Onofre escribió:Por cierto, en cuanto al "orden del tiempo" de Anaximandro. Comentabas en otro hilo "El que juzga (la necesidad) es el orden del tiempo. En Anaximandro, el tiempo es arché". En este asunto tengo ciertas dudas, pues si el ἄπειρον es una materia indeterminada, eterna y «generadora de todos los seres y a la cual todos retornan», ¿acaso el tiempo no es un ser? ¿O tal vez el tiempo es un ente independiente del ἄπειρον? No entiendo como el tiempo puede tener total autonomía con Anaximandro, y no sólo autonomía, sino juicio y, con ello, logos.
Su característica de ser
arché consiste en su dimensión temporal, el tiempo no está contenido en el
ápeiron. En Grecia no existe un principio, un Uno-Todo del cual surgen todas las cosas o que las contiene. El
arché es sincrónico a los fenómenos y está en ellos sin ser fenoménico, se da en condiciones de posibilidad simultáneas: no está antes ni después de éstos, sino precisamente mientras los fenómenos son.
En Anaximandro, a lo delimitado le corresponde el presente; a lo indeterminado le corresponde la ausencia del pasado y del futuro: el pasado y el futuro son ya, pero no presentes. El ser no es sólo lo presente.
Ápeiron es lo ausente-pasado-futuro.
Ápeiron es una posibilidad, una virtualidad. El paso de la virtualidad a la realidad y de la realidad a la virtualidad (
kýklos) es necesario. Lo posible, lo pasado, lo futuro: eso es el
arché. Su carácter principal no es fenoménico, es transfenoménico. La ausencia es, y es con carácter de
arché. El ser no es sólo la realidad de lo presente. De otro modo no puede explicarse el nacimiento y la muerte. La realidad no puede darse a partir del no-ser. Pero sí de lo no-real, o de lo no-real-aún.
Ápeiron es acción y posibilidad, por eso está en el lugar de los
archaí. El
arché de Anaximandro establece una relación entre unidad, diferencia, modalidad y temporalidad.
No entiendo como el tiempo puede tener total autonomía con Anaximandro, y no sólo autonomía, sino juicio y, con ello, logos.
El
lógos impide que haya un olvido de los pasados y un olvido de los futuros posibles.
Espero no haberte llevado a confusión, Onofre. Sigo la interpretación hermenéutica de Oñate y de Marzoa, que arraiga en el trabajo filológico previo de Nietzsche, Heidegger (y Gadamer).
Habrás observado que Fraile y Copleston abordan a los preplatónicos con una panoplia conceptual distinta.