En principio, y para poder solucionar un problema, son necesarios tres requisitos, a saber, establecimiento de los hechos, valoración de los mismos y postulación racional, con base en los puntos anteriores, de una explicación de los mismos. Aquí y ahora me centraré únicamente en los hechos. ¿Cómo establecer unos hechos?
Pues si duda alguna mediante unos datos objetivos. Y esto constituye un gran problema. Vayamos, por ejemplo, con el caso de la “brecha” salarial. Uno, y al ver los datos de la “brecha” salarial, lo primero que observa es la disparidad de los datos en torno a dicha cuestión. He leído muchísimas estadísticas que sitúan dicha brecha entre un 15% y un 50%. Estos datos suponen un problema a la hora de establecer el hecho. O mejor dicho, no es que dichos datos no establezcan dicha “brecha” salarial sino que en función de la estadística que se elija se cuantifica o se dimensiona el problema de formas muy diferentes. Y esto afecta tanto a la valoración de hecho como a la estrategia a seguir (como veremos con posterioridad).
Pero existe una cuestión más preocupante. Y dicha cuestión hace referencia a un problema estadístico. Si preguntamos a una mujer si ella sufre dicha “brecha” salarial nos podrá contestar que sí o que no. Obviamente no todas las mujeres sufren dicha “brecha” salarial. Es decir, para dimensionar el hecho no es necesario únicamente establecer la “brecha” salarial sino, y tan importante, es conocer los datos de a cuántas mujeres afecta dicha “brecha” salarial. Es que de no ser así no podremos dimensionar el problema, valorarlo y buscar las estrategias adecuadas para su solución.
Estoy seguro que si preguntara: ¿Qué es mejor, que la “brecha” salarial sea de un 15% o de un 50%? la inmensa mayoría de personas contestaría que sería mucho mejor un brecha salarial del 15%. Pero si yo preguntara: ¿Qué es mejor, una brecha salarial del 15% que afecte a seis millones de mujeres o una brecha salarial del 50% que afecte a 100.000 mujeres? Aquí la respuesta ya no tendría que ser la misma que en el caso anterior.
Cuando se dice que una “brecha” salarial es del 28% no se está diciendo que el 100% de las mujeres cobren un 28% menos que los hombres desempeñando las mismas funciones sino que lo que se está diciendo es que aquellas mujeres que sufren dicha “brecha” salarial como media cobran un 28% menos que un hombre por desempeñar las mismas funciones. Lo cual quiere decir que una mujer puede cobrar un 50% menos que un hombre desempeñando las mismas funciones o un 9% menos que un hombre pero la media de todas ellas es de un 28%. Por tanto, e insisto, no es suficiente, y para dimensionar el verdadero problema, conque se nos diga cuál es la brecha salarial sino, y también, a cuántas mujeres afecta.
Es que de no ser así no podremos valorar el verdadero problema. Si una persona afirma, por ejemplo, que la brecha salarial es de un 50% y considera que ello significa que el 100% de las mujeres cobra un 50% menos que los hombres, por desempeñar las mismas funciones, le llevará a valorar la cuestión de una determinada forma mientras que si esa misma persona considera que la brecha salarial es de un 50% pero que sólo afecta a un 1% de las mujeres lo valorará de forma diferente.
Es necesario, y para ver la verdadera evolución del problema a lo largo del tiempo, conocer todos estos datos. Si hace 10 años la brecha salarial era de un 50% y en la actualidad es de un 40%, por ejemplo, qué podríamos decir. Pues dependerá de ese otro dato que es el número de mujeres afectadas. Es que no es lo mismo que hace 10 años la brecha salarial fuera de un 50% y afectara al 75% de las mujeres que decir que en la actualidad es de un 40% y que afecta al 75% o a un 35%. Para valorar si se están haciendo bien las cosas o no en una sociedad debemos de conocer todos los datos objetivos. De no ser así se podría caer en la injusticia de afirmar que como antes había una brecha salarial y en la actualidad también pues todo sigue igual de mal.
Pero es que hay una cuestión mucho más importante que la anterior. Y es la siguiente. Dependiendo de los datos, y de la evolución de los mismos a lo largo del tiempo, podemos llegar o no a la conclusión de que el problema de la “brecha” salarial es o no un problema estructural de una determinada sociedad. Y no es lo mismo, a la hora de buscar una solución a dicho problema, el considerar un problema como estructural que el no hacerlo. En un caso habría que cambiar la sociedad si queremos solucionar el problema mientras que en el otro la sociedad debería de tomar medidas para ir eliminado dicho problema.
Supongamos que alguien considera que el problema de la brecha salarial es fruto de una determinada superestructura económica llamada capitalismo y que la solución pasa por una sociedad marxista y/o comunista ¿Cómo podemos saber si ello es cierto o no? Pues tendríamos que ver la evolución de los datos tanto en las sociedades capitalistas como en las marxistas. Podría darse el caso que las sociedades capitalistas fueran constitutivamente machistas y que fomentaran dicha brecha salarial, y que no hubiera mecanismo alguno para poder eliminar dicha brecha salarial, y que a su vez las sociedades comunistas fueran igualmente machistas y que tampoco tuvieran mecanismo para eliminar dicha brecha salarial. O que las sociedades capitalistas sí fueran capaces de eliminar dicha brecha salarial y las comunistas no. O que las dos si pudieran. Y todo dependerá de la existencia de datos objetivos y de la evolución de los mismos en el tiempo.
A veces da la sensación que lo que verdaderamente importa es la defensa de una determinada ideología al margen de los datos objetivos. A veces da la sensación que los datos objetivos “estorban” porque no se acomodan a una determinada ideología. Y lo que se suele hacer es “retorcer” los datos para que “quepan” en unas determinadas ideologías, y no, el modificar las ideas para que se ajusten a los datos.
No se puede decir sin más, es decir, sin hacer las pertinentes matizaciones, por ejemplo: “Que no, que aún en los países occidentales no tenemos las suficientes garantías como para considerarnos 100 por 100 ciudadanas, y es por eso por lo que nos movilizamos.”
¿Pero quiénes? Todas y cada una de las mujeres, es decir, el 100% de las mujeres, en los países occidentales tienen razones para no considerarse ciudadanas al 100%. ¿Es que acaso se manifestaron el 100% de las mujeres? ¿Es que acaso, y se hayan manifestado o no el 100% de las mujeres, el 100% de las mujeres están de acuerdo en que no tienen las suficientes garantías para considerarse ciudadanas al 100%? ¿Es que acaso no hay mujeres que no se consideran discriminadas y que se sienten plenamente ciudadanas? ¿Dónde están esos datos para poder afirmar que “las” mujeres no tienen las suficientes garantías como para considerarse 100 por 100 ciudadanas?
En fin, esa afirmación me parece un exceso del todo injustificado. He de reconocer que esto nos pasa, en mayor o menor medida, a todos. Es decir, cuando no hacemos caso a los datos objetivos solemos extrapolar nuestra percepción subjetiva y elevarla a categoría general.
Y con todo esto no quiero ni negar el problema de la “brecha” salarial ni minimizarlo. O mejor dicho, no es quiera minimizarlo o maximizarlo, sino que realmente no poseo los suficientes datos objetivos para afirmar ni lo uno ni lo otro. La “brecha” salarial es un dato incontrovertible pero el alcance del mismo es algo que honestamente desconozco.
Un saludo