entonces presidente Zapatero y varios de sus ministros. No era la primera vez que se utilizaba el impacto de una película para esa finalidad. Hay un film alemán (Ich klage an) que persuadió a muchos alemanes de las bondades de la eutanasia. Cuenta el caso de una hermosa y joven mujer, esposa de un médico, a la que se diagnostica esclerosis múltiple. Cuando su estado empeora, su marido, a petición de ella, le da muerte y es juzgado. Dicen que es una cinta conmovedora. Podían reponerla en las cadenas de televisión que están tan entusiasmadas con la eutanasia. El único problema de esa película es que se hizo a instancias de la jerarquía nazi.

La eutanasia tiene historia, y la parte nazi hay que saberla. Cierto, los nazis, bajo el nombre de la eutanasia, perpetraron el asesinato de decenas de miles de pacientes hospitalizados y muchos otros. Fue el Programa T-4 y sentó el precedente –y los métodos– para los posteriores planes de exterminio. La motivación fue tanto ideológica (racial) como económica. Pero antes del nazismo existía ya en Alemania el caldo de cultivo para la eutanasia. Lo prepararon las ideas del darwinismo social y la eugenesia, que igualmente tuvieron influencia en otros países. Los nazis se nutrieron de aquellas ideas. Luego las recondujeron de acuerdo con sus siniestros propósitos. Hoy, son otros los sesgos ideológicos de los que quieren abrir la puerta a la inhumanidad disfrazada de humanitarismo.
Un pequeño acertijo. Un extracto de una noticia publicada: “El Ministerio de Justicia, en un memorándum detallado (...) hoy anunció su intención de autorizar que los médicos pongan fin a los sufrimientos de los pacientes incurables. El memorándum, que todavía no tiene fuerza de ley, propone que "se haga posible que los médicos pongan fin a la tortura que sufren pacientes incurables a petición suya, en el interés de la verdadera humanidad".

Los partidarios de la eutanasia no tendrán nada que objetar. Todo suena bien. Perfecto. Maravilloso. El único problema, ¡otra vez!, es que así es como anunció el régimen nazi, en octubre de 1933, que iba a legalizar la eutanasia. Su modo de anunciarlo, igual que toda su propaganda, usa los temas y argumentos que siguen sustentando esa causa. Ya sólo por eso, las actuales campañas pro eutanasia deberían estar bajo escrutinio público mucho más de lo que están. Los medios tendrían que mostrar las facetas más ocultas del problema: no sólo las que quieren enseñar los activistas. Porque suelen ser los activistas quienes asesoran a las personas que sufren los casos dramáticos y preparan su proyección a los medios. Una operación que se puede resumir así: captar el favor de la opinión pública por la vía de la emotividad y esconder sistemáticamente los riesgos.”
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Eutanasia 11 Abr 2019 18:34 #49347

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Grandes aportaciones las vuestras, compañeros. (Un placer leeros).

Pero permitidme introducir unos interrogantes,en concreto 8, pues considero que el fin ultimo de la Filosofía es generar preguntas y no tanto dar respuestas.

Antes de abrir el melón de la regulación de la eutanasia, ¿no sería mandatorio regular, estandarizar y poner en valor los cuidados paliativos?.

Me explico:

Actualmente los cuidados paliativos no son una especialidad médica, como tal.

Las escasas unidades de cuidados paliativos existentes en nuestra red pública están formadas por profesionales que no han contado con una formación ad hoc y ni mucho menos, dichos cuidados son accesibles por la totalidad de pacientes susceptibles de optar, por la gravedad de su padecimiento, a una eutanasia reglada.

Dicha carencia en los accesos a la vertiente paliativa de la medicina, ¿acaso no estaría viciando de origen la supuesta libertad de elección?

Pero vayamos más allá:

Supongamos que regulamos la eutanasia. ¿La operativa de dicha regulación debería ser incluida en el sistema público de salud?

Lo contrario, cercenaría la prístina igualdad de oportunidades, pues podría darse el caso de que solo los pudientes pudiesen “acortar su sufrimiento” y enfermos sin recursos no.

Vale, pues incluyase en el sistema publico de salud el quitar la vida a un paciente… ¿No colisionaría con la libertad de conciencia de los profesionales públicos de la sanidad?.

¿En que medida el legislador puede obligar a un colectivo público a actuar en un tema tan sensible, con aristas morales y religiosas como la eutanasia?.

¿Qué derecho, ético, debería prevalecer?.


Otra derivada: (Que habéis tratado tangencialmente).

En caso de regular la eutanasia, el sufrimiento inherente a patologías psiquiátricas, ¿Debemos incluirlo en los supuestos de nuestra libertad de elección?,


Por experiencia propia, os puedo decir que determinados trastornos psiquiatricos, sin cura, pueden llevarte a desear la muerte y resultar insoportables.

¿Quién es el arbitro que decide, que puedo aguantar o no?.

Confieso que estoy hecho un lio y que no lo tengo nada claro. Menos aun si me tocase a mi en primera persona o a través de algún ser amado.

Un abrazo compañeros.
Cuando el lobo aprende salmos, echa de menos a los corderos...
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