Wittgenstein, en el Tractatus, parágrafo I, sostiene que el lenguaje sirve para la representación del mundo, es decir, que las palabras nombran objetos. Sin embargo, en las Investigaciones filosóficas formula la teoría de los juegos del lenguaje.
Aunque no define sistemáticamente el concepto de juego del lenguaje, sino que indica numerosos ejemplos, como formular órdenes, describir un objeto, dibujar a partir de una descripción, relatar un suceso, hacer suposiciones sobre un suceso, plantear una hipótesis, representar los resultados de un experimento mediante cuadros, inventar una historia y leerla, representar teatro, resolver un problema de cálculo aplicado, cantar al corro, hacer adivinanzas, traducir de un idioma a otro, pedir, agradecer, blasfemar, saludar, rezar…
De esta enumeración resulta claro que el concepto de juego del lenguaje no se puede determinar mediante la indicación de algunos rasgos. Estos ejemplos muestran además que la función descriptiva del lenguaje es solo una función entre otras. Esto significa que los juegos morales, al igual que los jurídicos, son de un tipo propio y no tienen que evaluarse desde los parámetros de las ciencias.
El hablar y el actuar están estrechamente unidos, eso es lo que expresa el término “juego de lenguaje”. Como los juegos, los juegos de lenguaje son actividades guiadas por reglas, lo que no significa que en los mismos todo esté determinado. No hay una regla en el tenis que determine lo alto que puede tirarse una pelota. Además, hay grandes diferencias entre reglas. No son lo mismo las reglas técnicas de la cocina o las reglas sintácticas de las declinaciones. (66)
Los juegos del lenguaje tienen reglas. Para la existencia de una regla es necesario que varias personas la sigan en diversos momentos. Por tanto las reglas son costumbres. Solo hay faltas cuando la regla en cuestión permite la diferenciación entre comportamientos correctos e incorrectos. Cuando se reacciona negativamente ante un comportamiento es signo de que existe una regla.
Las reglas forman sistemas, representaciones del mundo. Dichas representaciones del mundo están más allá de lo justificado y no son ni correctas ni falsas. Quien quiera atraer a alguien hacia su posición puede hacerlo mediante la persuasión, pero no mediante la fundamentación, ya que solo hay razones dentro de una representación del mundo.
No existe ningún motivo para reducir el lenguaje normativo al descriptivo o para valorar aquel como menos valioso o importante. La lógica de los juegos del lenguaje solo puede ser comprendida mediante la consideración del comportamiento no verbal y de otras circunstancias fácticas. Los discursos morales y jurídicos son actividades guidas por reglas.
Alexy critica a Wittgenstein la tesis de que las representaciones del mundo no puedan ser criticadas, porque entonces los discursos morales no podrían ser cuestionados, serían completamente relativos. Sin embargo, de hecho se discute sobre representaciones del mundo, por ejemplo, entre cristianos y comunistas.
En una discusión no todos los presupuestos pueden ser discutibles, pues incluso una discusión de presupuestos se basa en presupuestos. No es concebible una discusión en la que todo sea fundamentado. Pero aún así todos los presupuestos son susceptibles de ser fundamentados, solo que no al mismo tiempo. Siempre cabe presentar argumentos a favor y en contra.