INTRODUCCIÓN A LA OÑATIPARLA
(GUÍA PARA NEÓFITOS PERPLEJOS)
Aunque se han levantado voces en este foro reclamando debate sobre las opiniones de Oñate sobre Aristóteles, no nos engañemos. Eso no motiva mucho, como se puede ver en la escasa presencia y participación en hilos en los que se habla del pensamiento de diversos filósofos, que contrasta llamativamente con la enorme popularidad del de los "libros de Oñate".
Naturalmente, cada uno puede iniciar y participar en cuantos debates quiera sobre Aristóteles y su interpretación por Oñate. Pero yo pienso que lo que hace que aquel hilo sea uno de los más concurridos del foro no es sino la perplejidad en que, indefectiblemente, se sumen los alumnos primerizos o aspirantes a ello cuando se encuentran con esos textos de Oñate tan peculiares. ¿Qué debo hacer? ¿Me compro los textos de Oñate o puedo utilizar otros más accesibles a la comprensión? ¿Cómo es que no logro entender bien lo que escribe esta profesora?
Y en este foro hay respuestas para todos los gustos a dicha pregunta. Cada cual puede escoger la que mejor le cuadre. En lo que a mí respecta yo ofrezco a esas personas perplejas la siguiente perspectiva. Mi tesis es que Oñate tiene un nivel muy bajo de competencia en el manejo de nuestro idioma (para ser catedrática, se entiende), lo que le impide expresarse bien. No obstante, ha sabido disfrazar esa incompetencia con una apariencia de estar diciendo cosas muy profundas. Pero la profundidad únicamente es aparente por la oscuridad con que se expresa, producto de la citada incompetencia idiomática, porque en realidad lo que viene a decir o no es nada novedoso, pues se puede encontrar en muchísimos otros textos de autores más doctos y más claros en su exposición, o son expansiones subjetivas carentes de rigor intelectual.
Ese uso forzado del idioma, esa forma de expresarse va en contra de lo que Lázaro Carreter llamaba “el instinto de la lengua”, es decir, algo que se mama desde que nacemos y nos hace usar instintivamente bien el idioma y que, cuando alguien no lo usa así, su forma de expresarse nos produce un cierto malestar y extrañeza, sin que sepamos por qué. Aunque ejerce sobre algunos una tremenda fascinación. En muchos casos ni siquiera se trata de incorrecciones gramaticales: simplemente es que aquello no funciona como debería.
He dicho ya varias veces que no he leído ningún libro de Oñate. Sencillamente no tengo ningún dato que me incite a interesarme por ellos. También he dicho que no fui capaz ni de acabar de leer el programa de la asignatura cuando la cursé. No sé si como muestra basta un botón; tal vez en este asunto no. Pero me gustaría someter a examen crítico el texto de la Presentación de la asignatura Historia de la Filosofía Antigua I, del Grado, para explicaros por qué ofrezco mi hipótesis y por qué creo que, bajo esa óptica, el "problema Oñate" para los nuevos alumnos de la UNED se clarifica hasta el punto de desaparecer. Vamos a ello.
Me permitiré dar a ese extraño idioma en que se expresa Oñate el humorístico nombre de "oñatiparla", remedando la quevediana
culta latiniparla. Un análisis detenido de la
Presentación de la asignatura Historia de la Filosofía Antigua I, del Grado de Filosofía, que aparece en la correspondiente página web de la UNED me permitirá introducir a los neófitos en los arcanos de esta novedosa forma de hablar. Para ello iré presentado, por orden, las perlas que van adornando dicho texto hasta el punto de que bien podríamos subtitular este escrito de la siguiente forma: “Cómo perpetrar 37 barbarismos en un texto de sólo cinco párrafos”.
Primera perla
Nada más comenzar ya tenemos los primeros destellos de oñatiparla. Para empezar, éste: “
Esta asignatura estudia la Filosofía Griega Arcaica y Clásica desde el nacimiento de la filosofía en la Grecia presocrática y su decurso problemático e investigador, hasta la emergencia del universo helenístico”. Aquí la palabra “universo” está mal utilizada; sin duda se quería decir el “mundo helenístico”, usando mundo en la sexta acepción del Diccionario. Es verdad que la segunda acepción de “universo” es precisamente “mundo”, pero en la primera acepción de este término, es decir, “conjunto de todas las cosas creadas”. Así pues, universo y mundo son sinónimos, pero no en todos sus significados, sino sólo en uno. Y Oñate utiliza, pues, una falsa sinonimia, usando los términos como sinónimos en una acepción en la que no lo son.
Segunda perla
Además hay un defecto constructivo. En efecto, lo que se quiere decir es que se estudia el decurso de la Filosofía griega desde su nacimiento hasta el helenismo. Sin embargo se dice que se estudia desde el inicio y su decurso hasta el helenismo. Nadie dice “fui desde mi casa y la calle Mayor hasta la tuya”; se dice “fui desde mi casa hasta la tuya por la calle Mayor”; pues se establece un punto de partida y un punto de llegada y, entre ellos, una trayectoria. La expresión de Oñate incluye el trayecto en el punto de partida: “desde el nacimiento... y su decurso... hasta”. Evidentemente, uno no se va fijando en estas cosas, a no ser, como hago yo ahora, que se pare detenidamente a analizar la cuestión. Pero va uno leyendo y se va quedando inconscientemente con la sensación de que hay algo extraño en ese texto, sin que sepa por qué hasta que éste se mira con más detenimiento.
Tercera perla
Esa forma tan torpe de expresarse produce ambigüedades y equívocos sin cuento. Vamos con el siguiente ejemplo que nos encontramos: “
esto conlleva hacerse cargo de la sorprendente actualidad y persistencia transformada de estas cuestiones y su planteamiento y nomenclatura helénicas”. ¿A qué sustantivo se aplica el adjetivo "helénicas"? Para saberlo tendríamos primero que saber, ya que se trata de una forma en plural, cómo agrupar los sustantivos que anteceden. Tenemos las siguientes opciones: 1) cuestiones y planteamiento; 2) cuestiones y nomenclatura; 3) planteamiento y nomenclatura; 4) cuestiones y planteamiento y nomenclatura.
Pero como "helénicas" va en género femenino, hay que descartar las opciones 1, 2 y 4, porque incluyen un masculino, "planteamiento", lo que imposibilita el uso del femenino "helénicas". Por tanto habrá que concluir que las helénicas son las cuestiones y la nomenclatura, o incluso sólo las cuestiones. Lo primero sería improbable, pues habría entre medias un sustantivo masculino que impediría la agrupación bajo un adjetivo común de los dos femeninos. Lo segundo, que las helénicas sean las cuestiones, parece más razonable, pero, entonces, debería haberse puesto entre comas "y su planteamiento y nomenclatura”. Aunque también puede ser una errata y "helénicas" debería ir en singular y aplicarse solamente a nomenclatura o en masculino plural y aplicarse a la vez a planteamiento y nomenclatura. Todo se torna sumamente confuso por no saber cuidar la forma de expresión.
Cuarta perla
Sigamos: “
...la filosofía, siempre situada críticamente en medio de las sociedades de las costumbres, las creencias y los dogmas”. Aquí se habla de unas extrañas “sociedades de las costumbres...”. Tal vez falte una coma y debería rezar “de las sociedades, de las costumbres, las creencias y los dogmas”. Aunque creo que lo que debería haberse escrito es “de las sociedades, de sus costumbres, sus creencias y sus dogmas”.
Quinta perla
Más: “
pues, por un lado: no hay sociedades sin creencias, pero por otro: la relación entre filosofía y mito es tan profunda y esencial como lo es la copertenecia entre lógos
y mýthos”. La forma de colocar los signos de puntuación es infame. Eso se escribe correctamente de la siguiente manera: “pues, por un lado, no hay sociedades sin creencias, pero, por otro, la relación entre filosofía y mito es tan profunda y esencial como lo es la copertenencia entre lógos y mýthos”. Hay que descartar que los dos puntos después de “lado” sea una errata, pues se vuelven a colocar otra vez tras “otro”.
Sexta perla
Pero me interesa más la palabra “copertenencia” (aquí sí hay una errata, al haberse omitido una “n”, pero esto es cosa disculpable), y su significado y su equivocado uso en esa frase. Las palabras “copertenencia” y “copertenecer” no figuran en el Diccionario; pero eso no hace incorrecto su uso, pues sí figura en él “co-“, como prefijo procedente del latín “
cum”, “con”, lo que habilita a los usuarios del idioma para formar derivados de otras palabras anteponiendo “co-“, como hace aquí Oñate. El problema está en que el significado que da ese prefijo a la palabra a la que se antepone es el de “reunión, cooperación o agregación”. La copertenencia significaría, pues, que dos o más cosas pertenecen conjuntamente a una tercera. Pero entonces hablaríamos de “copertenencia a” y no, como en el texto que comento, de “copertenencia entre”. Ese “entre” nos da la pista de que Oñate lo que quiere decir es que logos y mito se pertenecen mutua o recíprocamente; y no, como dice, conjuntamente. Insisto en que aunque parezca que me pongo demasiado tiquismiquis, la cosa tiene importancia, pues va dejando en el texto un rastro de equívocos y ambigüedades que, acumulados, convierten lo que es relativamente sencillo y podría ser explicado con bastante claridad en una especie de rompecabezas. Y, en todo caso, de incomodísima lectura.