José Manuel escribió:
Un poco ambiguo nuestro amigo Ortega, algo parecido le pasó con la II república, impulsándola y desencantándose con ella poco después...
Nunca renegó de su utópico ideal republicano. Las ideas de Ortega, al igual que las del Platón de
El República, tenían mucho de utopía e intelectualismo y poco de pragmatismo y realismo. Por eso terminó por lamentarse de la cruda realidad de los hechos y del maquiavelismo o realismo político, nota característica de la política desde la modernidad. Parece que Ortega no entendía la política desvinculada de la ética (ideal político de la antigüedad clásica). De ahí su desengaño (tipografía mía):
"Es posible que Ortega, consciente de sus magníficas dotes intelectuales, abrigara la ilusión de constituirse en algo así como el mentor de una nueva juventud, vehículo de la regeneración que España necesitaba, y a la cual toda su vida dedicó las más bellas e incitantes frases de halago. Su brillante estilo y su prestigio como profesor y escritor le abrieron las puertas de una influencia considerable, pero en la cual, por desgracia,
hubo más de bellas frases y de fascinadores programas que de auténtico contenido político práctico. En este propósito, ciertamente noble, despilfarró pródigamente años y años de actividad. Fundó la «Liga de Educación política Española», que presentó en su conferencia
Vieja y nueva política (23 marzo 1914). Posteriormente se enfrentó con la dictadura de Primo de Rivera, y, después de la caída de éste, con la monarquía, siendo uno de los principales influyentes en el advenimiento de la república. Fundó con un grupo de intelectuales la «Agrupación al servicio de la República» (1931). En su Saludo a la misma declaraba: «La palabra república significa para mí algo más que la eliminación anecdótica de la monarquía; significa la reforma de las instituciones, el cambio completo de la anatomía española, de manera que pueda España entrar a toda máquina en ese tiempo nuevo que se prepara en el planeta»
1. Pero, a pesar de sus propósitos de «organizar la alegría de la república española», poco después pudo comprobar que era necesario algo más que «rectificar su perfil»
2. En el mismo Parlamento tropezó con la
ruda oratoria de un Prieto, en quien hacían escasa mella las
florituras intelectuales, y que vino a
sacarle de sus ensueños contestándole, en frase del mismo Ortega, con «una expansión de extremidades a la manera de los ungulados». La misma evidencia de los hechos le haría expresar poco después su desengaño, exclamando: «No es esto, no es esto».
"
1. En «El Sol» (15 de febrero de 1931)
2.
Rectificación de la República. Conferencia en el cine la Opera, en
Obras, 1ª ed., p.1385-1403.
FRAILE, Guillermo (1972),
Historia de la Filosofía Española, volumen II. Desde la Ilustración, BAC, Madrid (edición revisada y ultimada por Teófilo Urdánoz), pp. 236-237.