Alma escribió:Eso son simplemente asunciones.
Esas asunciones son las que fija Aristóteles en su
Política. Son ideales, sin duda. Pero tuvieron cierta vigencia, la suficiente como para hacer preferible la democracia ateniense a cualquier otro régimen de gobierno de entonces.
¿Cuál es el fin del individuo en realidad, y qué entendemos por virtud y cómo practicarla?
En Atenas era algo parecido a lo que he afirmado en mi mensaje anterior. Lo sabemos por los documentos escritos que han llegado hasta nosotros por distintas vías, directas e indirectas.
En India, el propósito del individuo era distinto. Entre los pueblos bárbaros, como, por ejemplo, los persas, también era otro. Y entre nosotros... Entre nosotros ya no se sabe qué propósito tenemos, ni qué es la virtud ni como practicarla.
Ahora bien, seguro que, entre los contemporáneos de Solón, de Pericles o de Aristóteles había ciudadanos que no se adherían a nada, ni a los dioses, ni a la razón, ni a la democracia. Pero lo que importa es que propusieran una alternativa como isonomía antropológica de la praxis civil ajustada a la racionalidad de la ley.
¿Cómo podemos garantizar que la ley sea justa y se dirija a proteger el bien común y no sea fruto de un acuerdo entre facciones para devenir en dominantes, y quién juzga, de forma equitativa, que los ciudadanos tienen un comportamiento equitativo e igualitario con los demás?
No podemos. Ni antes ni ahora. Los sofistas vieron bien. Pero con Solón es la primera vez que se intenta, es la primera vez que se considera tal necesidad, la de la razón común (
lógos) como legislación inmanente a la
pólis, la ciudad comunitaria, y a la
phýsis; aunque todo aquello se basara en una visión utópica, como escribes. De todos modos, creo que esta es la utopía menos insoportable de todas.
Un saludo