neurometafisico escribió:
Tú puedes ser consciente del fenómeno de la vida y la muerte respecto de otros, no de ti.
La muerte no existe (decirlo casi es una contradicción) porque no puedes ser consciente de ella. Y tu mundo es un mundo de consciencia.
Soy consciente de que la muerte siempre atañe a otros porque sólo pensamos en ella cuando estamos vivos. Pero date cuenta de que, aun así, podemos pensar en nuestra propia muerte como algo análogo a la muerte de otros (aunque no podamos ponernos en su lugar). Eso sí: lo pensamos mientras estamos vivos. Pero creo que a nadie se le escapa que nuestra muerte -que ya no pensaremos nosotros, sino otros- no será algo diferente a la del resto de los mortales (dejando de lado los detalles del modo de morir de cada uno). Así es que podemos pensar en nuestra futura muerte con arreglo a lo observado en las muertes de otros. Pero claro, el muerto ya no es consciente de nada.
Heidegger esgrimía que desde que venimos al mundo ya somos lo suficientemete viejos para morir, pues la muerte es nuestra característica más peculiar. La vida es un camino hacia la muerte porque somos seres-para-la-muerte (
Sein Zum Tode). Teniendo en cuenta las circunstancias que rodeaban a Heidegger no me extraña que intentase justificar de alguna manera su "filosofía de la muerte". Nietzsche, en cambio, prefiere optar por una "filosofía de la vida", un vitalismo. Es obvio que las condiciones personales (la biografía) e históricas de cada pensador se plasman de alguna manera en sus respectivas filosofías. Nietzsche era un enfermo que anhelaba vivir "a tope", mientras que a Heidegger le salpicó todo el asunto de los campos de exterminio nazis. No es casualidad, pues, que el uno hable de la muerte como lo más natural y propio del ser humano, mientras que el otro está deseando poder disfrutar de una vida que su enfermedad le negó poder vivir como a él le hubiese gustado.
De todas formas, tampoco podemos estar seguros de que el muerto no es consciente de nada. No conocemos el enigma de la muerte. Me refiero a que no podemos estar seguros del todo de que después de la muerte no hay nada de nada. Yo creo que no hay absolutamente nada, pero no lo puedo demostrar. Es sólo una intuición y además una intuición poco esperanzadora, pero más vale hacerse a la idea de la "cruda realidad". Creo firmemente que en la naturaleza no hay ni bien ni mal, sino sólo
fatalismo: si un niño se cae por el balcón la gravedad no va a dejar de actuar para evitar hacerle daño.
Por cierto, Neurometafísico, tu cita (la que he resaltado) es el mismo argumento que el que esgrimió
Epicuro en la Física contra el temor a la muerte:
"La muerte no debe preocuparnos porque, mientras vivimos, no estamos muertos, y cuando morimos, ya no somos
" (CAMPS, Victoria, «La ética griega: Aristóteles» en GÓMEZ, Carlos y MUGUERZA, Javier,
La aventura de la moralidad: paradigmas, fronteras y problemas de la ética, Alianza, Madrid, 2007, p. 76)