Respuesta a Nemes:
Te agradezco la claridad de tu exposición, y reconozco tu sinceridad y tu independencia.
Sin embargo, hecho el elogio del hombre, no puedo menos de subrayar los excesos del ideólogo y del militante. Antes de continuar, te reconozco que, fatigado por irisadas quimeras, yo también he sido ciudadano predilecto de ellas.
Apelas a la autoidentificación, decisiva en la formación de las ideas y de los hombres, y no me cuesta entender el sentimiento de pertenencia a un grupo o a una etnia, pero la conciencia de clase del proletariado supone una iniciación previa a un misterio invisible y casi ininteligible que no se me alcanza. Esa conciencia o autoidentificación, por lo demás, desnaturaliza los hechos, los hechos mismos están desprovistos de sentido, porque dependen de esa conciencia, de esa conciencia deformadora.
No voy a presentarte ideas nuevas ni dichas de una manera nueva; tampoco he tenido nunca la tentación de convertir a los comunistas en chivos emisarios de cuanta desgracia acontece en el orden ideológico, social o impío. Sí tengo el comunismo por un tipo de religión excluyente y que, como tal, persigue las otras ideologías e ignora la tolerancia; nada revelo si digo que la idea del comunismo es de origen religioso y hasta cristiano, y que no fue en todo tiempo ateo y materialista; deploro el que los comunistas monopolicen una idea de progreso encarnada en el proletariado y que afirmen que este pensamiento redentor y mesiánico es el único fundamento de la igualdad social.
Respecto al estado de la cuestión, hoy, creo que existe un sentimiento de nivelación social que actúa sobre la masa sin que lo note; creo que no nos hallamos en un tiempo de revolución, sino de transformación social; creo que convivimos con tres ideas desgraciadamente indesarraigables, a saber: que la economía organizada es una idea feliz, que la protección de una libertad ficticia en la vida económica capitalista no puede engendrar más que graves problemas e injusticias, a la par que priva a una parte de la sociedad de la libertad real; y que la sociedad capitalista es una sociedad anarquista donde la vida se define tan solo por los intereses creados (esta última, a mi juicio, sería la más soportable de todas las injusticias).
Sigue con salud,
Boris de Mountbatten