Dices, Alma: “Sobre si una persona que sufre una enfermedad mental es autónoma, pregunto a mi vez: autónoma PARA QUÉ? Por el contexto imagino que nos referimos a si tiene juicio suficiente para tomar la decisión, de una manera consciente, de querer morir. Si comprende lo que eso significa y sus consecuencias.”
Estás incurriendo en aquello que tanto criticas, a saber, el intelectualismo. A la hora de tomar una decisión influye tanto la dimensión intelectiva, como la dimensión emotiva como la dimensión volitiva. Una persona puede ser perfectamente lúcida en su dimensión intelectiva y tener mermadas sus capacidades emotivas y/o volitivas. Lo cual le impediría tomar una decisión autónoma.
El no tener clara estás cuestiones podría lleva a alguien a apoyar una eutanasia activa directa o un suicidio asistido en la creencia de que lo único que influye a la hora de tomar una decisión autónoma es la dimensión intelectiva. Lo que ocurre es que quizá cuando nos demos cuenta ya no habrá paciente para poder comentárselo. Pero bueno, ya se lo comentarás tú a sus familiares.
Dices, Alma: “Pues lo diré por enésima vez: DEPENDE DE LA ENFERMEDAD MENTAL”
Me parece perfecto. Ahora bien, eso se lo gritas a los que pretenden aprobar dicha ley.
Según tus propias palabras los enfermos mentales están incluidos en el proyecto de ley. Pero eso sí, en ese proyecto de ley no se especifica en qué casos, y por qué, una determinada enfermedad mental no se considerará motivo suficiente para que una persona pueda decidir autónomamente solicitar el suicido asistido.
¿Y quién decide esas situaciones? Las Comunidades Autónomas, los Hospitales Públicos, un médico, un clínico experimental y creativo que aborrece los argumentos, la comunidad de vecinos o alguien que pasaba por allí. Lo digo porque a lo mejor en una clínica pública y en una clínica privada se dan interpretaciones diferentes. Y claro, allá cada cual con su interpretación, con su perspectiva, con su punto de vista y con su relativismo.
Qué pasa, que en Cataluña, y en determinados casos, sí se podrá solicitar la eutanasia pero no en Aragón. Que en un hospital público, y en determinados casos, no se podrá solicitar pero sí en un hospital privado.
¿Alma, a ti te parece buena una ley (sobre la eutanasia o sobre cualquier otra tema) que su aplicación la deje en manos de no sabe quién, que no nos diga en qué supuestos cabe aplicarlas, ni las razones?
No, una ley, y si pretende ser una “buena” ley, tendría que fijar de antemano (fundamentándolo) en qué situaciones, por qué, y quienes, podrán solicitar la eutanasia. Y si no, esa ley se convertirá en una “barra libre”. Salvo que sea esto último precisamente lo que se persiga.