Bueno, en respuesta a Elías, primero quiero agradecerte que me respondas en términos filosóficos, señalando las debilidades de mi argumentación y dónde crees tú que me he equivocado. Además me has sugerido que lea a Kant, cosa que debería hacer, por ser persona que me cae bien. La verdad es que sólo he leído dos libros de filosofía en toda mi vida; el Timeo y el Critias de Platón, y fue por leer la bonita historia de la Atlántida. También las sentencias de Marco Aurelio, que no sé si cuentan ya que es un librito de citas. No he leído más probablemente porque me costaría seguir la argumentación por falta de base. Aunque con los diálogos de Platón y otros autores grecorromanos no tengo excusa.
Mi apelación al sentido común no era un argumento, sino más bien una llamada exaltada al valor de este concepto, a menudo denigrado. Es como si hubiese sacado una bandera que pusiera "Sentido común", y la hubiese agitado, sólo eso.
Cuando dices Elías, "Otra cosa es que tú consideres que ese riesgo (que ni mucho menos se limita a lo económico) es inherente a los gitanos, elegido por ellos y en cierto modo alentado por este tipo de subvenciones", aprecio tu esfuerzo de ponerte en mi lugar, porque efectivamente esto pienso, letra por letra. Obviamente se trata de una generalización relativa y no absoluta; todos conocemos ejemplos de gitanos que comparten los valores del trabajo, la responsabilidad con su país y la apreciación del mundo del saber. Sin embargo, es obvio y demostrable con las escasas estadísticas que se nos permite conocer sobre este amplio sector demográfico, que la cultura gitana es tribal, atrasada, reaccionaria, racista, desvalora la preparación académica y la disciplina, y cree que las mujeres están para tener hijos y obedecer al hombre. Todo esto hace que nacer en una familia gitana, per se, sea una grave desventaja que hay que compensar desde la Administración. Sin embargo, al no vincular generalmente las ayudas a compromisos por cambiar esta in-cultura, el efecto es de reforzar sus aspectos negativos, y no premiar a los gitanos que se integran: son despreciados por los suyos e ignorados por los españoles.
Los gitanos creen que son una raza, pero las razas no existen, es un concepto acientífico, fuera del campo de la crianza de animales domésticos y de granja. Se trata de comunidades con un origen común, en la casta más baja y marginal de la India. Lo que ellos creen que es "su cultura" no son sino rasgos compartidos con muchas etnias de la India más tradicionalista; su "libertad" es en realidad producto de hacer de la carencia virtud, ya que no se les consideraba dignos de ser parte de las castas profesionales de la India. Su nombre "Calés" viene del hindú, y significa negro, u oscuro, al ser una rama de un grupo social paria así llamado. Krishna también era llamado el oscuro, pero no porque fuese descastado, es por otra razón mitológica.
En España, tras tratar de expulsarlos cuando empezaron a crear problemas sin éxito, y de que se intentara reformarles también sin éxito en el XVIII, los gitanos constituyen un problema para la sociedad y para sí mismos. Es urgente un plan nacional de Integración de esta parte de la sociedad española, porque siendo españoles tienen los mismos derechos y deberes que los demás y no distintos. Un niño gitano debe poder aspirar a lo mismo que un "payo", que es el nombre despectivo y racista con el que denominan ellos a los no gitanos. Es inadmisible que el 77% de los jóvenes gitanos no estudien ni trabajen, o que se acepte con naturalidad que las niñas gitanas están sometidas "a sus leyes" (tribales) y no son españolas de pleno derecho.
En torno al mundo gitano hay una amplia industria de oenegés y servicios públicos que tienen cero interés en que las cosas cambien. Son como las oenegés de la Iglesia en el Tercer Mundo, que supuestamente luchan contra la pobreza pero que nunca han sacado de pobre a país alguno. Esta industria es muy lucrativa y dedica parte de sus recursos a crear una imagen estereotípica del mundo gitano como una comunidad inmutable y homogénea; y a perseguir de manera salvaje al que haga la más mínima crítica al gitanismo así entendido. Se nos dice que es "más auténticamente gitano" al gipsy king delincuente, sólo medio gitanos o directamente "payos" a Cristiano Ronaldo o Rita Hayworth, que cometieron el pecado de la plena integración.
Yo he conocido muchos gitanos; desde mi primer amigo que era gitano y ahora es un padre de familia muy digno, o niñas que iban para universitarias y les cortaron la cosa con la primera regla; pero también a gente que es capaz de rajarte el estómago por mirarte mal y que llevan navaja desde los 11 años. Por lugar donde me he criado y por trabajos, nadie me puede decir que no los conozco en primera persona.
Me gustaría que los gitanos dejaran de ser una casta dedicada a negocios ilegales o alegales o no cualificados en su mayoría, y fueran tan españoles como un asturiano o un sevillano tanto en valores como en derechos y deberes. Esto no es la India medieval, es Europa.
Además, los gitanos están en una grave encrucijada, ya que la inmigración masiva les ha quitado muchos de sus trabajos tradicionales tanto como jornaleros o en mercadillos, así como los ilegales (droga, robo). Esto empuja a los peores a competir con los inmigrantes en violencia tratando de recuperar el control de sus barrios, y a otros a ocupar casas, y a los más a buscar más ayudas sociales por la vía de ampliar la familia. Este no es el camino, el camino es exigir que los niños y niñas gitanos estudien y trabajen y aprendan idiomas y vean a los payos como iguales, no inferiores, y la cultura española como propia, no ajena. Esto se hace condicionando ayudas y derecho de custodia a compromisos, y es lo que hay que hacer si queremos que los gitanos españoles sean españoles de pleno derecho. Si esto es racismo, yo soy más racista que nadie en España, aunque sólo sea por Carmen, una gitana guapísima de ojos verdes y diez veces más capacidad de estudio que yo. Sus notables valían más que mis sobresalientes, porque se sabe que a largo plazo las actitudes son más predictivas del éxito profesional que las aptitudes. Nunca la olvidaré. Ahora debería ser médico o bióloga. Dios sabe qué fue de ella, la última vez que hablé con ella había dejado los estudios en primero de la ESO.