elías escribió:
Ya he denunciado ante este foro la tendencia imperante, y cada vez mayor entre estudiantes de filosofía, de que la razón ya no nos sirve para nada, es más, nos supone un estorbo (especulaciones metafísicas absurdas). Y que al parecer todo debemos solucionarlo desde las emociones (emotivismo moral). Pues bien, este es un caso en que dicho emotivismo moral nos puede llevar al desastre. Aunque desde el emotivismo moral, a diferencia de las éticas de la responsabilidad, es muy difícil hacerse responsable de las consecuencias de una acción. Al eliminar la razón siempre uno se podrá autojustificar diciendo que eso era lo que sentía (aunque después ya sienta otra cosa).
Buenas,
Afortunadamente, esos "estudiantes de filosofía", si en verdad tienden a dicha forma de pensar, son una buena esperanza para el futuro. Seguro que son personas formadas, leídas, y que han reflexionado adecuadamente sobre fragmentos como estos:
"Al referirse a los principios de la
razón universal, la voluntad general pretende eliminar las
fluctuaciones de lo particular sensible, revelándose en efecto en el
error de toda fluctuación de la sensibilidad humana y toda fluctuación de la sensibilidad particular como el error propiamente dicho. Permite así a la masa mayoritaria, constituida en pueblo soberano, considerarse representante por sí sola de
las razones de ser de toda la especie. [...] Ahora bien, el mundo de la voluntad general, al pretender excluir las posibilidades del error, excluye las oportunidades de la sensibilidad, y como esas oportunidades son las únicas dignas de ese nombre, excluye toda oportunidad en general. [...] En efecto, la práctica de la virtud decretada en común, la posesión de las cualidades morales y cívicas no bastan para establecer ni vínculos de fraternidad ni la experiencia de esos vínculos; la fraternidad vivida exige un vínculo filial vivido, común a todos, que ligue a cada uno a la misma instancia familiar. Ahora bien, está en la naturaleza de una instancia abstracta no tener de concreto sino
la negación; su único contenido será una sensibilidad que, de atreverse, sólo se atreverá a castigar; que se consumirá por entero en el
castigo de lo particular sensible."
(P. Klossoswski, "¿Quién es mi prójimo?").
Saludos.