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TEMA: Celia Amorós y su defensa del "cupo femenino"

Celia Amorós y su defensa del "cupo femenino" 10 Feb 2011 18:40 #1209

  • Nolano
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Me gustaría comentar una "curiosidad" del libro base de esta asignatura. El tema 4 es de Celia Amorós, profesora de la UNED, y se titula "El feminismo como proyecto filosófico-político". En el texto utiliza repetidamente (unas 5 o 6 veces) la palabra "pregnante", inexistente en nuestro idioma. O mucho me equivoco o auguro un próspero futuro a dicho barbarismo, pues lo veo muy adecuado para uso de seguidores de tonti-modas.

¿Qué significa esa palabra? En italiano "pregnante" significa, dicho de una palabra o frase, "densa di significati". Pero sospecho maliciosamente que más bien nos viene del inglés, en uno de esos curiosos viajes lingüísticos del latín al inglés y vuelta a nosotros de forma deformada y semánticamente adulterada, "pregnant", que significa "meaningful", lleno de significado.

Lo curioso, sin embargo, es otra cosa. La palabra que usamos para decir eso en castellano (de momento, hasta que la nueva moda no acabe con nosotros los clásicos) es "fecundo". De hecho el profesor Martínez Lorca en sus textos de Historia II la usa a menudo, incluso en demasía (pues toda metáfora, si se abusa de ella, llega a molestar) y , si me permitís el fácil juego de palabras, convirtiéndola en palabra bastante "embarazosa".

Pues bien, en un mundo como el que vivimos, de "miembras", "vascos y vascas" y demás solecismos feministoides, me parece bastante curioso que, disponiendo en nuestro idioma, para referirnos a palabras que generan nuevos pensamientos que nacen gracias a ellas, de una expresión femenina, pues las llamamos "fecundas", el feminismo militante de la profesora Amorós opte por una masculinización de tan interesantes y productivas ideas y las transforme en "preñantes" o "preñadoras", es decir, fecundantes (pues no hay duda alguna de que "pregnante" viene del latín "praegnare", es decir, preñar o fecundar el varón a la mujer).

¡Qué cosas!
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No soy un profesor de Filosofía, que tenga que hacer reverencias ante la necedad de otro (Schopenhauer).


Jesús M. Morote
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Re: Celia Amorós y su defensa del "cupo femenino" 10 Feb 2011 18:46 #1210

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El mismo tema 4 del libro de la asignatura, que trata del feminismo, tiene un último epígrafe titulado “El debate sobre las cuotas y la paridad” (páginas 85 a 87), de cuyo contenido discrepo totalmente.

Defiende la profesora Amorós las “cuotas” de mujeres en los órganos políticos con el siguiente argumento: “Si la democracia se autoasume y se presenta como representativa de una sociedad de individuos tiene que volver operativa la abstracción individuo en tanto que tal”, y de eso se derivaría que “la variable sexo-género sería aleatoria en los mecanismos de representación”. En la actualidad no ocurre así porque en nuestra sociedad patriarcal “las relaciones de poder funcionan como mecanismo interruptivo de lo que sería una distribución equitativa entre varones y mujeres de la representatividad política”; por tanto, “habrá que habilitar otro mecanismo interruptor para desactivar ese efecto” cuya “eficacia se contrastará en la medida en que logre que la variable sexo-género se convierta en una variable aleatoria y produzca efectos estadísticamente equilibrados”.

La confusión que sufre la profesora Amorós es patente. Al parecer ignora el fenómeno de la polisemia y cree que una palabra como “representación”, por ser única, significa siempre lo mismo, cuando no es así. Efectivamente, es muy diferente la cualidad de “representativo” en el orden político de la cualidad de “representativo” en el orden estadístico. La profesora Amorós equipara ambas representatividades. Pero si la representatividad política consistiera en la representatividad estadística, los órganos políticos (Parlamento, Gobierno, Tribunales) deberían designarse de tal forma que se garantizara la representatividad estadística de la muestra respecto de la población representada, lo que, como es sabido, sólo se conseguiría mediante extracción aleatoria de los nombres de los diputados entre los de toda la población: es decir, sustituyendo las elecciones y las urnas por un sorteo con los correspondientes bombos y niños de San Ildefonso. No es eso lo que propone la profesora Amorós, aunque yo creo que tal vez no sería mala idea ese sistema, que usaban los antiguos griegos para elegir a sus magistrados. La confusión lingüística de la profesora se hace extensiva a la palabra “equitativa”, pues la usa en el sentido de “igualitaria”, cuando es evidente que en nuestro idioma una cosa es la equidad (virtud moral equivalente a la justicia) y otra cosa la igualdad cuantitativa, que es a lo que se refiere la profesora. A veces la única forma de lograr la equidad es con trato desigual.

La representatividad política no tiene nada que ver con la representatividad estadística. Una Asamblea legislativa nombrada a dedo por un Dictador podría constituir una muestra significativa de la sociedad de un país, pero eso no la convierte en una Asamblea representativa; al contrario, una Asamblea elegida democráticamente por el pueblo puede no ser una muestra estadísticamente apropiada del pueblo representado, pero sí goza de representatividad política. Se vota a quien es como el votante piensa que debería ser, no a alguien que es como el mismo votante es: la representatividad política es cuestión de libre voluntad de los electores, no cuestión de promedios y desviaciones típicas.

Naturalmente, estoy hablando desde la óptica de la filosofía política, no de la práctica política; pero para eso están los que ahora llaman “politólogos”, no los filósofos. De todas formas, justificar, como hace adicionalmente la profesora Amorós, el mecanismo de cuotas femeninas mediante la constatación de las graves deficiencias de los criterios de selección de los representantes políticos en nuestras sociedades contemporáneas donde las “oportunidades de promoción dominantes funcionan más bien bajo la forma de adscripciones de grupo que sobre la base de la evaluación del individuo” creo que no es muy buena idea. Un sistema deficiente pienso que se mejora corrigiendo sus deficiencias, no introduciendo más deficiencias, éstas de signo contrario, para “compensar” las deficiencias previamente existentes.
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Jesús M. Morote
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Re: Celia Amorós y su defensa del "cupo femenino" 10 Feb 2011 22:46 #1214

  • Kierkegaard
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Siento discrepar contigo, Nolano. Creo que en el texto de la profesora Amorós no hay tal polisemia. La representatividad en el orden político consiste en la representatividad estadística de ideas. La cuestión es si la elección democrática es suficientemente pura como para estar eligiendo esa mayoría de ideas. Si las variables sexo-género y las ideas muestran una independencia estadística (correlación cero), como en principio así parece que debería ser, una muestra representativa de ideas políticas no debería conllevar ninguna tendencia especial en la variable sexo-género, de forma que la muestra representativa de ideas políticas debería ser transparente al sexo-género y ser estadísticamente representativa de la distribución de población.

Pero eso es en el plano del deber ser de tu querido Kant. La realidad es que muchos factores afectan a esa elección de ideas encarnadas en personas. Entre otras cosas, porque de partida hay muchas menos políticas que políticos. Y porque no las hay, no se suscitan entre las jóvenes referentes en los que fijarse para decidir con amplitud y libertad de miras si quieren ser políticas el día de mañana, y la situación apenas cambia – o al menos muy lentamente. No sostengo estar totalmente de acuerdo con la profesora Amorós. Pero entiendo que la cuestión es que si la clase política no es una muestra representativa de la población en cuanto al sexo-género, ¿es posible que lo sea a nivel de ideas? Si antes hemos defendido que son independientes, no podríamos aducir ahora que los hombres no pueden compartir las ideas de las mujeres y ser representativos de toda la sociedad. Pero que así fuera también se encuentra en el plano del deber ser. Y los filósofos no debemos quedarnos sólo en ése plano abstracto y ajeno a la realidad. Junto a los politólogos también debemos comprender la praxis política real y concreta. Hasta el idealista Descartes tenía una intención clara de responder a la práctica de la ciencia real de su tiempo. Y lo que parece haber sucedido en este plano es que la sensibilidad y visión femenina ha quedado un tanto al margen de la representatividad política, que la inercia histórica ha generado con un patente protagonismo masculino.

Si las ideas no son tan trivialmente transportables entre personas – que tiene prejuicios y están condicionadas por otros factores – la solución sería, como dices, el de los bombos con los niños de San Ildefonso: estadísticamente representativo en todos los factores posibles (aunque para ello se necesitaran decenas de parlamentos como el actual). Efectivamente, el parlamento no es representativo de la población en términos de procedencia, edad, idioma, religión, posición económica, etc. La necesidad de las tareas que tienen que desempeñar obliga a que no pueda ser cualquiera (no podría ser diputado alguien muy mayor, excesivamente joven o sin formación alguna, por ejemplo, por muchos ancianos, niños o muchas personas analfabetas que haya en España). Pero pertenecer a un género u otro no es una limitación de este tipo. No deberíamos consentir que lo fuera. Por lo que las medidas que ayuden a revertir esta injusta inercia histórica son, al menos, racionalmente comprensibles. Como tú mismo has dicho, para garantizar la equidad es preciso a veces dar un trato desigual.
Javier Jurado
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Re: Celia Amorós y su defensa del "cupo femenino" 11 Feb 2011 10:36 #1224

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Dices, Kierkegaard, que “la representatividad en el orden político consiste en la representatividad estadística de ideas”; es un poco forzada la expresión, creo que para “encajarla” en la dicción de la profesora Amorós; no sé cómo se puede acotar una población de ideas y qué sistemas se utilizarían para extraer los individuos componentes de la muestra representativa de esa “población de ideas”. Pero estoy de acuerdo, a grandes rasgos, en lo que creo que quieres decir, que si en el colectivo de electores hay un 25% de personas con ideas derechistas, un 60% con ideas de centro y un 15% con ideas de izquierda, el grupo parlamentario, para ser políticamente representativo, debería constar de un 25% de diputados de derecha, un 60% de centro y un 15% de izquierda. (Aunque cabría matizar, pues lo que uno elige en las elecciones es qué partido quiere que gobierne, que no tiene por qué coincidir en ideología con el elector.)

Pero no alcanzo a ver qué tiene eso que ver con que, para que se pueda hablar de representatividad política, los diputados tuvieran que guardar la misma relación estadísticamente representativa con la población a que representan en cuanto a rasgos ideológicamente irrelevantes, como hombres/mujeres, morenos/rubios, altos/bajos, etc. Y eso no sólo en el plano del deber ser, sino en el del ser, pues los rasgos impertinentes para el asunto de que se trata son irrelevantes incluso si nos movemos en el plano de los estudios fácticos.

Hasta ahí creo que estamos de acuerdo. Pero me inquieta un poco la última frase de tu segundo párrafo: “que la sensibilidad y visión femenina ha quedado un tanto al margen de la representatividad política”. Porque creo percibir ahí algo con lo que no estoy de acuerdo: que las mujeres, por ser tales, tienen un hecho diferencial político-ideológico con respecto a los hombres; que los hombres y las mujeres, por razones de configuración anatómica y hormonal, piensan (hablamos de política, claro) de forma diferente.

En el mismo tema, la profesora Amorós hace un repaso de la historia del feminismo y su lucha por los derechos políticos de la mujer. Y a través de ese proceso lo que las mujeres han pretendido no ha sido obtener privilegio alguno sobre los hombres, sino tener los mismos derechos que los hombres. Y basándose en un motivo muy simple: que el rasgo de ser mujer no es relevante políticamente. Es significativa a este respecto la posición de Mary Wollstonecraft (1759-1797) que, en palabras de Celia Amorós, “sólo considerará legítimo ‘el rango’ que establezcan entre los seres humanos ‘la razón y la virtud’… Así, a la cuestión planteada acerca de si la diferencia sexual jerárquica era natural o artificial, la respuesta de Mary Wollstonecraft es contundente: el ‘carácter artificial’ de las mujeres y de las relaciones entre los sexos no son sino el producto de una ‘educación inapropiada’”. Y comenta finalmente la profesora Amorós: “así se ha podido decir que los varones fueron los inventores de ‘la cuota’ al adjudicarse a sí mismos la del 100%”. ¡Mal por los varones! (a quienes la profesora Amorós se llega a referir como unos seres que, dejados a nuestra tendencia natural, haríamos que la política se degradara en “mafia masculina”, con esas mismas palabras).

Pero si eso de las cuotas está mal, seguirá estando mal, sea del 100%, del 50% o del 25%, sea a favor de un sexo o a favor de otro. Pues, como bien vio Wollstonecraft, está basada en un rasgo políticamente artificial e irrelevante.
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Jesús M. Morote
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Última Edición: 12 Feb 2011 20:12 por admin.
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Re: Celia Amorós y su defensa del "cupo femenino" 12 Feb 2011 16:03 #1279

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Vamos a ver, Nolano. Yo entiendo que lo de las cuotas puede parecer algo sin demasiado sentido, una especie de favoritismo absurdo que podría llevar a poner a la mujer en un puesto que no le corresponde sólo por ser mujer y porque "toca". Hasta ahí podríamos estar de acuerdo.

Pero el caso es que la "mafia machista" la hemos soportado durante siglos y la seguimos soportando las mujeres. ¿ Te parece muy fuerte la expresión?
Te recuerdo que la mujer es invisible socialmente en la mayor parte del mundo, que hasta bien entrado el siglo XX no tuvimos derecho a voto en toda Europa, los impedimentos para estudiar en una universidad eran infranqueables, todavía por el mismo trabajo y formación se nos paga hasta un cuarenta por ciento menos de sueldo que a un compañero varón; sin ir más lejos, en España hace apenas 30 años la mujer no podía poner una denuncia en un juzgado, ni abrir una cuenta corriente, ni viajar, ni trabajar en la administración si no era con el consentimiento de su marido o de su padre; si te acuestas con quien te da la gana te llaman puta, si un hombre lo hace es un seductor admirable...

Te recuerdo que llevamos ya más de 40 asesinadas a manos de la violencia machista, la mayoría de los casos en procesos de separación, porque se educó al hombre pensando que la mujer era una posesión más, un animal doméstico cuya función era cuidar a la familia .... y todo eso en Europa, la cuna de la civilización, imagínate donde una mujer es poco menos una cabra más entre las posesiones del marido.

Nos va la vida en ello, Nolano y si para cambiar todo eso hay que poner a una mujer de ministra de defensa, pues se pone. Sólo conseguiremos cambiar algo cuando no sea noticia tal decisión y nadie se ría de ver a una mujer embarazada dando órdenes. Pero falta mucho para eso todavía y necesitamos la cooperación de todos.
"Burru fó Perico a Uviedo, burru fó y burru vieno."
Última Edición: 12 Feb 2011 16:06 por Toposhiperurano.
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Re: Celia Amorós y su defensa del "cupo femenino" 12 Feb 2011 18:11 #1280

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Creo que es preciso distinguir el plano del deber ser del plano del ser puesto que no estoy de acuerdo con que en ambos planos "los rasgos impertinentes para el asunto de que se trata son irrelevantes".

1) En el plano del deber ser democrático, elegiríamos personas, no partidos, y elegiríamos esas personas porque sus ideas políticas son afines a las nuestras, (no a nosotros, esto es clave), por lo que nos representan políticamente y son al mismo tiempo una muestra estadística representativa de nuestras ideas, como efectivamente has entendido Nolano, sin impacto en otros caracteres. En este plano, además, el género es una variable independiente de muchas otras, entre otras, las ideas políticas. Para ejemplificarte lo que quería decir podríamos pensar en una población de 1000 personas, 480 hombres y 520 mujeres. Con el ejemplo de proporción que ponías en cuanto a ideas políticas, el parlamento debería tener una mayoría del 60% las ideas de centro, pero sus diputados deberían mantener - no por obligación, sino por pura estadística aleatoria - una proporción del 48% y 52%, como la población a la que representan.

2) En el plano fáctico del ser, evidentemente esto no es así lo cual implica que otros factores están interfiriendo en la elección democrática pura, la del deber ser. Por ejemplo, sin ir más lejos, la clase política no guarda esa proporción. Y en este plano “que la sensibilidad y visión femenina ha quedado un tanto al margen de la representatividad política” es un hecho que se sustenta no porque "las mujeres, por ser tales, tienen un hecho diferencial político-ideológico con respecto a los hombres; que los hombres y las mujeres, por razones de configuración anatómica y hormonal, piensan (hablamos de política, claro) de forma diferente." sino porque en este plano fáctico, efectivamente, los géneros no han sido históricamente tratados igual, ni escuchados igual, ni respetados igual... Y eso influye en su visión del mundo, y también en sus ideas políticas, en el protagonismo que se les ha concedido.

Efectivamente no se trata de "obtener privilegio alguno sobre los hombres", y el horizonte del deber ser nos llevará a una igualdad. Pero hasta entonces, en el plano del ser, una balanza desequilibrada históricamente requiere de un peso desequilibrado contrario para nivelarla. Precisamente para alcanzar ese deber ser, y no sólo esperarlo lógicamente. Praxis para obtenerlo y no sólo la contemplación de aquello, que es cierto, de que "el rasgo de ser mujer no es relevante políticamente".

El debate, en todo caso, entiendo que reside en si, además de formar y estimular una educación igualitaria - como entiendo que defiendes, Nolano - es preciso dar este empujón compensador que traiga más rápidamente la igualdad; o dicho desde otro punto de vista, si creemos que va a bastar con simplemente educar en la igualdad y esperar algo ingenuamente a que por sí mismo esto vaya cambiándose solo, aunque muchas generaciones tengan que esperar todavía para verlo. En el fondo, el peso histórico de esta injusticia es lo que está bajo discusión: unos lo minimizan, considerándolo cosa del pasado, como si estuviéramos ya en el plano del deber ser. Y otros lo maximizan, adulterando un feminismo que se vuelve vengativo en lugar de racionalmente constructivo y equilibrador.
Javier Jurado
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Re: Celia Amorós y su defensa del "cupo femenino" 12 Feb 2011 19:28 #1282

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Me parece que, desde el punto de vista filosófico, no hay discrepancia alguna y estamos todos de acuerdo. Lo que parece que suscita nuestra discrepancia son los aspectos “estratégicos”, la práctica política para convertir la desigualdad real en igualdad, para acabar con la discriminación por razón de sexo.

Yo no creo que, como dice la tonadilla, una mancha se quite con otra; las manchas como se quitan es limpiándolas (de la otra forma sólo se ocultan, maquillan o disfrazan). Y tampoco creo que el fin justifique los medios, que medidas antidemocráticas lleven a la democracia, pues ya sabemos cómo acaban las dictaduras del proletariado implantadas para sustituir regímenes democráticos formales por “democracias reales”. Pero, vuelvo a insistir, eso es práctica política, no filosofía política.

Voy a poner, para terminar, un ejemplo histórico. Cuando se celebraron las primeras elecciones a Cortes constituyentes durante la Segunda República, en 1931, las mujeres no tenían derecho al voto. Esas elecciones las ganaron las izquierdas que, al elaborar la Constitución de 1931 reconocieron el derecho al voto de la mujer. La mujer, que recibía mucha menos educación que el varón en aquella época, con mayor índice de analfabetismo, y condicionada por la Iglesia Católica, iba a votar mayoritariamente a las derechas. Eso era sabido y, no obstante, la izquierda prefirió reconocer el voto femenino en vez de mirar por su interés electoral y, según algunos, por el interés real de la propia mujer. Y, efectivamente, apoyada en el voto femenino, la derecha ganó las elecciones de 1933. El gobierno de derechas, como era de esperar, no adoptó medidas a favor de la igualdad de la mujer, sino al contrario.

Creo que es pertinente preguntarse, ante el conflicto que se presentaba: ¿hizo bien la izquierda de la República en reconocer el derecho al voto de la mujer o, atendiendo a que primero debería solventarse el problema de una desigualdad fáctica entre sexos que condicionaba el voto femenino, debería haber seguido manteniendo el sistema electoral que le era favorable, para implementar medidas correctoras de una desigualdad de hecho antes de atender al principio básico del sufragio universal, que sólo era cuestión de igualdad formal y no material? Yo creo que hizo bien en no utilizar una herramienta discriminatoria y plegarse a una realidad injusta, sino optar por alcanzar la igualdad real reconociendo antes la igualdad formal; el gobierno republicano no creyó, pienso que con acierto, que la discriminación formal fuera a producir igualdad, sino al contrario, que sólo la igualdad (en la intención) produce igualdad (en la realidad fáctica).
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Re: Celia Amorós y su defensa del "cupo femenino" 12 Feb 2011 20:07 #1283

  • Kierkegaard
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Conocía ese argumento, frecuentemente empleado en esta discusión. Pero relativizo que sea una simple cuestión de si el fin está justificando los medios, y por tanto, tu juicio de que este tipo de medidas sea antidemocrático.

Estoy de acuerdo con tu apreciación, y comprendo el debate. Sin embargo, siguiendo tu metáfora tonadillera, una mancha si no se quita con otra mancha, tampoco se quita si nos conformamos con decir que no debería estar ahí, o enseñamos a los niños que las camisas se hacen sin manchas. Demasiados hombres con manchas en sus camisas inculcarán a los niños y niñas, quizá sin quererlo, que la mancha no está tan mal, que sí, que las camisas deberían ser blancas e impolutas, pero que poco a poco irán llegando esas camisas blancas, como llovidas del cielo. ¿Y mientras tanto?

Muchas otras leyes, decididas en democracia, orientan y regulan a la propia democracia: véase una Ley Electoral como la d'Hont, una edad concreta para conceder la mayoría de edad, etc. Es cierto que no todas las decisiones democráticas favorecen a la democracia – aparte del tuyo, Hitler es buen ejemplo. Sin embargo, se trata de decidir en democracia si podemos crear mecanismos que corrijan a una democracia que se implanta en una sociedad concreta y de cuyas inercias históricas está en cuestión si será capaz de escapar.

Me pregunto en voz alta: ¿El número de pelirrojos - otra variable independiente de las ideas políticas - está representado en el parlamento conforme a su presencia estadística en la población? Aunque no me he puesto a comprobarlo, es probable que no. ¿Qué diferencia habría entre pensar en una cuota para los pelirrojos y una cuota para las mujeres? Bajo esta perspectiva teórica, cualquier intervencionismo parecería adulterar la "pureza" de la democracia.

Sin embargo, los pelirrojos - con todos los estigmas que han sufrido, no era un ejemplo aleatorio - no constituyen históricamente un colectivo tan mayoritario en la sociedad, no reúnen tantas singularidades que los diferencien de otros colectivos, ni han sufrido con tanta virulencia el desprecio y la discriminación, como así ha padecido el colectivo femenino.

Por ello es por lo que considero que esta medida, aunque comprensiblemente polémica, no es necesariamente antidemocrática y encuentra en la equidad - que no es democráticamente justa aunque pueda ser democráticamente elegida - el principio de su justificación.
Javier Jurado
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Re: Celia Amorós y su defensa del "cupo femenino" 12 Feb 2011 22:51 #1287

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Incorporo en ficheros adjuntos a este mensaje algunas muestras de que el metarrelato de Celia Amorós no se corresponde con una descripción (o "relato") correcta de la realidad. Se trata de listados de aprobados de oposiciones a cuerpos de elite de la Administración, tomados de la página web del Ministerio de Justicia. En la lista de Abogados del Estado, de 49 son mujeres 28. En la de Registradores de la Propiedad, de 47 lo son 26. Y en la de Jueces (sólo he contado los 20 primeros, pues la lista es un poco larga), de 20 son mujeres 14.

No me parece que haga falta cupo alguno para que las mujeres que se han preocupado de formarse y estudiar puedan tener éxito profesional. Es incluso un insulto a esas mujeres que se las ofrezca un "cupo" que, obviamente, no necesitan.

Claro que otra cosa son ciertos ámbitos donde los nombramientos son a dedo. Ahí el metarrelato "feminista" tiene un juego inmenso. Como, por ejemplo en la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género:

Supercupo en el Ministerio de Igualdad

(...)tomando como referencia las Relaciones de Puestos de Trabajo de enero de 2008 y noviembre de 2009, certifica que la presencia de mujeres es abrumadoramente mayor a la de los hombres en este organismo.

En concreto, del total de 19 funcionarios que prestaban sus servicios en la delegación en enero de 2008, la distribución por sexos era del 94,74 por ciento de mujeres, "mientras que tan solo el 5,26 por ciento eran hombres". Casi dos años después el porcentaje masculino habría crecido 15 puntos, hasta el 20 por ciento, pero el 80 por ciento restante seguía copado por féminas.


El 5'26% de 19 es un solo funcionario. Los otros 18 eran mujeres.

(NOTA: Hay que suponer que se trata de nombramientos a dedo, o cargos de libre designación, porque evidentemente, el Tribunal de Cuentas no puede entrar en el sexo de quienes ocupan puestos provistos por concurso entre funcionarios de carrera. El cupo supongo que sólo rige para los altos cargos y sólo se controla en ese ámbito, que es donde el Gobierno tiene libertad para nombrar a las personas de su gusto.)
Adjuntos:
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Re: Celia Amorós y su defensa del "cupo femenino" 12 Feb 2011 23:37 #1288

  • Conrado
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Yo no estoy de acuerdo con Celia Amorós en que las cuotas de paridad sirvan como mecanismo corrector de la infrarrepresentación femenina en la política. Por una razón muy sencilla. Una representación política equitativa desde el punto de vista del género no consiste en que haya el mismo número de hombres que de mujeres en los parlamentos. Una política donde la cara la dan las mujeres pero donde detrás las decisiones las tomas los hombres no tiene nada de equitativa. Es lo que ha hecho el presidente Zapatero. Poner más mujeres en los parlamentos cuya única función consiste en dar la cara porque las decisiones que anuncian las siguen tomando los varones, llámense Rubalcaba, Blanco y compañía. De cara a la galería queda muy bien introducir más mujeres pero eso no sirve para nada si las decisiones las siguen tomando casi en exclusiva los hombres. No deja de ser una política patriarcal camuflada de feminismo.

Ésta era una crítica que me gustaría argumentar en caso de salir alguna pregunta sobre el feminismo en el examen del próximo miércoles.
David Feltrer Bailén Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla
Graduado en Filosofía (UNED - febrero de 2016)
Estudiante del Máster en Filosofía Teórica y Práctica (UNED - octubre de 2018)
Estudiante del Grado en Geografía e Historia (UNED)
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