Hola. Estoy de acuerdo en lo que dice Naro, de que la “analogía” es importante para estas disciplinas. También me había venido a la cabeza “Las palabras y las cosas” como a ti por la “analogía”. Bastante de acuerdo en general, aunque los alquimistas insisten en la necesidad de las virtudes para realizar la obra, creo que se oponen a que pueda hacerse en una persona digamos “mundana”, sino que es también un camino que conlleva las virtudes muy especialmente.
Para que veamos un poco por curiosidad algún fragmento alquímico pongo este texto. Porque tiene abstracciones que lo hacen al menos aparentemente más entendible, nombra la luz (aunque tu cita Xna, juraría que es más cabalística). También nombra a Zoroastro y sobre todo por Heráclito que es más nuestro:
La filosofía natural restituida, Jean D’Espagnet:
«Aquel que fue instruido en los arcanos de la Naturaleza no tendrá la mínima duda en aceptar que esta segunda Naturaleza, que sirve a la primera, es el Espíritu del Universo. O sea, una virtud vivificante dotada de una fecundidad secreta por la luz que fue creada al comienzo y concentrada en el cuerpo del Sol. Fue a este Espíritu de Fuego a quien Zoroastro y Heráclito dieron el nombre de fuego invisible, el Alma del Mundo».
Aquí otro de un alquimista mucho más famoso. Creo recordar que hasta en Harry Potter aparece. El fragmento es sumamente simbólico y confuso, menuda profusión de imágenes:
Nicolas Flamel, “El libro de las figuras jeroglíficas”,
En el cuarto folio pintó en primer lugar a un joven con alas en los talones y con un caduceo en la mano rodeado de dos serpíentes, con el que se golpeaba un casco que le cubría la cabeza. Me pareció el dios Mercurio de los paganos. Contra él venía, corriendo y volando con las alas abiertas, un viejo que llevaba un reloj atado a la cabeza y en sus manos una guadaña como la Muerte, con la que, -furioso-, queria cortar los pies a Mercurio.
Al otro lado del cuarto folio, pintó una bella flor en la cima de una alta montaña, a quien el Aquilón agitaba fuertemente. Tenía el tallo azul, las flores blancas y rojas, las hojas brillantes como oro fino; a su alrededor ponían su guarida los dragones y grifos del Aquilón.