elías escribió:
Por cierto, por supuesto que he leído a Dawkins y a Hawking. Pero acusar de no haberlos leído porque la opinión que poseo de los mismos no se corresponde con la que un cientificista como tú defiende no tiene mucho fundamento.
Me lo pones muy fácil, elías. Tú mismo has reconocido no haber leído a Dawkins:
elías escribió:
Por cierto, no entiendo qué quiere decir Dawkins con eso de que si Dios existiese también sería cuestión de estudio científico. ¿Quién sería objeto de estudio científico, Dios? ¿Los presuntos efectos del mismo? ¿Y en caso de ser esto último ya se me dirá cómo?
Cualquiera que haya leído
DAWKINS, Richard (2006),
The God Delusion, Bantam Press, Londres y Nueva York (traducción castellana de Regina Hernández y Jesús Fabregat,
El Espejismo de Dios, Espasa Calpe, Madrid, 2007 (sétima edición de 2009)).
entenderá perfectamente a qué se refiere Dawkins. Y no se trata de una hipótesis cualquiera, sino de una de las ideas centrales de uno de sus libros más conocidos. Pero claro, hay leer un poco y, sobre todo, CITAR, algo elías NUNCA hace.
En fin elías, te voy a ahorrar el esfuerzo de ir a una librería o biblioteca:
"La Hipótesis de Dios sugiere que la realidad en la que habitamos también contiene un agente sobrenatural que diseñó el Universo y, al menos en muchas versiones de esa hipótesis, lo mantiene e incluso interviene en él con milagros, que son violaciones temporales de sus, por otra parte, propias y grandiosamente inmutables leyes. Richard Swinburne, uno de los principales teólogos británicos, es sorprendentemente claro sobre el tema en su libro ¿Hay un Dios?:
«Lo que los teístas afirman acerca de Dios es que Él tiene el poder de crear, conservar o aniquilar cualquier cosa, grande o pequeña. Y también puede hacer que los objetos se muevan o hagan cualquier otra cosa... Puede hacer que los planetas se muevan de la forma en que Kepler descubrió que se movían o hacer que la pólvora haga explosión cuando le acercamos una cerilla; o puede hacer que los planetas se muevan de formas diferentes y que las sustancias químicas hagan o no explosión bajo condiciones completamente distintas de aquellas que ahora gobiernan sus comportamientos. Dios no está limitado por las leyes de la naturaleza; Él las hace y puede cambiarlas o suspenderlas si así lo quiere.»
¡Demasiado fácil!, ¿no? Sea lo que esto sea, está muy lejos del MANS. Y sea lo que sea lo que los teístas puedan decir, esos científicos que están de acuerdo con la escuela de pensamiento de los «magisterios separados» deberían admitir que un Universo con un creador sobrenaturalmente inteligente es un tipo de Universo muy distinto de otro que no lo tenga. La diferencia entre esos dos hipotéticos Universos difícilmente podría ser más fundamental en principio, incluso si no es fácil de probar en la práctica. Y socava la complacientemente seductora máxima de que la ciencia debe estar en silencio absoluto sobre la demanda central de la existencia de la religión. La presencia o ausencia de una superinteligencia creativa es, inequívocamente, una cuestión científica, incluso aunque en la práctica no esté clara —o no todavía—. También así es la verdad o falsedad de cada una de las historias milagrosas en que confían las religiones para impresionar a las multitudes fieles.
¿Tuvo Jesús un padre humano o era virgen su madre en el momento de su nacimiento? Tanto si hay como si no hay evidencias reales suficientes para decidirlo, esta es una cuestión estrictamente científica con una respuesta definitiva por principio: sí o no. ¿Levantó Jesús a Lázaro de la muerte? ¿Volvió Él mismo a la vida, tres días después de haber sido crucificado? Hay una respuesta para cada pregunta, tanto si podemos descubrirla en la práctica como si no, y es una respuesta estrictamente científica. Los métodos que deberíamos utilizar para resolver este tema, en el hipotético caso de que alguna vez tuviéramos pruebas disponibles, deberían ser pura y enteramente métodos científicos. Para dramatizar este punto, imaginemos que, por una serie excepcional de circunstancias, los arqueólogos forenses desentierran un ADN que demuestra que realmente Jesús careció de un padre biológico. ¿Se imaginan a los apologistas religiosos encogiendo sus hombros y diciendo algo remotamente parecido a lo siguiente?: «¿A quién le importa? Las pruebas científicas son absolutamente irrelevantes para las cuestiones teológicas. ¡Magisterio erróneo! Solo nos preocupamos de las cuestiones definitivas y de los valores morales. Ni el ADN ni ninguna otra prueba científica podría nunca tener trascendencia en este tema, ni en un sentido ni en otro».
La propia idea parece un chiste. Puedes apostarte hasta la camisa que esa prueba científica, si alguna vez hay alguna, sería aprovechada y transmitida hasta a los cielos."
DAWKINS, El espejismo de Dios (2006): pp. 69-70.
Venga, ya tienes divertimento para un rato.