Hace unas semanas que leí su ensayo de 2010 Sin fines de lucro (Por qué la democracia necesita las humanidades) en el que quedan claramente plasmadas las principales ideas que la filósofa norteamericana expone en la entrevista que nos has facilitado.
Nussbaum denuncia que, para nuestro mundo democrático, más grave y perjudicial que la crisis económica que nos azota en la actualidad es lo que ella denomina “crisis silenciosa”, provocada por la orientación que los gobiernos están dando a la educación enfocada a “producir máquinas útiles más que ciudadanos íntegros que puedan pensar por ellos”. Eso trae como consecuencia que ”las humanidades y las artes son consideradas ornamentos inútiles en un momento en que los países tienen que dejar de lado todo lo que no es útil para continuar siendo competitivos...”. “Se pierde la parte imaginativa, creativa, y el desarrollo del pensamiento crítico riguroso, ya que los países prefieren fomentar el beneficio a corto plazo a través de habilidades útiles, altamente aplicables, capaces de generar ganancias. Es decir, se busca sólo el conocimiento aplicado que conduce rápidamente a formular estrategias generadoras de beneficios, pero no se centra en la investigación científica básica”.
A este modelo al que denomina “educación para el beneficio”, que se está implantando en prácticamente todo el mundo, Nussbaum contrapone la “educación para la democracia”, que potencia el componente humanístico de los estudios. Para ilustrar sus ideas hace un recorrido histórico por otros modelos pedagógicos desarrollados en Europa, Norteamérica y la India (absorbiendo conocimientos y planteamientos de filósofos como Sócrates, Rousseau, Rabindranath Tagore o John Dewey y de pedagogos como Bronson Alcott o Friedrich Froebel) y cuyos pilares son la atribución de poderes a los estudiantes mediante la práctica del razonamiento socrático que despierte su capacidad crítica, la apertura a las diferentes culturas del mundo que facilite la empatía y la comprensión del otro y, por encima de todo, la implantación de la música, las bellas artes, el teatro y la danza en el currículum académico como elemento fundamental para el desarrollo de la imaginación.
En su planteamiento entremezcla pedagogía, psicología, ética y antropología con el fin de concienciar a la gente de que los problemas más graves que nuestra sociedad debe resolver poseen un alcance global por lo cual se requiere estar preparados para afrontar “debates multinacionales”. Sin embargo, bajo mi punto de vista, pese a las loables premisas de las que parte, Nussbaum, no logra dibujar un paisaje completo y alternativo que vaya más allá de la crítica a los modelos imperantes y de esbozar un decálogo de medidas destinadas a promover la “educación para la democracia” que parecen quedarse en simples intenciones ya que, al menos en este ensayo, no logra articular un discurso práctico consistente que indique como realizar efectivamente su catálogo teórico. Y es que, seguramente, esta sea la gran dificultad de nuestros días….