Yo creo que lo que demandaba Malowy en su mensaje inicial era más bien una aclaración de cómo la declinación de los átomos constituido como un fenómeno físico de indeterminación y azar podría sustentar la libertad que Epicuro atribuía al ser humano.
Y centrándonos en el epicureísmo, hay que tomar como punto de partida dos hechos fundamentales de su teoría atómica:
1º.-Es deudora del atomismo de Demócrito y Leucipo (aunque el mismo Epicuro dudaba de que éste último hubiera existido).
2º.- Está supeditada a la ética cuyo objetivo central es la búsqueda de la felicidad.
Por tanto, Epicuro es continuador de la tradición materialista y determinista según la cual, todo el universo es eterno, inalterable e infinito y está compuesto, por un lado, de átomos en constante movimiento y, por otro, de vacío (en contra de Parménides). Entonces para salvar el determinismo, Epicuro introduce el concepto de clinamen, que curiosamente no aparece mencionado en ninguno de sus textos que nos han llegado (Carta a Herodoto, Carta a Pitocles y Carta a Meneceo y una recopilación de sentencias conocidas como Máximas vaticanas) y que conocemos por otros autores, como por ejemplo, Cicerón (que lo criticó) y sobre todo por el poema De rerum natura de Lucrecio, cuyo libro II describe el clinamen como aquel fenómeno que desde un punto de vista físico permite que la naturaleza cree, ya que sin la desviación de los átomos “la naturaleza nunca hubiera creado nada” (v. 224).
Pero, lo que realmente le interesa a Epicuro y al epicureísmo es la ética y si concebimos un mundo totalmente determinado (“Todo se produce por una razón y necesariamente”, según Demócrito), el hombre carecería de libertad, ya que la vida humana estaría en manos del destino, el hado, la providencia y en consecuencia, desde esta perspectiva, la ética carecería de sentido y no tendría importancia preocuparnos por la felicidad ya que todo está predeterminado. La incertidumbre que introduce el clinamen permite escapar a ese completo determinismo democritiniano. Así, Epicuro señala que: “el que dice que todo acontece por necesidad nada puede objetar al que niega que todo acontece por necesidad, pues esto mismo afirma que acontece por necesidad” (Máximas vaticanas, 40) y Lucrecio afirma que el clinamen es lo que permite la libertad humana ya que “rompe las leyes del destino”.
El clinamen permite al hombre resistir y no aceptar pasivamente los impulsos exteriores e impide que todos sus actos obedezcan a una necesidad interna, que le domina y que tiene que soportar pasivamente. “La necesidad es un mal pero no hay ninguna necesidad de vivir bajo la necesidad” (Máximas vaticanas 9). “El sabio se ríe del destino, al que algunos consideran como dueño y señor de todas las cosas" (Carta a Meneceo).
Por tanto, un acto voluntario y libre es producto de la declinación de los átomos que integran el alma humana. Y es que el hombre puede desviarse de su “destino” de igual modo que los átomos pueden separarse espontáneamente de su línea de caída.