Traigo a colación esta película dirigida por Terence T. Malick, aderezada con la banda sonora de Hans Zimmer, y protagonizada por la elite de la industria de Hollywood.Esta película, pese a ser una película de cine bélico, tiene varias disquisiciones de índole filosófico.
Toda guerra es, desde mi punto de vista, material de estudio filosófico. Y ésta, es expuesta de manera magistral por Malick. Es, en sí misma, un alegato contra todo conflicto armado por las terribles consecuencias que estos acarrean. Como dato curioso, en toda la proyección de la película, que no es para nada corta-ciento setenta minutejos-no se observa ni una sola bandera, ni de un bando ni del otro. La película profundiza en la vertiente psicológica, desde la perspectiva personal de cómo cada combatiente afronta el conflicto: uno, menesteroso del amor que supuestamente le profesa su esposa, que le sirve de lenitivo y talismán salvador para conservar el pellejo en esta barbarie. Otro, deseando saber si sabrá afrontar el final con dignidad. El sargento, ya de vuelta de todo y descontento con el mundo afronta la vida sin demasiadas espectativas siendo sabedor que la aletoriedad y contingencia de la vida puede aparecer en cualquier momento en forma de bala perdida u obús de mortero enemigo.
También se da en la misma un debate iniciado en otro hilo acerca de la bonhomía que se les presupone a las poblaciones nativas, en este caso del pacífico, alejadas del contacto civilizatorio. Y como una vez éste ocurre, las mismas se debilitan y se tornan extremadamente beligerantes entre sí a la par que enfermizas (visión del director).
Los diálogos son para mí memorables, algunos de un profundo raigambre estoico. "Y si todas las caras formaran parte de un mismo rostro" (cito de memoria). Bueno no me extiendo más. Aquí cuelgo un pequeño enlace.