(Quizá convendría que algún moderador abriera un nuevo hilo sobre el artículo de Racionero, para separar los comentarios a éste de los referentes al artículo de El País que originó este hilo.)
Sin perjuicio de algunos comentarios al mensaje de Bud, que reservo para otro hilo que tengo pensado para el apartado de Filosofía de la Religión, no puedo dejar pasar el artículo de Racionero sin hacer algunas observaciones.
La primera, adherirme a la apreciación de Alekhine de que el artículo de Racionero presenta contradicciones o, al menos, importantes deficiencias de planteamiento que yo veo insalvables. No hay que olvidar, sin embargo, que la atalaya desde la que Racionero se dirige al mundo de los mortales es "Desde el nirvana". Soy bastante lego en sabidurías orientales, así que pido disculpas si cometo algún error al respecto; pero, acogiéndome al diccionario, nirvana sería: "estado resultante de la liberación de los deseos, de la conciencia individual y de la reencarnación, que se alcanza mediante la meditación y la iluminación". Así pues, Racionero se halla en un estado de iluminación que, ciertamente, parece excluir un discurso racional basado en argumentos y en las vías ordinarias de acceso al conocimiento.
Lo sorprendente es, sin embargo, que, a la vez, Racionero se muestra decidido partidario del conocimiento científico: "para cualquiera que estudie la física moderna...", "la teoría del conocimiento, más allá de Hume, solo la puede llevar la neurofisiología, y la ontología solo puede desarrollarla más la Física Cuántica", "ha llegado el momento de que la ciencia tome el relevo de la Filosofía".
Es curiosa esa doble faz, digna del Doctor Jekyll y Mr. Hyde, que nos presenta Racionero. Parece que, para las cosas prácticas de la vida (ver la televisión, desplazarse, enfriar los alimentos), tendría la ciencia y, para la trascendencia, ya tiene la "meditación trascendental" de matriz oriental. Tal como yo lo veo, Racionero se mueve entre dos mundos disjuntos, separados por un abismo: el mundo de "la vida" corriente (donde actúa como medio de conocimiento la ciencia positiva) y el mundo de "la vida" espiritual (donde actúa como medio de conocimiento la meditación y la iluminación, al modo oriental). Y el fracaso de la Filosofía (occidental) radicaría en que consiste en una "masturbación" del cerebro, acoplada al conocimiento científico al que intenta llevar más allá de sus límites, es decir, de arreglar un microondas o hacer funcionar una central nuclear, cosas para las que sobraría la Filosofía (occidental) que se convierte, así, en mera palabrería abstrusa e inútil.
Pero si eso es así, hay varias incongruencias en el discurso de Racionero. La primera, acusar, sobre todo y antes que a nadie, a "Wittgenstein y los positivistas" de ser unos charlatanes que, sin palabras, se quedan en nada ("¿qué vamos a hacer si no usamos la palabra?"). Eso es bastante chocante, porque si hay filósofos de la tradición occidental que han destacado por su apoyo a, y fundamentación de, la ciencia positiva han sido, precisamente, los positivistas lógicos. Y, a la vez, si hay alguien que, por primera vez, manifestó el abismo entre ciencia e iluminación, fue el Wittgenstein del Tractatus, donde expresamente dijo lo de callar sobre aquello de lo que no se puede hablar y sobre la aparición de lo místico. Pero nos queda la duda de si Racionero sabe que hubo "dos" Wittgenstein, o, si lo sabe, a cuál de los dos se refiere en su puyita. Porque el "terror a la ausencia de palabras" más bien parece cuadrar al Wittgenstein de los "juegos de lenguaje" de las Investigaciones Filosóficas; pero este Wittgenstein, entonces, no merece ser asociado, como hace Racionero, con los "positivistas".
Más extravagante aún es que diga que "Heidegger entrevió la solución". ¿La solución a qué? Parece que la solución al callejón sin salida de la Filosofía occidental, convertida en un "abstruso y, lo que es peor, inútil juego de palabras". Parece una broma que la solución al presunto discurso "abstruso" de los positivistas (y Wittgenstein, sea éste el primero o el segundo) pase por la solución "entrevista" por Heidegger. ¿Realmente alguien en sus cabales puede decir que la solución al discurso "abstruso" de un Quine, por ejemplo, pasa por el discurso (se supone que cristalino) de Heidegger? ¿Es esto una broma o hablar por hablar? Aunque reconozco que, al decir que Heidegger no llegó a "formular la solución", tal vez lo que quiere decir es que se quedó a medias: no renunció a las palabras pero las convirtió en ininteligibles con su uso peculiar, pero si hubiera llegado hasta las últimas consecuencias, se hubiera callado de una vez por todas. No sé, quizá en esto hasta le daría la razón a Racionero.
Lo más curioso del caso es que ante el problema de que "combinando palabras no se puede salir de ellas", ¿qué nos recomienda Racionero? ¡Que leamos un libro (el de Suzuki)! Debe ser un libro sin palabras, porque si no, no entiendo cómo vamos a salir de las palabras leyendo un libro escrito con palabras. Alucinante.
El caso es que no acabo de entender muy bien cuál es el papel reservado al budismo, al taoísmo y al zen en el sistema de Racionero. Porque ¿a qué se dedica ese "usar la mente con otro método que las palabras"? No, desde luego a llegar a una comprensión del ser (ontología), puesto que "la ontología puede desarrollarla más la Física Cuántica", según nos dice el propio Racionero. Tampoco, supongo, a Filosofía de la Ciencia o a la epistemología (que queda en manos de "la neurofisiología"). Entonces, ¿qué nos queda? ¿Quizá la Filosofía Moral o la Filosofía Política? No parece, pues precisamente ése resulta ser el campo que, condescendientemente, Racionero reserva a la Filosofía occidental, citando a Savater y Isaiah (que no "Isahía") Berlin.
Entonces, ¿qué? ¿Para qué es eso del zen? ¿Para una especie de ayuda psicológica autoadministrada para superar los nervios, las neurosis o el estrés de la vida moderna? No me queda nada claro para qué quiere Racionero que leamos el libro que recomienda como sustitutivo de la Filosofía, sinceramente (y con eso no digo que el libro no sea bueno, útil o entretenido, sólo digo que no sé en qué sentido puede ser sustitutivo de una Filosofía occidental inútil como la que presenta Racionero).