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TEMA: Compatibilizar el estudio con la salud mental

Compatibilizar el estudio con la salud mental 20 Nov 2018 21:26 #46271

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Hola, El Abel

La pregunta no era si tiene sentido la existencia sin vocación sino si pierde sentido la existencia sin vocación. Lo digo por si te aclara algo.

Un saludo.
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Compatibilizar el estudio con la salud mental 20 Nov 2018 23:36 #46275

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Creo que Abel está ahora mismo disfrutando del sueño familiar. Cuidando pareja e hijo, tanto material como mentalmente. Muchos ánimos Abel. Eres un ejemplo a seguir.
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Compatibilizar el estudio con la salud mental 20 Nov 2018 23:49 #46276

  • Castlelita
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elías escribió:
Hola, Castlelita

Te preguntas: “¿Pierde sentido la existencia sin vocación?”

Personalmente considero que sí. La vocación es aquella inclinación o interés que nos hace ser más plenamente. Es una llamada o voz interior. Pero, y dejando a un lado las religiones, nunca he sabido cómo y de dónde nace esa llamada o voz interior. Nunca he entendido cómo un niño o una niña, y ya a temprana edad, sienten esa voz interior que les dicta lo que han de ser (médico, artista, filósofo o futbolista). Es una voz que está en el interior de cada uno de ellos pero que no se identifica con quien la escucha.

¿Cómo es posible que una persona, y debido a esa llamada, sea capaz de determinar su vida, y por tanto, de determinarse a sí mismo? ¿Y por qué unos la escuchan y otros no? ¿Quizá esa voz está en cada uno de nosotros, pero por las razones que sea, no terminamos de escucharla? En fin, no lo sé.

Un saludo

Sobre el sentido de la vida...

Este verano me leí "El hombre en busca de sentido" de Viktor Frankl (no sé, imagino que mi visita a la exposición "Holocausto", en Madrid, influyó bastante). Es un libro muy fácil de leer. En el libro, Viktor F dice que no hay un sentido general de la vida, sino que cada individuo le da sentido en un momento concreto, es decir, que el sentido va cambiando según las circunstancias de cada uno; le da también mucha importancia a la "libertad" porque según él somos libres de elegir qué actitud tomar ante cualquier circunstancia y al amor. El amor es la meta más alta a la que puede aspirar un hombre...¡Es increíble! :blink: . Un tipo que sobrevivió a Auschwitz hablando de amor y de libertad como bienes que nadie, nunca, te puede quitar. Son tuyos y tú decides...

En cuanto la vocación...

Ojito a dónde nos lleva esa determinación que creemos que necesitamos para ser felices. Mucho ojo. Podemos caer en una trampa. Fijaos si no, en el grado de insatisfacción laboral que hay, en la frustración que hay en mucha gente...¿no creéis que "el sistema" o el mundo laboral ha impuesto un mundo de metas donde nunca nada es suficiente, donde la felicidad siempre está en el futuro, lo que todavía no he conseguido, lo que me falta por conseguir? Es un poco (bastante) perverso ¿no?

Saludos
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Compatibilizar el estudio con la salud mental 21 Nov 2018 00:33 #46277

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Ojito a dónde nos lleva esa determinación que creemos que necesitamos para ser felices. Mucho ojo. Podemos caer en una trampa. Fijaos si no, en el grado de insatisfacción laboral que hay, en la frustración que hay en mucha gente...¿no creéis que "el sistema" o el mundo laboral ha impuesto un mundo de metas donde nunca nada es suficiente, donde la felicidad siempre está en el futuro, lo que todavía no he conseguido, lo que me falta por conseguir? Es un poco (bastante) perverso ¿no?

Muy de acuerdo pero es que lo de la alienación del trabajo de Marx no es un mero eslogan izquierdista, hay una realidad. Marx es de los autores que mejor escriben. De hecho, podríamos decir que tenía una escritura bellísima pero como es mejor ponerlo a caldo pues esto se suele pasar por alto.

Ahora vivimos en la cuarta revolución industrial, la de la digitalización, pero en la primera fue una transformación enorme. De acuerdo que trabajar en el campo era explotación y era muy duro pero estabas en contacto con la Tierra, con algo real, con una actividad que tenía todo el sentido del mundo. Cuando aparecieron las fábricas el cambio fue mayor de lo que vivimos hoy día que ya hemos nacido con la tecnología. Marx lo expresaba de forma ejemplar:

''Todo lo sólido se desvanece en el aire, todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas'', Karl Marx

Las condiciones de existencia son el consumo, el ser feliz porque si no eres un fracaso, el triunfo social, etc. Se va generando lo que Lipovetsky llamó ''la era del vacío'' generaciones de narcisistas que se relacionan con su propia imagen, máxima expresión del selfie. No deja de llamar la atención que se llegase al punto de operarse el mentón para ajustarlo al selfie pero que a semejante estupidez se haya contrarrestado con un software en el móvil que ajuste que te haces la foto en contrapicado.

La revolución industrial 4.0 está acompañada de un capitalismo 4.0 donde el trabajador es autoexplotado en semejanza a ese narcisismo extremo que vive. El filósofo residente en Alemania de origen coreano Hans explica muy bien esto. Lo que Marx nunca habría previsto es que la relación recíproca es consigo mismo.
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Compatibilizar el estudio con la salud mental 21 Nov 2018 02:13 #46279

  • zolaris
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Completamente de acuerdo Abel. Supongo que te refieres a Byung Chul Han y su "Agonía del Eros". En efecto, ahora el trabajador se explota a sí mismo.

"El sujeto del rendimiento, como empresario de sí mismo, sin duda es libre en cuanto que no está sometido a ningún otro que le mande y explote; pero no es realmente libre, pues se explota a sí mismo, por más que lo haga en completa libertad. El explotador es el explotado. Uno es actor y víctima a la vez. La explotación de sí mismo es mucho más eficiente que la ajena, porque va unida al sentimiento de libertad. Con ello la explotación también es posible sin dominio."

"El tú puedes ejerce más coacción que el tú debes, ya que no es posible ninguna resistencia contra sí mismo. El régimen neoliberal esconde su estructura coactiva tras la aparente libertad del individuo, que ya no se entiende como sujeto sometido, sino como desarrollo de un proyecto." Podría citar el libro entero porque no tiene desperdicio.

Y es que los tentáculos actuales del capitalismo son de una sutileza y una sofisticación que pasman. Una de sus armas más potentes es sin duda el narcisismo. Es lo que hemos creado y lo que nos va a acabar devorando la vida. Decía Bukowski que el capitalismo devoró al comunismo y ahora se está devorando a sí mismo.

Un saludo.
A Flaubert que le den.
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Compatibilizar el estudio con la salud mental 21 Nov 2018 08:49 #46280

  • elías
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Hola Castlelita

Dices: “En cuanto la vocación...

Ojito a dónde nos lleva esa determinación que creemos que necesitamos para ser felices. Mucho ojo. Podemos caer en una trampa. Fijaos si no, en el grado de insatisfacción laboral que hay, en la frustración que hay en mucha gente...¿no creéis que "el sistema" o el mundo laboral ha impuesto un mundo de metas donde nunca nada es suficiente, donde la felicidad siempre está en el futuro, lo que todavía no he conseguido, lo que me falta por conseguir? Es un poco (bastante) perverso ¿no?”

Bueno, en realidad, y tal como yo la entiendo, la vocación no constituye una determinación sino una “llamada”. Es una “llamada” que se da en nosotros pero que no se identifica con nosotros mismos (al menos, fenomenológicamente) y que no tenemos que seguir. Otra cuestión, y más allá del hecho fenomenológico, es la explicación que podamos dar de esa “llamada”. Es decir, otra cuestión bien diferente es la explicación que demos sobre la vocación.

Sí, la psicológica pudiera ser una explicación. Esa vocación podría ser la “internalización” de aquello que la sociedad espera de nosotros y que en un momento dado, y por las razones y los mecanismos que fueren, aflora desde el inconsciente y se nos presenta como una “llamada” que nos interpela.

Bueno, en cualquier caso, y por si pudiera interesarle a alguien aquí dejo el siguiente texto.


REFLEXIONES DE UN JOVEN SOBRE LA ELECCIÓN DE PROFESIÓN
Karl Marx


La naturaleza ha determinado la esfera de actividad en la que debe moverse todo animal, y éste se mueve apaciblemente en ella, sin intentar sobrepasar sus límites, sin intentar siquiera echar un rápido vistazo más allá. También al hombre en general la Divinidad le ha dado un fin, el de ennoblecer a la humanidad y a sí mismo, pero le permite buscar por sí solo los medios mediante los cuales realizar este fin; le deja elegir la posición en la sociedad más adecuada para él, desde la cual podrá más fácilmente elevarse a sí mismo y a la sociedad.

Esta capacidad de elección es un gran privilegio para el hombre sobre el resto de la creación, pero al mismo tiempo es una decisión que pude destruir toda su vida, frustrar sus planes y hacerle infeliz. Recapacitar seriamente sobre esta elección es, por tanto, el primer deber de un joven que comienza su carrera y no quiere dejar sus asuntos más importantes al arbitrio de la suerte.
Todo el mundo tiene un objetivo en perspectiva que, al menos para él, parece sumamente importante, y así es de hecho si la más profunda de las convicciones, la voz más íntima del propio corazón así lo declara, porque la Divinidad jamás deja a un hombre mortal por completo solo y sin guía; él habla en voz baja, pero certera.

Pero esta voz puede fácilmente ahogarse, y lo que tomamos por inspiración puede ser el producto de un instante que otro instante puede quizá destruir. Nuestra imaginación, quizá, echa a volar, nuestras emociones nos alteran, vemos fantasmas ante nuestros ojos, y nos lanzamos de cabeza hacia lo que el impetuoso instinto nos sugiere, imaginando que la Deidad misma nos lo señala. Y lo que ardientemente abrazamos pronto nos repele y vemos toda nuestra existencia en ruinas.
Por eso debemos examinar seriamente si estuvimos realmente inspirados en nuestra elección de profesión, si nuestra voz interior lo aprueba, o si esta inspiración es una ilusión, y lo que creemos la llamada de la Deidad no era más que autoengaño. Pero, ¿cómo podemos reconocer algo sino rastreando la fuente de la inspiración misma?

Aquello que es grande brilla, su brillo incita a la ambición, y la ambición puede fácilmente producir la inspiración o lo que creemos inspiración; la razón es incapaz de reprimir al hombre tentado por el demonio de la ambición, que se lanzará de cabeza sobre aquello que el impetuoso instinto le sugiere: ya no es él quien elige su posición en la vida, en lugar de ello se ve determinado por la suerte y la ilusión.
Tampoco estamos llamados a adoptar la posición que nos ofrece las más brillantes oportunidades; no es ésa la que, durante la larga serie de años en que quizá tengamos que mantenerla, jamás nos canse, jamás nos desaliente, jamás nos haga perder el entusiasmo, viendo pronto nuestros deseos insatisfechos, nuestras ideas sin realizar, clamando contra la Deidad y maldiciendo a la humanidad.
Pero no sólo la ambición puede despertar un entusiasmo repentino por una profesión determinada; quizá nuestra imaginación pueda embellecerla, y embellecerla de tal manera que nos parezca lo mejor que la vida puede ofrecernos. No la hemos analizado en detalle, no hemos considerado toda la carga que implica, la gran responsabilidad que nos impone; la hemos visto sólo desde la distancia, y la distancia engaña.

Nuestra propia razón no puede ser buena consejera aquí; porque no está sustentada ni por la experiencia ni por una profunda observación, sino que se ve engañada por la emoción y cegada por la fantasía. ¿Hacia quién volver entonces nuestros ojos? ¿Quién nos apoyará allí donde nuestra razón nos abandona?
Nuestros padres, que ya han recorrido el camino de la vida y han experimentado la severidad del destino –nos lo dice nuestro corazón.
Pero si aún así nuestro entusiasmo persiste, si continuamos amando una profesión y creyéndonos llamados a ella después de examinarlo a sangre fría, después de conocer sus cargas y tomar conciencia de sus dificultades, entonces debemos adoptarla, entonces ni nuestro entusiasmo nos engaña ni nuestra precipitación nos desvía.

No siempre, sin embargo, podemos alcanzar la posición a la que nos creemos llamados; nuestras relaciones en la sociedad están ya fijadas hasta cierto punto antes de que podamos influir en ellas.
Nuestra constitución física misma es a menudo un obstáculo amenazador, y no motivo de burla.
Es cierto que podemos sobreponernos a ella, pero entonces nuestra caída será tanto más rápida, porque estamos arriesgándonos a construir sobre ruinas, y toda nuestra vida será una desgraciada lucha entre el cuerpo y la mente. Porque aquél que es incapaz de reconciliarse con las advertencias que reconoce en sí mismo, ¿cómo puede resistir el tempestuoso estrés de la vida, cómo puede actuar con calma? Y sólo desde la calma pueden las acciones fructificar; es la única tierra en la que los frutos se desarrollan correctamente.

Aunque no podamos trabajar felizmente durante mucho tiempo con una constitución física inadecuada para nuestra profesión, sin embargo surgirá continuamente la idea de sacrificar nuestro bienestar al deber, de actuar vigorosamente aunque nos destrocemos. Pero si hemos elegido una profesión para la que no tenemos talento jamás podremos ejercerla bien, y pronto nos daremos cuenta con vergüenza de nuestra incapacidad y nos diremos que somos unos inútiles, que somos incapaces de satisfacer nuestra vocación. Entonces, la consecuencia más natural es el auto-desprecio, ¿y qué sentimiento es más doloroso y más difícil de compensar a pesar de todo lo que el mundo exterior pueda ofrecernos? El auto-desprecio es como una serpiente que mordisquea nuestro pecho, absorbiéndonos la sangre del corazón y mezclándola con el veneno de la misantropía y la desesperación.

La ilusión acerca de nuestros propios talentos para una profesión que hemos examinado de cerca es un error que se vengará sobre nosotros mismos, y aunque no conozcamos la censura del mundo exterior, nos producirá un dolor en nuestro corazón más terrible que el que podría inflingirnos esta censura.
Si hemos considerado todo esto, y si nuestras condiciones de vida nos permiten elegir cualquier profesión que queramos, podemos adoptar aquélla que nos asegure el mayor bien, un bien basado en ideas de cuya verdad estemos por completo convencidos, que nos ofrezca el abanico más amplio desde el que trabajar para la humanidad, y que nos permita acercarnos verdaderamente al propósito general para el que toda profesión no es más que un medio –la perfección.

Bien es aquello que más eleva a un hombre, aquello que imprime la más alta nobleza a sus acciones y a sus empresas, aquello que lo hace invulnerable, admirado por la multitud y elevado por encima de ella.
Pero el bien sólo puede garantizarlo una profesión en la cual no seamos herramientas serviles, una profesión en la que actuemos independientemente dentro de nuestra esfera. Sólo puede garantizarlo una profesión que no exija actos reprensibles, incluso aunque sean reprensibles sólo en apariencia, una profesión que los mejores puedan ejercer con noble orgullo. Una profesión que garantice esto en su más alto nivel no siempre es la más elevada, pero sí es siempre preferible.
Pero igual que una profesión que no nos garantiza el bien nos degrada, una profesión basada en ideas que más tarde reconocemos como falsas nos hará sucumbir bajo su carga.
Y en ese caso no nos queda otro recurso que el auto-desprecio, ¡y qué desesperada salvación la del autoengaño!

Aquellas profesiones no implicadas de lleno en la vida, sino relacionadas con ideas abstractas, son las más peligrosas para los jóvenes cuyos principios y convicciones no son aún firmes, fuertes e indestructibles. Al mismo tiempo, esas profesiones pueden parecer las más exaltadas si sus raíces se hunden profundamente en nuestros corazones y si somos capaces de sacrificar nuestras vidas y empresas por las ideas que prevalecen en ellas.
Pueden proporcionar la felicidad al hombre que tenga vocación para ellas, pero también pueden destruir a quien las adopta apresuradamente, sin reflexionar, cediendo al impulso del momento.
Por otra parte, la alta consideración de las ideas sobre las cuales se apoya nuestra profesión nos proporciona una posición elevada en la sociedad, enalteciendo nuestro propio valor e imprimiendo seguridad a nuestras acciones.

Aquél que elige una profesión que valora altamente temerá la idea de no servir para ella; actuará noblemente aunque sólo sea porque su posición en la sociedad es una posición noble.
Pero la principal guía que debe dirigirnos en la elección de profesión es el bienestar de la sociedad y nuestra propia perfección. No debe pensarse que estos dos intereses puedan entrar en conflicto, que uno pueda destruir al otro; por el contrario, la naturaleza humana está constituida de tal modo, que sólo podemos atender a nuestra propia perfección trabajando por la perfección y el bien de los demás.

Si se trabaja sólo para uno mismo, es posible convertirse en un hombre de fama, en un gran sabio, un excelente poeta, pero jamás en un verdadero gran hombre.
La historia llama grandes hombres a aquellos que se ennoblecen a sí mismos trabajando por el bien común; la experiencia aclama como a los hombres más felices a aquéllos que hacen felices a un mayor número de personas; la religión misma nos enseña que el ser ideal al que todos luchan por imitar se sacrificó a sí mismo por el bien de la humanidad, ¿y quién se atrevería a despreciar tales juicios?
Si hemos elegido la posición en la vida en la que ante todo podemos ayudar a la humanidad, ninguna carga podrá aplastarnos, porque los sacrificios serán en beneficio de todos; no experimentaremos una felicidad egoísta, limitada y estrecha, sino que nuestra felicidad pertenecerá a millones de personas, nuestros actos permanecerán sosegada y perpetuamente vivos, y sobre nuestras cenizas caerán las cálidas lágrimas de las personas nobles.”


Un Saludo
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Compatibilizar el estudio con la salud mental 21 Nov 2018 09:38 #46283

  • elías
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Hola, El Abel

Dices: “Las condiciones de existencia son el consumo, el ser feliz porque si no eres un fracaso, el triunfo social, etc. Se va generando lo que Lipovetsky llamó ''la era del vacío'' generaciones de narcisistas que se relacionan con su propia imagen, máxima expresión del selfie. No deja de llamar la atención que se llegase al punto de operarse el mentón para ajustarlo al selfie pero que a semejante estupidez se haya contrarrestado con un software en el móvil que ajuste que te haces la foto en contrapicado.”

Simplemente hacerte una matización. El ser feliz es algo constitutivo a todo ser humano. La cuestión es, y supongo que es lo que has querido decir, cuál debe de ser el concepto de felicidad o si existe un único concepto de felicidad. ¿Por cierto, y si como dijiste: “al final tendrá razón Sartre y somos nosotros quienes le damos el sentido como una especie de apuesta” cuál es el problema si para algunos la felicidad consiste en operarse el mentón para ajustarlo al selfie? ¿Qué problema hay en que esa sea su apuesta?

Un saludo
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Compatibilizar el estudio con la salud mental 21 Nov 2018 13:23 #46296

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Hola. Un par de apreciaciones, es mucho lo que habéis dicho pero me quedo con las palabras de la chica que inició el hilo, la filosofía te aporta, pues adelante. Entiendo que aproximándose las fechas de exámenes entremos en colapso, quizá para gente que padezca además algún tipo de dolencia la cosa se haga mucho más difícil, puede que merezca la pena aparcarlo hasta otro momento en el que estemos más repuestos. Del estudio de la filosofía para mí lo realmente excitante es el camino que se recorre. Darle a la filosofía ese halo maldito, como campaña publicitaria lanzada por las universidades quedaría muy impactante pero me temo que no. Decís de aquél facultativo que tuvo trastorno bipolar y leía Aristóteles, ay, te puedo decir de tantos que con el mismo diagnóstico no lo leían. Imagináis, se mueve ese eslogan “Eres audaz, estás muy loco, quieres vivir al límite, arriesgar tu vida, dejar un cadáver joven, atrévete, matricúlate en filosofía” y los chavales ya no se meten en el baño a fumarse o tragarse no sé qué sino a leer a Schopenhauer o aquellos que compiten en los alrededores del Metropolitano con sus bólidos ahora quedaran allí mismo a debatir como en un ágora griega, se subió a la barandilla en la planta más alta de un edificio abrazada a “Ser y tiempo” … Me temo que “El guardián entre el centeno” no le llevó a aquél a disparar al presidente/actor pero menudo cartel para la novela, yo la leí un año después de morir mi hermana pequeña y os aseguro que aunque el presidente del gobierno entonces me diera patadas en el hígado, no sé me pasó por la cabeza ni arrojarle un tomate. De mi familia paterna 5 de 10 de mis tíos tienen/tenían un diagnóstico de enfermedad mental, una era licenciada en filosofía, otro en Químicas y en ciencias políticas, otro era militar, otro coleccionaba monedas y recitaba los pueblos de todas las provincias del España, el último, yo que sé que era, le gustaban los idiomas y coleccionaba enciclopedias pero lo cinco fueron niños en la guerra. Hoy somos derrochadores de nuestro tiempo y encima no nos damos cuenta. Lo hipotecamos, lo malvendemos a cambio de “cosas” de apariencia. ¿Y si tuviéramos un reloj en la muñeca, como en aquella peli tan mala, que nos dijera el tiempo que nos queda?, ¿creéis que lo derrocharíamos de esta manera? Y al final ¿le dirías sí a repetirla, cada minuto, cada segundo…? ¿Te angustia el eterno retorno? A mi me parece una declaración de amor.
Rocinante, aunque te lo he leído en otro hilo, dile a tu mujer nefróloga que a aquella chica a la que quise tanto y con quien viví sus únicos 26 años de vida, siendo aun niña en una sala de diálisis, le dijo una vez una escritora y compañera de fatigas, "la diálisis es como un amante, te aniquila pero te da la vida". Es muy bello lo que hace tu chica aunque sufra tanto.
Última Edición: 21 Nov 2018 13:32 por Xna.
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Compatibilizar el estudio con la salud mental 21 Nov 2018 16:53 #46302

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Hola, Albar:

Gracias por la anécdota. Tomo nota. Un ser muy querido que se suicidó, filósofo de formación y profesión, me decía algo así como que debemos refugiarnos en nuestros libros. Si volviera a ver a Pepe le diría que en los libros de gente muerta uno no se refugia sino en la gente viva. Pero como una buena forma de sufrir es pensar en condicionales donde la premisa no se puede cumplir, me limitaré a decir que echo de menos a mi amigo.

Hola, El Abel:

Te acompaño en el sentimiento, sin duda una pérdida autolítica es siempre terrible. También yo perdí a un gran amigo de dicha manera. Determinadas pérdidas no se superan jamás. Se aprende a convivir con ellas a duras penas, pero superarse nunca. Ya lo decía el poeta:

"Yo, sin tí, no soy yo. No puedo serlo.
Y ese dolor, insoportable, subyacerá dentro de mí: tener que ser yo sin ti"

A lo largo de los 20 años que llevo ejerciendo mi profesión me he preguntado innumerables veces por la naturaleza y el por qué del sufrimiento del ser vivo. Algo me quedó claro el tiempo que presté mis servicios en psiquiatría: la línea que separa la cordura y la locura es fina, muy fina. Traspasarla no es difícil. Y aquel compañero médico, antes de enfermar me acuerdo que me abrió, cierto día pasando consulta, una terrible reflexión que me puso al límite: ¿y si son ellos los cuerdos y nosotros los "locos"? ¿Y si ellos perciben algo a lo que nosotros no alcanzamos a comprender?
Recuerdo que al poco tiempo leía a Nietzsche, en su magnífica obra "Más allá del bien y del mal", la demoledora cita: "Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti". Durante un tiempo el suelo me tembló bajo los pies y tuve que apartarme de ciertas lecturas. La Filosofía como el perfume: huélela pero no te la tragues... Quizá aquellas palabras me devolvieron a la superficie. En mi opinión, cuando alguien es curioso en su conocimiento debe ser a su vez precavido y equilibrado. Ya lo advertía Eclesiastés 1-18:

"Porque en la mucha sabiduría hay mucha angustia, y quien aumenta el conocimiento, aumenta el dolor".

Un cordial saludo.
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Compatibilizar el estudio con la salud mental 21 Nov 2018 23:37 #46308

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Simplemente hacerte una matización. El ser feliz es algo constitutivo a todo ser humano. La cuestión es, y supongo que es lo que has querido decir, cuál debe de ser el concepto de felicidad o si existe un único concepto de felicidad. ¿Por cierto, y si como dijiste: “al final tendrá razón Sartre y somos nosotros quienes le damos el sentido como una especie de apuesta” cuál es el problema si para algunos la felicidad consiste en operarse el mentón para ajustarlo al selfie? ¿Qué problema hay en que esa sea su apuesta?

A mí me gusta más hablar de la muerte porque sé lo que es y algún día lo estaré. Pero hablar de la felicidad es demasiado subjetivo y además no sé si lo seré alguna vez. Creo que fue a Kant a quien le leí que la felicidad es fruto de la imaginación y no de la razón. No obstante algo hay.

Operarse el mentón por el selfie es un el colmo del narcisismo, está muriendo mientras se contempla en un trozo de plástico. Es difícil establecer los límites del sentido, es a lo que me refería anteriormente. Si alguien cree que lo de la operación del mentón puede tener sentido me parece estupendo. Que lo piense la mayoría de la humanidad me conduciría indefectiblemente al suicidio: un mundo con tanto imbécil no merece ser habitado.

Saludos
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