Hola Castlelita, Xna i Alma:
El tema de la vejez es muy difícil. No sé si es complejo, pero difícil sí lo es. No sabría cómo abordarlo. Es polifacético. Cualquier cosa que se diga puede ser objeto de polémica. Incluso no decir nada, como yo hasta ahora en este mensaje, también puede serlo. Y No me gusta la polémica (aunque estudie filosofía), me gusta intentar comprender lo que ocurre, lo que nos ocurre. Mi punto de partida (absolutamente criticable y objetable) es el de una persona (y en este caso también el de un profesional) que ha tenido la oportunidad de observar cómo se ayuda a prolongar la vida a las personas una y otra vez, más y más allá. A primera vista esto parece que está muy bien (y seguramente es así) pero también tiene sus inconvenientes y contrapartidas. Como las personas acostumbramos a morirnos de procesos patológicos agudos, y la medicina moderna es altamente efectiva en su tratamiento, resulta que no nos morimos de la neumonía o de la infección de orina, o de la apendicitis,..sino que vamos sobreviviendo y deteriorándonos progresivamente mucho más allá de lo que la naturaleza había previsto. No dejamos morir a la gente de causas naturales cuando aún estamos relativamente bien (y más adelante tampoco), y al manifestar esta opinión no cuestiono esta recta forma de proceder (que está en el ADN de la profesión médica), pero colaboramos en el proceso de transformar personas que van acumulando muchas disfunciones y carencias y que requieren una enormidad de cuidados de todo tipo. Si esto es lo que queremos, no hay problema. Pero aceptar esta posición conlleva sus otros problemas e inconvenientes. Por citar sólo algunos: ¿quién los cuida?, ¿quién tiene tiempo para cuidarlos?, ¿quién quiere dedicar su tiempo a cuidarlos en vez de leer o estudiar filosofía u otras actividades, y hasta que punto?, pues llega un momento en que requieren una supervisión y cuidados constantemente. A parte del desgaste físico y sobretodo anímico que supone ser cuidador de una persona dependiente. En no pocas ocasiones el cuidador familiar enferma a causa del desgaste. Por no hablar de lo disruptivo que puede llegar a ser convivir con una persona con problemas de conducta (o simplemente con muy mala leche).
No sé, pero creo que estamos llenos de contradicciones. Lo digo en general, seguro que hay muchas y bellas excepciones. Queremos que vivan eternamente, pero no estamos dispuestos (o no podemos) cuidarlos; en muchas ocasiones no los incorporamos a nuestro núcleo familiar diario (como siempre se había hecho, lo cual puede requerir sacrificios) y los aparcamos.
Por otro lado está el amor, la estima, el reconocimiento que les profesamos (y el deber o la culpabilidad), pero la actitud de atención y dedicación que comportarían cada día contrasta más con el estilo de vida individualista que vamos adquiriendo.
Algunas residencias no están mal, pero, en el fondo, ¿qué sentido (vital) tiene vivir en una residencia, sobretodo cuando ya eres muy mayor y ya has vivido tu vida? Seguramente lo tiene, o se lo vamos otorgando, pues las personas somos seres vivos y, como tales, con una gran capacidad de adaptación. Quizás la vida nos va preparando para las adaptaciones más difíciles que son las que ocurren al final.
Con el tema de la epidemia, si viene un rebrote, las residencias lo tienen muy difícil para poder enfrentar la situación con medios suficientes y una cierta seguridad para los residentes y cuidadores. Con sólo ver cómo se han contagiado los sanitarios, que han caído como moscas (y son profesionales que saben lo que se juegan), ¿cómo vamos a proteger de una forma eficaz las residencias?
No sé, el tema creo que es inagotable. Y permite otros muchos puntos de vista. Espero no ofender a nadie con estas preguntas, en todo caso, no es mi intención.