Hola, MonicaM:
La ontología del límite descansa sobre lo que Oñate llama una "dimensión ontológica a partir de sistemas de contrariedad". El límite señala una diferencia esencial entre la causa y lo causado. Así, el Uno-límite diferencial es una pluralidad de diferencias (contrarios y contradictorios).
1. La realidad tiene una estructura dialéctica y una pluralidad originaria organizada por los contrarios y los contradictorios en aquello que puede ser de muchos modos.
2. Los contrarios se co-pertenecen y los contradictorios se excluyen.
3. Por tanto, a los contrarios los caracteriza una co-pertenencia y a los contradictorios los caracteriza la exclusión y (ojo) la alternancia: aun no habiendo co-pertenencia en los contradictorios, hay enlace: la
diferencia es la que enlaza: sí, son contradictorios y divergentes, asimétricos y disyuntos, "pero también están cruzados", afirma Oñate.
4. Piensa en los contrarios relativos como una realidad ontológica débil (lo contingente: frío-calor, abajo-arriba, ligero-pesado), y piensa en los contradictorios como una realidad ontológica fuerte (lo necesario: vida-muerte, la causa y lo causado, vigilia-sueño [este último par interprétalo como lenguaje simbólico semejante a vida-muerte]).
Te dejo dos pasajes de Oñate, a mi juicio, esclarecedores:
Aristóteles retoma la tradición presocrática y afirma la co-pertenecia de los contrarios. En efecto, los contrarios no son contradictorios, los contrarios se co-pertenecen. Pero Aristóteles da aún un paso más, no sólo en el sentido de preguntar a Heráclito cuál es la condición de posibilidad de que el λόγος sea la ley de co-pertenencia y mutua entrega de los contrarios respectivos o relativos, sino por qué la realidad siempre se estructura y aparece en el lenguaje necesariamente en sistemas de contrariedades. Evidentemente, esta pregunta, que constituye el hilo argumental del libro T, implica ya por ella misma y de manera necesaria una comprensión del lenguaje, tal y como dijimos, como ámbito de manifestación de lo real y de su verdad.
(Teresa Oñate y Zubía:
Para leer la metafísica de Aristóteles. Análisis crítico hermenéutico de los 14 lógoi de Filosofía Primera, Madrid, 2001, Dykinson.)
Ahora bien, ¿qué dificultad hay en admitir que la pluralidad es originaria? El error en el planteamiento que establece la aporía es haber creído que lo uno y lo múltiple se excluyen, que son contradictorios y no contrarios enlazados en lo mismo, habiendo olvidado la sabiduría presocrática en general que ya sabía que los contrarios se co-pertenecen. Cada unidad es siempre una pluralidad, las unidades de las que tenemos experiencia, las unidades orgánicas y conceptuales son una pluralidad compleja. Pero, además, las pluralidades para serlo son también unitarias, unidades, pues si no su pluralidad sería del todo ininteligible. Solo en un sistema monológico y monista, que no se hace cargo de que el punto de partida es la pluralidad de los regímenes lingüísticos, de los géneros y modalidades de lenguaje, a los que siempre corresponden diferentes y complejas realidades diferenciales, necesita derivar de un Uno las diferencias, a partir de la confusión entre contrariedad y contradicción. Sin embargo, no puede confundirse la recusación del monismo con la eliminación de todo uno, pues lo indivisible que en su condición cumple la naturaleza propia de los principios, también es uno. Aún más, es, precisamente, lo uno aquello que ha de ser llamado indivisible.
(Teresa Oñate y Zubía:
Para leer la metafísica de Aristóteles. Análisis crítico hermenéutico de los 14 lógoi de Filosofía Primera, Madrid, 2001, Dykinson, p. 591.)
Espero haberte ayudado.
Un saludo.