No estoy de acuerdo en que todo sea sufrimiento y en que sólo haya dolor como algo positivo y ausencia de dolor como únicos elementos existentes. Si así fuera, lo más coherente sería descerrajarse un tiro como única salida viable.
Que el mundo es contingente y que todo sistema está condenado a la entropía como ley natural parece obvio, pero pese a saber el destino final de la partida, no es menester jugar la misma con aire taciturno y sombrío, siempre nos vendrán buenas y malas manos, al final se tratará de jugar bien las cartas, de tenerse en pie en este mundo que nos sacude.
Me resulta curiosa la figura del sr.Arthur Schopenhauer, el verano pasado leí su gran obra: El mundo como voluntad y representación, y me agradó. Siempre me ha llamado la atención su biografía, una especie de outsider, que pudo vivir de las rentas que le legó su padre, fallecido en extrañas circunstancias. Envidioso del éxito literario de su madre, la cual frecuentaba el círculo intelectual de Goethe, siendo éste la excelencia intelectual del momento en Alemania. Su visceralidad hacia Hegel, la reprobación hacia su hermana, su extraña vida en soledad consagrado a su obra, al igual que hiciera Kierkegaard, Spinoza o Nietschze. Estas vidas anacoretas no son de mi agrado.
A mi modo de ver, es más satisfactoria la vida de Hegel, al que le encantaba departir con sus amigos en una partida de cartas, y degustar las salchichas que le cocinaba su suegra. O la de Hume, el cual quitaba gravidez a sus meditaciones filosóficas y nos decía: "Sed filósofos, pero en medio de vuestra filosofía sed también hombres".
Mi idea de filosofía es la de consolación, la de herramienta para mantenerse uno en pie, la de bagaje necesario para recrearse en el goce de los buenos momentos de la vida y la de lenitivo para los momentos agrios y duros que todos hemos de pasar.
Un saludo.