Llegados a este punto yo me he propuesto no pensar más que un ratito por las mañanas acerca de este tema y el resto de mi tiempo libre apagar internet y redes sociales. Porque si ahora que en Irlanda tenemos unos 60 casos, y sólo unos 20 en el norte, me paso el día obsesionado con esto...
En fin, sólo tres cosas que me han surgido esta mañana pensando en el tema. El primero: el de la sanidad privada, en fin. Me parece muy bien que colaboren en este tema, aunque eso se da por sentado. Si hemos transferido recursos, tecnología, subvenciones y facultativos de la pública a la privada no es para que se limite a la atención primaria y a recetar paracetamol, ¿no? Se nos ha dicho que la gestión pública fomenta el parasitismo y la burocracia innecesaria, y que la privada se gestiona mejor. ¿Acaso las afecciones serias, las operaciones caras y las emergencias sanitarias no forman parte de la sanidad? Al final este es el cuento de siempre: se quieren gestionar de manera privada servicios rentables, que son muy muy pocos. Luego miras a EEUU y es para quedarse helado: ¿quién está gestionando la alerta sanitaria allí? El ejército, por supuesto. El único recurso humano a disposición del estado: cerrando barrios a punta de pistola y deteniendo gente sospechosa en los hospitales para confinarlos sabe dios dónde.
Segundo: no tengo nada en contra del virus. El virus no tiene capacidad de autorreproducirse y necesita colonizar células de otros organismos para hacerlo. Todos en su situación haríamos lo mismo. Pero si algo bueno tiene este virus es que no hace discriminación de clase. No hay manera de que la pasta te proteja de él: ya han caído Tom Hanks, la esposa de Troudeau, varios jugadores de la NBA, unos cuantos políticos aquí y hasta Trump toqueteó recientemente a un positivo. Estoy seguro de que si éste fuese el típico virus del pobre que prolifera en ambientes suburbanos, poco higiénicos, insalubres y demás, nuestros políticos estarían «preocupados» como cuando están «preocupados» por el desempleo, las tasas abusivas en las hipotecas y demás. Porque para que los países occidentales se estén planteando paralizar la economía la cosa les debe tener bien acojonados. Normal, por otro lado, muchos son viejos, otros deben tener el corazón hecho trizas de tanta farlopa y grasas saturadas, y todos tienen (tenemos) seres queridos en edad de riesgo. El virus es un cabrón, pero un cabrón justo. En ese sentido, chapeau por él.
Por último: los seres humanos nos empeñamos en convencernos de que la estabilidad es inherente a la vida en sociedad y a nuestro contacto con la naturaleza. Que nunca va a pasar nada, que cosas malas han pasado pero que ya no volverán pasar. Yo tengo muy metida dentro la experiencia de la crisis de 2008, que me pilló con 19 años pero que viví muy intensamente como imagino que la mayoría de nosotros, y le tengo mucho respeto a la vida. Mi mujer y yo hacemos todo lo posible por estar razonablemente seguros ante una eventualidad como que de repente ambos nos quedemos sin trabajo por un período sostenido de tiempo. Ayuda tener un hobby barato como la filosofía. Pero ahora veo a la gente absolutamente aterrada ante la posibilidad de una cuarentena masiva y de no cobrar durante uno o dos meses, y sé que hay gente que no puede evitar vivir al día y no pretendo aquí juzgar a mansalva (autónomos, gente con cargas familiares) pero tengo compañeros de trabajo que cobran lo mismo o más que yo y que simplemente se creían que no iba nunca a pasar nada. Pero este virus es un choque de realidad: la vida es así. Y esto es suave: el día que nos venga una cosa jodida de verdad no tardamos ni media hora en comernos los unos a los otros.
Y esto último que he dicho va relacionado con lo primer que he comentado. Ya sé que muchos en este foro vais a estar en desacuerdo, pero yo no me fío demasiado del liberalismo económico porque parto de una desconfianza antropológica importante. Ojo, por la misma razón desconfío de los postulados de la nueva izquierda de comunitarismo, zapatismo, autoorganización espontánea, solidaridad, etc. Me parecen sueños infantiles. Los seres humanos, al menos el tipo de humano europeo que yo conozco, somos seres que necesitamos pagar el gimnasio para obligarnos a hacer deporte. Como ya he dicho, nos aterra pensar que pueda pasar algo malo, bloqueamos esa posibilidad de nuestros pensamientos y actuamos en consecuencia. Estas situaciones demuestran en mi opinión que ese «quitarle al estado y poner el dinero en el bolsillo de la gente, que la gente sabrá que hacer con él» sirve para el ocio y el sector servicios pero no para todo. Sí, el estado es el Leviatán y va a aprovechar cualquier oportunidad para colonizar cualquier ámbito de la vida, pero: ay de nosotros como nos falte. ¿A dónde miramos todos hoy?