Séptima perla
"Otra cosa sería que Nestle se hubiera expresado más correcta y atinadamente (prescindiendo ahora de la cuestión historicista del “paso”) y hubiera hablado de “dóxa y lógos”, consignando la esencial condición contra-dogmática de la filosofía desde su nacimiento hasta nosotros". Critica Oñate la conocida contraposición que Nestle incluyó en el título de su obra Vom Mythos zum Logos (1940) entre mito y logos, y propone ella otra contraposición diferente, entre "doxa" y "logos". En apoyo de esa nueva propuesta, Oñate argumenta que la filosofía siempre ha sido "contra-dogmática". Pero es evidente que hay ahí un non sequitur, pues de este "contradogmatismo" de la filosofía se deduciría una contraposición entre "dogma" y "logos", no entre "doxa" y "logos". Al confundir "doxa" (opinión) con "dogma" (opinión dictada o decretada) Oñate pone en evidencia sus limitados conocimientos de la lengua griega.
Octava perla
Más: “el lógos filosófico es siempre crítico y comunitario-público, contrario a toda autoridad arbitraria, basada en la mera sanción de las costumbres repetitivas, los prejuicios locales o individuales, así como las meras preferencias subjetivas de cuanto se impone perentoriamente con la violencia unilateral de lo no discutible o no dialógico, expuesto a la crítica racional”. En este texto hay varias incorrecciones, especialmente de orden semántico. La primera radica en el uso de la palabra “arbitraria”, que alude al uso del “arbitrio” por parte de la autoridad. Pero si lo que determina el dictado de la autoridad es el arbitrio, no puede serlo “la mera sanción de costumbres repetitivas”. Éstas pueden no estar justificadas (aunque dada la “copertenencia”, como dice Oñate, de mitos y logos, no veo cómo pueden eludirse las costumbres en la configuración de las normas: eso encerraría un “imposible histórico”, como ella misma afirmaba de Nestle hace unas líneas), pero las costumbres no pueden ser calificadas de arbitrarias. Lo arbitrario alude al capricho del déspota, nunca a unos usos sociales. Como mucho esa “autoridad arbitraria” podría predicarse de “los prejuicios individuales” del tirano, pero nunca de las costumbres y sólo muy difícilmente podría darse cabida a unos arbitrarios “prejuicios locales”.
Novena perla
La segunda incorrección aparece en el uso de “perentoriamente”. Lo perentorio es lo urgente, lo apremiante. Como mucho, lo concluyente, decisivo o determinante. Oñate, sin embargo, confunde perentorio con obligatorio o coactivo, como se aprecia en el texto.
Décima perla
Finalmente, para acabar con este texto, hay que reparar en el final: “expuesto a la crítica racional”. ¿A qué se refiere el adjetivo “expuesto”? ¿Cuál es su sustantivo? Tiene que ser “cuanto se impone perentoriamente”. Efectivamente, la otra alternativa sería pensar que se trata de “lo no discutible o no dialógico”, pero sería semánticamente contradictorio afirmar que está expuesto a la crítica racional lo que no es discutible; si no es discutible, no puede discutirse y, por tanto, no puede criticarse racionalmente. Así pues, quedémonos con la primera alternativa, que es un poco mejor, aunque no del todo. En primer lugar porque, aunque no con la contundencia con que lo sería lo no discutible o no dialógico, tampoco parece que deba hablarse de exposición a crítica racional de lo que viene impuesto coactivamente por la autoridad; desde luego que puede, y debe, ser sometido a dicha crítica, pero no es fácil calificar eso de “exposición”, salvo en el sentido amplio en que todo lo humano está expuesto a crítica. Y, en segundo lugar, resulta, aunque sea semánticamente compatible, bastante anómalo calificar algo primero de impuesto y, a continuación, de expuesto, aunque sólo sea por la etimología, pues “im-ponere” es poner dentro (in) y “ex-ponere” es poner fuera (ex).
Undécima perla
“...si no es experimentado en nosotros mismos el proceso de cuestionamiento y la crítica de las respuestas sistemáticas que ya ofrecieron los griegos, contra toda dogmática autoritaria”. Nuevo problema. ¿A qué van referidas “las respuestas sistemáticas” que ofrecieron los griegos? Tenemos tres candidatos. En primer lugar, “proceso”, siendo “el proceso de las respuestas sistemáticas”. En segundo lugar, el cuestionamiento, lo que daría “el cuestionamiento de las respuestas sistemáticas”.Y, en tercer lugar, la crítica, debiendo entenderse “la crítica de las respuestas sistemáticas”. Creo que hay que descartar las dos últimas opciones, pues no creo que Oñate quiera decir que tengamos que criticar o cuestionar las respuestas que ofrecieron los griegos contra toda dogmática autoritaria, cuando de lo que se trata, según lo que lleva dicho hasta este momento Oñate, es justo lo contrario, utilizar esas respuestas helenas contra los dogmas. Por tanto, si semánticamente parece que se trata de “el proceso de las respuestas sistemáticas que ya ofrecieron los griegos” lo que tenemos que experimentar en nosotros mismos, desde el punto de vista de la sintaxis la construcción es horrenda, especialmente porque se le colocan a “proceso” dos genitivos consecutivos, siendo el proceso, a la vez, un proceso de cuestionamiento y un proceso de las respuestas.
Duodécima perla
“Ésta sigue siendo para el pensamiento occidental de la tardomodernidad una constatación documental y un desafío”. Nuevo problema de interpretación: ¿A qué se refiere el pronombre demostrativo “ésta” que encabeza la oración? Nuevo enigma porque literalmente y en buena gramática, “ésta” designa lo más cercano (Diccionario: representa lo que se acaba de mencionar) y eso sería la “dogmática autoritaria”, que no parece ser lo que Oñate presenta como un desafío. Podría referirse a la “crítica” de la frase anterior, y entonces debería haber dicho “aquélla” y no “ésta”; o tal vez tanto a la crítica como al cuestionamiento propios del pensamiento griego. Pero entonces lo suyo habría sido empezar la frase con “aquéllos” y no con “ésta”. Más verosímilmente ese “ésta” se refiere a la “Filosofía griega”, y lo que ocurre es que Oñate, atrapada en las propias redes de su retórica desmañada, ha perdido ya el hilo del discurso gramatical.
Aunque tal vez el "ésta" no se refiera a lo que se acaba de mencionar, sino a lo que está cercano, aunque posterior. Como cuando decimos "ésta es Juana", en que el pronombre va antes del nombre al que sustituye, aunque el uso en estos casos es más de tipo deíctico ostensivo, lo que no parece aplicable a la frase de Oñate. Pero, además, si fuera ése el uso que pretende dar Oñate al pronombre, la oración ("Ésta sigue siendo para el pensamiento occidental de la tardomodernidad una constatación documental y un desafío") estaría mal, pues el pronombre se referiría a dos cosas, la constatación y el desafío, por lo que debería ir en plural, "éstos siguen siendo la constatación y el desafío", como cuando decimos "éstas son Juana y Luisa", donde señalamos a dos personas y, por tanto, usamos el pronombre deíctico en plural.
Décima tercera perla
Además, en esta misma oración hay otro error semántico en el uso de la palabra “tardomodernidad”, porque el prefijo “tardo-“ significa tardío o final. El tardorrenacimiento no es el Barroco, sino el periodo último del Renacimiento. Por consiguiente la tardomodernidad es la etapa final de la modernidad. Pero si Oñate dice “sigue siendo” estaría dando a entender que estamos todavía en la última etapa de la modernidad. Sin embargo, como vemos más adelante, Oñate habla, ahora sí correctamente, de “postmodernidad”, pues el prefijo “post-“ significa lo que viene después de algo. Es imposible que nos hallemos a la vez en la última etapa de la modernidad y en el tiempo que viene después de la modernidad. Como digo, Oñate sencillamente usa mal el prefijo “tardo-“ en esta frase.
Décima cuarta perla
"...vuelven a resonar con extraña vigencia las preguntas y respuestas de la racionalidad dialógica griega". Aquí hay un mal uso del significado de "resonar". Resonar, según el Diccionario, significa "hacer sonido por repercusión", y la repercusión, hablando de sonido, es el acto o consecuencia de reverberar o producir eco. Pero para que un sonido sea una reverberación o un eco tiene que haber un sonido principal del que derive dicho eco o reverberación. ¿Realmente piensa Oñate que las preguntas y respuestas de los griegos son una reverberación de algo? Y si lo son, ¿de qué "sonido" principal y previo que sea su causante? Evidentemente eso no es así. En realidad Oñate usa "resonar" no en el sentido propio de la palabra, sino como una derivación compuesta del prefijo "re-", que indica repetición o movimiento hacia atrás, y el término "sonar"; o sea que quiere decir que las preguntas y respuestas de los griegos vuelven a sonar hoy en día. Ese uso me parece legítimo, pero entonces la incorrección está en el uso del verbo "vuelven", porque si resuenan en el sentido que acabamos de decir (y no en el propio de reverberación) no pueden volver a hacerlo, porque lo harían dos veces, una cuando "vuelven" y otra cuando "re-suenan", o suenan de nuevo; sería como decir que “vuelven a volver a sonar” las preguntas y respuestas. La dicción correcta de lo que quiere sin duda decir Oñate sería "vuelven a sonar", o "resuenan", no "vuelven a resonar".
Décima quinta perla
"...una tensión de apelación". Es esta una enigmática expresión; posiblemente se refiere a que hay una tensión que nos obliga a apelar a algo para distenderla, aunque sea una extraña forma de decirlo, que, además, permite a Oñate dejar colgando a qué o a quién tenemos que apelar. Usar el sustantivo apelación en vez del verbo apelar le permite omitir el complemento que necesariamente exigiría el verbo en infinitivo y que el sustantivo parece que permite más cómodamente omitir. ¿A quién o a qué, pues, hay que apelar? Parece que deben ser esas "preguntas y respuestas" de los griegos a las que nos dirigimos; pero entonces hay un serio problema: pues si son esas preguntas y respuestas las que "dan lugar a la tensión", ¿cómo podrían esas preguntas y respuestas ofrecer una salida de distensión a la tensión que ellas mismas han provocado? Así pues, esa interpretación no sirve. Quizás se quiera referir Oñate a que esas preguntas y respuestas crean una tensión que apela a nosotros para que la resolvamos. Pero entonces parece más bien que el estudio de la Filosofía griega plantea unos problemas que estamos llamados a resolver; y, en tal caso, no se entiende bien para qué estudiar Filosofía griega. Lo razonable sería acudir al estudio de la Filosofía griega para encontrar respuestas (o formulaciones diferentes de las preguntas) que relajen las tensiones producidas por las preguntas que nos hacemos antes de estudiar Filosofía griega, y no invertir el proceso.