Hola.
En el apartado 3.3. "¿Qué me es dado esperar?" del tercer capítulo de "La aventura de la moralidad", se habla en las primeras líneas de que Kant considera que no puede ser en vano el esfuerzo moral del hombre y que por eso defiende la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Sin embargo, a mí esto me parece contradictorio con su misma máxima de que a una acción moral nada puede añadir ni mermar la posterior recompensa.

Quizás estoy obviando algo, pero...¿Esto no aleja a su ética de ser verdaderamente deontológica?

Leyendo ese capítulo sobre Kant no me acaba de quedar claro el concepto que tiene de Dios y si, como yo interpreto, defendía una especie de reino posterior a la muerte posiblemente jerarquizado dependiendo de nuestra conducta moral.

Recuerdo un curso de posgrado sobre filosofía de la religión en la que se trataba la cuestión del esquema retributivo. Se intentaba escapar de él por todos los conceptos, pero siempre se acababa cayendo, de una forma u otra, en la esperanza de la recompensa. Vimos religiones de diversas épocas y en todas ellas, si se profundizaba un poco (en algunas sin profundizar, claramente), estaba esta idea presente.
No sé si realmente existe una moral deontológica, en realidad, ni si puede existir. Es muy humano esperar siempre algo a cambio, y por muchas expectativas que se tengan, toda filosofía tiene como destinatarios a personas, no a dioses. Y eso incluye la de Kant.

No lo veo necesariamente contradictorio. Por un lado, y según Kant, la razón nos dice que debemos actuar siguiendo ciertas normas universales abstractas, pero, por otro lado, eso que nos dicta la razón carece de sentido si Dios no existe. Es decir, si Dios no existe, seguiremos pensando que debemos actuar siguiendo normas deontológicas y no fines utilitarios, porque así tenemos diseñada la cabeza, por así decirlo, pero, si Dios no existe, ese diseño es vano, nuestra estructura moral racional deontológica seguirá existiendo, pero será absurda.

Kant decía que Dios no se puede demostrar pero es un postulado de la razón práctica. No es que tengamos que tener fe en Dios porque nos interesa, sino que tenemos que suponer su existencia para poder actuar moralmente. Esto me parece una postura intelectual completamente honrada, frente a las demostraciones filosóficas de la existencia de Dios, que siempre son autoengaños. En la época de Kant seguramente el postulado de Dios era necesario, pero en nuestra época también somos kantianos porque creemos que somos libres a pesar de que la evidencia científica nos indica lo contrario, y no lo creemos porque necesitemos autoengañarnos, sino porque necesitamos suponer que la libertad existe para vivir moralmente, es decir, para comprender y valorar nuestro comportamiento y el comportamiento de los demás.

Luminous escribió:
Esa es una muy buena pregunta.

La ética kantiana es realmente muy difícil de interpretar. Hace más de 10 años hice uno de mis trabajos obligatorios de Historia de la Filosofía Moderna sobre el postulado kantiano de la inmortalidad del alma (tienes dicho trabajo en la zona de descargas del Foro, si te interesa).

En el fondo la división de las corrientes filosóficas de Ética en dos grandes ramas, la Ética eudemónica (de la felicidad) y la Ética deontológica (del deber) puede servir como una primera aproximación, pero es una gran simplificación que no se ajusta bien a los matices de las diferentes posiciones de los filósofos morales.

Por ejemplo, además de la duda que planteas sobre la deontológica de Kant, se puede uno plantear hasta qué punto la Ética de Aristóteles propugna la búsqueda de la felicidad, por cuanto esta solo se da en el seno de la "polis", de la sociedad, y lo que se busca no es una felicidad individual, sino una especie de felicidad común o "política", aunque eso pueda conllevar cierta infelicidad o sacrificio del ciudadano, pues todo se supedita al "bien común". Y esto en cierto modo emparenta a la Ética aristotélica con la Ética kantiana, en la medida en que esta busca la realización de un "reino de los fines" (en el que realmente se podría encontrar la felicidad, solo en cuanto tal "reino" sería rigurosa y profundamente moral).

Quizá la única Ética realmente eudemónica (en el sentido de que busca la felicidad individual del sujeto moral, prescindiendo de cualquier vertiente comunitaria) sea la de Epicuro.

En fin, asunto muy complejo y difícil de simplificar.

Pedro Pablo escribió:
Disculpas porque la tablet no me permite dar formato al texto.

- Creemos que la libertad existe
-Suponemos que la libertad existe

Esto se aplica muy bien a un mundo ideal. No sé qué aplicación tiene en la sociedad actual. Pienso en los niños explotados y en el lugar de la mujer en Irán. Supongo que no será exactamente un ejercicio de libertad aquella decisión que te lleva elegir entre la vida o la muerte.

Poniéndome menos extremista, puedo decir continuar unos estudios que nunca acabaré o puedo pasar completamente del tema. ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar? No esperemos justicia ni igualdad, ni libertad de decisión.

En relación con valorar mi propio comportamiento tengo nos dudas. No puedo evitar evaluar el comportamiento de los demás. Pero tengo limitaciones, soy humana. (Ahí va una carita ya sonriente),

Al hablar de libertad no me refería a libertades políticas, sino al libre albedrío, la capacidad de decidir lo que vamos a hacer entre distintas opciones, frente a la idea de que estamos determinados como cualquier objeto material. Podemos pensar que somos entes materiales completamente determinados, pero eso solo puede ser una idea teórica, en la práctica necesitamos pensar que somos libres para que la vida humana nos resulte comprensible. Los psicólogos dicen que poseemos una "teoría de la mente", es decir, que nos concebimos como agentes con pensamientos y deseos que toman decisiones, algo que desarrollamos tempranamente, porque de otro modo las relaciones con los demás serían imposibles.

Pedro Pablo escribió:
Ya. Pero yo no creo que sea necesario Dios para justificar una conducta moral con los demás, basta apelar a la empatía.
Sobre el libre albedrío, yo, como alguna gente, creo que no existe, y, como toda la gente, hago como si existiera. De lo contrario me vería en la dolorosa tesitura de verme a mí misma como un reloj de cuerda, no podría sentirme orgullosa de mis logros ni decepcionada por mis fracasos, no podría odiar ni culpar a nadie por nada, etc. Sería muy raro e incómodo.
Creo que el libre albedrío es necesario, pero no creo que lo sea Dios.

Pienso lo mismo, pero Kant creía que también era necesario "hacer como si existiera" Dios. Eran otros tiempos.

Bueno, no cabe duda de que Dios probablemente facilita las cosas, pero no es imprescindible. No parece que en nuestro entorno la gente piense mucho en él, y aun así, las cosas funcionan medianamente bien. Donde no llega la empatía, llegan las leyes.

Edito: Disculpad, finalmente he optado por borrar lo que había escrito porque no aportaba nada a la cuestión que se trataba. La dejaba en una deriva inapropiada.

Un saludo.