El pasado 6 de marzo se cumplieron 519 años del nacimiento de Juan Luis Vives (1492-1540), valenciano de vocación universalista, destacado humanista renacentista de condición polifacética, contemporáneo de Tomás Moro y Erasmo de Rotterdam (con quienes mantuvo una estrecha relación).
Aunque destacó principalmente por su labor pedagógica y de defensa de la reforma educacional, también realizó incursiones en los campos de la psicología, la religión, la política, la ética o la filología. Su bagaje filosófico, adornado por sus fuertes convicciones religiosas, se nutre, como buen renacentista, de los grandes clásicos griegos, sintiéndose cercano a Aristóteles (a quien trató de depurar de la imagen escolástica imperante en ese periodo) en el campo de la metafísica y a Platón y los estoicos en el campo de la ética.
A título de curiosidad, mencionar que hace unos años asistí a una conferencia de Francisco Calero, catedrático de Latín de la Uned, en que hizo una detallada exposición de los argumentos mediante los cuales defendía la tesis de que Vives era el autor de “El lazarillo de Tormes”.