Reconozco que no pensaba intervenir más en este hilo, pero las intervenciones de Kork me han animado, aunque tarde, a exponer algunas reflexiones.
Primero:
El caso de Ibaranga es de "manual", de manual del perfecto "retroprogre" quiero decir. Ibaranga se agarró, como a clavo ardiendo, a un palabro (africanismo) obviando la esencia de mi intervención, que no pretendía negar ni confirmar la existencia de peregrinas y variopintas teorías de la liberación, sino enfatizar en que todas ellas son "partes de"; todas son lecturas sesgadas de la realidad y el logos, en tanto dichas teorías solo hacen hincapié en los intereses particularistas de los distintos grupos que se han sentido agraviados históricamente.
Segundo:
Es peligroso, y mucho, convertir el "sentir" en un argumento de peso que pudiera legitimar y/o justificar teorías de la liberación; más peligroso aún es apelar al "sentir de las víctimas" para reivindicar cambios y transformaciones sociales.
Basta tan solo con que alguien se sienta víctima para que automáticamente se disparen todos los resortes de nuestro subconsciente que nos predispongan a empatizar y solidarizarnos con el dolor y/o agravio del "otro".
El problema surge cuando "el otro", y como ha demostrado la historia terca y obstinadamente, instrumentaliza su victimismo para sacar provecho y sustituir la conciencia verdadera de las tradicionales prepotencias dominantes (capitalistas, burguesas, patriarcales..) por nuevas conciencias, por supuesto más justas y buenas según sus incuestionables pareceres.
Tercero:
Resulta curioso que todas y cada una de las teorías de la liberación, nacidas a partir de un victimismo convenientemente instrumentalizado, siempre se hayan mostrado como dialécticas beligerantes (las más buenas y justas) que no han dudado, de forma prepotente y cínica, en combatir al "otro" con todas las armas a su alcance, desde la consabida dictadura proletaria, pasando por las estrategias de "scratches", tan de moda actualmente, pero que ya sufriera Adorno en sus carnes por gentileza de "justicieras" feministas que le increparon mostrando sus pechos desnudos.
Así, solo desde la prepotencia de dichas teorías y "guerreros" de la liberación puede comprenderse el dogmatismo que les lleva a practicar las estrategias y ardides más abyectos y miserables, tales como los que nuestros podemitas llevan ensayando sin que nadie les chiste, so pena de ser tildados de "fachas". La última "podemitada", por no citar las de Mayer, Kuchi-kuchis, y otros seres frutos del resentimiento más insano, ha sido sacar a colación el asesinato de Miguel Ángel Blanco para establecer analogías, tan perversas como falaces, entre terrorismo y casos de violencia de género. ¿Se puede ser más miserable?
Cuarto:
Eso sí, mucho cuidado con responderles o "cantarles las cuarenta", como diría mi abuela, porque los bravos "guerreros de la liberación" enseguida se repliegan en su calculado victimismo, calificando como "violentos" los intercambios dialécticos que no son de su agrado; violentos, por supuesto, desde el momento en que el "otro" les planta cara y argumenta contra sus dogmatismos, siempre henchidos de buenismo justiciero que "ellos", para más inri, creen legítimos y morales (según sus propios valores morales, claro).
Quinto:
No ha mucho me las vi en un intercambio "dialéctico" con un "político" del municipio donde ejerzo mi actividad: un orgulloso militante de la CUP (hoy concejal) que se jactaba orgulloso de ser marxista-leninista y de creer ciegamente en el materialismo dialéctico. Insisto en algo fundamental: dicho sujeto, harto beligerante y dogmático, ahora es concejal, es decir, ha sido elegido "democráticamente" por una "parte de" la ciudadanía ebria de resentimiento y ansias revanchistas.
El caso es que él defendía la conciencia verdadera proclamada por el marxismo, y sostenía que el materialismo dialéctico era la única vía científica válida para entender, primero, y transformar, después, la sociedad.
No entraré a detallar cómo transcurrió mi enfrentamiento con dicho sujeto, siempre soportando sus continúas deslegitimaciones a través de falacias de prejuicios y ataques ad hominem, pero sí señalaré que, como consecuencia de mi inconsciente osadía, me saltaron a la yugular todos sus acólitos al grito de "facha" y "ultraliberal".
El susodicho aprendiz de brujo se cuidó mucho de exhibir en todo momento un discurso coherente (respecto a su ideología marxista) recurriendo a todas las falacias habidas y por haber, como ya he señalado, pero cuidando las "formas".
Pero a medida que mi discurso le arrinconaba contra las cuerdas, le desarmaba y ponía en evidencia ante sus fieles, tuvo lugar la típica metamorfosis de todo buen retrogrogre que se precie: se transformó en Ibaranga, es decir, después de tirar piedras falazmente, se escondió bajo los ropajes del redentor victimismo, argumentando que no deseaba seguir con un debate tan "áspero". ¿Qué hubiese preferido entonces? ¿Qué hubiese permanecido calladito y mudo?
En fin, nada nuevo bajo el Sol.
PD: lo único bueno de que nuestros podemitas, como todos los retro-nostálgicos del marxismo-leninismo más abyecto, hayan alcanzado el poder, en pueblos e importantes capitales (Barcelona y Madrid sobre todo) es que, más pronto que tarde, quedarán al desnudo sus dogmáticas y beligerantes prepotencias, como ya estamos viendo.