Juan A. P. escribió:
También me he dado cuenta que los apuntes en algunas asignaturas pueden resultar de poca ayuda en algunas asignaturas.
Completamente de acuerdo. Hay personas que, por falta de tiempo, echan mano de ellos. Pero lo mejor es siempre elaborarse los propios. Además, es la mejor manera de trabajar una asignatura. Se podría decir que "tema resumido, tema aprendido".
Juan A. P. escribió:
Pero de igual forma, también he llegado a la conclusión, una vez analizados los exámenes de los compañeros, que con respuestas genéricas, sin ir demasiado al grano de la pregunta, en ocasiones se pueden sacar muy buenas notas. Lo de no ir al grano se me da bien, y si divagar esta bien valorado, puedo librarme de alguna hora de estudio.
Se me ha adelantado nuestro compañero Uyatsura. Procuraré matizar un poco su respuesta.
En filosofía -por su naturaleza reflexiva- te puedes permitir alguna que otra breve reflexión personal al final del examen, si es que tienes tiempo. Pero no es eso lo que, en general, te van a pedir. Está muy bien dar el parecer, pero siempre después de haber respondido a lo que se pide. No es lo mismo efectuar una breve reflexión personal para bordar un examen que dedicarse por entero a "filosofar" sin responder a lo que se pregunta. Y lo que se pregunta es, fundamentalmente, filosofía; es decir, historia de la filosofía (historia de la metafísica, de la teoría del conocimiento, de la filosofía política ... etc.). A propósito de esto, dice Julián Marías en el prólogo de su
Historia de la Filosofía, ed. Alianza, p.25, que
"la filosofía no es su historia; pero la historia de la filosofía es filosofía".
Siento desilusionarte Juan A.P, pero lo que se pide en los exámenes es lo que hay en los manuales. Por tanto y, teniendo en cuenta que el Grado es sólo una somera introducción a la filosofía, lo lógico es que lo que se pida sea bastante memorístico. Digámoslo así: para reflexionar primero hay que estudiar -memorizar, aprehender y procurar olvidar lo mínimo-. Y después, con una mínima base teórica, entonces ya podemos empezar a reflexionar y a filosofar, pero no sin antes llevar a cabo la parte dura del proceso: estudiar libros "a saco". Eso sí: hay muchas maneras de decir lo mismo que el manual, pero hay que decir lo que hay en el manual.
En cualquier caso, cada asignatura es un mundo. Hay algunas, como Antropología filosófica, en que hay una parte del examen de preguntas cortas que debes responder en no más de 10 líneas. En esta carrera no suele ser muy habitual que el papel esté tasado, pero en algunas asignaturas se pide realmente concisión. En otras, como por ejemplo en las de Historia de la Filosofía, te puedes soltar un poco más. Esto último es lo máximo que se puede acercar al verbo "divagar". Pero ya ha quedado claro que no te referías a responder cualquier cosa, sino a efectuar alguna reflexión personal. Poderse se puede, pero no es, ni mucho menos, lo que te van a pedir. Y hasta cierto punto es lógico teniendo en cuenta que estamos en el Grado.
Pero mira, para que te quedes más tranquilo te remito a los criterios de evaluación que esgrime el Decano (Jacinto Rivera) en la página 7 de la Guía 2 de su asignatura Historia de la Filosofía Moderna. Creo que, en líneas generales, son los mismos criterios que siguen todos los profesores. Se exponen en orden de mayor a menor importancia. Sirva esto, pues, para mostrar más o menos fidedignamente los criterios de evaluación de la mayoría de asignaturas del Grado en Filosofía [las negritas son mías]:
"En las respuestas a los exámenes, así como en los trabajos se valorarán tres aspectos:
1. El primero y más básico: la información, su cantidad y su corrección, que se ofrezcan
datos y que éstos sean
históricamente correctos, que correspondan ciertamente a la época o al filósofo en cuestión y a su pensamiento. Se ha se saber utilizar adecuadamente la terminología del filósofo que se expone, porque ésta es una asignatura de historia y
no de mera creación filosófica. Hay que ofrecer información pertinente, es decir, que tenga que ver con la pregunta o con el texto el examen.
2. Lo segundo es la estructura del discurso, que éste sea coherente, hilado y argumentativo, que se vaya viendo cómo unas afirmaciones proceden de otras o están ligadas a ellas. Así el alumno demuestra que
tiene las ideas organizadas y puede dar razón de lo que va afirmando. Un examen donde aparecen diversas ideas deshilvanadas es más producto de la memoria ocasional que de la comprensión racional. Como las dos horas que se tiene para los exámenes suele ser
poco tiempo (pero desgraciadamente imposible de alargar, debido a la organización global de la UNED en los que se inserta),
se debe ir a lo esencial, y esto no es tanto la vida de los filósofos cuanto sus ideas y los argumentos mediante los cuales las defendieron; todo ello expuesto de manera
sistemática. Lo mismo vale para los trabajos. En el comentario de texto en concreto lo importante es captar y exponer la idea o ideas centrales que allí aparecen, explicándolas desde el sistema filosófico del autor, con sus términos y razonamientos, de modo que quede claro desde ese sistema lo que allí se dice y por qué se dice.
3. Por último también se valorará si el alumno es
creativo, si se ve que ha filosofado con el autor, si se ha introducido personalmente en la temática con algún rasgo de pensamiento propio o de implicación, si ha comprendido que lo que allí se debate también le concierne y se expone. Esto se ve en la misma organización de la respuesta. Todo esto naturalmente al nivel exigible a un alumno de tercer curso."
El tercer punto es lo que tú,
Juan A. P., has denominado, un poco desafortunadamente, como "divagar". Pero como ves es lo que menos cuenta. Y por supuesto no se trata de una mera divagación (sé que tienes claro que no lo es), sino de lo que el Decano dice en ese punto tres. Este tercer punto sirve para bordar un examen, pero habiendo repondido primero con arreglo a los puntos 1 y 2.
Espero que con esto quede claro cómo hay que intentar responder a los exámenes.