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TEMA: Interpretación de "¿El final de la historia?" de Fukuyama

Interpretación de "¿El final de la historia?" de Fukuyama 25 Jun 2014 14:00 #23914

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El artículo de Francis Fukuyama titulado “¿El final de la Historia?” (publicado originalmente en 1988) constituye la lectura obligatoria del tema 8 de esta asignatura. Su teoría, de forma resumida, defiende que la universalización del liberalismo económico y político y de la democracia occidental constituyen el punto final de la evolución ideológica de la humanidad. Una vez que sus principales antagonistas, el fascismo y el comunismo, han dejado de ser un peligro real y otras dos posibles amenazas, como el fundamentalismo religioso y los nacionalismos, no constituyen un obstáculo insalvable para su hegemonía, nada puede evitar el triunfo y la imposición de la sociedad liberal a escala planetaria. A este fenómeno es a lo que Fukuyama denomina, de forma sensacionalista, como “final de la historia”, concepto que toma prestado de Hegel a través de la interpretación que de él realizara el filósofo ruso Alexandre Kojève en la década de los treinta del siglo XX. Si bien para el politólogo norteamericano el final de la historia aún no se ha concretado materialmente, puesto que junto a las sociedades y culturas que ya han superado la historia conviven otras que siguen ancladas en ella, y entre las cuales el conflicto es inevitable, esto no quiebra la verdad teórica de que el destino final del mundo es que acabe por unificarse también en el plano material constituyéndose el “Estado homogéneo universal”.

La primera impresión que me produjo su lectura fue la de un cierta confusión que me llevó al escepticismo: primero, ante la proclamación de una idea que parecía totalmente superada, como es la del progreso y continua perfectibilidad del ser humano y de la sociedad propia de la filosofía especulativa de la historia; en segundo lugar, porque su posicionamiento denota cierta candidez intelectual al proclamar que la homogeneización ideológica trae como consecuencia la eliminación de la conflictividad, ya que, por un lado, no creo que ésta sea achacable en exclusiva a las diferencias ideológicas y, por otro, porque pasa de largo sobre el hecho de que la naturaleza humana es esencialmente conflictiva per se; y, por último, me dio la impresión de que su discurso está construido sobre un cierto prejuicio etnocéntrico que parece identificar globalización, ideología y occidentalismo, lo cual no quiere decir que los valores democráticos sobre los que se asienta el mundo occidental sean negativos, sino que parece otorgarles una naturaleza inmutable ideal que ignora por completo la experiencia que demuestra que estos mismos valores no pueden hacerse extensibles sin reservas al resto de culturas. El propio estudio de la historia nos ha venido demostrando que las teorías visionarias que han proclamado su final como culminación de un proceso teleológico han acabado por mostrarse equivocadas. Y, reflexionando con algo más de profundidad, me dio la sensación de la peligrosidad que podría suponer el promover una idea como esa que derivaría en la proclamación de un cierto tipo de inmovilismo cuya consecuencia primera conduciría a las sociedades hacia la resignación ante lo inevitable y a una perversa reivindicación del status quo imperante.

Sin embargo, comentando con un compañero el famoso y polémico artículo, me argumentó que debemos ver en el discurso de Fukuyama una crítica y una denuncia de la apropiación capitalista de tal sentido de la historia que es concebida como una nueva forma de colonización, pacífica pero destructora de la riqueza de la diversidad humana, por lo que Fukuyama no la entiende desde una perspectiva optimista, como demuestran las palabras con las que concluye su exposición: “El final de la historia será un momento muy triste. La lucha por el reconocimiento, la voluntad de arriesgar la propia vida por una meta puramente abstracta, la lucha ideológica a escala mundial que exigía audacia, coraje, imaginación e idealismo, será reemplazada por el cálculo económico, la interminable resolución de problemas técnicos, la preocupación por el medio ambiente, y la satisfacción de las sofisticadas demandas de los consumidores..."; "Tal vez esta misma perspectiva de siglos de aburrimiento al final de la historia servirá para que la historia nuevamente se ponga en marcha". .

En definitiva, mis dudas se pueden resumir en tres preguntas que, tal vez, alguien con más conocimiento de esta problemática puede aclararme:
  1. ¿Tiene algún sentido reivindicar en nuestros días esa concepción especulativa de la historia?

  2. La interpretación hegeliana de Fukuyama, ¿se ajusta realmente a la concepción del final de la historia del filósofo alemán?

  3. ¿Es el pensamiento de Fukuyama crítico o es más bien reivindicativo, legitimizador del liberalismo económico-político?
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Interpretación de "¿El final de la historia?" de Fukuyama 25 Jun 2014 23:47 #23917

  • cuervo ingenuo
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Muchas gracias por abrir este hilo, Rafel.
Vaya por delante que yo no he leído directamente a Fukuyama todavía, con lo que mi opinión sobre él está muy mediatizada... Es una de esas cosas que siempre dejo para el verano, pero en verano, al final, hay tanto acumulado que siempre se queda para el año siguiente... y así llevo por lo menos 15 años... y no es broma :blush:

Lo que sí leí hace mucho tiempo con gran interés fue la contestación de Josep Fontana: La historia después del fin de la historia (Crítica, 1992), un librito muy fácil de leer y que destruye (a mi juicio y el de muchos) las tesis de Fukuyama.

Creo que Fukuyama está bastante lejos de la candidez... Fontana resaltaba que la Fundación para la que trabajaba Fukuyama invertía cantidades ingentes de dinero para producir un "viraje" (creo que era el término que utilizaba) hacia la derecha en los estudios de ciencias sociales. Fundación responsable de la revista The National Interest, célebre por aglutinar al aparato intelectual que respaldó a Reagan (creo que el artículo de Fukuyama se publicó aquí). Es más, creo recordar que el mismo Fukuyama perteneció al Departamento de Estado en épocas de Reagan y Bush padre.
Esto seguramente contesta la tercera cuestión que planteas, y es que parece obvio que Fukuyama construye su relato para legitimar las democracias liberales y seguramente la transformación que estas estaban/están teniendo hacia las posiciones que hoy entendemos como neoliberales.

Espero poder volver a este hilo al final del verano después de haber leído a Fukuyama y releído a Fontana (he buscado, sin éxito de momento, su librito por casa para releer mis notas antes de escribir aquí).

Gracias de nuevo por el hilo, me recuerda que tengo un asunto pendiente con el fin de la historia
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Última Edición: 25 Jun 2014 23:49 por cuervo ingenuo.
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Interpretación de "¿El final de la historia?" de Fukuyama 26 Jun 2014 00:13 #23919

  • Kierkegaard
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Ando ahora mismo precisamente leyendo el libro de Perry Anderson "Los fines de la historia" en el que el pensador marxista realiza todo un recorrido por los antecedentes de Fukuyama, antes de adentrarse en su polémica propuesta. No sé, Rafel, si este es libro recomendado en la asignatura del Grado, pero es bibliografía obligatoria de la de la licenciatura y, de momento, me está resultando interesante.

Por lo que he visto hasta ahora, el planteamiento de Anderson va a criticar un tanto que los detractores de Fukuyama se limiten a manejar dos argumentos: El primero es que habría interpretado equívocamente a Hegel; el segundo, que su hermenéutica de la segunda mitad del siglo XX es incorrecta. Sin embargo, para Anderson estas observaciones obvian la auténtica originalidad de la tesis de Fukuyama y pasan por alto sus verdaderas debilidades. Estoy todavía pendiente de introducirme en el meollo del tratamiento de Fukuyama. Ya te diré.

De momento, y por si aportan a tu lectura, esta es la composición de lugar que me he hecho con los antecedentes que Anderson analiza. Antes que Kojève, Cournot (1801-1877), con su cálculo probabilístico y su profundo conocimiento de las reglas del mercado, apunta a una progresiva predictibilidad de todo el funcionamiento social conforme a una suerte de progresiva e imparable racionalización al estilo webberiano, que ha ido acentuándose hasta acabar por hacer del funcionamiento de la esfera pública un todo dado, en ese estadio en el que "el sistema social sería casi tan regular y predecible como un sistema natural, en la medida en que los principios económicos se convierten en la fuerza dominante que informa la vida colectiva, declina la grandeza individual, crece el consumo popular y la política cede terreno a la administración" (p.44). Lejos de cualquier teleología premeditada, sus pronósticos, inspirados por una sólida trayectoria científica, sobre cómo evolucionaría el movimiento obrero y cómo sucumbiría un sistema comunista, o cómo el capitalismo podría degenerar hacia un estatalismo capitalista que atentara contra la propia libertad de mercado resultan muy sugerentes. Y de cierto tono pesimista-crítico como el que pareces apuntar en Fukuyama, pues en ese estadio final de la civilización "la sociedad tiende a asumir, como un panal de abejas, un patrón prácticamente geométrico". La administración reemplaza a la política. Aunque nuevos retos, como los de la sostenibilidad ecológica del sistema, asoman en la reflexión de este pensador insatisfecho con esa posthistoria.

La interpretación de Kojève le lleva a la proclamación de un final de la historia en proceso de consumación, a partir de la instauración de un "Estado universal y homogéneo", que en su particular interpretación de Hegel (basada en una sesgada y limitada lectura de la Fenomenología), éste ya habría proclamado con el advenimiento de la victoria de Napoleón en Jena. La interpretación que hace Kojève de Hegel se da tanto en un plano social como existencial, y en ella la historia habría dado paso a la plausibilidad de ese escenario en el que una vez satisfecho el deseo, “cesan la lucha y el trabajo: la historia se acaba, no resta más por hacer”. Su trayectoria ideológica no deja de ser curiosa, en un desplazamiento geopolítico, que por otra parte no es novedoso en otros pensadores: su postura matiza la complacencia de Hegel, y considera que ese “Estado universal y homogéneo” aún está lejos de su consumación. Pero lo que en un primer momento Kojève hallaría en la revolución soviética y en el liderazgo de Stalin como verificación de ese desarrollo, más tarde vendría observarlo, desde su resuelta consideración de la obsolescencia de los estados-nación llamados a ser superados por dicho Estado global, en que éste podría ser alcanzado desde un triunfo del capitalismo global al estilo de EEUU. Entre medias, encarnándolo en su propio ejercicio profesional, contribuiría directamente a la construcción de una propuesta supranacional de corte capitalista en el proceso de la integración del mercado común europeo, a la que contribuyó asesorando directamente a Giscard y Barre. Sin embargo, su planteamiento que aventuraba en un comienzo el advenimiento de ese reino de la libertad al estilo marxiano, donde la humanidad se hallaría en paz consigo misma y con la naturaleza, se transformaría con la prosperidad del capitalismo en una visión del hombre como animalidad degradada, llamado al consumo satisfecho, a un simplificación existencial hacia la brutalidad animal. Y que en acaso podría ser a su vez conquistada, como especula al final de sus planteamientos, por el modelo japonés, donde tras siglos en los que “la clase dirigente se había desententido tanto de la guerra como del trabajo [motores de la historia], sin caer con todo en la animalidad, transformando las actividades de la vida en un puro ejercicio de estilo. La cultura de ceremonia más que de consumo bien podía constituirse en el lugar de llegada” (p. 84). De nuevo, en cualquier caso, cierta imagen crítico-pesimista-insatisfecha.

Pero antes de entrar en Fukuyama, Anderson menciona tres principales secuelas que siguieron a estos planteamientos. En el contexto de la Guerra Fría, el progresismo escéptico de Cournot se convierte en pesimismo nuclear en el legado que mantuviese Henri de Man, con una burocratización tecnificada y masificada de dos bloques congeladamente enfrentados. Y Gehlen, por su parte, hablaría de esa cristalización de la cultura en la que ya no fuera posible la innovación, toda vez que se hubieran agotado las posibles novedades en materia de creencias religiosas, planteamientos filosóficos, elaboraciones ideológicas o estéticas. La línea de Kojève sería prolongada en los postmodernos, que aunque nunca compartirían la misma simpatía inicial de éste por el régimen soviético, aspiraron a partir de los acontecimientos de 1968 a una revolución de tintes obreros. El desencantamiento con el restablecimiento en la década de los setenta les haría proclamar la muerte de todos los grandes relatos (Lyotard) o el paso de la realidad a la simulación (Baudrillard) en un juego de intercambio entre las civilizaciones del consumo y del estilo, de la forma publicitaria y de la estética, antes opuestos de forma excluyente por Kojève. La tercera gran línea sería la de Habermas quien, crítico con los anteriores, sostiene que el proyecto de la modernidad se encuentra todavía inacabado, y se resiste a ese final de la historia, exhortando a que los Lebenswelten, los mundos de la vida en los que los sujetos se manejan mediante una racionalidad comunicativa, se resistan a la colonización por parte de los sistemas en los que impera la racionalidad puramente instrumental mediante “sensores” para detectar y controlar sus incursiones, y ciertos “impulsos” en sentido inverso para influir sobre ellos. Pero para Anderson, ni siquiera Habermas se sustrae del todo de estas especulaciones con cierta suerte de fin de una dialéctica histórica cuando reconoce que los “límites del Estado liberal existente y de la economía de mercado se consideran insuperables, en cuanto sistemas que se hallan efectivamente más allá del control del pueblo” (p. 96).

Veremos qué aporta Fukuyama, pues si hemos de hacer caso a Anderson, debe de ir mucho más lejos que el planteamiento que cuervo ingenuo nos trae aquí citando a Fontana. Veremos :)
Javier Jurado
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Última Edición: 26 Jun 2014 00:13 por Kierkegaard.
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Interpretación de "¿El final de la historia?" de Fukuyama 26 Jun 2014 09:34 #23923

  • Nolano
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Me uno al club de los que meten la cuchara sin haber leído a Fukuyama. Pero no me puedo resistir a hacerlo ante lo sugestivo de vuestras tres intervenciones.

Mi aportación va a consistir en introducir, respecto a la cuestión del "fin de la historia", otra reflexión, la contenida en la lectura del texto de Koselleck propuesto para preparar el tema 3 (Grado) y el tema 4 (Licenciatura): "Espacio de experiencia y horizonte de expectativa, dos categorías históricas", que creo que guarda intensa relación con el asunto iniciado por Rafel.

Koselleck considera que hay dos categorías fundamentales para que podamos hablar de historia como algo más que el mero transcurso del tiempo. La historia es una creación humana y no consiste sólo en el registro de hechos que se van sucediendo a través del tiempo. La historia se produce en una encrucijada entre el pasado y el futuro, pero la perspectiva conceptual de pasado y futuro hace que no sean especulares, simétricas, como si fueran un tiempo ya transcurrido y un tiempo por transcurrir, sino que hay una fundamental asimetría. El pasado, la experiencia, lo que ya se ha vivido, ha quedado inmóvil, ya fijado y por eso Koselleck habla de "espacio" de experiencia; sin embargo, el futuro es expectativa, anticipación conceptual de lo porvenir, no fijado, sino continuamente revisable y revisado a medida que se van acumulando nuevas experiencias, por eso en vez de un "espacio" estático, Koselleck habla en este caso de "horizonte" de expectativa, algo que se aleja según nos dirigimos haca allí y, por tanto, nunca alcanzable.

La historia como creación humana (no como desarrollo físico del mundo, movimiento de los astros o evolución biológica a lo largo del tiempo) se genera al cruzarse e interactuar ese espacio de experiencias pasadas y ese horizonte de expectativas acerca de lo que esperamos que suceda. Si admitimos esas categorías de Koselleck, creo que podríamos hablar con propiedad de "fin de la historia" si: o bien ha desaparecido el espacio de experiencias, o bien ha desaparecido el horizonte de expectativas, o bien ambas categorías se perciben como desconectadas y han dejado de interactuar mutuamente.

Y, más allá de lo que realmente diga Fukuyama (que yo ignoro en este momento) o de quién paga a Fukuyama (sobre lo cual no comparto el interés prioritario de Cuervo Ingenuo), no me parece descabellado, en cierto sentido, hablar de "fin de la historia".

En las filosofías de la Historia del tipo de Hegel o Marx, puede hablarse de fin de la historia cuando, al producirse la reconciliación de los opuestos en una síntesis dialéctica, se ha dicho la última palabra. Evidentemente, eso no puede significar que el mundo se para: lo que significaría, en las categorías que tomo de Koselleck, es que el horizonte de expectativas se ha cerrado. Tenemos nuestro espacio de experiencia, pero ya no esperamos nada más de una historia que ha llegado a su cumplimiento. El mundo y la sociedad sigue su curso, pero bajo un horizonte de expectativas clausurado.

¿Cambia eso con la postmodernidad? Evidentemente, Lyotard niega que pueda decirse la última palabra, pero la siguiente palabra puede entenderse de dos formas distintas. Si la siguiente palabra no abre nuevos horizontes de expectativas, si el sistema de pluralismo axiológico ha llevado a la desaparición de la axiología, esa siguiente palabra ya no es histórica. La postmodernidad, al acabar con los "grandes relatos", habría acabado con la historia, pues pienso que sólo un "gran relato" puede considerarse un horizonte de expectativas con relevancia histórica.

Para finalizar, vuelvo a traer a colación la fórmula utilizada por Pablo Iglesias, a que me referí aquí: “Prometo acatar la Constitución hasta que los ciudadanos de mi país la cambien para recuperar la soberanía y los derechos sociales".

Pablo Iglesias habla de "recuperar". Es evidente que ha clausurado la historia: su horizonte de expectativas no es traer algo nuevo, sino volver al pasado. Su horizonte de expectativas está en el estado de experiencia, no es "expectativo" sino "retrospectivo". Posiblemente, por tanto, Pablo Iglesias está dando la razón a Fukuyama. Como, por otra parte, los movimientos políticos de extrema derecha en los países nórdicos y Francia, cuyo horizonte de expectativas es volver a ser "verdaderos finlandeses" o recuperar la "grandeza de Francia", con icono de Juana de Arco incluido; o sea, incluidos en un espacio de experiencia y reduciendo la expectación a retrospección.
Bin ich doch kein Philosophieprofessor, der nöthig hätte, vor dem Unverstande des andern Bücklinge zu machen.
No soy un profesor de Filosofía, que tenga que hacer reverencias ante la necedad de otro (Schopenhauer).


Jesús M. Morote
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Última Edición: 26 Jun 2014 15:22 por Nolano.
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Interpretación de "¿El final de la historia?" de Fukuyama 26 Jun 2014 13:04 #23928

  • elías
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Con la presunta muerte de Dios muchos de los ideales cristianos fueron asumidos aunque despojados de su fundamento último. Esto hizo que muchos consideraran que esos ideales cristianos podrían ser alcanzados. Pero alcanzados no en una presunta otra vida sino en ésta. Y como esos ideales cristianos asumían la concepción Aristotélica-Tomista que defendía una visión teleológica simplemente ésta fue igualmente asumida en las nuevas concepciones.
Por otra parte esa visión aristotélico-tomista defiende una visión esencialista de la realidad. Y me refiero a un esencialismo que considera la existencia de una serie de valores eternos e inmutables, es decir, a-históricos.
Eso sí, esos fines y esa esencia son algo dado. La historia tiene como finalidad la realización de la propia esencia.

Muchas de las actuales teorías o filosofías de la Historia defienden en mayor o menor medida uno de esos dos aspectos. Así considero que Pablo Iglesias hace mayor énfasis en una concepción teleológica de la Historia mientras que las derechas de los países nórdicos o Francia dan mayor peso al esencialismo. Pero en el fondo creo que ambos beben, en mayor o menor medida, de las mismas fuentes.

Yo personalmente no considero que el pluralismo axiológico pueda conllevar la eliminación de la axiología. Es más, considero que el pluralismo axiológico asume la existencia irrenunciable de dicho mundo. Cuestión aparte sería el relativismo axiológico.
Tampoco estoy tan seguro de que la postmodernidad en bloque acabe con los grandes relatos o que deba de conllevar la eliminación de los grandes relatos. Considero que con lo que acaba la postmodernidad es con una determinada concepción de los grandes relatos. Con aquella concepción que los considera como eternos e inmutables, es decir, como definitivos. O dicho de otra forma, con una concepción a-histórica de los grandes relatos.
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Interpretación de "¿El final de la historia?" de Fukuyama 26 Jun 2014 15:19 #23931

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Elías escribió:
Yo personalmente no considero que el pluralismo axiológico pueda conllevar la eliminación de la axiología. Es más, considero que el pluralismo axiológico asume la existencia irrenunciable de dicho mundo. Cuestión aparte sería el relativismo axiológico.
Tampoco estoy tan seguro de que la postmodernidad en bloque acabe con los grandes relatos o que deba de conllevar la eliminación de los grandes relatos. Considero que con lo que acaba la postmodernidad es con una determinada concepción de los grandes relatos. Con aquella concepción que los considera como eternos e inmutables, es decir, como definitivos. O dicho de otra forma, con una concepción a-histórica de los grandes relatos.

Tienes mucha razón, Elías, en tus matices. Lo que había querido trasladar en mi mensaje anterior es que el pluralismo axiológico se acerca "peligrosamente" al relativismo axiológico; la admisión de cualquier sistema de valores puede llevar a un debilitamiento de criterios de comparación valorativa de dichos sistemas. Igualmente, la ausencia de grandes relatos, bordea también "peligrosamente" la disolución de cualquier relato, pues toda disminución paulatina de tamaño tiende asintóticamente a la desaparición de aquello que mengua. Esa búsqueda desesperada de un criterio que permita comparar valorativamente sistemas axiológicos distintos es el sino de la filosofía postmoderna; y a veces lleva a pensar en que más que desesperada es desesperanzada, pues parece conducir a callejones sin salida y, por tanto, a perder la esperanza. La modernidad líquida, los pensamientos "débiles" y demás, parecen llevar a esos callejones sin salida.
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Última Edición: 26 Jun 2014 15:21 por Nolano.
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Interpretación de "¿El final de la historia?" de Fukuyama 29 Jun 2014 12:26 #24007

  • Kraton
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Apuntes muy rápidos.
El Hominini Homo se tiro unos cuantos millones de años saltando de las ramas de los arboles a correr por la sabana, en ese momento un teórico podría haber hablado de un final de la historia, pues unos millones de años haciendo casi lo mismo son muchos años.
Luego el Homo Sapiens arcaico se tiro unos cuantos cientos de miles de años con un cerebro similar al humano moderno haciendo de nuevo casi lo mismo, alguna piedra pulida por aquí, algún enterramiento por allá. De nuevo Fukuyama habría tenido bastantes motivos para hablar de un final de la historia, pues cientos de miles de años haciendo lo mismo son muchos años.
Hace once mil años se construye la ciudad de Uruk y empieza la civilización, y se tiraron unos cuatro mil quinientos años, haciendo casi lo mismo. De nuevo Fukuyama podría hablar de un final de la historia, pues son miles de años.
Después la humanidad estuvo de príncipe en príncipe y de emperador en emperador otros cuantos miles de años. Otra vez Fukuyama podría haber hablado del final de la historia.
De pronto hace en unos pocos cientos de años se extienden las democracias. Incluso aquí Fukuyama podría haber hablado algo de un final de la historia, pues son unos pocos cientos de años de expansión progresiva de las democracias.
Y de pronto estamos en 1988, final del siglo veinte iniciando el veintiuno. Donde internet ya estaba revolucionando el mundo y cambiando toda la esfera social planetaria a un ritmo vertiginoso, la economía global, los países uniéndose en grandes asociaciones, las sociedad de la información accediendo todo el conocimiento humano a cada persona del planeta, se derrumba los grandes medios de comunicación e internet marca las pautas de la información.
La humanidad está en un momento en que por su población y desarrollo tecnológico, ejerce una presión muy fuerte sobre todo el ecosistema planetario.
Y justo este es el momento de hablar de un final de la historia, con un sistema económico de producción y consumo basado en un consumismo ciego a los limites de un planeta, basado en una energía del petróleo y nuclear, que a lo sumo tiene unos 200 años de vida, con una población en auge, con unas energía renovables que cambian el sistema energético de las sociedades, con un acceso a la información que pone en jaque toda la estructura política y de poder establecido.
En resumen, un momento histórico en el que las sociedades humanas están sufriendo unos cambios convulsos y tremendamente dinámicos como no se han conocido en la historia de la humanidad, y mucho menos en la historia del ser vivo en sus cuatro mil millones de años.
Un momento crítico en la historia del planeta, pues se habla del séptimo evento de extinción, en el que la humanidad está produciendo en el planeta uno de las escasas extinciones masivas de seres vivos.
Un momento crítico para la humanidad, pues el sistema actual de producción y consumo es insostenible, amenazando con la destrucción de las sociedades.
Es en este momento en que los cambios radicales en las sociedades humanas se producen cada año, donde vemos evolucionar el modelo chino hacia el consumo alejándose cada vez más de la producción de mano de obra ultra barata. Actualmente cada estadounidense consume 28 barriles de petróleo al año, un chino un solo barril, pero también quieren consumir 28…
Estamos en el periodo de evolución y cambio social más rápido y dinámico de la historia de la humanidad.
¿Es este el momento para plantearse el fin de la historia en un modelo concreto generado sobre expectativas e ideologías que tienen sus bases en las ideas y los modelos de producción y consumo desde hace trescientos años?
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