Tasia escribió:
La profesora Amorós señala que, lo que se evalúa hoy por hoy en la selección de personal para un puesto de trabajo, no es el individuo sino toda una serie de aspectos tales como disponibilidad de tiempo libre, apariencia física, ideología, amigos y contactos, etc. Por tanto la variable "género" se camufla de un modo tan intenso entre el resto de variables que la discriminación se hace casi invisible.
En efecto, yo también considero que las nuevas formas de conservadurismo siguen ahí, pero camufladas.
Con respecto a las cuotas de paridad, yo en concreto no defiendo que sea algo absurdo, sino que es insuficiente. Eso implica seguir trabajando en esa dirección, pero dejando claro que, hoy por hoy, la mayoría de mujeres de la política sólo son caras femeninas. Naturalmente que hay excepciones, pues nadie duda de que Angela Merkel, por ejemplo, sea sólo el rostro de una cara fememina. Probablemente es la persona (en este caso mujer) con más poder político de Europa. Y en su día Condoleezza Rice fue la mujer más poderosa de EE.UU. En España también tenemos ejemplos de mujeres con "poder". Sin embargo, no es la tónica general.
No sé si has cursado Ética, Tasia, pero creo que encontrarías interesante el tema "Ética y feminismno" redactado por Celia Amorós en el libro de la asignatura
La aventura de la moralidad. Hay un asunto que me pareció de extraordinaria importancia y actualidad. Se trata de la eticidad estética que norma al colectivo femenino. El epígrafe del libro donde se habla de esto es
Ética y estética.
Básicamente, el resumen es el siguiente (extraído de mis apuntes colgados):
"El vestido siempre ha sido jerárquico y genérico. Un versículo de la Biblia reza como sigue: «no se vista el varón con ropas de mujer ni la mujer con ropas de varón porque esto es abominación a los ojos de Dios» (Timoteo 2:9 y Deuteronomio 22:5).
Al lado de una rebelión ética siempre se produce una rebelión estética. En los años veinte el vestido diferencial se mantuvo, pero muchas mujeres comenzaron a manifestar sus nuevas posiciones por medio de la aceptación del nuevo vestido femenino.
Es muy distinto portar un signo ética que estéticamente. Un signo se porta estéticamente cuando su carga ética está desactivada. En todas las culturas humanas habidas varones y mujeres no se indistinguen. Y, de vez en cuando, el vestido jerárquico y genérico reaparece. La obligación de «vestirse», para ciertas ocasiones de relieve, quiere decir vestirse adecuadamente según el rango y el sexo de cada uno. Por lo general las novias no se casan de pantalones. Y también por lo común los varones no se visten con prendas femeninas. El estándar usado siempre es el superior, el varonil. Los varones no se han feminizado, sino que las mujeres han adquirido el derecho a llevar prendas antes masculinas: pantalones, corbatas, etc. Todo este cúmulo de innovación estética nos avisa de la innovación ética subyacente, y nos advierte de que cuando el choque cultural se produce por un signo estético lo que realmente ocurre es que tal signo no es «mera-mente» estético. Nuestras sociedades, a medida que desmontaban su eticidad heredada, han educido éticas que les sirvan de guía. Pero, en la medida en que siguen siendo identitarias, han traducido a estética la carga ética de las identidades previas. El feminismo no puede convivir con identidades cuya carga de eticidad diferencial en función del género no haya sido desactivada por principios universales. Por ello el feminismo tiene abierto el debate del multiculturalismo.
El horizonte a medio plazo es el de una sociedad europea tan diversa como la estadounidense. De ahí que la ética se afane en incorporar los términos del debate multicultural y realizar con ellos los debidos ajustes. El feminismo se ve en el deber de recordar a la democracia el respeto a sus propios principios. El feminismo sólo puede admitir diferencias desprovistas de carga sexista que respeten los derechos humanos individuales. El feminismo no tiene ni debe tener una ética propia porque está en la base de todas."
Pues bien, es algo que salta a la vista. Ahora la mujer ya no está en casa para fregar y planchar. Pero esa eticidad antigua se ha convertido hoy en día en estética: la mujer tiene que vestirse "adecuadamente" incluso para salir a comprar el pan. Y es algo que percibo cada día, mujeres vestidas de sábado noche a cualquier hora del día, ¡hasta tal punto norma la eticidad!.
En cambio, con los hombres no sucede lo mismo. La mayoría vamos muy cómodamente por la calle con chandal y zapatillas deportivas, y más para ir a estudiar a la biblioteca, donde no tiene sentido (al menos para mí) ir de traje y corbata para estar ocho horas sentado delante de los libros. En cambio, observo que la mayoría de mujeres llevan botas hasta las rodillas para estar ocho horas sentadas ¡con lo incómodo que se debe estar así!. Y esto es precisamente a lo que se refiere Celia Amorós con lo de
"Nuestras sociedades, a medida que desmontaban su eticidad heredada, han educido éticas que les sirvan de guía. Pero, en la medida en que siguen siendo identitarias, han traducido a estética la carga ética de las identidades previas".
En conclusión, la eticidad que norma o, mejor dicho, que hipernorma al colectivo femenino sigue ahí con más fuerza que nunca, sólo que ahora se ha convertido en eticidad estética. La eticidad femenina ha pasado de ser doméstica a ser estética. Y al mismo tiempo se matan dos pájaros de un tiro, pues esa eticidad estética que norma está al servicio del
capitalismo salvaje; me refiero a las firmas de ropa y complementos que se han colado en la cabeza de una mayoría de mujeres sin personalidad o por falta de autoestima, si se me permite la crítica. Creo firmemente que dejarse llevar por la eticidad estética supone tener anulada la personalidad.
Este es un tema que me gusta (la ética en general). Hay demasiada eticidad estética al servicio del gran capital. Y el colectivo femenino es el más afectado. Es impresionante la falta de valores del momento. Y las redes sociales no ayudan, dicho sea de paso, sino que fomentan más aún los aspectos menos humanos y más materialistas de la vida. Con ello se incrementa la eticidad y el fomento del consumo masivo de productos de marca.
Disculpad si este mensaje se ha hecho demasiado largo.