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TEMA: Estética, ética y "True detective".

Estética, ética y "True detective". 16 Dic 2015 12:18 #34550

  • Herrgoldmundo
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Introducción

Hace ya tiempo que vengo deseando realizar una reflexión sobre las influencias de la estética en la ética. Llevo tiempo pensando, concretamente, en cómo las estéticas de las diferentes manifestaciones de la música rock, por ejemplo, se traducen en distintos posicionamientos ético-morales.
Quienes de jóvenes se sintieron atrapados por el gusto decadente y nihilista del punk, por ejemplo, suelen comulgar con ideologías de "izquierdas" en su madurez. De la misma manera, quienes mejor supieron degustar la épica trascendental del metal en su primera juventud, tenderán a abrazar ideologías más liberales y/o conservadoras. Hablamos, por supuesto, de probabilidades futuras, ya que el devenir de los propios proyectos vitales, así como las circunstancias que determinan a estos, también tendrán un peso importante en las elecciones futuras de los individuos.

True detective

Otro ejemplo: hace poco terminé de ver la 2ª temporada de la serie de tv "True detective", y me pareció magnífica y mucho mejor que la 1ª temporada. Sin embargo, cuál sería mi sorpresa al descubrir que la generalidad de los telespectadores le dedicaban críticas negativas y despiadadas. ¿Por qué, me pregunté sorprendido?

Para hallar la respuesta analicé las diferentes estéticas subyacentes en las dos temporadas de "True detective". Me di cuenta de que las opiniones críticas, en general, argumentaban a favor de la primera, señalando las intervenciones del detective Rust Cohle (McConaughey) como clave del éxito. Gustaba, y mucho, el personaje atormentado y existencialista del policía filósofo, que lo mismo citaba a Schopenhauer que a Nietzsche. Pero, sin duda, lo que sedujo al gran público fue la estética preciosista y mágico-decadente de la primera temporada, una estética al servicio de una historia patológica y enfermiza; la estética macabra de los psicópatas y los asesinos en serie.

¿Y qué estética subyacía en la 2ª temporada?
Los personajes de la segunda temporada también eran seres atormentados y atrapados por difíciles circunstancias vitales, pero la estética era diferente.
La segunda temporada apostó por la estética clásica de la tragedia griega; apostó por la épica heroica que intentaba abrirse paso, también, en una sociedad patológica y enfermiza.
El policía filósofo, depresivo y angustiado de la 1ª temporada (ebrio de humanismo decadente), fue sustituido por hombres y mujeres de carne y hueso; fue sustituido por policías de acción ("putos héroes", como denominaría el policía Velcoro a su compañero Woodrugh).
La primera temporada buceó en lo más sórdido del alma humana, en lo más enfermo y decadente, pero la segunda apostó por la acción heroica; rescató a los griegos de la Grecia clásica. De hecho, la mujer policía protagonista (maravillosa Raquel McAdams) se llamaba Antígona (Bezzerides).

Conclusión:

El éxito de la primera temporada, en mi opinión, se debe a que el prototipo de hombre masa occidental de hoy comulgó a la perfección con una estética acorde a los tiempos presentes: nihilismo y decadencia moral; escenas de asesinatos macabros y la seductora historia de un asesino en serie, patológico y enfermizo.

Nunca, como en las sociedades actuales, los héroes fueron tan despreciados; nunca, como hoy, tuvieron tan poco valor el orgullo y la dignidad. Y a colación precisamente de estos valores, orgullo y dignidad, las mejores secuencias estéticas de la segunda temporada se sucedieron como un torrente en el último capítulo: venganzas bien orquestadas (todo es personal en la vida), muertes heroicas, la de Frank, la de Woodrugh y la de Velcoro. Uno de los mejores finales de una serie, junto al perfecto y épico final de "Breaking bad".
Yo entiendo que en Occidente no se comprenda, ni se estremezcan las diminutas almas de los animales de lujo en que nos hemos convertido, cuando Frank, el prototipo de superhombre nietzscheano, muere por una "puta chaqueta". Comprendo que quienes arremetieron inmisericordes contra la 2º temporada de "True detective" no entendieran al hombre de carne y hueso que, pudiendo salvar su vida, tan solo entregando su chaqueta a un matón, no permitiese que éste le chulease y le arrebatase lo más preciado que poseía: su orgullo y su dignidad.
¿Y qué decir del glorioso sacrificio de Velcoro? Un anacronismo, sin duda, totalmente fuera de lugar en las sociedades actuales de Occidente, que solo entienden de pacifismos talanteros que les permitan pagar paces bizantinas, ya fuere poniendo el culo en pompa hacia la Meca o bajándose los pantalones sin ningún rubor ante el chuloputas o suprematismo dogmático de turno.

La estética determina la ética.

Siguiendo con mi teoría, según la cual "aceptamos una determinada filosofía dependiendo de la clase de personas que seamos" (Fichte), parto de la premisa de que es nuestra apriorística forma de ser, determinada por factores neurobiológicos, la que, a la postre, también gustará de una determinada estética. Y solo a través de la estética se llegará a la ética.
El hombre, decía Zubiri, es un animal de realidades, y yo lo suscribo. Creo que la teoría de Zubiri, sobre la aprehensión de la realidad como intuición primera, acierta al señalar que la inteligencia es sentiente, es decir, que el proceso cognitivo de captar y elaborar la información del medio no se hace exclusivamente a través de la razón, sino también mediante los sentimientos y las voliciones, deseos y voluntades, de cada individuo.
Somos animales de realidades determinados neurobiológicamente, aunque, por supuesto, también estamos influenciados en gran medida por la segunda condición inherente al ser humano: el hecho de ser animales inevitablemente sociales.

Podríamos decir, aceptando el riesgo de pecar de reduccionistas, que la existencia del ser humano es un drama o conflicto constante entre nuestro yo y las circunstancias; entre nuestros deseos particulares y los imperativos de deber que imponen las normas y reglas sociales.
Pues bien, voy a intentar demostrar que el gusto por una determinada estética es el sentir más primigenio (aparecido a edad más temprana) y, por tanto, también será el más genuino e inherente al ser (idiosincrasia particular de cada individuo). Después, aceptadas o encontradas nuestras afinidades hacia determinados gustos estéticos (musicales, cinematográficos y artísticos en general), el tiempo y nuestra formación nos permitirán, legitimar, comme il faut!, dicha elección a través de la diosa razón.

Pero quede constancia de lo que pretendo defender: la estética determina la ética.

Primero: captamos la realidad del medio circundante a través de los sentidos, mediante la acción conjunta de razón, sentimientos y voliciones (inteligencia sentiente).

Segundo: determinados por nuestra particular genética o bagaje neurobiológico, sentiremos apego, predilección o gusto por unas concretas expresiones estéticas.

Tercero: una vez aceptadas y profundamente arraigadas en el yo nuestras preferencias estéticas, no tendremos más remedio que legitimarlas a través de la razón, es decir, justificaremos la elección de nuestros gustos ante los otros (la sociedad).

Así, podemos entender por qué la 1ª temporada de la magnífica "True detective" gustó mucho más que la 2ª, cuestión de estéticas y de éticas subyacentes a las mismas.
La estética de la primera temporada gustó más a unas masas inmersas en la decadencia y el relativismo moral; sedujo a un público que gusta de evadirse de la realidad a través de la magia y la ficción ("Juego de Tronos"), mal que sea a través de los senderos más patológicos y enfermizos del alma humana ("Hannibal Lecter", "Walking dead").
Sin embargo, la 2ª temporada de "True detective" se aferra a la realidad; apela a los hombres de carne y hueso; apuesta por la épica de héroes anacrónicos, hoy día imposibles de entender e incapaces de seducir.
Última Edición: 16 Dic 2015 13:13 por Herrgoldmundo.
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Estética, ética y "True detective". 16 Dic 2015 16:03 #34555

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En primer lugar felicitarte por tu magnífica reflexión en torno a la maravillosa serie “True Detective”. Y felicitarte sinceramente a pesar de esa funesta manía de hacer referencia a cuestiones que parten de la cintura y continúan hacia abajo. Ya sabes, donde la espalda pierde su casto nombre. Y no es que me escandalice pero tampoco entiendo el porqué de ciertas provocaciones gratuitas.

Otra cuestión es la interpretación que haces de Zubiri.

Por ejemplo nos dices: “Somos animales de realidades determinados neurobiológicamente, aunque, por supuesto, también estamos influenciados en gran medida por la segunda condición inherente al ser humano: el hecho de ser animales inevitablemente sociales.”

Zubiri dice que el animal de realidades es una unidad psico-orgánica. Es decir, es un constructo de notas psíquicas (inteligencia, sentimiento y voluntad) y de notas orgánicas. Pero no dice que estemos determinados neurobiológicamente sino que estamos constituidos psico-organicamente. Es decir, esas notas psico-orgánicas no son determinantes sino constituyentes.
Zubiri siempre hablaba, y aceptando la diferencia ontológica propuesta por Heidegger, de que en toda cosa real hay que distinguir el orden talitativo del orden trascendental. Si nosotros analizamos una roca, un perro y un ser humano habrá diferencias en el orden talitativo que la ciencia se encargará de describir y explicar. Pero ese orden talitativo determina un orden trascendental, es decir, una determinada forma de ser real. No es lo mismo la forma en que es real una piedra, un perro o un ser humano. Un perro y un gato son diferentes en el orden talitativo pero sin embargo coinciden en el orden trascendental. Son realidades enclasadas o cerradas a diferencia del modo de ser reales de un ser humano. Éste último es una realidad abierta. Es decir, el orden trascendental no se reduce al orden talitativo.

Y también decía que en toda realidad humana existen tres dimensiones: individual, social e histórica. Él entendía la dimensión social como con-vivencia. El hombre es un ser constitutivamente con-vivencial (relacional), y por serlo, es por lo que es posible que aparezcan las distintas sociedades. Las sociedades son las diferentes plasmaciones de esas con-vivencias. Si bien es posible que aparezcan las sociedades gracias a esa dimensión real del hombre a su vez esas realidades sociales refluyen sobre el hombre influyéndolos. Influyéndolos y condicionándolos si, pero no determinándolos.

También dices: “Primero: captamos la realidad del medio circundante a través de los sentidos, mediante la acción conjunta de razón, sentimientos y voliciones (inteligencia sentiente).
Para Zubiri el hombre es un animal en el que se puede, pero sólo analíticamente, hablar de inteligencia sentiente, sentimiento afectante y voluntad tendente. Y la inteligencia sentiente estaría constituida por la aprehensión primordial de realidad, por el logos, y en último lugar, por la razón.
Es decir, la inteligencia sentiente no engloba a los sentimientos y a la voluntad sino que engloba al momento factual y originario de la aprehensión de realidad, logos y razón.

Zubiri consideraba que en toda realidad había que distinguir entre los contenidos ( color, sabor, ete..) y la forma en que quedan dichos contenidos, es decir, la formalidad. Para Zubiri la formalidad en la que quedan esos contenidos en el hombre es la formalidad de realidad a diferencia de la formalidad de estimulidad en la que quedan esos mismos contenidos en los animales. Un animal y un hombre pueden poseer los mismos órganos y captar los mismos contenidos pero sin embargo quedar dichos contenidos con diferentes formalidades. Es lo que él denominaba habitud.

Pues bien, así como la formalidad se intuye los contenidos se construyen. Todos los contenidos, incluso hasta el color rojo, y la ciencia mucho nos dice sobre ello, es algo construido. Eso sí, tanto el logos como la razón ( Zubiri distingue entre ambas) son creativos. Esa construcción de contenidos en una “libre” creación humana.

Un Saludo
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Estética, ética y "True detective". 17 Dic 2015 11:36 #34558

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Hola Elías.

Temo haberme expresado con poco acierto.
Mi reflexión pretendía defender una tesis: la estética determina la ética.

Para ello partí de una premisa: estamos predeterminados neurobiológicamente.
Por supuesto, no pretendí atribuirle a Zubiri lo que no es sino mi personal creencia.

Esta conclusión es mía, asumo la paternidad de la misma:
Somos animales de realidades determinados neurobiológicamente, aunque, por supuesto, también estamos influenciados en gran medida por la segunda condición inherente al ser humano: el hecho de ser animales inevitablemente sociales.

Reconocí nuestra condición de "animal de realidades" (tomando el término prestado de Zubiri), pero manteniendo mi tesis de que el a priori neurobiológico es origen y génesis de nuestro posterior desarrollo cognitivo y psicoafectivo. Sí, coincido con Zubiri y acepto que estamos constituidos por notas psíquicas y orgánicas, pero, insisto, dicha constitución psico-orgánica estará determinada, se desarrollará y configurará en el tiempo, según los dictados de unas determinadas instrucciones genéticas apriorísticas (neurobiología). Además, como señalo, la influencia del entorno y de las circunstancias (sociedad) también tendrán un peso importante en el desarrollo de nuestra constitución psico-orgánica.

No pretendo "discutirle" a Zubiri cómo está constituido el "animal de realidades" que es el ser humano, sino que intento demostrar que antes del momento de comprender y/o razonar hay una aprehensión global de la realidad que es intuida o sentida, no solo a través de la captación de estímulos (a través de órganos sensoriales) sino también mediante nuestros sentimientos, voliciones y, por supuesto, la razón.

Dices:
Y la inteligencia sentiente estaría constituida por la aprehensión primordial de realidad, por el logos, y en último lugar, por la razón.
Es decir, la inteligencia sentiente no engloba a los sentimientos y a la voluntad sino que engloba al momento factual y originario de la aprehensión de realidad, logos y razón.

Es aquí donde discrepamos:
Vamos a convenir, como Zubiri, que la realidad se hace presente en el hombre a través de un acto de inteligencia sentiente. Y vamos a aceptar que dicho acto de inteligencia sentiente es una primera impresión o aprehensión primordial, como señalas, de dicha realidad.
Como bien has señalado tú mismo, no recuerdo ahora en qué otros posts, Zubiri diferencia entre la mera percepción de estímulos (propia de los animales) y la percepción de una realidad estimulante, característica o propia del hombre.

Yo entiendo, aunque quizás esté equivocado, que en el acto o primera aprehensión de la realidad, a través de una inteligencia sentiente, ya están influyendo nuestros sentimientos, emociones y voliciones.
Me explico: como bien decía Zubiri, para un animal la captación de un estímulo tan solo suponía que, en su organismo, debería activarse la oportuna respuesta automática. Sin embargo, cuando nosotros captamos la realidad estimulante (múltiples estímulos) no solo captamos una información que haya de provocar una determinada respuesta, sino que captamos, intuimos y sentimos mucho más, dependiendo de nuestros sentimientos y voliciones.

Y aquí quería llegar:

Cuando un animal percibe el entorno que forma su hábitat tan solo capta del mismo aquellos estímulos que habrán de provocar en él una determinada respuesta orgánica. Sin embargo, un ser humano, ante ese mismo entorno, aprehende (hace suya) la realidad del paisaje, es decir, capta las múltiples notas de realidad del mismo (olores, colores, sensaciones...) y trasciende dicha realidad según sus sentimientos y voliciones (deseos y motivaciones).

En cualquier caso, lo que pretendía hacer ver es que la aprehensión de la realidad estimulante, en tanto que influida por sentimientos y voliciones, es primeramente intuitiva o estética.
Cuando yo me encuentro en medio de un paisaje, o ante la manifestación de cualquier obra de arte, capto una globalidad de múltiples notas de la realidad, y el primer significado que otorgue a dichas notas será intuitivo, dependerá de cómo sienta, qué desee y qué me motive.
¿Qué quiere decir que el primer significado será intuitivo?
Pues que será "sentido" y valorado de acorde a nuestra singular forma de ser. Y recordemos que nuestro particular yo (forma de ser) estará constituido psico-orgánicamente, sí, pero no olvidemos que dicha constitución recibió, ya desde el momento de nacer, una determinada herencia neurobiológica.

Concluyo:

Así pues, el primer significado, ya presente en la aprehensión de la realidad a través de la inteligencia sentiente, será intuitivo (sentido) y solo posteriormente será justificado, a través de la razón. Es decir, primero aprendemos a apreciar y degustar una determinada estética, y después elaboramos una ética que la justifique.
Es lo que sucede cuando estamos ante una expresión artística (musical, plástica o literaria), primero sentimos e intuimos una verdad: que aquello que nos produce placer y bienestar por fuerza ha de ser bueno. Después, si nos obligamos a ello, razonaremos dicha verdad, es decir, la justificaremos a través de la razón.
De hecho, creo que la razón, en no pocas ocasiones, tan solo sirve para legitimar verdades intuidas. O dicho de otra manera, la intuición siempre precede a la razón.
Última Edición: 17 Dic 2015 15:35 por Herrgoldmundo.
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Estética, ética y "True detective". 17 Dic 2015 17:52 #34559

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Hola Herrgoldmundo

Estoy totalmente de acuerdo en que la realidad no se aprehende únicamente por la vía de la inteligencia sentiente ( aprehensión primordial de realidad, logos y razón) sino también por la vía del sentimiento y de la volición. Es que por la vía del sentimiento nos encontramos instalados en la realidad de una u otra forma como por la vía de la voluntad tendende apetecemos la realidad de una un otra forma. Es decir, por la vía del sentimiento y de la voluntad se nos dan notas de la realidad que no aprehendemos por la vía de la inteligencia sentiente.

Ahora bien, y efectivamente, esto que hemos separado por vía analítica no se da en la realidad. Nosotros no inteligimos por un lado, sentimos por otro y apetecemos por otro lado. Si a nosotros de repente se nos enseña una fotografía de nuestra madre muerta, qué vemos. Nosotros no vemos un rostro que identificamos con nuestra madre y posteriormente se nos desatan unos sentimientos concretos, para posterior y finalmente, despertar el deseo de estar a su lado. No, esto es quimérico. Por eso la pregunta está mal formulada. En realidad, y ante una foto de nuestra madre, o de cualquier foto, no sólo habría que preguntar qué ves sino qué ves, qué emociones despierta en ti o que te hace apetecer.

Pero es que la realidad, y por ser constitutivamente abierta, no se agota en lo visto, sentido o apetecido en el momento inicial de aprehensión. Es que, y centrándome ahora sólo en la intelección, el logos y la razón tratarán de dar cuenta de ese “más” de realidad que me está presente en todo aprehensión.
Nosotros no solo aprehendemos unos contenidos sino que esos contenidos nos está presente con un formalidad. La formalidad de realidad en el caso de los seres humanos. La formalidad está intuida, es decir, no está elaborada o mediada porque no se trata de un contenido pero todos los contenidos sí que están mediados. Hasta la nota color rojo es una construcción o una elaboración.

Cuando yo aprehendo un árbol no me está la nota color por un lado, la nota tamaño por otra y la nota forma por otra de manera que esas notas me supongan un caos de notas. No, esas notas me están presentes estructuralmente como constitutivas de una unidad. Si yo arranco una rama del árbol o pinto el árbol entero, es decir, modifico sus notas, seguirá siendo el mismo árbol. Es decir, no se me presentan como árboles diferentes a medida que voy cambiando determinadas notas. Y eso se debe al momento de unidad o de formalidad. Y ese momento se me da por vía impresiva o en el sentir.

Pero así como el momento de formalidad está intuido, es decir, no está mediado o construido, sí que lo están las notas. Toda nota, y no el momento de realidad, que se da ya sea por vía de la inteligencia o del sentimiento está mediada o construida. Y están mediadas o construidas ya sea por el lenguaje, la cultura, la sociedad o el psiquismo.
Ahora bien, ¿eso es todo? Personalmente creo que no. Es que de ser así entonces no sé cómo se explicaría que las sociedades hayan evolucionado y la historia haya podido avanzar.

Nosotros nacemos en un determinado momento histórico, en una determinada sociedad y con unos determinados condicionamientos psico-orgánicos. Todo ello es cierto, muy cierto. No somos tan libres como creemos. Pero es que no estamos encadenados al momento histórico, a la sociedad o los condicionamientos psico-orgánicos que nos han tocado en suerte.
El hombre es capaz de idear mediante el logos y la razón nuevas realidades. Es capaz de idear por vía del sentimiento nuevos valores como puede realizarlos mediante nuevos códigos éticos. El hombre es una fuerza creadora e inventiva. El hombre va construyendo, eso sí, lenta y penosamente, todo un mundo de nuevas realidad.
Por eso no entiendo muy bien, Herrgoldmundo, por qué una persona que apela a la fuerza creadora e inventiva que hay en todo ser humana esa faceta de creación y construcción de nuevos valores y apela a un esencialismo de los valores. No sé por qué permanentemente apelas a una esencia de Occidente o a unos valores inmutables, eternos y absolutos. Ni existe una esencia de Occidente ni existen unos valores eternos e inmutables.

Ahora bien, si lo que nos están diciendo es que es inaceptable defender unos valores que son incapaces de defender aquello que hemos construido y aquello por lo que hemos luchado entonces estaría de acuerdo contigo. Si lo que estás diciendo es que hay que realizar una vuelta al pasado para defender todos y cada uno de los valores que se defendieron en no sé qué época histórica entonces no estaría de acuerdo. Es decir, estaría de acuerdo en que se pueden rescatar valores que nos sirvieron en el pasado. Pero es que nuestra sociedad y nuestro momento histórico, y por tanto, los retos ante los que nos enfrentamos, son nuevos o diferentes. Y por tanto requiere nuevos valores. Es decir, se requiere crear o construir nuevos valores. Y desde un hombre absolutamente determinado y encadenado es imposible que esto último acontezca.

PD: Te recomendaría un libro de Jesús Conill Sancho que lleva por título: “El poder de la mentira” y por subtítulo “Nietzsche y la política de la transvaloración” para que veas que hay una vía poco explorada en relación a la filosofía de Zubiri como deudora del gran filósofo, igual que desconocida su obra, que fue Nietzsche.
Última Edición: 17 Dic 2015 19:21 por elías.
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Estética, ética y "True detective". 18 Dic 2015 13:43 #34562

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Hola Elías.

Suscribo lo que dices:
Cuando yo aprehendo un árbol no me está la nota color por un lado, la nota tamaño por otra y la nota forma por otra de manera que esas notas me supongan un caos de notas. No, esas notas me están presentes estructuralmente como constitutivas de una unidad. Si yo arranco una rama del árbol o pinto el árbol entero, es decir, modifico sus notas, seguirá siendo el mismo árbol. Es decir, no se me presentan como árboles diferentes a medida que voy cambiando determinadas notas. Y eso se debe al momento de unidad o de formalidad. Y ese momento se me da por vía impresiva o en el sentir.

Sigues:
Pero así como el momento de formalidad está intuido, es decir, no está mediado o construido, sí que lo están las notas. Toda nota, y no el momento de realidad, que se da ya sea por vía de la inteligencia o del sentimiento está mediada o construida. Y están mediadas o construidas ya sea por el lenguaje, la cultura, la sociedad o el psiquismo.

Y finalmente preguntas:
Ahora bien, ¿eso es todo? Personalmente creo que no. Es que de ser así entonces no sé cómo se explicaría que las sociedades hayan evolucionado y la historia haya podido avanzar.

Aceptado, al menos por ti y por mí, que la realidad es una sustantividad constituida por un sistema de notas, respectivas de las demás y activas por sí mismas, solo nos queda preguntarnos cómo, entonces, el ser humano es capaz de trascender la realidad.
Según Zubiri, el ser humano trasciende la realidad poseyéndola, haciéndola suya a través de la inteligencia sentiente.
Zubiri no se refiere a la trascendentalidad en el sentido de los clásicos, es decir, a una realidad o esencia a priori e inmutable (eterna). Para Zubiri, trascender la realidad significa poseerla (aprehenderla) dotándola de esencia (fundamento) a través de dos vías: la imaginación y la conceptuación. Así, y en el parecer de Zubiri, lo que hacemos al aprehender la realidad es irrealizar contenidos; lo irreal tiene existencia, aunque sea una existencia virtual en nuestra mente (ficción).

Así pues, podríamos concluir:

El ser solo puede ser en la realidad, pero incluso ese ser virtual, elaborado en nuestra conciencia, y que Buda, Platón, el Cristianismo, Descartes y Kant sostuvieron que, en tanto que se manifestaba en la conciencia no podía ser real; incluso ese modo de ser de la conciencia no real (sino irreal), Zubiri sostuvo que tenía existencia: realidad en la ficción o en la imaginación, pero una forma de existencia al cabo.
Fijémonos que de este modo, a través de la ficción (irrealización de la realidad) el ser humano es capaz de trascender la propia realidad, es decir, es capaz de dotarla de esencia y sentido.
Pero, como bien hemos señalado ambos, el proceso cognitivo que realiza la inteligencia sentiente para trascender la realidad también está influido por la cultura y la sociedad, además de por nuestros sentimientos y voliciones.
El hombre es historia, sí, pero como bien señalara Ortega, el hecho de ser historia no significa tan solo que el hombre debe hacerse a sí mismo, que también, sino que debe hacerse a través de un proceso de superación del logos.
El pasado, decía Ortega y yo lo suscribo, no debe ser negado, sino superado, es decir, crear implica, necesariamente, incorporar al logos presente todo el legado histórico-cultural pretérito. No puede ser de otra manera, porque, como bien señalara también Zubiri, no es posible ninguna irrealización o trascendencia de la realidad sin tomar prestadas determinadas notas de la realidad misma.
A mí, particularmente, siempre me gustó el ejemplo que daba Ortega para hacer entender mejor la sentencia zubiriana de que la ficción no lo era de la realidad sino que la realidad era en la ficción:

Si podemos imaginar un unicornio (un ser ficticio) se debe a que tomamos determinadas notas de la realidad (un caballo y un cuerno) y así podemos elaborar una nueva construcción, es decir, podemos concebir en nuestra mente, virtualmente, la existencia de una irrealidad (realidad trascendida).

Por todo esto, Elías, cuando tú me preguntas:
Por eso no entiendo muy bien, Herrgoldmundo, por qué una persona que apela a la fuerza creadora e inventiva que hay en todo ser humana esa faceta de creación y construcción de nuevos valores y apela a un esencialismo de los valores. No sé por qué permanentemente apelas a una esencia de Occidente o a unos valores inmutables, eternos y absolutos. Ni existe una esencia de Occidente ni existen unos valores eternos e inmutables.

Claro que apelo a defender la esencia, o realidad trascendida, de unos determinados seres humanos, y de unas particulares sociedades, herederas de un concreto legado histórico-cultural: la civilización occidental.
El que yo sepa que no existen los valores eternos e inmutables, no quita para que reconozca que es necesario, por imperativo vital, dotar de esencia o sentido la realidad.

Todo el mundo acaba dando sentido a la vida, la única verdad radical. Lo que sucede es que, hasta ahora, habíamos visto que dicho sentido o trascendentalización de la realidad podía hacerse considerando una esencia apriorística (idealismo platónico, judeocristianismo y Kant) o considerando que la esencia se construía a lo largo del devenir vital (trampa sartriana). Pero Zubiri va más allá y nos dice que la misma realidad ya tiene sentido en sí misma; nos dice que el animal de realidades, que es el hombre, no solo hace suya la realidad (a través de la inteligencia sentiente) sino que, al mismo tiempo que la aprehende, la trasciende.

Resumiendo, podríamos decir que Zubiri postula una tercera vía: un momento del ser en que éste logra que realidad y esencia sean coincidentes, es decir, la esencia ya no tiene por qué considerarse a priori o posteriori, sino que se da en la realidad, desde el mismo momento en que el ser humano la aprehende.

Así, también Zubiri acaba reconociendo una esencia producto de la realidad trascendida. Y es que no puede haber vida, ni ninguna cultura o razón de ser, que pueda pervivir en el tiempo sin un sentido (razón de ser) que pueda evitar que se abandone en los brazos de la autoinmolación vital.

Y puesto que todos los ideólogos domesticadores acaban necesitando justificar la existencia de una esencia o fundamento del ser, yo me posiciono junto a aquellos valores, que buenos o malos (tanto me dan las connotaciones morales) son los míos, los que forman parte de la herencia histórico-cultural de mi sustantividad (realidad) como persona.

Y así, y una vez más, retorno a Heidegger.
Última Edición: 18 Dic 2015 15:20 por Herrgoldmundo.
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Estética, ética y "True detective". 18 Dic 2015 16:15 #34563

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Hola Herrgoldmundo

Créeme, sé lo que estás diciendo. Pero como no todo el mundo conoce la filosofía de Zubiri haré unas pequeñas matizaciones. Te pido disculpas por anticipado si hago pasar por tuyas, cosas que no has dicho.

Dices, Herrgoldmundo: “Resumiendo, podríamos decir que Zubiri postula una tercera vía: un momento del ser en que éste logra que realidad y esencia sean coincidentes, es decir, la esencia ya no tiene por qué considerarse a priori o posteriori, sino que se da en la realidad, desde el mismo momento en que el ser humano la aprehende.”
Y además, dices: “Pero Zubiri va más allá y nos dice que la misma realidad ya tiene sentido en sí misma….
Y también dices: “dotar de esencia o sentido la realidad”

Para Zubiri la esencia no es ni una idea ni un concepto sino que es algo físico, real. Por eso puse con anterioridad el ejemplo de la plata. La esencia de la plata no es una idea o un concepto que se tenga en relación a lo que es la plata sino que la esencia de la plata es su propia estructura atómica. La esencia son aquellas notas en unidad coherencial primaria que constituyen la realidad argéntea. Y determinar cuáles son esas notas esenciales es obra de la razón. Por tanto la esencia no es algo que se dé en el momento de aprehensión de realidad sino que es obra de la razón. O dicho de otra forma, la esencia sería lo que las cosas son “más allá” de la aprehensión. Pero “más allá” no significa en otro mundo. Para Zubiri no existen dos mundos. Para él la creencia en la existencia de dos mundos se debe a la inveterada disociación entre el sentir y el inteligir. Pero para Zubiri no existe una separación entre el sentir y el inteligir, de ahí lo de inteligencia sentiente o sentir intelectivo, y por tanto no existen dos mundo disociados.
“Más allá” significa en el fondo último de las cosas reales aprehendidas. En fin, trataré de explicarlo con un ejemplo.

Yo aprehendo algo o una cosa a la que llamamos trozo de cobre. Y aprehenderé eso que llamamos un trozo de cobre con unas determinadas notas. Tendrá, por ejemplo, una determinada forma, tamaño y color. Ahora bien, yo, y en el trato con esa cosa observaré, ya sea golpeándola, estirándola, calentándola o pintándola, que sigue siendo la misma cosa aunque su forma, tamaño o color varíen. Es ese seguir “siendo de suyo o sí misma”que se aprenhende sentientemente lo que me lanza o me impele a preguntarme qué es ese trozo de cobre “más allá” de las notas aprehendidas en impresión. Pero insisto ese “más allá” no es otro mundo que sea causa del mundo sentido sino que es el fondo de las cosas aprehendidas en impresión.
Para ello, y en este caso, la ciencia postulará teorías que después nos llevarán a decir que el Cobre es tal elemento con tales propiedades físico-químicas. Pues bien, esa sería la esencia del cobre.
Y aquí viene lo novedoso de la interpretación de Zubiri. Una persona que creyese en la existencia de dos mundos nos diría que la estructura atómica sería la verdadera causa de aquello que aprehendemos o que se nos actualiza por los sentidos. Habría un verdadero mundo real que sería el mundo de la razón y que sería el que causa aquellos fenómenos que aprehendemos vía de los sentidos. Zubiri no aceptaría esta división de mundos. Para Zubiri hay un único mundo. Eso que llamamos átomos de Cobre no es la causa de lo que nosotros aprehendemos por vía de los sentidos sino que son diferentes formas de actualizar la misma cosa real. Lo que en nuestra aprehensión de realidad se nos actualiza como un trozo con diferentes notas (formas, tamaños y colores) es lo que en la razón se nos actualiza como estructura atómica. Una no es la causa de la otra sino que son diferentes formas de actualizar una misma cosa real.

Por tanto, lo que aprehendemos, al menos según la filosofía de Zubiri, no son las esencias. Lo que aprehendemos son los sentidos y no las esencias. Heidegger dirá que lo que aprehendemos primera y primariamente son puertas, ventanas o dioses. Y Zubiri, discípulo de Heidegger, dirá que si bien eso es cierto no es suficiente radical. Porque por vía del sentir también nos está presente la formalidad de realidad. Y así como el mundo del sentido está mediado o construido la formalidad de realidad no. Eso que llamamos “trozo”, eso que llamamos “cobre”, eso que llamamos “notas son construcciones o mediaciones del lenguaje o de la cultura y pertenecen al mundo del sentido. Pero lo que no está mediado o construido es ese “seguir siendo de suyo o sí mismo”. Porque no se trataría de una nota sino de una formalidad. Sí, sé que algunos podrán estar diciendo que ya lo he nombrado con las palabras “seguir siendo de suyo o sí mismo”. Es por ello por lo que cada uno tendrá que hacer por sí mismo esa experiencia fenomenológica o noológica originaria.

Todos nacemos ya en un mundo de sentidos. Pero eso mundo de sentidos, y por la formalidad de realidad, es un mundo real. Es más, el sentido es algo que se construye sobre las propiedades reales de las cosas. Un papel, y por poseer la celulosa las propiedades que posee, nos puede servir para envolver regalos. En cambio el agua, y por poseer las propiedades que posee, no nos sirve para envolver regalos. Es decir, el mundo del sentido no está apoyado en la nada o en sí mismos sino que si el hombre puede construir un mundo de sentido es por las propiedades reales de las cosas. Estas propiedades de las cosas reales “abren” sentidos. Pero no todos ni cualquier sentido.

Heidegger nos hablaba de que el hombre está “arrojado” mientras que Zubiri nos decía que el hombre estaba “religado” al poder de lo real. A mi personalmente me parece, y desde el punto de vista filosófico, más abarcador el concepto de religación que el de arrojamiento. Trataré de explicar muy brevemente el porqué.
La realidad, y por el momento de realidad o de formalidad, se apodera de nosotros (poder de lo real) y por su momento de excedencia (ser más que las notas) nos lanza a la búsqueda de más y más realidad y a conocer el fundamento último de la realidad. Eso sí, tanto Heidegger como Zubiri no entifican dicho fundamento. Pero lo que sea la realidad en última instancia es algo que siempre nos está presente como enigma o como problema. Es la problematicidad de la realidad y la que hace que el hombre viva problemáticamente. Por el poder de lo real el hombre vive como problema o como enigma el fundamento último de la realidad.
Y según Zubiri, ese enigma del poder de lo real en el que nos apoyamos y que nos hace ser, puede resolverse en la razón de tres formas diferentes: a-teismo, agnosticismo y teismo. Es decir, el concepto del poder de lo real no nos lleva, porque no puede, a una categoría concreta. Es decir, puede resolverse en la duda, en la pura mundaneidad o en la existencia de un Dios personal (bueno, esto último habría que matizarlo).
En cambio Heidegger ya ha resuelto la cuestión de entrada al decir que el hombre está arrojado a la existencia. Y esto es algo que no se resalta lo suficiente. Si partir de la existencia de un fundamento del ser es algo que a todos nos parece, y desde una filosofía a la altura de los tiempos, del todo inaceptable no entiendo muy bien el porqué (en realidad claro que lo entiendo) sí que cabe partir de la no existencia de fundamento alguno. De lo que se tiene que partir es del hombre en el mundo y posteriormente que cada uno resuelva como mejor pueda y sepa la cuestión del fundamento. Porque tan ideólogo domesticador es el uno como el otro, es decir, el que parte ya de la existencia de dicho fundamento como el que parte ya de la negación de dicho fundamento. Es decir, no se puede partir de la existencia o no existencia del fundamento del ser aunque es algo a lo que sí se puede llegar mediante esa razon-vital, y por tanto no-dogmática, que cada persona debe de experienciar.
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Estética, ética y "True detective". 18 Dic 2015 19:21 #34564

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Herrgoldmundo, dices: “Y puesto que todos los ideólogos domesticadores acaban necesitando justificar la existencia de una esencia o fundamento del ser, yo me posiciono junto a aquellos valores, que buenos o malos (tanto me dan las connotaciones morales) son los míos, los que forman parte de la herencia histórico-cultural de mi sustantividad (realidad) como persona.”

Es esa concepción tuya en torno a los valores la que yo no puedo defender. Yo no puedo defender esa visión subjetivista e irracionalista de los valores en la que tú crees.
Me da que tú sigues considerando los valores como algo irracional, y por tanto, como algo sobre lo que no cabe racionalidad posible a diferencia de la teoría constructivista de los valores. Y por tanto sólo caben dos alternativas. La primera, que creo que no compartes, consistiría en recluirlos al ámbito de lo privado, y que por tanto, el estado y la sociedad, en tanto que una y otro, mantuviesen una neutralidad axiológica o por el contrario que ambos, estado y sociedad, y frente a otros estados y sociedades diferentes, asuman unos determinados valores de todos ellos ( los tuyos),en flagrante contradicción, y que los imponga por la vía de la fuerza ya que no cabe diálogo posible en torno a los mismos por su irracionalidad constitutiva.

Yo puedo entender, aunque no lo comparta, que si tú tienes esas creencias trates de imponer tus valores al margen de toda valoración moral. Ahora bien, lo que ya no comparto ni tampoco entiendo es que además esperes que todos las personas de occidente acepten y adopten tus mismos valores a pesar de que cada uno de ellos posea su propia herencia histórica-cultural. Con lo cual parece que no sólo abogas por imponer tus valores a las personas de otras sociedades y culturas sino a personas de tu misma sociedad y cultura que no compartan tus valores.

Verás, yo al igual que tú creo en unos valores que no desvaloricen la vida. Por cierto, esto último ya es una valoración en torno a lo que debe de ser la propia vida. Lo que ocurre es que la defensa de esa re-valorización de la vida no pasa por la imposición ni por una teoría subjetivista de la vida. Quizá en el diagnóstico estemos de acuerdo pero no en su tratamiento.

¿Cómo convencerías tú a una persona que no posee o que no valore la vida tal cual tú la entiendes? ¿ Por qué habría que entender la vida o valorarla toda persona como tú la valoras? ¿Si los valores son irracionales cómo propones defender los tuyos frente al de los demás?
Y pienso que no vale con decir, desde una teoría subjetivista e irracionalista de los valores, algo así como: ¿ Es que de no ser así acabarán con nuestra sociedad y con nosotros mismos? porque alguien te podría contestar ¿Y qué si eso sucede? ¿ qué se habría perdido con ello?

Continuamente veo a la gente alegrarse de que ya no exista fundamento alguno de ser y de que Dios esté bajo cuatro paletadas de tierra, para a continuación, y casi inadvertidamente, verlos sollozar porque todo se derrumba a su alrededor. Creo que ser un super-hombre no es algo tan fácil como algunos se creen. Creo que Nietzsche ya nos lo advirtió.

Un saludo
Última Edición: 18 Dic 2015 19:30 por elías.
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Estética, ética y "True detective". 19 Dic 2015 09:36 #34566

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Hola Elías.

Sí, en líneas generales estamos de acuerdo.

Dices:
Para Zubiri la esencia no es ni una idea ni un concepto sino que es algo físico, real.

Cierto, la esencia está contenida en la misma realidad en forma de conjunto de notas; es, de hecho, la realidad misma.

Sigues:
Por tanto la esencia no es algo que se dé en el momento de aprehensión de realidad sino que es obra de la razón. O dicho de otra forma, la esencia sería lo que las cosas son “más allá” de la aprehensión.

Desde mi punto de vista, y como ya expliqué, la aprehensión de la realidad a través de la inteligencia sentiente supone ya, de facto, trascender la realidad. La realidad se trasciende en el mismo momento de la aprehensión porque, como hemos convenido, el hombre hace suya la realidad estimulante que le envuelve, no solo a través de sentimientos y voliciones, sino también mediante la razón. Yo creo que existencia y esencia son coincidentes, es decir, el mero hecho de existir (inteligir) ya nos permite trascender la realidad a través de la imaginación y/o la conceptuación.
Me refiero, por ejemplo, al simple hecho de tumbarnos en un prado desnudos, degustando a través de los sentidos, que no de la razón, la estética del paisaje y el contacto de los rayos del Sol en nuestro cuerpo. Esto, en mi opinión, es vivir, es trascender la realidad; supone apropiarnos, aunque sea a través de una razón intuitiva, del mismísimo sentido o fundamento de la existencia. Y lo afirmo así porque, en el parecer de Zubiri, para aprehender la realidad son igualmente válidas las vías racionales lógicas de la razón como las vías racionales de la mística, la religión o la puramente sentimental y/o emotiva. Todas son vías racionales. No hay irracionalidad, en el parecer de Zubiri, en el hecho de trascender la realidad a través de la mística, la religión o los sentimientos (emociones).
Los animales no pueden trascender la realidad de esta forma que señalo y que es, tan solo, propia del animal de realidades que es el hombre.

Tú, sin embargo, dices:
Por tanto, lo que aprehendemos, al menos según la filosofía de Zubiri, no son las esencias. Lo que aprehendemos son los sentidos y no las esencias

Bueno, no estoy seguro de que sea así según la filosofía de Zubiri. Pero, en cualquier caso, creo que tú la conoces mejor que yo y quizás tengas razón.
No obstante, no sé si discrepando de Zubiri, de ti o de ambos, yo entiendo que en tanto se aprehende el sentido de la realidad ya se está, de hecho, aprehendiendo la esencia inherente a la misma.

Sigues:
Pero para Zubiri no existe una separación entre el sentir y el inteligir, de ahí lo de inteligencia sentiente o sentir intelectivo, y por tanto no existen dos mundo disociados.

Bien, de acuerdo, pero precisamente por esto mismo: porque el sentir y el inteligir actúan conjuntamente durante el acto intelectivo sentiente (aprehensión de la realidad estimulante) yo sostengo que el hombre ya trasciende la realidad, es decir, hace de su suyo la realidad y la esencia inherente a la misma, en el mismo momento de aprehenderla.

No sé, releyendo y reflexionando sobre lo escrito hasta ahora, creo que la "confusión", quizás más mía que tuya, se deba a que yo igualo esencia = sentido o fundamento. Corrígeme si me equivoco. Así, para mí, la "esencia" de la realidad es el sentido o fundamento de la misma. Por eso argumenté, precisamente, que la estética precede a la ética. Dicho de otra manera: la vida precede a la razón y, por tanto, los imperativos vitales están en una jerarquía superior a los ético-morales.

Mi teoría, expresada hasta ahora, parte de considerar que el mero hecho de existir ya supone, de facto, trascender la realidad y, por tanto, supone la apropiación de la esencia o sentido inherente a la misma.
Después, como bien señalas, será la razón la encargada de explicar y/o justificar qué tenemos que hacer con el sentido vital que hemos hallado, hallado de forma intuitiva, si lo prefieres, pero hallado en el mismo momento de la existencia, sin que éste se encontrara a priori o tuviese que ser construido a posteriori.
Así es, en mi parecer, cómo se supera el dualismo entre el idealismo platónico-judeocristiano y el materialismo: a través de la razón vital.

Un saludo.

PD: por falta de tiempo dejaré para más tarde comentar tus interesantes comparaciones entre Zubiri y Heidegger y, sobre todo, rebatiré la errada percepción que tienes (sospecho) al pensar que soy "subjetivo e irracional". En todo caso, y ya me explicaré mejor, no soy racional ni irracional, sino raciovital.
Última Edición: 19 Dic 2015 10:00 por Herrgoldmundo.
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Estética, ética y "True detective". 19 Dic 2015 19:38 #34567

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Hola Herrgoldmundo

Continuemos con el ejemplo del árbol. Dije que “el” árbol es “más” que sus notas. Y ese “más” viene dado por su momento de realidad ( formalidad de realidad). Es decir, al árbol se le pueden caer sus hojas o arrancar sus ramas, pueden cambiar el color de sus hojas o puede venir alguien y pintarlo sin que por ello deje de estarnos presentes como el mismo árbol. O sea, sigue siendo el mismo árbol aunque hayan cambiando sus notas.
Por tanto, toda cosa real, y por su momento de realidad, es “más” que sus notas. El momento de realidad no es algo al margen, separado o trascendente de sus notas pero no se identifica con ellas, es decir, es “más” que sus notas pero en ellas mismas.

Ese momento de apertura, ese “más”, es el momento de trascendentalidad de toda cosa real. Por tanto, es la propia realidad la que es trascendental ( y no trascendente). Es la propia realidad la que es “más” que las notas en las cuales se expresa.
La realidad no es trascendente a las notas aprehendidas ( realismo ingenuo) pero tampoco dicho momento de trascendentalidad es puesto por un sujeto (idealismo ingenuo) sino que es la propia cosa real la que es trascendental por su momento de formalidad de realidad.

Una montaña en un paisaje puede evocar en ti una serie de ideas, emociones, sentimientos y deseos porque una montaña es “más” que las notas inicialmente aprehendidas. Una montaña no es lo que un geólogo nos diga, lo que nos diga un poeta o lo que nos diga un pintar. Una montaña es todo eso y “más”.
A ti esa montaña puede evocarte ( mundo del sentido) una serie de ideas o sentimientos por la montaña posee en sí misma un poder evocador ( poder de lo real) como a una persona de otra cultura se puede evocar la presencia de un Dios y por eso la adora y es capaz de realizarse ofrendas y sacrificios .

Me voy a detener un momento para explicar qué se entiende por adorar una montaña. Se ha dicho que existen cultos que adoran al Dios-Sol. Pero lo que se suele decir o entender cuando ello se dice es que dichos cultos adoran al Sol. Sí, claro que adoran al Sol. Pero no lo adoran por una serie de notas como puedan ser su intensidad lumínica, forma o tamaño. Sino que lo adoran en tanto “más” que esas notas. Lo adoran en tanto que Dios reside o mora en él y desde allí despliega sus efectos. Un astrofísico podrá y deberá describir dicho astro desde su ciencia. Pero lo que sería quimérico es pensar que los que adoran al Sol lo hacen por la características que describe la astrofísica. Quien adora al Sol lo hace porque considera que allí reside el Poder que anima la vida en la Tierra. Es decir, que el Sol es dador de vida pero no por las propiedades que describe la astrofísica.
Los monoteísmo consideran que esta visión no es que sea incorrecta sino que es insuficiente.. Pero no porque Dios no resida en el Sol sino por considerar que Dios no reside únicamente en él. Dios no es trascendente “a” las cosas sino que es trascendente “en” las cosas. Pero no en una y única cosas sino en todas y cada una de ellas.
Si he hecho este paréntesis es porque me molesta bastante el tratamiento que se da a ciertas culturas o a ciertos tiempos pasados como si los hombres de aquella época fueran estúpidos. Por tanto, nada de lo que he dicho tiene que ver con una presunta apología en relación a Dios o a los dioses. Es que me molesta profundamente que mucha gente, y no lo digo por ti ni por nadie en este foro, considere que los pueblos de la antigüedad eran estúpidos por adorar al Dios-Sol en la creencia ignorante de que lo que se estaba adorando adorando era el astro que en la actualidad describe la astrofísica. Y como en el astro que describe la astrofísica no aparece Dios por ningún lado entonces ello constituye una prueba de la inexistencia del Fundamento del Ser y de la estupidez de las culturas primitivas.

Efectivamente, Herrgoldmundo, el hombre puede trascender las notas inicialmente aprehendidas a diferencia de los animales. Lo cual no quieres, ni digo que tú lo afirmes, que el momento de trascendentalidad sea puesto por un sujeto.

Zubiri distingue entre Realidad y ser. Y a diferencia de toda la tradición filosófica considera que la prioridad corre a cuenta de la realidad y no del ser. El ser es un momento ulterior a la realidad y se apoya en ella. El ser es la actualidad mundanal respectiva. Para la tradición filosófica la realidad era un modo de ser. El más eminente sin duda pero en definitiva un modo ser.
La esencia hacer referencia al plano constitutivo y constitucional de toda cosa real. Así, por ejemplo, la estructura atómica del hierro no es el ser del hierro sino que ésta es la realidad argéntea. No es la mismo la realidad argéntea que lo que esa realidad argéntea sea en respectividad mundanal.
Al ser la realidad abierta, al dar la realidad constitutivamente de sí ( un de suyo que da de sí), al ser “más” que la notas inicialmente aprehendidas impresivamente el ser del hierro o lo que sea esa realidad argéntea será todo aquello que puede decir un geólogo, un historiador, un poeta y mucho “más”.

Cuanto te tumbas en un prado desnudo tú ya estás inmerso en un mundo de sentido. Lo que te evoca, lo que te hace imaginar, lo que sientes o los deseos que despierta en ti ese paisaje ya es algo construido o mediado por el lenguaje, la cultura o las estructuras psico-orgánicas que te han tocado vivir y que te han tocado en suerte. Pero es el momento de realidad, ese “más”, esa apertura de la realidad que está en toda cosa real lo que posibilita toda la construcción del mundo del sentido ya sea por vía de los conceptos, perceptos o fictos elaborado por el logos o por la construcción vía los sentimientos.

Dices que la vida precede a la razón y que por tanto los imperativos vitales están en una jerarquía superior al de las éticas morales como igualmente dices que el mero hecho de existir supone la apropiación de la esencia o sentido inherente a la misma.
Es que no hay un sentido inherente a la vida que todos podamos compartir. Y no lo podemos compartir porque simplemente no lo hay. Ese es el esencialismo que no comparto. Lo que no comparto es que en esos imperativo vitales esté dado el sentido inherente, en cuanto a los contenidos concretos, a la vida misma. Personalmente no considero que el mero hecho de existir supone la apropiación de la esencia o sentido inherente a la vida sino que lo que supone es el tener que apropiarse un sentido respecto a la vida. La vida nos abre a tener que apropiarnos un sentido de la misma pero no está determinado cuál sea ese sentido. Es más, podemos llegar a la conclusión de que no existe sentido alguno. Podemos llegar a la conclusión de que no exista un fundamento último o un sentido último que trascienda a la propia vida. Sería la aceptación de la pura mundanidad. Y sería una salida tan válida como otras.

Creo que quien tematizó la cuestión del fundamento fue Hegel. Y Heidegger lo recoge de él y Zubiri de Heidegger. La finalidad de hacer uso de la palabra fundamento es intentar evitar la entificación de la realidad. El fundamento no es una causa. Cuando el fundamento se entiende como una causa ya se está entificando la realidad. Porque hablar de causalidad ya implica la existencia de dos relatos. Dios, por ejemplo, sería una cosa que causa el mundo. Con lo cual tendríamos la existencia nuevamente de dos mundos. El fundamento no es una causa qué esté más allá de sus efectos. El fundamento sería la razón ultima, y que está en la cosa misma, aunque no se identifique con ella, que da razón de su existencia. Por eso Zubiri decía que Dios ( en su concepción filosófica) es trascendente “en” las cosas y no trascendente “a” las cosas. Dios se actualizaría en las cosas ( por vía de la razón) como puro fundamento de las mismas. Sería una Realidad –fundamento que no hace otra cosa sino fundamentar.

No, créeme, Herrgoldmundo, yo no pienso que seas subjetivo e irracional. Por supuesto que cuando hablo de irracional lo hago en sentido filosófico. Lo que sí que pienso es que defiendes, equivocadamente o no, un teoría subjetivista de la realidad que considera que los valores son irracionales, es decir, que no se captan por vía de la inteligencia sino por vía de una emoción subjetiva y sobre los cuales no cabe diálogo posible.
Por cierto, decir raciovitalistas es decir perspectivista. Y creo que el perspectivismo está bastante alejado de esa consideración tuya de que se aprehende un sentido inherente a la realidad. Decía Ortega que el Yo ( en mayúscula) soy yo (en minúscula) y mi circunstancia. Y si no las salvo a ella no me salvo yo ( en minúscula).

Un saludo
Última Edición: 19 Dic 2015 20:21 por elías.
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Estética, ética y "True detective". 19 Dic 2015 20:05 #34568

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Por cierto, hay una cuestión que deseo resaltar y matizar. Zubiri decía, por ejemplo, que la realidad era entristeciente o alegrante. ¿Qué quería decir con ello Zubiri? Que la esencia de la naturaleza fuera ser triste o alegre. Obviamente, no.

Hoy sabemos que la luz y las condiciones climáticas ejercen una mayor o menor, pero influencia, sobre nuestros estados anímicos. Es decir, que nuestros estados anímicos no son algo meramente subjetivo. Sino que nuestra relación con el mundo hace que en nosotros aparezca un estado anímico de tristeza o de alegría. Por tanto la tristeza como la alegría no son estados creados por nuestra subjetividad sino que nacen de nuestra relación con el mundo. Ni es una cuestión meramente subjetiva ni una cuestión puramente objetiva. Se trata de un estado relacional
Es decir, la realidad es de tal condición que puede despertar en nosotros un estado anímico de tristeza o de alegría. Y es precisamente por esa condición, y en ese sentido, por el que puede decirse que la realidad es alegrante o entristeciente.
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