Goriot escribió:
Silvanus escribió:
Buena pregunta: en verdad es muy limitante ese principio, y posee el peligro de ser utilizado en otro sentido. Dado que los “sanos” y los “cuerdos” no desean morir, la pulsión en favor del suicidio es de por sí una enfermedad.
Es difícil fundamentar el suicidio. Habría que fundamentar la libertad individual. Porque es difícil definir qué es y qué no es “una vida indigna”. Debería ser cada individuo el que decidiese y pudiera poner los límites de lo que, para él, es deseable soportar. Se debería dejar por escrito o algo así, para que, llegado el punto de enajenación mental, se respetase esa voluntad.
Podemos utilizar una palabra que os moleste menos, como
patata, si queréis. Una persona en un estado normal emocional y físico no desea la muerte. No es que exista un instinto de autoconservación, es que la vida es el estado único y normal del ser humano y no hay nada en la muerte que sea más deseable que en la vida de alguien que no sufre ni posee preocupaciones más allá de las usuales y soportables.
Así que si hay uno de entre todos nosotros que, por lo que sea, desea la muerte es porque su estado emocional y físico se ha visto alterado de forma sustancial, por lo que ya no es normal, es decir, por lo que es una persona
patata.
Esto no condiciona el suicidio como consecuencia irremediable de una enfermedad y, por tanto, tratable; ni al suicida como alguien estigmatizable. Sino como un acto cuya decisión está evidentemente condicionada por ese estado
patata. Obviamente no es la único condicionante del suicidio, pero es evidente su preeminencia. En un enfermo de ELA el ELA es condición imperante en la decisión.
Castlelita escribió:
Efectivamente. ¿Por qué si uno no desea vivir es un enfermo? Por otro lado ¿no es más loco obligarse a vivir sin ganas de vivir? ¿no es masoquismo?
Veo que hay polémica con aquella palabreja,
enfermo. Espero que haya quedado aclarado.
El punto no es la palabra. El punto es la evaluación que ejerces sobre la vida.
¿En qué te basas para definir algo como enfermo, decadente, loco, patata? Ahí está la posible distancia. Y de ahí que yo me refiriese a la evaluación individual.
Lo mismo supone, en este punto de evaluar y limitar la vida, que se diga “la vida es sagrada por sí misma”, que decir “tal o cual vida es una patata, una deficiencia”.
¿Puedes juzgar la vida de otros? Y en general, ¿la vida debe ser juzgada y evaluada desde qué principios?
Tal vez, si tú o cualquier otro, evalúa la vida desde unos presupuestos y una jerarquía, tales presupuestos son tan tiránicos como lo es ese criterio cristiano de permanecer en la vida por obligación y devoción a Dios.
Repito: llámalo como quieras. En todos los casos estás evaluando, y no sé por qué se ha de tomar una evaluación como dogma y criterio para limitar o definir todas las vidas.
Saludos.