Hay un capítulo entero (pp. 145-170) dedicado por FB al
Manifiesto comunista, obra que he tenido ocasión de comentar con motivo de un trabajo para la asignatura Historia de la Filosofía política y que está colgado en el apartado de Descargas de este mismo foro; por tanto, me remito a él para evitar repeticiones tediosas e innecesarias, teniendo en cuenta que el interés de esta obra de Marx es más referente a la Filosofía política que a la Metafísica que ahora nos ocupa. Me limitaré, por tanto, a hacer unos breves comentarios personales sobre algunas afirmaciones de FB.
FB escribió:
Lo que nos turba, en el caso del Manifiesto, es que alguien se haya atrevido a decir que, en este mundo de aquí abajo, los que no tienen nada podrían tener conciencia. (pp. 151-152)
FB incurre aquí en dos errores de bulto, en mi opinión. El primero es esa mención a “este mundo de aquí abajo”. ¿Es que para Marx había otro “allí arriba”? Creo que de lo que llevamos visto hasta ahora se deduce claramente que no, que precisamente la crítica a Feuerbach iba dirigida a evidenciar que no se trataba, como hacía éste, de invertir la secuencia creadora, de cambiar al Dios creador del mundo terrenal por un mundo terreno creador de Dios. Que de lo que se trataba, para Marx, era de reconocer un solo mundo material.
El segundo error es atribuir a los oprimidos la posibilidad de la conciencia. Para Marx todo el mundo tiene conciencia; otra cosa es que esa conciencia, como autoconciencia, sea alienada, enajenada, falsamente objetivada en un objeto que es ella misma sin percatarse de ello. Precisamente lo que podrán hacer “los que no tienen nada”, el proletariado sin interés, es sustituir esa conciencia alienada por la auténtica conciencia; y no es que “puedan”, sino que por la propia dinámica de las cosas, esa ausencia de interés propia del que nada tiene, es lo que produce necesariamente la liberación de la conciencia de su alienación. Ya me he referido a que al no percibir eso, FB sesga totalmente el papel que yo pienso que Marx asignaba al proletariado en la consecución de la eutopía.
FB escribió:
El Manifiesto no se limita a describir: califica, da nombre a las cosas. (p. 153)
En las cosas de la política y de la lucha social no eres nadie si aceptas el nombre que dan a la cosa, a su cosa, los que mandan. (p. 155)
Anda acertado FB en lo que afirma: si se asumen los viejos nombres (los viejos conceptos para el análisis de la realidad) no se puede construir algo nuevo. Ésa es la importancia del metarrelato en la praxis revolucionaria: la creación de nuevos nombres para las cosas, con los que hacer un nuevo relato, una nueva descripción del mundo. Y ahí radica la importancia de Marx en la historia de la Filosofía.
Aunque también cabe matizar lo que dice FB en el último de los textos que acabo de citar. No sólo no eres nadie si aceptas los nombres que se han dado a las cosas; no eres nadie tampoco si no eres capaz de darle otros nombres nuevos. Y no sólo hay que someter a crítica y rechazar el nombre dado por “los que mandan”, sino también, a veces, el nombre que dan a las cosas “los que no mandan”. Tampoco éstos, por el mero hecho de oponerse al poder tienen que ser asumidos acríticamente. De hecho, como es de ver en el propio
Manifiesto comunista, Marx no sólo critica con dureza el metarrelato de los que mandan, sino que no escatima críticas a otros “socialistas” desviados (en opinión de Marx).
FB escribió:
... el concepto de democracia en el lenguaje y la práctica políticas de 1848 (no sólo en el lenguaje y la práctica de Marx) tiene muy poco que ver con la concepción formal y normativa de la democracia imperante en este fin de siglo (...) Lo que hoy entendemos habitualmente por democracia (a saber: sufragio universal, división de poderes, existencia de un parlamento, existencia de una carta constitucional mayoritariamente aprobada y alternancia en la gobernación) no existía en 1848 en ningún país. (...) los poderes judicial y legislativo estaban mediatizados por otros poderes materiales. (pp. 162-163)
Trata aquí FB, como buen comunista revisionista, de justificar por qué Marx no era demócrata. La cuestión, a mi entender, es bastante sencilla: Marx, en cuanto filósofo, no estaba interesado en la forma política del Estado; sólo lo estaba en cuanto revolucionario práctico. Quiero decir que, desde el punto de vista de la Filosofía política, desde el punto de vista de la legitimación del poder, mientras permaneciesen las condiciones materiales de explotación de unos hombres por otros, la cuestión de la democracia formal carecía de interés para él, pues todo poder en esas condiciones materiales es ilegítimo.
A partir de la crítica de los partidos comunistas occidentales al estalinismo (eurocomunismo se llamó en su momento) y la opción política por la democracia de tales partidos, se inicia un movimiento ideológico intentando conciliar la defensa de la democracia formal de los países occidentales con el pensamiento marxista. Y en ese contexto es donde hay que colocar las palabras de FB.
Pero creo que incurre en varias imprecisiones graves. En efecto, parece dar a entender que las democracias del siglo XIX eran pura filfa, por lo que deben ser colocadas al lado de los regímenes despóticos del Antiguo Régimen, frente a las contemporáneas democracias. Y eso no se corresponde con la realidad, pues creo que es evidente que éstas derivan de aquellas democracias decimonónicas, y éstas supusieron una importante ruptura frente al Antiguo Régimen. En puridad marxista las modernas democracias serían regímenes propios de la clase burguesa dominante y, como tales, viciados por el interés, el dominio y la explotación.
Puede merecer la pena, aunque suponga salirse del tema principal, revisar las críticas de FB a las democracias de 1848 y compararlas con la situación actual:
a) Sufragio universal. Es cierto que en el siglo XIX el voto era censitario y, si no lo era, en todo caso se excluía del mismo a las mujeres. Pero ¿es el sufragio universal en nuestras modernas sociedades? El próximo día 20 estamos convocados a las urnas, pero no lo están los miles de bolivianos, ecuatorianos, marroquíes, argentinos, alemanes, etc. que viven en España; eso a pesar de que la política económica o social les afecta a ellos tanto (y a veces más) que a los españoles (especialmente los que de éstos residen en el extranjero). Tampoco votan los que tienen menos de 18 años. Es decir: no votan todos. Podemos discutir los criterios de exclusión (algunos que había en el siglo XIX que nos parecen hoy absurdos parecían entonces muy razonables), pero no podemos decir que antes había excluidos y hoy no los hay.
b) Existencia de una carta constitucional mayoritariamente aprobada. Todas las Constituciones son aprobadas por alguien; habría que repasar caso por caso quién había votado cada Constitución de cada país en aquel entonces. Pero, por ejemplo, nuestra Constitución es de 1978, y no ha sido votada mayoritariamente por la población que hoy en día está sometida a ella, y menos aún en Alemania, que se rige por la Ley Fundamental de Bonn de 1949. Es, creo, mucho más importante la aceptación mayoritaria del texto legal que la mayoría numérica que en cada momento pueda considerarse votante de la Constitución.
c) División de poderes. Aquí FB reconoce que existía formalmente, pero que “los poderes judicial y legislativo estaban mediatizados por otros poderes materiales”. ¿Y hoy no? ¿En qué país vive FB?