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TEMA: "¿Qué es la filosofía?" Notas de lectura crítica (II)

"¿Qué es la filosofía?" Notas de lectura crítica (II) 28 Feb 2012 00:11 #6472

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(En adelante utilizaré las siguientes abreviaturas:
D-G: Deleuze y Guattari.
QF: “¿Qué es la filosofía?”.
VD: “Vocabulaire de Gilles Deleuze”; las traducciones del original francés de las citas de esta obra son mías.
Cuando se cite página sin citar la obra, se sobreentiende que se trata de QF.)

Habíamos dejado la Introducción con una definición de la filosofía como la disciplina que consiste en “crear conceptos”. En el capítulo 1 D-G se extienden más sobre el concepto (concept). A este respecto la primera precisión que nos encontramos es la de que “no hay concepto simple... No existen conceptos de un componente único: incluso el primer concepto, aquel con el que una filosofía «se inicia», tiene varios componentes” (QF, p. 21). Esa “complejidad” del concepto plantea varios interrogantes que tendremos que ir solventando; el primero de ellos: ¿cuál es la naturaleza de esos elementos que componen el concepto? ¿Qué tipo de entidades son? Pero no todos los elementos son de la misma naturaleza, pues lo que sí dejan claro D-G es que esos elementos son “heterogéneos”, y así lo afirman repetidamente.

Sin duda algunos de los elementos componentes de un concepto pueden, a su vez, ser otros conceptos, pues así se deduce de la posibilidad (al menos planteable, aunque no efectiva) de un “primer concepto, aquel con el que la filosofía se inicia”.

Pero la heterogeneidad de los elementos del concepto obliga a considerar de qué naturaleza serán los otros componentes no conceptuales. No pueden ser “cosas”, y eso por varias razones; la primera, que la filosofía, nos habían dicho en la Introducción, no es contemplación “pues las contemplaciones son las propias cosas en tanto que consideradas en la creación de sus propios conceptos” (QF, p. 12); la segunda, que los conceptos, como vimos, carecen de referencia, es decir de objetos encuadrados en coordenadas espacio-temporales, que es lo que son las cosas; la tercera, que de las cosas, situadas en “planos de referencia”, se ocupa la ciencia y no la filosofía. Y esos elementos no conceptuales componentes de los conceptos tampoco son “vivencias”:
QF escribió:
El concepto expresa el acontecimiento, no la esencia o la cosa. Es un Acontecimiento puro, una hecceidad, una entidad (p. 26).

Gilles-Gaston Granger empieza por definir el concepto como una proposición o una función científicas, y después admite que puede pese a todo haber unos conceptos filosóficos que sustituyan la referencia al objeto por el correlato de una «totalidad de lo vivido». Pero, de hecho, o bien la filosofía lo ignora todo del concepto, o bien lo conoce con pleno derecho y de primera mano, hasta el punto de no dejar nada para la ciencia, que por lo demás no lo necesita para nada y que sólo se ocupa de los estados de las cosas y de sus condiciones. La ciencia se basta con las proposiciones o funciones, mientras que la filosofía por su parte no necesita invocar una vivencia que sólo otorgaría una vida fantasmagórica y extrínseca a unos conceptos secundarios exangües en sí mismos. El concepto filosófico no se refiere a lo vivido, por compensación, sino que consiste, por su propia creación, en establecer un acontecimiento que sobrevuela toda vivencia tanto como cualquier estado de las cosas (p. 38).

Parece, pues, que ahora sí hemos llegado a algo: al “acontecimiento”, al “événement”. Esta palabra francesa en la edición española de QF se traduce como “acontecimiento”; pero hay varios sinónimos que podrían utilizarse igualmente: acaecimiento, suceso, evento. Yo utilizaré (ya lo hice en mis comentarios a la introducción) “evento”, por varias razones. La primera, que el castellano “evento” (a diferencia de “acontecimiento”) mantiene la misma raíz latina que événement, “eventum”, e-ventum, venido-desde; de hecho, en algún texto Deleuze mismo utiliza la palabra latina “eventum”; se mantiene así la noción de que el événement no es algo que meramente pasa o sucede, sino algo que llega a suceder mediante su actualización. La segunda, que permite traducir el adjetivo événementiel como “eventual” (pues sería horroroso traducirlo como “acontecimental”) manteniendo el contenido semántico de transitorio, contingente, fluido, propio del evento, frente a lo fijo, necesario o rígido de la cosa; como en la figura poética de D-G en que definen el evento como la “sonrisa sin gato” (QF, p. 127): lo eventual de la sonrisa frente a la solidez de la cosa, el gato. Dice Martínez (Ontología y diferencia) que “los acontecimientos se expresan mediante verbos en infinitivo y son impersonales, intemporales, incorpóreos” (Eikasia, nº 23, p. 45); el evento es el sonreír, sin nadie concreto que sonría.

Pero hay que distinguir dos niveles, como se muestra en el uso que hacen D-G de la mayúscula y la minúscula en Evento (Acontecimiento puro) y evento (acontecimiento).
VD escribió:
Événement (pur) [Evento (puro)]: No lo que llega (el accidente), sino la parte eterna e inefectuable de todo lo que llega, entidad impasible siempre ya advenida, tanto como todavía por venir, subdividiéndose sin cesar en múltiples eventos singulares, y reuniéndolos en un solo y mismo Evento; afrontarlo en todo lo que nos llega, y ser digno de él, constituye la moral (p. 138).

Hay pues un Evento puro, que se hace efectivo o actual mediante múltiples eventos singulares. Esos eventos singulares son los elementos con los que los filósofos forman los conceptos; conceptos que se integran en la filosofía mediante dos vías: por un lado, porque esos eventos son sólo subdivisiones del Evento (puro) y, por otro, porque los conceptos filosóficos se van montando unos sobre otros por adición o sustracción de sus elementos componentes, como se puede ver en los ejemplos que nos suministran más adelante D-G.

Podemos ahora intentar interpretar el sentido de la “creación” de conceptos, por el que nos preguntábamos al comentar la Introducción. En el concepto hay algo de invención, algo que viene a (in-ventum) desde (e-ventum). Hay también algo de formación o fabricación, pues es una composición unitaria de elementos heterogéneos. Y hay algo de creación; pero no en el sentido cristiano (“Deleuze, cuidándose de evitar la carga teológica cristiana de una «creación» aplicada a la ontología, emplea más a gusto el término «devenir», y se desmarca de Bergson al concebirla menos como una «evolución» que como una «involución creadora»”, VD, p. 67, referencia: Mille Plateaux, p. 292), sino siguiendo a Nietzsche: “la verdad no es algo que habría que encontrar y que descubrir, sino algo que habría que crear” (VD, p. 68, citando a Nietzsche, Fragmentos póstumos, 9, 91). El concepto no está ahí para ser descubierto; no es un hallazgo; de hecho es más bien una premonición de un evento actualizable presente ya en el Evento puro:
QF escribió:
El concepto es el perímetro, la configuración, la constelación de un acontecimiento futuro... El concepto es evidentemente conocimiento, pero conocimiento de uno mismo, y lo que conoce, es el acontecimiento puro, que no se confunde con el estado de cosas en el que se encarna (p. 37).

El concepto hay que crearlo; aunque los elementos que lo componen estén ya ahí, a disposición de cualquiera, en el concepto hay algo más que esos elementos, ya sean eventos singulares integrados en el Evento (puro), ya sean conceptos creados anteriormente por otros filósofos. Lo que hace creativo el concepto es el problema: “Todo concepto remite a un problema, a unos problemas sin los cuales carecería de sentido” (QF, p. 22). He definido el “concepto” como un “sentido sin referencia”; ahora vemos que, en ausencia de referencia lo único que puede dar sentido al concepto es el “problema”: “en filosofía sólo se crean conceptos en función de los problemas que se consideran mal vistos o mal planteados (pedagogía del concepto)” (QF, p. 22).
VD escribió:
Problème (problema): Si el teorema es una regla capaz de aplicarse a todos los casos que abarca bajo su jurisdicción, el problema se impone ante un hecho para el que no disponemos de ninguna fórmula capaz de guiarnos en su descripción, necesariamente desmembrado por un conjunto de singularidades que no se armonizan bajo la autoridad de un hilo director, sabiendo que sus vecindades sólo pueden disponerse de forma heterogénea (p. 289).

(Cabe recordar aquí cómo en el tema 1 de la UD, en su línea claramente deleuziana, Martínez ya advirtió de que la metafísica es un saber problemático, y no teoremático.)
VD escribió:
...no se trata sólo de descubrir el problema, sino de inventarlo (p. 289).

Es un error ver en los problemas un estado provisional y subjetivo por el que nuestro conocimiento debería pasar debido a sus limitaciones de hecho (p. 289).

Y por ello Deleuze insiste en la idea de que resolver un problema ya dado no es más que una actitud infantil. El problema consiste en proponer el problema (p. 290).

En ese sentido la filosofía en tanto que pregunta es inseparable de la obstinación de los problemas, insolubles por naturaleza (p. 290).

La filosofía no es una operación abstracta que se contentara con volver a pensar lo que las demás actividades del espíritu podrían suministrarle como respuesta. Tiene su esfera de actividad propia, que reside en la naturaleza problemática de sus objetos (p. 291).

El aspecto creativo del concepto, por tanto, reside en el problema con el que se relaciona; el concepto, pues, no es una creación ex nihilo: consiste en aglutinar una serie de elementos heterogéneos, pero ya preexistentes a disposición del filósofo, en la “invención” de un problema que no estaba ahí, sino que el filósofo plantea en toda su novedad. Por tanto, no se trata de un problema dado que haya que resolver con conceptos, sino de la creación por el filósofo de un problema/concepto.
Bin ich doch kein Philosophieprofessor, der nöthig hätte, vor dem Unverstande des andern Bücklinge zu machen.
No soy un profesor de Filosofía, que tenga que hacer reverencias ante la necedad de otro (Schopenhauer).


Jesús M. Morote
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Re: "¿Qué es la filosofía?" Notas de lectura crítica (II) 27 Abr 2012 13:34 #6861

  • Kierkegaard
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En este hilo tengo un par de cuestiones:

1.
“en filosofía sólo se crean conceptos en función de los problemas que se consideran mal vistos o mal planteados (pedagogía del concepto)” (QF, p. 22).
Si es así, el problema preexiste al concepto, y al estar considerado como mal planteado, es cuando el filósofo crea el concepto, acaso con la intención de darle respuesta de alguna forma, aun haciendo surgir con ello nuevos problemas. Sin embargo dices que “no se trata de un problema dado que haya que resolver con conceptos”. Más bien creo que es preferible considerar que el concepto, además de intentar contribuir a la síntesis de alguna suerte de respuesta, lo que hace es ayudar decisivamente a reformular o reorientar el propio problema que de alguna forma debía de estar ya presente, y es ahí donde está la dificultad. El concepto clarifica el planteamiento del problema, que aunque le precedía, no estaba bien formulado o no estaba bien reconocido. En cualquier caso, esto no quita para que el concepto, en su intento de clarificar – desde luego – y de intentar dar respuesta – en el mejor de los casos – al problema genere siempre y sistemáticamente nuevos problemas. De ahí que, como decía K. Jaspers, ”en filosofía son más esenciales las preguntas que las respuestas”, o como decía B. Russell, el valor de la filosofía provenga “no por las respuestas concretas a los problemas que plantea […] sino más bien por el valor de los problemas mismos”.


2.
Como no podía ser menos, la creatividad a la que nos invitan D y G para ser buenos filósofos, y dado el cariz incomunicable último de todo concepto, hace que estos autores – y muchos de su cuerda – sean especialmente prolíficos a la hora de crear conceptos (o pretender crearlos), reutilizando términos cotidianos, neologismos o términos ya filosóficos con un significado muy particular. Tan pretendidamente particular que muchos de sus seguidores y discípulos en ocasiones son incapaces de explicarlos del todo, moviéndose en una suerte de juego privado del lenguaje de corte esotérico que aparentemente queda plagado de equívocos, de contradicciones en cuya resolución recurren a nuevas nociones cuyos significados se dan por sabidos y que no sólo no lo son en absoluto, sino que sólo enturbian la pretendida aclaración, como tinta de calamar que trata de eludir el deber de pertinencia en ella.

Pero, al margen de esta crítica al seguidismo acrítico “juntaconceptos”, admito, desde luego, que he de ser provisionalmente prudente, dado el reconocimiento que tiene Deleuze en el mundo filosófico actual y por eso, conforme a la rigurosidad que el profesor Martínez le atribuye, achaco muchos de estos casos, en lo que a las palabras de este filósofo se refiere, a mi mera ignorancia e incapacidad de comprensión. Una incapacidad que pretendo mitigar aunque, lo reconozco, con poca paciencia, pues hay mucha filosofía y poco tiempo en la vida como para empeñarla en desentrañar arcanos que quizá, al final, contengan más bien poca chicha.

Dicho esto, un caso sobre el que todavía medito es el siguiente: D-G dicen que “todo concepto siempre tiene una historia” (p.23), que además “tiene un devenir” (p.24), que “los conceptos son acontecimientos” (p.40) y sin embargo, afirman rotundamente que además de su incorporeidad, todo concepto “carece de coordenadas espaciotemporales” (p.26). Dado que una cosa sí ha quedado clara, y es que un concepto surge en el momento en el que el filósofo lo crea, no puede decirse que un concepto no surja en el tiempo, y no evolucione en éste trazando no sólo una historia, sino una contemporaneidad con el resto de conceptos que D-G llaman devenir. Entonces ¿qué pueden querer decir con que carece de coordenadas espaciotemporales?

Sólo se me ocurre que esta aparente contradicción no esté advirtiendo una anfibología en las palabras de D-G, y que éstos estén empleando sentidos diferentes refiriéndose al concepto: así, éste sería claramente temporal en su exoconsistencia, pero carecería de coordenadas temporales en su endoconsistencia y sobre todo en su significado. Aunque el significado del “cogito” pudiera ser diferente para Malebranche en el XVII barroco que para nosotros en el XXI postmoderno, ello sólo se debería a la diferencia histórica que separa su capacidad de comprensión y la nuestra, y no se debería al concepto en sí, cuyos elementos se habrían abstraído de las coordenadas temporales al fundirse en el concepto en el momento de su creación. ¿O se os ocurre alguna otra explicación?
Javier Jurado
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Re: "¿Qué es la filosofía?" Notas de lectura crítica (II) 27 Abr 2012 20:36 #6862

  • Nolano
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1.

Aunque en un sentido "lógico", si se me permite decirlo así, el problema precede al concepto, desde un punto de vista "temporal", problema y concepto son simultáneos. Es decir, no hay un problema previo al que, después, se enfrenten los conceptos, sino que los conceptos son problemáticos y los problemas son conceptuales: se presentan a la vez.

La frase de la p. 22 que retomas, según la cual los conceptos dependen de problemas mal planteados, quiere decir que nuevos conceptos-problemas vienen a sustituir a viejos conceptos-problemas mal planteados. No, como dice en su literalidad, que haya que crear conceptos en función de problemas previos no conceptualizados.

2.

Comparto con gusto tu crítica a esta manera turbia y confusa de filosofía. Pero no voy a insistir más en ello, pues no merece la pena.

Me gustaría posponer la discusión sobre los conceptos historia y devenir, que creo que apuntan a las conclusiones del capítulo 4 (p. 97), al último hilo de esta serie de notas. Por el momento, y no sé si te ayudará en tus actuales meditaciones al respecto, creo que bastará con indicar que, en mi opinión, el devenir tiene que ser temporal, como lo es la historia, pero la temporalidad de esta última es de orden trascendente (ligada al espacio-tiempo físico o al espacio-tiempo metafísico, por ejemplo, el del sujeto trascendental kantiano) mientras que D-G parecen querer habilitar otro tiempo, uno inmanente, en el que se desarrollaría el devenir.
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