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TEMA: "Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte III).

"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte III). 31 Dic 2015 10:37 #34617

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Introducción.

Vimos, en la parte II de esta reseña sobre "Normas para el parque humano", que el mismo Heidegger, tras señalar el fracaso del humanismo tradicional como programa de domesticación, respondía negativamente a la posibilidad de un nuevo humanismo pastoral
...no hay ningún camino que pueda conducir del tradicional humanismo a este nuevo humanismo, que supondría un ejercicio intensivo de humildad ontológica.

En el parecer de Heidegger, las masas no están preparadas para tener cuidado del sentido del Ser, ya que no disponen de las aptitudes propias del asceta meditabundo: paciencia expectante para recibir los dictados del Ser en el claro del bosque.

Propuesta de Sloterdijk

La grave cuestión que se le plantea a la humanidad es: si el humanismo tradicional ha fracasado como escuela de domesticación, y no hay alternativa al mismo, ¿qué amansará (domesticará) a los hombres de manera que no se embrutezcan?
Para hallar respuesta a esta urgente pregunta, Sloterdijk superará la filosofía pastoral ontológica de Heidegger considerando que el hombre, o ser-sostenido-dentro del Ser, más que una cuestión ontológica es una cuestión de historia social.

El hombre, en el parecer de Sloterdijk (y como ya señalara Ortega), tiene historia social, determinada a su vez por una historia natural y una historia cultural:

Historia natural: a través de la cual el hombre se convirtió en animal abierto al mundo (animal de realidades según Zubiri). Explicaría la aventura de la hominización que daría lugar a la revolución antropogenética. Heidegger la obvió en su intento por preservar ontológicamente puro el punto de partida del hombre como ser-ahí y ser-en-el mundo.
El proceso de humanización provocaría que el hombre, como animal, se precipitase fuera de su entorno para entrar en la casa del Ser: el lenguaje.

Historia cultural: la casa del lenguaje a través de la cual el hombre se dotó de antropotécnicas (técnicas domesticadoras) para amansar su animalidad.
Una vez que el hombre se tornó sedentario y se instaló en la casa del lenguaje, se obligó a un proceso de civilización (amansamiento o domesticación).

El claro del bosque heideggeriano, por lo tanto, sería un paso fronterizo entre la historia natural y la historia cultural del hombre.

Según Sloterdijk, la compleja realidad bio-política entre casa/hombre/animal generaría problemas de relación en la vida hogareña que obligaría al hombre a construir teorías por tal de solventarlos.
La construcción de una teoría requería una mirada serena para mirar por la ventana de la casa, es decir, obligaba a contemplar los claros del bosque dentro de los muros del hogar. En este sentido, el paseo (movimiento + reflexión) también sería producto de la vida hogareña, pues el paseante que medita por caminos del campo y del bosque (Heidegger) también regresa finalmente a casa.

Por tanto, señala Sloterdijk, la casa (historia social) del hombre es tan importante como el paseo (meditación ontológica) en el claro del bosque.

Conclusión: el claro del bosque no es solo un lugar para la meditación expectante (Heidegger) sino que también es un campo de batalla donde se decide y se selecciona. No es suficiente la filosofía pastoral pasiva de la meditación sino que hay que decidir y elegir a través de la acción (Ortega).
Levantar casas (sociedades) implica tomar decisiones: ¿qué hacer con los hombres que las habitan? ¿Qué tipo de hombres deben habitarlas?

Para responder a estas preguntas, sobre todo en lo que se refiere al tipo de hombre que debería habitar las casas (sociedad), Sloterdijk propone hablar sin miedo sobre nuevas técnicas de domesticación (antropoctécnicas) y técnicas de selección (eugenesia y selección prenatal). Propone hablar y tenerlas en consideración, pero en absoluto aboga por implantarlas inevitablemente.
Y para apoyar su propuesta, sobre pensar en un nuevo post-humanismo que se sirviese de nuevas técnicas de domesticación y selección del ganado humano, analiza y rescata el pensamiento de dos grandes filósofos: Nietzsche y Platón.

Nietzsche

Según Sloterdijk, Nietzsche vio la gravedad del tema que nos ocupa: ¿qué tipo de hombres deberían habitar las sociedades futuras?
En "Así habló Zaratustra" ya se hizo referencia a un tipo de hombre empequeñecido por la virtud humanista.
Zaratustra, paseando junto a una fila de casas, se dio cuenta de que las viviendas tenían los portales muy bajos, pues los hombres se habían vuelto más pequeños debido a la doctrina de la felicidad y la virtud (humanismo).
Zaratustra se dio cuenta de que los hombres (humanismo) eran criadores exitosos; y se dio cuenta de que había una necesaria relación entre leer, estar sentado y apaciguado.

¿Qué hay detrás de dicha relación vista por Zaratustra?

Nietzsche vio con claridad que esa tríada, leer/sentado/apaciguado, evidenciaba que, a través de la hábil asociación de ética y genética, los hombres se habían autosometido al amansamiento poniendo en marcha un proceso de selección y cría orientado a la docilidad del animal doméstico (ganado humano). Nietzsche se dio cuenta de que no había nada de ingenuo ni cándido en que los hombres fuesen criados para la candidez.

Pero Nietzsche fue más allá y vislumbró la existencia de un conflicto de base entre criadores del hombre hacia lo pequeño y los criadores hacia lo grande; un conflicto entre humanistas (empequeñecedores) y super-humanistas.
Los malos lectores (fascismos) vieron en la idea del superhombre una propuesta de evasión hacia la animalidad, pero lo que Nietzsche pretendía era diferenciar lo demasiado humano de lo humano. Lo que Nietzsche señaló de forma clara fue:
Los hombres son animales de los cuales unos crían a sus semejantes, mientras los otros son criados.

Conclusión: Nietzsche vio que la misma cultura literaria (humanista) era en sí misma fuertemente selectiva: letrados vs iletrados. Y nos alertó de que era necesario superar la candidez del humanismo; esa candidez que hizo que el humanismo (ebrio de virtudes) no viese que, a lo largo de la historia, lecciones y selecciones han ido estrechamente unidos.
La propia candidez (virtuosa) que subyace en el humanismo, le genera un malestar en el poder de elegir, es decir, los hombres se niegan explícitamente a ejercer el poder de selección, dando lugar a una ética de las acciones de omisión.
La ética de las acciones de omisión postularía que es preferible no hacer, permanecer sentado y apaciguado, antes que actuar y ser rechazado y/o estigmatizado por la masa civilizada (mansa y domesticada). De esta manera, vemos que el humanismo no consiste tan solo en la amistad del hombre con el hombre, sino que el hombre representa para el hombre la máxima violencia; una violencia que se legitimaría contra aquellos que abogasen por una ética de acción de hechos.

Así, Nietzsche puso de manifiesto la violencia enmascarada que subyacía en la propia razón de ser del humanismo.

Platón

Si Nietzsche desenmascaró la falsa candidez del humanismo, Platón, siglos antes, ya postuló la necesidad de seleccionar a los mejores pastores (criadores y domesticadores).
En "El político", Platón presenta, en el parecer de Sloterdijk, la carta magna de una politología pastoral europea: la necesidad de buenos criadores para seleccionar al mejor tipo de hombre.

Platón habló de la comunidad humana como si de un parque zoológico se tratara (parque humano) y se preguntó sobre cómo debería ser el buen pastor encargado de la cría y selección del ganado humano.
Platón abordó un tema tabú para el humanismo tradicional: la desigualdad entre los hombres.
Decía Platón que la desigualdad entre hombres podría considerarse gradual o específica.
Una desigualdad gradual entre cuidadores y protegidos presupondría que el rebaño tendría capacidad de elegir a los mejores pastores, mientras que una desigualdad específica consideraría que el rebaño tendría que elegir con conocimiento de causa al mejor pastor.
El arte del pastoreo podía ser violento-tiránico o voluntario; el primero estaría basado en la fortaleza guerrera y el segundo en la prudencia filosófica, y lo óptimo sería equilibrar ambas fuerzas en el programa de crianza y selección del ganado humano. Ambos extremos serían indeseables, pues un exceso de fortaleza guerrera conduciría a una sociedad militarizada, pero un exceso de prudencia filosófica conduciría a una relajación en la vida urbana que conduciría a la esclavitud o autoinmolación vital.

Platón se hace eco, de nuevo, de esa ética de la acción por omisión (exceso de virtud humanista) que podría llevar a una sociedad a un estado de esclavitud (ser subyugada por otras civilizaciones o sociedades).

Conclusión: las sociedades actuales ya no solo están desasistidas por los dioses, sino que también los más sabios se han retirado (a leer, sentados y apaciguados) olvidándose del cuidado del hombre.
Y de los sabios del pasado ya solo quedan sus libros, pero ¿quiénes los leen?
Ante semejante panorama ¿no cabría preguntarnos, sin miedo, cómo se deberían realizar las nuevas tareas post-humanistas para garantizar la cría y selección de un ganado humano que no se abandonara a la barbarie (embrutecimiento) pero tampoco a la autoinmolación vital (candidez humanista).
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"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte III). 25 Ene 2016 00:19 #34757

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Sloterdijk escribió:
Solo en pocos sitios aparece rasgado el velo del silencio de los filósofos sobre la casa, el hombre y el animal como complejo biopolítico.

Tomando pie de esta observación, continúa Sloterdijk su disertación ocupándose de dos de esos escasos sitios en que algún filósofo ha rasgado ese velo de silencio acerca de la casa, el hombre y el animal, entre los que evidentemente, y de ahí la crítica, Heidegger no se halla y por eso su rechazo del humanismo es ya "anacrónico" en nuestros días.

El primer texto objeto de atención es el capítulo de la tercera parte de "Así habló Zaratustra" que lleva por título Von der verkleinernden Tugend (De la virtud amenguante). Sloterdijk interpreta el superhombre de Nietzsche (como, por otro lado, me parece la mejor interpretación, aunque tantas veces dejada a un lado por los nietzscheanos, que suelen encontrarse incómodos en esa senda) en clave de la Teoría de la Evolución. El superhombre sería, pues, un modelo de evolución biológica. Por supuesto, según se desprende de lo ya dicho hasta aquí, la evolución del hombre tiene rasgos muy específicos, en comparación con la evolución de las demás especies de seres vivos. Esa especificidad radica en la cultura pero no puede desgajarse de la condición animal del hombre: si se quiere, la evolución del hombre, desde el sedentarismo al menos, se desarrolla en el marco de un "complejo biopolítico", para decirlo con palabras del propio Sloterdijk.

En ese texto Nietzsche contrapone el superhombre al hombre. El destino evolutivo del hombre no está escrito, pero parece que los tiempos son más de humillación y encogimiento de la especie que de grandeza. Y ello porque los hombres han escogido como modelo para domesticar al rebaño humano la "virtud amenguante", o sea, cierto modelo de virtud basado en la humillación: casas con puertas pequeñas para pasar por las cuales el hombre debe encogerse o inclinarse con gesto humilde. Ese modelo de virtud ha convertido al "lobo en perro y al hombre en el mejor animal doméstico del hombre".

La crítica de Sloterdijk a esta excursión de Nietzsche por la cuestión que nos ocupa es, en cierto modo, la opuesta a la que dedica a la doctrina de Heidegger sobre el humanismo. En efecto, si Heidegger, a la vista de las consecuencias que el humanismo había tenido, propugna abandonar lo óntico que hay en el hombre, para recluirse en una contemplación ontológica del ser desde el "claro del bosque", misticismo que a Sloterdijk se le antoja inane e improductivo, Nietzsche sigue el camino contrario: propone una desontologización del hombre ahondando en la naturaleza más óntica, más animal del hombre: en resumidas cuentas, abandonar la senda evolutiva del perro y volver a ser lobo, si bien bajo la nueva forma de superhombre.
Sloterdijk escribió:
La censura de Nietzsche contra toda cultura humanística insiste en airear el secreto de la domesticación de la humanidad. Quiere exponer el nombre y su callada función de los hasta ahora titulares del monopolio de la domesticación (los sacerdotes y maestros, que se presentaban como filántropos) y lanzar una lucha novedosa en la historia del mundo entre domadores y diferentes programas de domesticación.
Este es el conflicto fundamental de todo futuro que Nietzsche postula: la lucha entre los domadores para lo pequeño y domadores para lo grande; podríamos decir entre humanistas y superhumanistas, entre amigos del hombre y amigos del superhombre. (pp. 40-41)

El mérito de Nietzsche es haber sacado a la luz pública ese secreto proceso de domesticación, que había permanecido oculto. Pero, a la vez, su planteamiento presenta dos grandes defectos. Por un lado, no ha tenido en cuenta el largo proceso de hominización y de culturización de la humanidad, de forma que cree posible desculturizar, o revertir el proceso domesticador llevado a cabo por sacerdotes maestros desde hace milenios, lo que es, a todas luces, una ingenuidad, "como si bastase el poder sacerdotal de unas cuantas generaciones para convertir lobos en perros y homínidos en profesores de Basilea" (p. 42), dice Sloterdijk.

El segundo defecto es aún más grave: "acusa a un delincuente que actúa con premeditación, donde no habría que contar más que con una doma sin domador, o sea, con una corriente biocultural sin sujeto" (p. 42). La domesticación del hombre es un proceso de largo alcance y el derrocamiento de los "sacerdotes y maestros amenguadores" no va, de ninguna manera, a acabar con un proceso de domesticación que está en la naturaleza.

(Dicho sea de paso, y como observación personal mía: lo anterior explica la estima en que tantos anarquistas modernos tienen a Nietzsche. Y también evidencia el problema fundamental de esas doctrinas, que creen, ingenuamente, que derrocando a los actuales domadores, ya no habrá más domesticación. El hombre volvería a ser lobo y los lobos vivirían en paz, amor y concordia.)
Sloterdijk escribió:
La misma cultura escrita ha mostrado hasta la, desde hace poco, alfabetización universal, agudos efectos; ha quebrado profundamente su sociedad de dueños y ha construido un foso entre los hombres letrados e iletrados.
(...) A partir de aquí solo hay un paso, aunque muy exigente, hacia la tesis de que los hombres son animales, de los cuales unos doman a sus semejantes, mientras los otros son los domesticados; una idea que, desde las reflexiones de Platón sobre educación y Estado, pertenece al folklore pastoril de los europeos. (pp.43-44)

Hay que insistir en esa expresión: "hasta hace poco". Pero es ahí donde estamos ahora: en un mundo caracterizado por dos rasgos novedosos en la historia de la humanidad que requieren de una reflexión filosófica a la que invita Sloterdijk, por un lado, la alfabetización universal (o casi) y, por otro, el enorme desarrollo de las técnicas que permiten, con una eficacia y alcance, cualitativo y cuantitativo, hasta el momento desconocidos, por un lado, la selección genética y biológica y, por otro, la domesticación masiva (cine, televisión, internet, etc.)
Sloterdijk escribió:
El signo de la era técnica y antropotécnica es que cada vez más hombres llegan al lado activo o subjetivo de la selección. (...) Hay una desazón en el poder de elegir, y pronto será una opción por la inocencia, cuando los hombres se nieguen explícitamente a sí mismos el ejercicio del poder de selección que han alcanzado de hecho. (...) Como las meras negativas o dejaciones acostumbran a fracasar en su esterilidad, seguramente ocurrirá en el futuro que se reanudará el juego y se formulará un Código de antropotécnica. Dicho Código cambiaría retroactivamente también el sentido del humanismo clásico; puesto que con él se haría público y por escrito que humanitas no solo conlleva la amistad del hombre con el hombre; implica además (y de forma cada vez más explícita), que el hombre representa la mayor violencia para el hombre. (pp. 44-45)

Así son las cosas, para Sloterdijk. Y nada avanzamos instalándonos en la "inocencia", haciendo dejación de nuestras responsabilidades como hombres domesticadores-domesticados. El hombre, como pone de manifiesto la historia de la "humanitas" en la cultura europea, es el mejor amigo del hombre; pero también la mayor amenaza para el hombre. Nada ganamos ocultando esa violencia latente en las relaciones humanas. Lo que hay que hacer es dirigir ese proceso de amistad-violencia, y no dimitir de nuestras obligaciones a ese respecto.
También en la cultura de nuestros días se consuma la gigantomaquia entre los impulsos domesticadores y los bestializadores y sus correspondientes medios de comunicación. (...) Pero si el desarrollo a largo plazo conducirá también a una reforma genética de las propiedades de la especie (si una antropotecnología futura avanzará hacia una planificación explícita de los rasgos; si la humanidad podrá consumar como especie una sustitución del fatalismo del nacimiento por el nacimiento opcional y por la selección prenatal) son preguntas que el horizonte evolutivo, inevitablemente de forma turbia y poco fiable, empieza a iluminar ante nosotros. (pp- 46-47)
Bin ich doch kein Philosophieprofessor, der nöthig hätte, vor dem Unverstande des andern Bücklinge zu machen.
No soy un profesor de Filosofía, que tenga que hacer reverencias ante la necedad de otro (Schopenhauer).


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Última Edición: 25 Ene 2016 09:34 por Nolano.
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"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte III). 26 Ene 2016 12:34 #34781

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Hola Nolano.

Escribes como conclusión:
Así son las cosas, para Sloterdijk. Y nada avanzamos instalándonos en la "inocencia", haciendo dejación de nuestras responsabilidades como hombres domesticadores-domesticados. El hombre, como pone de manifiesto la historia de la "humanitas" en la cultura europea, es el mejor amigo del hombre; pero también la mayor amenaza para el hombre. Nada ganamos ocultando esa violencia latente en las relaciones humanas. Lo que hay que hacer es dirigir ese proceso de amistad-violencia, y no dimitir de nuestras obligaciones a ese respecto.

¡Amén! Nada más que decir. Totalmente de acuerdo.

Me gustaría añadir un comentario sobre el siguiente párrafo:
La domesticación del hombre es un proceso de largo alcance y el derrocamiento de los "sacerdotes y maestros amenguadores" no va, de ninguna manera, a acabar con un proceso de domesticación que está en la naturaleza.

Efectivamente, la domesticación seguirá siendo imprescindible, por más que los primeros domesticadores (sacerdotes y maestros) fuesen desenmascarados. De hecho, si bien actualmente es muy limitada la capacidad del sacerdote para domesticar, siguen domesticando en su lugar los "maestros" seculares, que no solo doman al ganado humano desde las escuelas "haciendo suyos" los dictados de los medios de información para masas, sino impartiendo, sobre todo, los dictados políticos de los criadores.
Cualquier sistema, ya sea totalitario o democrático en sus formas, es domesticador.
La democracia, frente a los sistemas más totalitarios, tiene la misma ventaja que tuvo el comunismo frente al nacionalsocialismo: habilidad para enmascarar y ocultar la prepotencia (violencia antropocéntrica) que subyace en ella.
La democracia, hoy por hoy, es el mejor sistema (mejor farsante) para convencer al hombre de que no está sujeto a procesos de cría y doma, es decir, para hacerle creer que no está "programado" pedagógicamente por el ente social.

Un saludo.
Última Edición: 27 Ene 2016 12:10 por Herrgoldmundo.
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"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte III). 29 Ene 2016 21:39 #34855

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Como cuestión previa en esta parte final de mi reseña personal del texto de Sloterdijk, y porque Herrgoldmundo ha aprobado alguna cosa que he dicho en los mensajes nombrándome, querría aclarar que, salvo en alguna observación en que he dejado claro que era de mi cosecha, en el resto me he limitado a exponer lo que yo creo que son las ideas de Sloterdijk, sin que eso signifique necesariamente que esté de acuerdo con ellas.

La verdad es que el ámbito de la reflexión de Sloterdijk es tan novedoso, que no he sido capaz de formarme una idea propia sobre la mayoria de las cuestiones que plantea; quizá porque no he sido capaz, hasta el momento, de someter a revisión profunda los prejuicios que sobre esta cuestión pueda yo tener.

Dicho lo cual, termino con la última parte del texto de Sloterdijk, dedicado a Platón. En realidad, la Carta sobre el humanismo de Heidegger parece más bien un pretexto para introducir lo que a Sloterdijk parece interesarle prioritariamente: el sentido original del humanismo, como herramienta de doma del rebaño humano a través de la "lectura", a través de la producción y consolidación de un acervo de obras escritas que han ido conformando históricamente un depósito de instrucciones o reglas para dirigir el parque humano, que constituyen lo que se ha dado en llamar el "humanismo". La crítica a Heidegger ha permitido a Sloterdijk, pasando por Nietzsche, someter a revisión el sentido, en el mundo actual, de ese depósito de lecturas humanísticas.

En los últimos párrafos que dedica a Nietzsche, y como puente para pasar a hablar de Platón, incide Sloterdijk en dos conceptos-palabras cuya relación el idioma alemán permite expresar de una forma que es difícil de traducir bien al español. Se trata de Lesen (leer) y Auslesen (seleccionar):
Sloterdijk escribió:
Ciertamente, la lectura (Lesen) fue un poder enorme (y lo sigue siendo, en proporciones más modestas); la selección (Auslesen), no obstante, como siempre se ha querido llevar a efecto, fue continuamente como el poder que mueve los hilos del poder entre bastidores. (p. 43)

Si queremos traducir el juego de palabras con algo parecido a lo que dice Sloterdijk: toda lección tiene detrás una se-lección. No hay lectura no selectiva, que no esté al servicio de la domesticación del hombre. El humanismo occidental no ha constituido un depósito de lecturas variopinto, sino que tiene un sentido muy determinado de selección, es decir, de orientación para regular el parque humano.

En un momento en el que el sentido general de esa herramienta de doma y selección es puesto en cuestión (la pregunta de la época de Heidegger; aunque, ciertamente, no solo de Heidegger, añadiría yo), y constatando que no puede quedar Humanilandia sin gerencia ni reglas de dirección, las preguntas que se plantean al filósofo son: ¿a quién habrá de encomendarse ahora la doma y cría del rebaño humano? Y ¿cuáles serán las líneas rectoras de ese reglamento para Humanilandia?

Para ayudar a plantear bien la dimensión de esas preguntas se remonta Sloterdijk al texto en que, que se sepa, por primera vez se plantearon: el diálogo El Político, de Platón.
Sloterdijk escribió:
Es característica propia de la Humanitas colocarse los hombres ante problemas que son demasiado arduos para los hombres, sin que puedan plantearse dejar de hacerse cargo de ellos debido a su gravedad. Esta provocación de la esencia humana mediante lo ineludible, que a la vez es algo inalcanzable, ha dejado ya al comienzo de la filosofía europea una huella inolvidable (o quizá es, en el sentido más amplio, la filosofía esa misma huella). (p. 47)

(...) Lo que se ofrece como un pensamiento sobre Política, en realidad es una reflexión sobre los fundamentos de las reglas para manejar parques humanos. Si hay una dignidad del hombre que merezca en sentido filosófico ser traída al lenguaje, es sobre todo porque los hombres no solo se mantienen en los parques temáticos políticos, sino que se mantienen ahí ellos mismos. (p. 48)

Evidentemente, el problema filosófico no radica en la cuestión de hecho biológica de cómo está obligado a vivir el hombre, sino en la cuestión de que es él mismo el que puede decidir cómo está obligado a vivir. El problema no está en el lado pasivo de la relación del hombre como especie consigo mismo, sino en el lado activo de esa misma relación reflexiva.

Vuelvo a reproducir (ya lo hice en otro mensaje al indicar el núcleo fundamental del texto de Sloterdijk) cuál es el problema clave a tratar:
Sloterdijk escribió:
En lo que atañe al zoológico platónico y su organización, lo que hay que saber sobre todo es si entre la población y la dirección se da una diferencia solo de grado o una diferencia específica. Porque bajo el primer presupuesto habría entonces entre los cuidadores de hombres y aquellos a quienes cuidan una diferencia solo casual y pragmática, pudiéndose en tal caso atribuir al rebaño la capacidad de elegir de forma rotatoria a sus cuidadores. Pero si prevaleciese entre los dirigentes del zoológico y sus habitantes una diferencia específica, entonces se diferenciarían unos de otros de forma tan fundamental que no sería aconsejable una dirección electiva, sino solo una basada en el discernimiento. Solo los falsos directores de zoológico, los pseudo hombres de Estado, y políticos sofistas harían campaña con el argumento de que son de la misma pasta que el rebaño, mientras el auténtico pastor marca la diferencia y daría a entender discretamente que, puesto que actúa desde el discernimiento, está más cerca de los dioses que las confusas criaturas que cuida. (p. 49)

Ahí queda abierto el debate, sin que Sloterdijk apunte ninguna vía de solución. Es una pena que, posteriormente, debido ya sea a una lectura demasiado ligera, ya sea por aprovechar ciertos filósofos alemanes la ocasión para saldar cuentas con Sloterdijk, no se haya desarrollado dicho debate por esa senda, sino por la discusión acerca de si Sloterdijk propugnaba o no un programa eugenésico, pretendiendo darle cobertura filosófica.

Desde luego, la dificultad del asunto, que ha mantenido un velo de silencio sobre el mismo a lo largo de la historia de la filosofía occidental, parece seguir imponiéndose e impedir que se debata el asunto que, sin embargo, como dice Sloterdijk, es ineludible. En el estado de cosas actual, o se sustituye el "humanismo" (ya periclitado) por un nuevo Código de reglas para el parque humano o la cosa (la deriva de la especie) se nos puede ir de las manos. Pero, claro, ¡quién se atreverá a empezar a poner los cimientos de ese nuevo Código, si ya solo con insinuar su pertinencia, sin prejuzgar su contenido, le cayó a Sloterdijk lo que le cayó (debate de septiembre y octubre de 1999, sostenido principalmente a través de las publicaciones alemanas Der Spiegel, Die Zeit y Frankfurter Allgemeine Zeitung)!

Nota final sobre algunos comentarios de Herrgoldmundo:

Algunos comentarios que has hecho sobre el libro de Sloterdijk, Herrgolmundo, son extremadamente personales, y no recogen, en mi opinión, las líneas fundamentales del contenido de esta obra. No lo critico. Cada cual, como es natural, aplica sus lecturas según lo que en cada momento le preocupa preferentemente.

Pero aplicar las ideas de Sloterdijk al conflicto o "choque de civilizaciones" me parece excesivamente reduccionista y de vuelo más bajo que el que alienta al filósofo alemán. No me parece que el marco en el que se plantea el problema de las reglas del parque humano contemple que haya varios parques (uno occidental, otro musulmán, otro hindú, etc.), sino que tiene en el punto de mira la humanidad como especie. La demanda de Sloterdijk es la de unas normas para el parque humano global, no de varios reglamentos (y varios equipos de gerencia) para distintos reductos temáticos. Quizá algunas culturas del mundo actual todavía no han pasado por el "humanismo" y tal vez les haga falta hacerlo. Que Europa haya superado ya el humanismo no significa que este sea intrínsecamente nefasto o prescindible sin más.

También queda en la oscuridad, al menos para mí, cuáles son las reglas para el parque humano que han podido orientar la domesticación del rebaño humano en el mundo islámico (y en otras culturas). Eso no parece preocupar a Sloterdijk, que en esto creo que es palmario que es profundamente etnocéntrico; lo que tampoco es necesariamente malo: eso está por decidir. En todo caso, hay que reconocer que toda la filosofía es profundamente etnocéntrica (yo creo que la filosofía es una creación europea, por lo tanto, rechazo denominaciones como "filosofías no occidentales", por considerarlas contradicciones in adiecto; nadie me ha llegado a convencer hasta el momento de la utilidad y pertinencia de mezclar la filosofía con pensamientos etnocentrífugos).

No quiero con ello menospreciar la importancia de ese conflicto que te preocupa, Herrgoldmundo, entre culturas, que actualmente parece el más acuciante. Lo que quiero decir es que, en mi opinión, no forma parte (o al menos parte principal) del debate que ofrece la obra Normas para el parque humano (o: "Reglamento para Humanilandia").
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Última Edición: 30 Ene 2016 08:13 por Nolano.
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"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte III). 30 Ene 2016 12:24 #34861

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Hola Nolano.

Tienes razón, ya te lo reconocí en otro hilo, soy consciente de que interpreto en exceso. Pero, por eso mismo, intenté hacer un resumen lo más aséptico posible de "Normas para el parque humano", exponiendo los contenidos objetivamente (en tres partes) y dejando los comentarios más subjetivos en las reflexiones finales.

Creo que, en algunas de las tres partes de mi reseña o en otro post donde salió Sloterdijk a colación, también estuvimos de acuerdo en reconocer el problema clave que plantea "Normas para el parque humano":
¿Entre la población y la dirección se da una diferencia solo de grado o una diferencia específica?

Yo te pregunto: ¿Qué entendemos por diferencia de grado y diferencia específica?
Dice Sloterdijk que si presuponemos una diferencia de grado entre población (ganado) y dirección (pastores), dicha diferencia solo sería casual y pragmática, permitiéndole al rebaño atribuirse la capacidad de elegir a sus cuidadores.
Entiendo que la diferencia de grado se refiere a un igualitarismo democrático (corrígeme si me equivoco) que permitiría al rebaño elegir a sus pastores. Sin embargo, una diferencia específica supondría reconocer una desigualdad que discerniría (seleccionaría) a los más aptos y cualificados para ejercer de pastores.

Sloterdijk no responde de qué tipo, en su opinión, es la diferencia entre población y dirección. No lo hace, pero a Habermas no se le escapa en qué dirección apunta el autor de "Normas para el parque humano".
Yo creo que Habermas sí ha leído correctamente a Sloterdijk, porque no se ha quedado en la literalidad de sus reflexiones ni en la superficie de lo que su compatriota expone.
Habermas (como los hábiles cazadores, todo hay que decirlo) ha seguido las huellas de Sloterdijk, y desde Diógenes, Heráclito, Platón, Nietzsche hasta Heidegger, ha visto un nexo común con éste, que, por otra parte, Sloterdijk jamás ha ocultado. No en vano, ni por nada, Habermas acusó a Sloterdijk de "filonazi".

Pero no es que Sloterdijk sea filonazi, que no lo es, como bien queda demostrado en la generalidad de su obra, sino que es culpable por cuestionar y señalar las debilidades del igualitarismo democrático; Sloterdijk es culpable de apelar, con disimulo (reconozcámoslo) a la necesidad de seleccionar a los mejores.

El humanismo occidental siempre ha seleccionado y ha estado orientado a la formación de un tipo humano concreto; seleccionó según los criterios humanistas de lo que significaba mejor y más excelente. Tal era la misión del círculo de alfabetización a través de la lectura de libros.
Pero cuando fracasa el humanismo tradicional, al perderse los hábitos lectores entre la generalidad de la población, resulta vano e innecesario apelar a la selección de los mejores pastores. El igualitarismo democrático hace imposible dicha misión. ¿Para qué leer o mejorarnos si el sistema está diseñado para que tanto el mejor como el peor, el más responsable como el irresponsable, tengan las mismas probabilidades de éxito?

En España, por ejemplo, estas últimas elecciones han rubricado el triunfo del igualitarismo democrático y el fracaso del tradicional humanismo. Era de esperar que en un país donde cada vez se lee menos; donde aumenta la conciencia de rebaño, en la medida que mengua la conciencia de un deber mejorarse y superarse, triunfaran los pastores hechos de la misma pasta que el rebaño.
El igualitarismo democrático es el culpable de que, como señala Sloterdijk, solo los falsos directores de zoológico, los pseudo hombres de Estado, y políticos sofistas hagan campaña con el argumento de que son de la misma pasta que el rebaño,.

Habermas, como buen socialdemócrata y arquetipo de alemán todavía ebrio de complejos y sentimientos de culpa, ve con claridad meridiana, no lo que dice Sloterdijk, sino lo que éste sugiere a las mentes más abiertas y predispuestas a recibir sus revelaciones en el lichtung.

Yo, quizás por defecto profesional, no analizo tanto lo que mi interlocutor me dice literalmente, sino que intento descubrir o desvelar lo que se oculta o enmascara tras su discurso aparentemente siempre formal y políticamente correcto.
Sloterdijk no es un filósofo políticamente correcto, pero esto no le convierte en "filonazi" como dijera Habermas, de la misma manera que Ortega y Gasset (máxima incorreción política en su tiempo) no fue "facha", por mucho que insistieran en ello nuestras retrógradas izquierdas de siempre.
No creo que Sloterdijk atente contra la democracia, estoy seguro de ello. Pero sí nos insta a reflexionar sobre la necesidad de recuperarla de los sofistas y de los pastores mediocres.

No deseo extenderme más, pues creo que esta cuestión ya la habíamos comentado (no recuerdo dónde) y por eso avancé y fui más allá en mis reflexiones: intenté señalar la relación directa entre un humanismo fracasado, ebrio de igualitarismo democrático, y la indefensión a la que nos lleva la ausencia de los mejores, por ejemplo, para hacer frente a los dos suprematismos todavía activos en el SXXI: comunismo e Islam.

Llevo varios hilos comentando con Elías, directa o indirectamente, sobre este tema en concreto. Él apela a la construcción de unos determinados valores que permitieran articular unas normas para el parque humano (en su globalidad); sigue creyendo posible, como tú señalas, salvar a "Humanilandia". Pero todas las sociedades, antes de poder ser conquistadas por enemigos externos, han de autoinmolarse, necesariamente, desde dentro. El fracaso del humanismo, y ésta es otra lectura que extraigo de "Normas para el parque humano", deja inmune e indefensas (sin los mejores pastores) a la civilización occidental, ergo la deja en manos del imparable Islam sometedor, y del infame comunismo.

Un saludo.
Última Edición: 31 Ene 2016 10:16 por Herrgoldmundo.
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"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte III). 01 Feb 2016 14:04 #34892

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El problema clave de si entre los criadores y el rebaño la diferencia es de grado o específica, en realidad tiene varias vertientes, al menos dos, como dejé caer en mi anterior mensaje.

Desde luego, la diferencia no es biológica: tanto los criadores como los miembros del rebaño pertenecen a la especie homo sapiens. Sloterdijk toma la expresión de Platón que, naturalmente, poco sabía de especies biológicas como las entendemos actualmente.

Por tanto, Sloterdijk a lo que se refiere es a si hay una "casta" especial de criadores, que se diferencie del rebaño en algún rasgo sociológico. Presumiblemente, bajo la óptica humanística, los "dueños de los libros", los miembros de esa especie de secta que ha estado 2.500 años enviándose epístolas y respondiéndose entre sí.

Pero quizá más importante que el quién es el cómo. No se trata tanto de saber quiénes van a ser los criadores como de saber qué métodos de cría deben aplicar. Ese sería realmente el problema filosófico de fondo.

Lo que ocurre es que la posición de Sloterdijk al respecto es aporética (y quizá por eso queda bastante indefinida). Si asumimos la crítica de Heidegger a la metafísica occidental y rechazamos el humanismo postbélico, estamos rechazando que podamos asumir valores firmes para guiarnos en la elaboración del Código de cría que estamos buscando. Pero si no asumimos valor alguno previo, el Código deviene imposible de elaborar. Tal vez nos queden valores meramente formales, no materiales: el diálogo, la tolerancia, la libertad de pensamiento, etc.; pero ¿basta con eso para domesticar al rebaño? Ciertamente no y a la vista está que esos mismos valores producen una sociedad que no puede defender sus propios valores, que queda indefensa ante la barbarie. Para poner un ejemplo reciente: la crisis de los refugiados y sus secuelas de la Nochevieja de Colonia pueden dar al traste con la libre circulación de europeos consagrada por los Acuerdos de Schengen. La tolerancia europea puede acabar consigo misma, pues las armas para defenderse ponen fin a lo que se intenta defender.

En cuanto a los valores materiales, debo decir que he dejado de seguir ese debate que mantienes últimamente, por considerarlo absolutamente inútil. También me he visto envuelto en debates similares y he aprendido de la experiencia. Si se trata de explicar a un profano poco avisado los desarrollos de la filosofía de la postmodernidad y del relativismo moral, tal vez pueda mostrársele algo que desconoce, con lo que el debate puede dar algún fruto. Cuando alguien que se supone que ha tenido acceso a esos desarrollos filosóficos opta por no aceptarlos, poco podemos hacer tú y yo, salvo darnos cabezazos contra un muro.

Finalmente una observación. Yo también he leído (reseñas a cargo de Vásquez Rocca) que Habermas llama filonazi a Sloterdijk. Pero no cita dónde presuntamente lo hace. He leído un informe sobre el "Sloterdijk-Debatte" (por desgracia en alemán) de Helmut Walther, donde da exhaustiva cuenta de ese debate y de los intervinientes. No consta que Habermas interviniera directamente, aunque Sloterdijk lo intentó involucrar, acusándolo de maniobrar a sus espaldas diciendo de él cosas que no exponía en público y a la cara. Quienes hablaron de nazismo en ese debate fueron Reinhard Mohr y Manfred Frank, no Habermas. Si tienes más información a este respecto, Herrgoldmundo, estaría bien que la facilitaras aquí.
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Última Edición: 01 Feb 2016 17:06 por Nolano.
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"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte III). 02 Feb 2016 13:00 #34900

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Hola Nolano.

Escribes:
Por tanto, Sloterdijk a lo que se refiere es a si hay una "casta" especial de criadores, que se diferencie del rebaño en algún rasgo sociológico. Presumiblemente, bajo la óptica humanística, los "dueños de los libros", los miembros de esa especie de secta que ha estado 2.500 años enviándose epístolas y respondiéndose entre sí.

Sí, creo que sí. Sloterdijk se refiere claramente a los círculos selectos de los alfabetizados (amigos de los libros).

Sigues:
Pero quizá más importante que el quién es el cómo. No se trata tanto de saber quiénes van a ser los criadores como de saber qué métodos de cría deben aplicar. Ese sería realmente el problema filosófico de fondo.

Sí. Pero yo creo que el quién también determina al cómo, o el cómo determina al quién (como se prefiera).
Si eligiésemos (seleccionásemos) a un pastor hecho de una pasta diferente al rebaño (mejor) lo haríamos para articular una sociedad que aspirara a formar ciudadanos mejores. ¿Cómo articular dicha sociedad? Si rescatásemos las antropotécnicas del humanismo tradicional habría que desarrollar programas pedagógicos y de vida orientados al mérito y la excelencia; habría que retornar a una etapa previa a la decadencia del humanismo donde los libros, a través del conócete, mejórate, supérate agustino, todavía seleccionaban a los mejores.
Sloterdijk sabe que este retorno al humanismo tradicional (ya fracasado) sería imposible. Y es por esta razón (es opinión personal) por la que hace su propuesta eugenésica, más para despertar a los adormilados pastores, ahora recluidos en solitarios rincones llenos de libros que nadie lee, que por creerla la única posible.
¿O sí sería la única solución posible? ¿¿??

Sigues:
Lo que ocurre es que la posición de Sloterdijk al respecto es aporética (y quizá por eso queda bastante indefinida). Si asumimos la crítica de Heidegger a la metafísica occidental y rechazamos el humanismo postbélico, estamos rechazando que podamos asumir valores firmes para guiarnos en la elaboración del Código de cría que estamos buscando. Pero si no asumimos valor alguno previo, el Código deviene imposible de elaborar. Tal vez nos queden valores meramente formales, no materiales: el diálogo, la tolerancia, la libertad de pensamiento, etc.; pero ¿basta con eso para domesticar al rebaño? Ciertamente no y a la vista está que esos mismos valores producen una sociedad que no puede defender sus propios valores, que queda indefensa ante la barbarie. Para poner un ejemplo reciente: la crisis de los refugiados y sus secuelas de la Nochevieja de Colonia pueden dar al traste con la libre circulación de europeos consagrada por los Acuerdos de Schengen. La tolerancia europea puede acabar consigo misma, pues las armas para defenderse ponen fin a lo que se intenta defender.

¡Exacto! Los valores meramente formales (diálogo, tolerancia, libertad de pensamiento...) están resultando insuficientes para generar un sistema inmunológico fuerte que salvaguarde a Occidente, precisamente, de su propia autoinmolación.
El caso de Colonia, muy doloroso y útil para explicar la indefensión en la que se encuentra Occidente, me recuerda (salvando las distancias) a lo que ha ocurrido en Cataluña.
Llevamos décadas en Cataluña abogando por la tolerancia, el diálogo y el entendimiento con los "eternos descontentos". Julián Marías nos alertó, por activa y por pasiva, del grave error consistente en intentar contentar a los eternos descontentos. Nadie escuchó a Marías, y en el mejor de los casos fue tan solo para llamarle "facha".
Lo sucedido en Colonia está sucediendo en España, en toda Europa (ahora sabemos que también estuvo ocurriendo en Suecia ante el silencio cobarde de las autoridades). Y yo tengo claro por qué está sucediendo: porque todavía no hemos aprendido a sacudirnos de encima los sentimientos de culpa que nos instan a posicionarnos junto a cualquier grupúsculo que sepa cómo instrumentalizar el victimismo.

Sobre los valores no creo que haya nada más que añadir. Como vengo insistiendo en numerosos comentarios, desde el momento en que la postmodernidad se vació de esencia transcendental, lo único que quedó fue el sofisma como una forma de articular la política, y quizás también la filosofía (magnífico Foucault).

He buscado las referencias que me pides, pero no las he encontrado. Suelo navegar por internet pasando de un artículo a otro, sin reparar en los autores ni en las fuentes de los mismos. Sí recuerdo que Ramón Alcoberro ha hecho varias críticas a Sloterdijk, pero no sé tampoco si sobre su presunto "filonazismo". En cualquier caso, puede ser como dices, que Sloterdijk involucrara a Habermas en la polémica a propósito. No lo sé, por eso en cierta ocasión te comenté que estaría bien traer al foro un debate reflexivo sobre el affaire Sloterdijk-Habermas. A mí también me gustaría profundizar más sobre este tema.
Última Edición: 02 Feb 2016 13:04 por Herrgoldmundo.
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"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte III). 02 Feb 2016 14:35 #34902

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Estoy traduciendo algunos pasajes del debate, especialmente el ataque de Sloterdijk a Habermas (Die Zeit del 9 de septiembre de 1999, bajo el título "La Teoría Crítica está muerta. Carta abierta a Thomas Assheuer y Jürgen Habermas") y la respuesta de este (Die Zeit del 16 de septiembre, bajo el título "Correo del espíritu maligno"). En cuanto tenga lista la traducción os la facilitaré aquí.
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Última Edición: 03 Feb 2016 12:39 por Nolano.
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"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte III). 02 Feb 2016 16:50 #34903

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Personalmente considero que no pueden existir valores formales al margen de los contenidos en que son plasmados. Pues claro que unos valores formales sin contenido alguno resultan insuficiente para acometer empresa alguna. El problema radica en si se cree o no que aunque los valores formales se plasmen con diferentes contenidos concretos todos ellos son igualmente validos porque no existe forma racional alguna que permita dirimir sobre su validez.
Si alguien cree, correctamente, que en la construcción de los valores interviene los sentimientos, los deseos, las emociones pero además considera, incorrectamente desde mi punto de vista que no existe racionalidad alguno en torno a los valores, con lo cual no se pueden establecer criterios de validez para poder dirimir entre los diferentes valores, entones es cuando un sociedad, en tanto que sociedad, no puede acometer empresa alguna. Y no se puede porque una concepción subjetivista en torno a los valores no lo permite. Es ese psicologismo, hijo del positivismo decimonónico en torno a los valores que considera que la lógica y la razón en el fondo se reducen a meras pulsiones psicológicas, y que supuestamente estaba ya refutado por Husserl, lo que hace que una sociedad permanezca inerme ante los problemas que le acosan y que le acucian. Y sin racionalidad alguna que permite dirimir entre la validez de unos valores concretos frente a otros solo cabe la destrucción propia ( autodestrucción) o la destrucción ajena por vía de la imposición. Espeluznantes ambos escenarios.

El diálogo no consiste en llegar a acuerdos. El diálogo consiste en intentar llegar a acuerdos. Unas veces se lograrán y otras no. Y en este último caso el diálogo lo que pondrá de manifiesto es el disenso entre las partes. Es que el diálogo no es bueno en sí mismo al margen de los acuerdos que se adopten y al margen de si deben o no alcanzarse acuerdos con la otra parte. Es que el diálogo no es el único valor que existe aparte de que muchos valores son incompatibles entre sí.
Lo que ha ocurrido en Cataluña es que no ha habido un verdadero diálogo sino un entreguismo por una de las partes en aras del poder. Cuando tanto los populares como los socialista se entregaban al nacionalismo catalán con el único fin de conseguir el poder en Madrid, al margen de si se debían o no alcanzar dichos acuerdos, lo que se estaba realizando no era un diálogo sino una vil traición a sus votantes y a los valores que decían defender. Pero la culpa no es del que defiende el valor del diálogo, ni del diálogo en sí mismo, sino de que se haga una mala interpretación del mismo o de que se haga pasar por diálogo lo que en realidad no lo es. Porque insisto, no todas las concepciones poseen igual validez. Espero que por decir todo esto no se me acuse de estar defendiendo a los nacionalistas-independentistas y castigando a los constitucionalistas ( si es que ellos mismos saben lo que ello significa). Simplemente estoy repartiendo responsabilidades. Es que lo que nos ha llevado también hasta aquí fue un Zapatero que dijo que aceptaría lo que saliera del estatuto catalán y que haciendo uso de "su" Tribunal Constitucional se permitiera todo lo que se permitió y se sigue permitiendo. Y esto no es culpa de los independentistas que yo sepa. Una sociedad que coloca y acepta de presidente del gobierno español a un individuo que diga que España es un concepto discutido y discutible o que diga que España es una nación de naciones no puede quejarse de que ese señor pacte con los independentistas por la sencilla razón de que había dejado suficientemente clara su postura. Y si además leemos en esa carta otorgada que se hace pasar por constitución términos como el de nacionalidades pues.......

El problema no es tanto defender que la tolerancia o el diálogo sean valores sino cómo han de ser entendidos o plasmados dichos valores. Por eso no entiendo que se puedan defender valores formales, al margen de sus contenidos, porque en el fondo, y quien está defendiendo esos valores, no está defendiendo nada concreto.
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"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte III). 03 Feb 2016 12:10 #34907

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Hola Elías.

Dices:
Personalmente considero que no pueden existir valores formales al margen de los contenidos en que son plasmados. Pues claro que unos valores formales sin contenido alguno resultan insuficiente para acometer empresa alguna. El problema radica en si se cree o no que aunque los valores formales se plasmen con diferentes contenidos concretos todos ellos son igualmente validos porque no existe forma racional alguna que permita dirimir sobre su validez.

Volvemos a lo mismo. Si Occidente, hoy, solo puede moverse a través de valores formales es, sencillamente, porque no sabe o no quiere elegir unos determinados contenidos.
Una de dos: Occidente está perdido y realmente no sabe qué contenidos debe adoptar, o bien no quiere tomar partido porque es incapaz de responsabilizarse.
Yo creo, como ya he señalado, que los sentimientos de culpa y los complejos que arrastra Occidente le impiden aceptar la responsabilidad de dirigir su destino .
Pero es que el mal que aqueja a Occidente, a España, a nuestras instituciones educativas y a todos los núcleos familiares de nuestras sociedades, es un mal generalizado en nuestra decadente civilización humanista; es el mal de la irresponsabilidad, el mal de no actuar y permanecer pasivos; el mal de "mirar hacia otro lado"; el mal de evitar Ser.
Los pastores están silentes y sentados, viéndolas venir, o peor aún, se esconden acobardados y paralizados ante el temor que les produce tener que decidir (elegir) y hacer (actuar).
¿Y sabes por qué?
Porque no saben cómo elegir valores con contenidos. Si deciden elegir los mejores contenidos, les tachan de fachas y suprematistas, pero si optan por valores más asépticos (formales) lo único que propician es que se imponga la ideología, programa de vida o cosmovisión, del sofista más taimado y artero.


Sigues:
Si alguien cree, correctamente, que en la construcción de los valores interviene los sentimientos, los deseos, las emociones pero además considera, incorrectamente desde mi punto de vista que no existe racionalidad alguno en torno a los valores, con lo cual no se pueden establecer criterios de validez para poder dirimir entre los diferentes valores, entones es cuando un sociedad, en tanto que sociedad, no puede acometer empresa alguna. Y no se puede porque una concepción subjetivista en torno a los valores no lo permite. Es ese psicologismo, hijo del positivismo decimonónico en torno a los valores que considera que la lógica y la razón en el fondo se reducen a meras pulsiones psicológicas, y que supuestamente estaba ya refutado por Husserl, lo que hace que una sociedad permanezca inerme ante los problemas que le acosan y que le acucian. Y sin racionalidad alguna que permite dirimir entre la validez de unos valores concretos frente a otros solo cabe la destrucción propia ( autodestrucción) o la destrucción ajena por vía de la imposición. Espeluznantes ambos escenarios.

¡Ah, siempre perdiéndote, como nuestro decadente Occidente, en elucubraciones bizantinas!
El problema no radica en determinar a través de que teorías filosóficas, psicológicas o morales deberíamos de proporcionar contenidos (razón, sentimientos, pulsiones e instintos...) a nuestros valores; el problema tampoco consiste en no saber qué criterios seguir para construir un valor que sea válido, bueno o mejor (sé que no te gusta la palabra). Se trata de un problema de carácter: miedo a regir los destinos propios; miedo, en definitiva, a Ser.

Sigues:
El diálogo no consiste en llegar a acuerdos. El diálogo consiste en intentar llegar a acuerdos. Unas veces se lograrán y otras no. Y en este último caso el diálogo lo que pondrá de manifiesto es el disenso entre las partes.

No estoy de acuerdo. El diálogo, hoy, tan solo es una farsa, una forma de engaño que insta al ser humano a creer que todavía es civilizado y digno heredero de aquel tradicional humanismo donde la razón todavía tenía "algo" que decir.
De hecho, el diálogo se ha convertido en un arma defensiva; es un escudo que protege al interlocutor que lo exhibe de ser herido (deslegitimado) por los dardos, estos sí beligerantes, de la razón.
Si quieres defenderte de una razón henchida de verdad, prepotente y señorial, basta tan solo con que te escudes en el diálogo; automáticamente serás el vencedor. ¿Pero vencedor ante quienes? Pues ante la opinión pública, por supuesto. No importará que tengas o no tengas razón, sino, tan solo, que seas dialogante, talantero y, sobre todo, que muestres humildad horizontal (jejeje, no pude reprimirme).
Por eso, Foucault vio con claridad que la nueva forma de diálogo en la política de finales del siglo pasado no era la dialéctica, sino el sofisma; es decir, puro arte del engaño cuyo único fin es ganar el favor de las masas.

Te leo Elías, una y otra vez, apelar a la razón, pero es que la razón ya está tan enterrada y cubierta de tierra como Dios.
Y yo estoy de acuerdo contigo, porque estoy convencido de que el diálogo debería ser lo que tu ansías que sea. Pero la realidad nos muestra, terca y obstinada, que "el diálogo" también ha sucumbido al relativismo de la postmodernidad; y, por tanto, se ha quedado tan vacío de contenido como el resto de valores.

Concluyes:
El problema no es tanto defender que la tolerancia o el diálogo sean valores sino cómo han de ser entendidos o plasmados dichos valores. Por eso no entiendo que se puedan defender valores formales, al margen de sus contenidos, porque en el fondo, y quien está defendiendo esos valores, no está defendiendo nada concreto.

Confundes realidad y deseos. Tú no puedes entender que se defiendan valores formales sin contenidos, pero eso a la endiosada y relativista realidad no le importa. La realidad se divierte viendo cómo, los últimos humanistas cándidos e ingenuos, siguen aferrándose a bellos principios mientras se encaminan a su autoinmolación vital.
Última Edición: 03 Feb 2016 12:23 por Herrgoldmundo.
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