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TEMA: ¿Dónde está la filosofía?

¿Dónde está la filosofía? 16 Mar 2013 10:51 #12854

  • Ulimuli
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Hola,
para Javier Gomá Lanzón, ensayista y filósofo español,la misión de la filosofía desde sus orígenes ha sido proponer un ideal. En este artículo defiende la tesis según la cual, en los últimos treinta años, la filosofía contemporánea ha desertado de su misión de proponer dicho ideal a la sociedad de su tiempo y, así, ha dejado de ser como la llama él "gran filosofía". Aquí van sus palabras...
Un saludo.


cultura.elpais.com/cultura/2013/03/14/ac...63283723_240070.html
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Re: ¿Dónde está la filosofía? 19 Mar 2013 20:52 #12890

  • Bud
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El artículo esta muy bien expuesto, el autor domina la materia con solvencia, pero a mi parecer también muestra el defecto que el mismo achaca a la filosofía, el de ser hipercrítica. Creo que los grandes sistemas filosóficos han quedado ya deslavazados, esos sistemas omniabarcantes han mostrado la inoperancia en todos los intentos de ejercer una praxis. A mi modo de ver, la filosofía no puede nunca dejar de ser crítica y, dejando las pretensiones sistematizadoras a un lado, tal vez su función deba ser más modesta. La función de la filosofía amén de mostrarnos un ars vivendi, es capaz de alumbrar y mostrar nuevas tonalidades en lo que antes pensamos era monocromático, hacernos repensar las cosas, buscar el sentido, permitiéndonos de ese modo una axiología no impuesta, en definitiva, no dejarnos llevar por la heteronomía y ser capaces de pensar por nosotros mismos, o como diría Kant, nos hace alcanzar la mayoría de edad, nos estimula a ser autónomos.

A mí francamente no me agradan los grandes sistematizadores, los que con su mirada abarcan el mundo, y tiene una visión diáfana y holística de la historia y su sentido. Me decanto más por una filosofía más modesta, por la palabra de un amigo como Montaigne, en la cual percibo sentido,referencias y, cómo no,paideia, que por la absoluta profundidad de Heidegger en la cual no hallo lenitivo alguno.

Un saludo.
Hay una sola expresión para la verdad: el pensamiento que niega la injusticia. Horkheimer.
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Re: ¿Dónde está la filosofía? 27 Mar 2013 13:22 #13014

  • Nolano
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Gomá escribió:
"Es una desconcertante paradoja que la ausencia de gran filosofía coincida en el tiempo con la generación de profesores de filosofía más competente, culta y cosmopolita que ha existido nunca, al menos en España".
…………
"La esplendorosa universidad alemana, otrora a la vanguardia del pensamiento europeo y fuente incesante de nuevos sistemas filosóficos, ha dado muestras preocupantes de pérdida de creatividad. La vitalidad de la filosofía académica francesa o italiana se ha apagado".

No me he podido resistir a empezar reproduciendo estos dos fragmentos del artículo, que me han producido una sonrisilla. Qué suerte tenemos de estudiar en unas Universidades con tan grandes filósofos como las nuestras y no en esas mortecinas sin pulso filosófico, como las de Alemania, Francia o Italia.

Entrando ya en el fondo del asunto, observamos que bajo el primer número expone Javier Gomá algo que carece de novedad, que es casi un lugar común de cierta metafísica de nuestros días, la equiparación entre filosofía y poesía, y enfrentadas a la ciencia. El primer capítulo de las UD de Metafísica del profesor Martínez contiene un epígrafe sobre ello que me exime de tener que extenderme más sobre el asunto. Pero hay aquí varios equívocos e inexactitudes que conviene aclarar. Gomá sostiene que la ciencia "verifica sus conceptos", cosa que nunca hace la Filosofía; y como quiera que la literatura tampoco verifica sus conceptos, eso hermanaría a ésta con la filosofía, frente a la ciencia.

Pero aquí Gomá no anda fino, pues, como creo que es notorio desde Popper, lo que la ciencia hace no es verificar sus conceptos (mejor diríamos sus proposiciones o enunciados) sino "falsarlos", que es cosa completamente diferente. Los enunciados científicos no son verificables, sino que son falsables; y se admiten provisionalmente mientras no hayan sido falsados. Los enunciados filosóficos, por su parte, se distinguen de los científicos en que aquéllos no son falsables. ¿Hermana eso la filosofía con la poesía? Creo que no. Es cierto que la poesía no contiene enunciados falsables; pero es, al contrario de lo que ocurre con la filosofía o la metafísica, porque los enunciados poéticos no son apofánticos, no afirman ni niegan nada y son resistentes a ser enjuiciados en términos de verdad o falsedad. En cambio, los enunciados de la filosofía sí son apofánticos; en ellos se contiene algo con pretensiones de verdad; lo que ocurre es que, por su propia naturaleza, no hay acceso a la referencia que permitiría comprobar esa verdad que pretenden. Hay que aceptarlos o rechazarlos de entrada, sin posible comprobación. Aceptación o rechazo de carácter cognitivo que no reclaman las frases poéticas. "La luna vino a la fragua / con su polisón de nardos" (García Lorca) reclama una adhesión estética, pero no veritativa. Sin embargo, tras definir la mónada como “una sustancia simple”, continúa Leibniz en el comienzo de la Monadología: “Y tiene que haber sustancias simples, ya que las hay compuestas, porque lo compuesto no es otra cosa que una acumulación o aggregatum de lo simple”, enunciado que, con toda evidencia, reclama del lector que se adhiera a su verdad o la rechace como falsa. Así pues, la ciencia y la filosofía están unidas por la pretensión de verdad o falsedad de sus enunciados, aunque discrepan en que los de la primera son falsables y los de la segunda no.

Es curioso que Gomá reclame una gran filosofía desde ese planteamiento inicial que niega cognitividad (o al menos se la otorga en un grado sumamente reducido) a la propia filosofía. Porque lo que entenderíamos por “gran filosofía” no es otra cosa que un marco que encuadre nuestros conocimientos y les dé un sentido global (metarrelato) y eso no se puede conseguir si no damos a la propia filosofía una dimensión cognitiva, es decir, una pretensión de validez que privilegia la doctrina propuesta frente a la invalidez de las doctrinas contrarias u opuestas.

A falta de otro esquema mejor, podemos partir del esquema de Kant, que dividía la Filosofía en tres ramas: la razón especulativa (entendimiento), la razón práctica y la estética. La primera se ocupa de los enunciados que dicen la verdad o la falsedad; la segunda, de aquellos enunciados que dicen lo correcto (bueno) o lo incorrecto (malo); y, finalmente, la tercera de los enunciados que dicen lo que es bello o lo que es feo. El rechazo de la ciencia en la filosofía de la crítica a la Ilustración viene acompañado, después de Auschwitz, de un rechazo a posiciones de absolutismo moral y político. La postmodernidad, que, como recuerda con acierto Javier Gomá, es más una “condición” que una doctrina, actúa como un a modo de filtro de rechazo de un absolutismo de esa clase, y se abre a la alternatividad en los relatos, que pasan a ser “menores”, en sustitución de los “grandes relatos” (grands récits) del pasado que condujeron al holocausto.

Ciertamente en algunos filósofos eso lleva a refugiarse en la estética, reduciendo el campo de acción de la filosofía extraordinariamente, y con escaso alcance. Ese parece ser el núcleo de la crítica de Javier Gomá, pero que, curiosamente, no es sino la consecuencia lógica de su primera posición en favor de una filosofía poética, literaria o retórica, como vimos al principio. Si se quiere salir de esa cortedad de miras, hay que retornar a una perspectiva más amplia que incluya de forma omniabarcante de nuevo, como pretendió Kant (o Hegel, o Marx), tanto la verdad/falsedad como lo correcto/incorrecto.

Tras el “giro lingüístico” en Filosofía esa argamasa metafísica se ha trasladado desde la razón kantiana o hegeliana al lenguaje como herramienta discursiva a través de la cual se forma y se transforma el conocimiento humano. De ahí el empeño en descubrir la cognitividad no sólo en la vertiente del conocimiento científico, sino abrir también la perspectiva de una “cognitividad moral” y de una “cognitividad estética”, lo que permitiría volver a reunificar la filosofía que ciertas corrientes postmodernas (hermenéutica de corte gadameriano o Deleuze, por ejemplo) habían seccionado hacia un reduccionismo de corte esteticista y místico.

Podemos seguir aspirando a mantener, como Kant, una unidad de la razón, aunque entendida ahora no como conjunto de facultades intelectuales que permiten el conocimiento subjetivo de la realidad, sino como capacidad intrínseca al hombre de dar y recibir razones en un diálogo con sus semejantes, mediada lingüísticamente.

Habría objetos distintos: las cosas físicas y de la naturaleza (lo otro), las relaciones sociales (nosotros) y el propio sujeto (yo). El hombre se enfrenta a todos estos objetos con pretensiones cognitivas, aspira a conocer lo otro, a los otros y a uno mismo; esas actividades cognitivas, caracterizadas por la distinta naturaleza del objeto sobre el que se aplican, dan lugar, respectivamente, a las ciencias físicas y biológicas, a las ciencias sociales, morales y políticas, y, finalmente y en tercer lugar, a la estética. Pero, como observa Habermas, se trata de actividades cognitivas no separadas por su diferente pretensión veritativa (como, sin embargo, parece pensar Javier Gomá), sino, al contrario, unidas por el rechazo de la doctrina de la verdad-correspondencia entre el pensamiento del sujeto y el objeto pensado (la vieja filosofía de la conciencia) que ha sido sustituida por una verdad-coherencia, o por juegos de lenguaje compartidos socialmente, que ya no queda reducida, como ocurría con la verdad-correspondencia, al ámbito de las ciencias físico-naturales, sino que se hace perfectamente extensible también al juego de dar y recibir razones en discursos morales, políticos o estético-emotivos. Porque se pueden dar y recibir razones acerca de lo que está bien y lo que está mal o de lo que nos conmueve estéticamente y lo que no, tanto como se puedan dar para justificar lo que se tiene por verdadero y lo que se tiene por falso.

Aquí, no obstante, no cabe la "gran filosofía" de ideales en la que parece pensar Javier Gomá, puesto que el ideal, en este contexto pragmático discursivo, no viene impuesto poéticamente como un faro que guía las ilusiones del pueblo, sino que se trata de un ideal formal colectivo (sistema de simbolización) a cuya luz se analizan los ideales materiales de tipo individual y, por tanto, parciales, que, en ningún caso, por ese mismo particularismo individual, pueden, en mi opinión, integrar una "gran filosofia".

Así pues, la condición postmoderna se enfrenta a un límite que no puede ni quiere traspasar, el del absolutismo político de los grandes relatos que anega la disidencia individual e incluso puede llegar a imponer su eliminación mediante la vía expeditiva del exterminio del disidente. Pero, si no quiere reducirse a un individualismo poético-místico de corte estetizante y anticognitivo, tiene que recurrir a una trascendencia débil, de corte formal, que sustituye la verdad por la plausibilidad compartida de las razones que se intercambian en el diálogo.

Ciertamente, con ello se está dando fin a una arraigada tradición filosófica que desde las Ideas de Platón lleva a utopías como horizonte de una Verdad y Justicia absolutas. Si es a esto a lo que Javier Gomá llama "gran filosofía", no hay razón para inquietarse demasiado por su desaparición del panorama filosófico, sino más bien felicitarse porque haya desaparecido siendo sustituida por un espíritu crítico con respecto a valores materiales trascendentes que se pretenden universales y objetivos, ante los cuales el sujeto individual desaparece como mera contingencia en un camino histórico lineal de predestinación colectiva.
Bin ich doch kein Philosophieprofessor, der nöthig hätte, vor dem Unverstande des andern Bücklinge zu machen.
No soy un profesor de Filosofía, que tenga que hacer reverencias ante la necedad de otro (Schopenhauer).


Jesús M. Morote
Ldo. en Filosofía (UNED-2014)
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Última Edición: 27 Mar 2013 13:41 por Nolano.
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