Hola a todos.
Quisiera explicar públicamente, antes de decidir si me exilio definitivamente de estos lares, que mi último mensaje que rezaba "En serio?", iba dedicado al moderador del foro, el cual ya me ha borrado dos mensajes. Mejor dicho, me ha borrado un mensaje (respuesta a Silvanus) y un tema que propuse y que pretendía generar reflexión: "¿Es el heavy metal una suerte de religión?".
Como bien señaló Silvanus, "encajo" bastante bien la crítica, pero una cosa es "encajar" críticas y otra, muy distinta, es
aceptar censuras arbitrarias.
No me importó en exceso que se borrara mi reflexión sobre el heavy metal, porque entendí que
alguien pudiera entender (erróneamente) que dicha reflexión no fuese seria (así se lo reconocí a un compañero en privado). Nada más lejos de mi intención.
De hecho, la reflexión en cuestión, que todavía conservo porque ya fue expuesta en otro foro, sí suscitó debate, y además interesante, hace ya algún tiempo. Un antiguo compañero de facultad, ex-miembro de un grupo de trash metal en los 80 y doctor en teología, tuvo a bien comentar e intercambiar impresiones. Pero dejémoslo ahí...
Ahora, pero, vayamos a la
fea cuestión que nos ocupa.
Pensaba, como le comenté a Silvanus en privado, dar por zanjado este intercambio dialéctico y no intervenir más. Había decidido, una vez más, dejar pasar una nueva injusticia por parte de los moderadores de este foro, el cual, como ya me ha comentado algún compañero, comienza a parecer un Gran Hermano. Retirarme del debate de mi propio tema propuesto es lo que hice, si alguien tiene buena memoria, cuando Hugo apareció en mi tema "España es esencialmente comunista". Decidí no intervenir y el tema languideció después de algunos intercambios entre el susodicho Hugo y Conrado.
Insisto, no deseaba ni me placía volver a intervenir, pero hete aquí que Silvanus, tras generar toda esta fea polémica, decide aparecer para sentenciar:
No tengo tiempo para seguir más, pero creo que con lo escrito hasta ahora está más o menos encauzado.
Efectivamente, Silvanus piensa y
cree (pura doxa de la que tanto se queja en otras ocasiones) que este tema ya está
encauzado.
¿Pero qué significa que este tema esté
encauzado?
Pues significa, en el parecer del bueno y justo de Silvanus, que las tesis que Elías y Herrgoldmundo pretendían exponer y desarrollar ya fueron conveniente y acertadamente corregidas a través de su docta e impagable aportación, la cual, por cierto, se sustentó en un falaz
argumento de autoridad; la supuesta autoridad en el tema que cabe suponerle a Xabel.
Repito: no me interesa, ya, rebatir a Silvanus, ni muchos menos a Xabel y su teoría de los diferentes sujetos implicados en la interpretación del Arte. Incluso estaba dispuesto a dejar correr el
proceder de Silvanus, muy parecido, por cierto, al de nuestro compañero Kierkegaard, hace ya algún tiempo.
Lo que ahora me urge, y me pide el cuerpo, es desenmascarar el cinismo prepotente, presente y manifiesto en quienes, paradójicamente, se indignan ante prepotencias y cinismos ajenos; ajenos
a los suyos propios, claro.
Silvanus entró en el debate realizando una crítica contundente pero elegante, en absoluto ofensiva:
Encuentro que se han desplegado demasiadas ideas sin llegar, tal vez, a un orden adecuado que ayude a reflexionar adecuadamente... Se asume que hay una realidad (o multitud de realidades) y a la vez realidades supremas, especialmente estrechas al Ser
Hasta aquí, nada que objetar. Silvanus expresó su opinión y se le rebatió. Se le dejó claro, por ejemplo, que ni Elías ni yo mismo hacíamos referencia alguna a ningún mundo suprasensible o ideal, como él interpretó erróneamente.
A continuación, Silvanus siguió con sus erradas interpretaciones, como la de considerar que mi tesis, la cual enuncié en varias ocasiones, se fundamentaba únicamente en la relación entre locura y genialidad:
Hay mucho de trazo gordo y disforme en toda esta conversación. Pero, para empezar, no es cierto que los "genios", como característica comunísima, sean personas antisociales o desconectados del mundo (es imposible hacerse a uno mismo enjaulado en la entelequia o en la soledad de lo mental).
Pacientemente reformulé mis planteamientos e insistí en delimitar mejor el núcleo fuerte de mi tesis:
No es que el loco esté desapegado de la realidad, como sostienen falazmente la mayoría de los manuales de psicología, sino que está desapegado del sentido de realidad impuesto por una conciencia colectiva determinada.
Mi tesis venía a defender, para el que todavía no lo hay entendido, que tanto el hecho de arrastrar el estigma de la locura como el de recibir el reconocimiento como genio, dependen de la cosmovisión (interpretación del mundo) que
imponga (normativización mediante) un Dasein histórico.
Después de una serie de interesantes intercambios, sobre todo con Elías, Silvanus insiste en que solo cabe reconocer al genio si, y únicamente, éste es, además, persona moralmente virtuosa. Así, nos pone el ejemplo de Unamuno y Darío a través de una explicación incoherente y carente de sentido:
Es muy diferente fracasar a causa de lo social, que a causa de uno mismo. Terminar la vida como la terminó Unamuno, es decir, amargado y resignado de toda creencia (leer "San Manuel Bueno, mártir"), es consecuencia de él mismo, de su incapacidad para llevarse a sí mismo hacia la salvación, a menos racionalmente. Si ser un genio (que se presupone que es superior al resto) conlleva tal imperfección, el ser humano no tiene sentido como prodcuto de una "evolución" hacia lo mejor, sino hacia lo infeliz y lo negador. ¿Entonces es esto el genio? Porque entonces el fracaso de la humanidad va implícito de alguna manera en ese fracaso del genio, es decir, en aquel que es el mejor dentro de la especie: si lo mejor de la especie fracasa, parece justo postular que la Humanidad fracasará igualmente, o peor, porque la "mediocridad abunda".
De nuevo, amable y pacientemente, le invito a explicarse mejor. Pero Silvanus insiste:
Una cosa es ser un dechado de virtud y otra ser un fracasado consigo mismo. El ejemplo de Unamuno es locuaz. Por eso prefiero a Rubén Darío, que demostró ser en sus últimos años un hombre capaz de salvarse (comparad los poemas últimos de Unamuno con los que hiciera Rubén Darío).
Por lo visto, y según Silvanus, genio sería aquel que lograra
salvarse, es decir, quien lograra dotar de sentido a su existencia antes de morir.
Le rebato brillantemente esta nueva "boutade" o pura "doxa", explicándole que quizás la salvación consista en evitar el suicidio (Camus). ¿Quiénes somos nosotros para decir cómo han de "salvarse" los demás?
Entonces Silvanus, desentendiéndose de cualquier tipo de argumento razonado, prefiere optar, de nuevo, por la
retórica falaz; el consabido argumento ad hominem:
Parece que no sabes mucho de Arte, Herrgoldmundo, o que tus ideas políticas y/o morales te ciegan.
Llegados a este punto, y como comprenderá quien sea justo y ecuánime, yo también me desentendí del tema que nos ocupaba (como antes hiciera Silvanus) y le expliqué que se equivocaba, que yo sabía bastante de arte.
De hecho, le expliqué que pinté y fui dibujante de cómics en mi juventud; que hice mis pinitos, también, con el diseño gráfico, cuando todavía había que rotular a tinta china y a mano alzada, sin ordenadores. Le expliqué que había leído muchos libros sobre arte y muchas biografías de reconocidos artistas.
Así, concluí, podría decirse que yo era al tiempo SP, SR y ST, un todo en uno.
Acabé mi discurso apelando a la LIBERTAD individual (vuelvo a hacerlo) y denuncié a los comisarios políticos del comunismo de siempre y de los nuevos podemitas de ahora, siempre obcecados en imponer
su verdad,
su conciencia verdadera y
su particular cosmovisión (interpretación del mundo) a través de la filosofía, la política o, como en el caso que nos ocupa, a través del arte.
¿Cuál fue el resultado?
Pues que un justo y ecuánime moderador borró este último mensaje.
PD: edito después de que el moderador me haya dado las pertinentes explicaciones. Por mi parte queda todo olvidado. Un saludo a los compañeros y al moderador.