Antes de nada, intentemos que el hilo se nos vaya de las manos hacia discusiones políticas que nada tienen que ver con el propósito original de mi mensaje de apertura ni con el de este foro. Voy con mi respuesta (siento la extensión):
Nolano escribió:
eso es, precisamente, mercantilismo puro: poner todo en el mismo plano porque todo puede ser instrumentalizado
Estoy contigo en que la viñeta está simplificando la realidad, y al dar una versión de ella, inevitablemente obvia otros aspectos a tener en cuenta como el que remarcas. Me pregunto: ¿encubre con esto otros factores por interés propio? ¿lo hace premeditadamente o sirve la viñeta como instrumento inconsciente de otra ideología? En mi opinión, no. Creo que la viñeta alude a la cuestión catalana - aunque la ambigüedad de los colores podría hacer gala a su imparcialidad - pero sólo coyunturalmente, y no como foco principal de su crítica, dada la distracción que con la discusión nacionalista se efectúa sobre, por ejemplo, los importantes recortes que se están llevando a cabo en la comunidad catalana. Los colores - que contrastan con el blanco y negro del resto de la viñeta - son la sal - o la pimienta, si queréis - que provoca el debate, pero el mensaje lo trasciende.
Brub escribió:
Creo que la lógica de los Estados es más determinante de lo que parece concedérsele; creo que las lenguas y las culturas por sí mismas (es decir, por su utilización arraigada en los individuos de cada sociedad) determinan gran parte de la dinámica político-económica, al margen de la utilización activa por parte de las directrices institucionales.
Rafel escribió:
Creo que hay que diferenciar entre el sentimiento nacionalista y la instrumentalización que realizan los nacionalistas de diversos elementos.
El nacionalismo no sólo es instrumento, desde luego, pero creo que su maridaje con todo tipo de ideologías está tan contrastado en la historia, que evidencia la base irracional de la que se nutre. Con todas las atrocidades y opresiones que ello conlleva.
En definitiva, la viñeta de El Roto creo que pretendía evidenciar
"Una de estas ideas, que parece obvia cuando te la hacen notar pero que, si no, pasa desapercibida (Nolano dixit), a pesar de que con ello inevitablemente describa selectivamente la realidad - ¿quién está libre de hacerlo? - y que quizá quede menos políticamente incorrecta en la viñeta de hoy:
Y es que, aunque para el nacionalismo ya os eché un guante
en este hilo, parece que hay que pintar unos colores en un manillar para que entréis al trapo de la discusión filosófica
, azuzados por esa fibra sensible - e irracional - que constituye el nacionalismo y que nos mueve a todos más o menos.
Para mí, el origen del nacionalismo en sentido laxo y etimológico - tribal -, como ya dije en ese hilo, hunde sus raíces mucho más allá de las fechas que estáis dando, probablemente en una base filogenética incorporada para la preservación desde las culturas primigenias. No es de hecho caduco - como cita Rafel y yo recordaba en aquel hilo -, pero creo que ya es hora de superarlo - no en el sentido destructivo pero sí desde luego profundamente reformador. Porque resolver las disputas a manporrazos sigue estando de actualidad pero la razón nos invita a otra cosa. No podemos prescindir de él - porque su lado positivo tiene - pero hemos de superarlo evidenciando sus contradicciones internas, su exclusión, su relativismo, las terribles limitaciones que nos impone. Ser humano tiene sus limitaciones y sus contornos, y si bien no podemos proponernos destruirlos porque nos destruiríamos, tampoco creo que debamos contentarnos con ellos. Es posible otra respuesta a una globalización uniformizante y opresiva.
Después de años pensando sobre ello creo que el equilibrio pasa por el que la genética de la evolución nos enseña, y que la democracia podría hacer valer, y que podríamos bautizar como
el equilibrio Dobzhansky: De un lado, la especialización promovida por la selección natural y por otro la retención de una reserva de variabilidad. La colisión entre ambas fuerzas acaba delimitando las especies que conocemos, y su juego dinámico es el motor de la evolución. Y si se me permite la simplificación, este equilibrio pendular se manifiesta en la cultura humana, en dos polos principales:
1. En un lado el
principio de organización cultural que nutre todo nacionalismo para una población dada - ya sea la de uno de los actuales estados, ya sea la de todo el globo - y que predica uniformidad y homogeneidad culturales, favorece la jerarquía, canaliza el altruismo por sentimiento organizado, simpatiza con el liberalismo y pregona una educación técnica y eficaz... Es la respuesta de la selección natural, la que optimiza racionalmente, la que aspira proyectarse universalmente.
2. En el otro lado el
principio entrópico que se da naturalmente como descomposición - frente al que la selección natural se rebela - y que tiende a la diversidad cultural, a la heterogeneidad, que simpatiza con la anarquía y el libertarianismo, que apuesta por una educación creativa / abierta / personalizada...
Las pegas de ambos son claras, pues 1. provoca históricamente una peligrosa pobreza cultural, y en esa "proyección universal" tiende a la imposición intercultural, al fascismo, al genocidio racista, y biológica y culturalmente supone una vulnerabilidad, amén a aquel dicho inglés:
Don’t put all your eggs in the same basket. El segundo, tiene las suyas, pues supone una dispersión de esfuerzos, un relativismo moral, una pérdida del sentido existencial que el ser humano parece necesitar y que las construcciones de 1 (seculares o religiosas) le permiten, y biológica y culturalmente supone también una vulnerabilidad, amén a aquel dicho español:
Quien mucho abarca poco aprieta.
1. suscitó el nacionalismo moderno que conocemos y que acabó desembocando a una escala estatal en los totalitarismos del siglo XX, en los que se establecía una dictadura
de iure de los que se tenían por "los mejores". Tras las guerras mundiales que lo combatieron, su escarmiento nos ha conducido pendularmente a 2., al escepticismo postmoderno que se acompaña del triunfo, y en ciertos aspectos la dictadura, de los “mediocres”, lo que Ortega advertirá premonitoriamente en
La rebelión de las masas. La fuerza de 2 en ocasiones gregaria y simplificadora, hace que 1 se rebele, y al principio entrópico le broten en esa diversidad cultural una multiplicación de lenguas y banderas. Las primeras se dan naturalmente, las segundas se defienden de la descomposición, de la desintegración entrópica.
1. suele simpatizar con el tradicionalismo - pues la oposición del nacionalismo al absolutismo "tradicional" es sólo transitoria, ya que rápidamente el nacionalismo se yergue con su propia tradición y a ella se aferra - y con el conservadurismo religioso, celoso de la certeza moral que le otorga la estabilidad que desea.
2. suele conducirse al relativismo moral nutrido de un ateísmo azaroso, con la pérdida de sentido trascendente que ello conlleva, lo que paradójicamente le pone en peligro de sucumbir a la imposición fáctica del más fuerte, a la dictadura de facto de los mejores, a la pérdida de ilusión, de meta, de fin y que conduce a la hartamente mentada crisis de la democracia.
El nacionalismo ramplón supone regresar a 1, y en mi opinión ya es hora de otra cosa. Si surge ahora en respuesta a la globalización no es sino porque, como decía en aquel hilo, "para que en un sistema cerrado pueda reducirse la entropía de una región sólo puede realizarse a costa de que aumente la del resto del sistema". Uniformizar el planeta conlleva que las partes que no lo hacen aumenten su heterogeneidad en respuesta.
Sin embargo, como digo, creo que es hora de otra cosa. Aunque sea necesaria una globalización alternativa a la que de momento se propone, sí creo que la solución pasa por una globalización articulada por una democracia participativa global. Es hora de esa ética de aspiración formal que prescinda de particularismos miopes, del diálogo habermasiano global, de la justicia como equidad de Rawls a nivel planetario,... pero claro, eso supone el reto incómodo de asumir la incertidumbre y el diálogo compartidos para los que se requiere de una madurez cultural para la que el mundo creo que aún no está preparado. Y por eso los nacionalismos siguen utilizándose como respuesta, a la espera de un nuevo modelo. Pero su carácter servil, su fácil manipulación, nos hace un flaco favor en muchas ocasiones, encubriendo intereses destructivos.