Hola Elías y Aqueo.
Dos breves apuntes para el comentario de Elías y uno para Aqueo.
I. Elías
Señalas que:
La moral no es en primer término una construcción interna, no es una cuestión meramente subjetiva. La moral es en su radicalidad última una cuestión puramente ontológica. El hombre es un ser constitutivamente moral, lo quiera o no, y lo sepa o no.
Esta tesis no me parece tan evidente como la planteas y ello exige una fundamentación si quiere aceptarse. Por de pronto, antes de tu justificación, señalaré que la moral sí es una cuestión
meramente subjetiva: en su dimensión interna, pertenece única y exclusivamente al Hombre, de tal forma que bastaría remover a éste del Mundo para que ésta cesase; en su dimensión exterior, esto es, social, sí es cierto que no presenta una naturaleza solipsista en tanto fenómeno, pero sí en cuanto a contenido; y, si no es así, si se puede encontrar alguna tesis moral compartida por los miembros de una sociedad, ésta es meramente convencional. Y si es convencional, admitiremos que es extraordinariamente débil: basta que cambien los tiempos para que nuevos esquemas morales reemplacen los actuales. Así las cosas, creo que te excedes en demasía al calificarla como una cuestión ontológica al presentar un carácter contingente, particular, de fundamento convencional y sin contenidos reales objetivos que la sostengan -y la posibiliten en última instancia-... Desde luego, no deja de ser un ensueño del Hombre, un puro entrampamiento. Y prueba de ello es, entre otras muchas, no sólo la falta de consenso universal; sino, por añadidura, la miríada de posiciones múltiples, variadas y contradictorias acerca de un mismo hecho.
Ahora reiterarás que
nada tiene que ver la moral con la Verdad, posición que me parece muy difícil de sostener sin entrar en contradicciones con todos los predicados que le atribuyes: que si un estatus ontológico positivo, un rasgo de universalidad, entre otros. Con todo, si nada tiene que ver la ética con la Verdad, ¿qué valor puede presentar para nuestra vida? Lo máximo que puede servir es para servir de sustrato a las conversaciones bizantinas que deriven de ellas. Lo mismo que hablar del sexo de los ángeles. Poner en cuestión la posibilidad de la Verdad de las ciencias como creo haber entendido, la objetividad de la Verdad o atreverse a comparar en claves relativistas la moral con la ciencia, me parece extraordinariamente aventurado.
Por otro lado, señalas que:
Es decir, los seres humanos tienen que apropiarse posibilidades. Y apropiarse posibilidades significa optar por unas y desechar otras. Lo cual conlleva el tener que justificar la apropiación de unas posibilidades frente a otras. Y en ese tener necesariamente que justificar la apropiación de unas posibilidades frente a otras es donde se incardina la moral. La moral como estructura.
Dos cuestiones: no creo que los animales se encuentren desprovistos de capacidades de elección -en niveles inferiores o diferentes, por supuesto-, ni creo que la moral sea el fundamento necesario de la decisión: hay otros, mucho más útiles, que permiten sopesar las decisiones. De nuevo, las ciencias; por ejemplo, decidir en términos de salud
si ingerir los alimentos que ofrecen los mercaderes para el alma, que son sabrosos, pero nocivos, económicos, etc. Si los criterios versan sobre la
bondad o
maldad, creo que no hubiésemos sobrevivido como especie.
II. Aqueo
Dices:
Por tanto, y si precisamente lo que nos hace superiores es lo que nos diferencia de los animales (esto es, la «cultura»), no podemos construir esa noción de superioridad limitándonos al ámbito de la «animalidad». Antes bien, precisamente nuestra superioridad estribaría en disponer de lo que Heráclida llama «sensibilidad ético-moral».
Bajo el esquema que he planteado, ante las carencias consustanciales a la moral, y las posibilidades que ofrecen las ciencias, creo que el texto sería más adecuado —y ahí se encuentra el
quid de la cuestión—, cambiaría
cultura y
sensibilidad ético-moral por ciencias. Ahí se resolverían todos los problemas, a mi juicio.
Un abrazo a todos. Gracias por este estimulante debate.