Continuando con mis desacuerdos con la posición de Popper, añado algunas consideraciones más.
En principio, considero acertado el punto de vista tradicional de Aristóteles de que "nada hay en el intelecto que antes no haya estado en los sentidos". Ahora bien, Aristóteles daba un paso más: a través de la percepción sensible podíamos inducir una explicación, una ley universal de la naturaleza, lo que para Aristóteles era "conocimiento de las causas" que constituía la verdadera ciencia (episteme). De esa verdad inducida se podían deducir otras verdades por deducción lógica.
Pero en ese planteamiento hay un error fatal: aunque yo pueda verificar cierta regularidad en la sucesión de hechos de la naturaleza, de ahí nunca podré extraer una ley universal; por tanto, cualquier deducción que pueda extraer de esa presunta ley universal podrá llevarme al error. El caso más relevante en ese sentido fue Descartes, del cual el libro de Historia de la Ciencia de Solís y Sellés ofrece algunos llamativos ejemplos, como la concepción cartesiana del Cosmos sin vacío y con vórtices o las erróneas reglas de choque de las masas; tomar la inducción desde "percepciones claras y sencillas" puede conducir, por posterior deducción, a notables extravagancias.
La crítica definitiva a ese modelo de construcción de las teorías científicas vino de la mano de Hume, que escribió que, aunque yo comprobara un millón de veces que tal hecho venía sucedido por tal otro o era concomitante con el mismo, no podría afirmar, con validez universal, una relación de causalidad (es decir, una explicación científica, en los términos aristotélicos) entre ambos hechos. La causalidad es una regla práctica de conducta, no un conocimiento cierto de leyes naturales.
Kant intentó soslayar el reparo humeano trasladando las "leyes naturales" desde la naturaleza al intelecto: serían entonces universales y de cumplimiento necesario, pero no como leyes de la naturaleza, sino como leyes de nuestra percepción de la naturaleza, es decir, porque son
a priori, previas a la percepción. En particular, la causalidad, como categoría de la razón pura.
Pero es obvio que Kant se pasó un tanto en su pretensión de salvar la física newtoniana. El hombre no es un sujeto trascendental, sino un ser vivo configurado evolutivamente; por tanto, la afirmación de que hay un
a priori trascendental es tan gratuita como la de que hay leyes universales en la naturaleza. Lo único que podemos afirmar es que el hombre es un ser en cuya naturaleza está la anticipación de hechos futuros; para esa anticipación necesitamos basarnos en algo, y sin duda el mejor criterio es lo que nos consta que ha sucedido en el pasado. Yo no puedo estar seguro de que mañana saldrá el Sol de nuevo; pero sería un insensato si no actuara conforme a mi experiencia pasada, y rigiera mis actos bajo el principio de que mañana no va a salir el Sol. Por tanto, es natural, y está en nuestro
a priori filogenético (aunque no en un hipotético
a priori trascendental) dar el paso (lógicamente prohibido) de una inducción (experiencia pasada) a una "ley de la naturaleza" (pronóstico sobre la experiencia futura).
Veamos un ejemplo, en relación con una presunta "ley de la naturaleza" que se ha discutido en otro hilo del foro, la llamada "ley de conservación de la naturaleza". El libro de Tipler y Mosca que es el manual de la asignatura Física General de la Facultad de Física de la UNED, dice en las páginas 178-179:
"
Incluso cuando se incluyen las energías térmica y química, la energía total del sistema no permanece siempre constante. La energía de un sistema puede cambiar por alguna forma de radiación, tal como las ondas sonoras o las ondas electromagnéticas. Sin embargo, el aumento o disminución de la energía total de un sistema puede siempre explicarse por la aparición o desaparición de energía en algún otro lugar
. Este resultado experimental se conoce como ley de conservación de la energía y es una de las leyes más importantes de la ciencia".
He subrayado lo de "resultado experimental" porque pone de manifiesto que se trata de una mera inducción. Incluso obviando algo que no está en absoluto claro, como el significado de "energía" y hasta qué punto eso es algo existente en la realidad y no una mera denominación o concepto teórico, digo que incluso aceptando que la energía sea algo observable (es decir, en términos de la "concepción heredada", que "energía" pertenezca al vocabulario observacional y no al vocabulario teórico), lo que la Física comprueba es que si un "sistema" pierde energía, otro "sistema" lo gana; de la comprobación constante de ese hecho, induce que la energía se conserva entre los dos sistemas que interactúan y que son objeto de observación; eso sólo puede ser llamado "ley" en sentido figurado: es una regularidad observada que traslado a mis expectativas futuras como criterio práctico de comportamiento.
Pero es que en relación con esa "ley" aún hay más:
Tipler-Mosca escribió:
...la energía total del universo es constante.La energía puede transformarse de una forma en otra o ser transmitida de una región a otra, pero la energía no puede nunca ser creada o destruida" (Ley de conservación de la energía).
No sólo se afirma, pues, la regla obtenida por inducción de que si un sistema pierde energía otro lo gana, sino que, elevando el razonamiento al infinito, como el universo sería un sistema conjunto de subsistemas y, por definición, nada hay fuera del universo (y por tanto, ningún sistema fuera de él al que se pueda transmitir energía o del cual se pudiera obtener), se obtiene una "ley" meramente especulativa: "la energía total del universo es constante". No solamente se está dando carácter de ley universal a lo que sólo es una inducción, sino que, además, se está haciendo un razonamiento prohibido para la razón pura (como dejó establecido Kant): se está emitiendo un enunciado sobre el mundo como totalidad. Démonos cuenta de que si la energía total del universo fuese constante eso significaría, necesariamente, que el universo sería finito en el espacio-tiempo; porque si no lo fuera, la energía o crecería indefinidamente con el propio universo (y, entonces, al no tener éste límites, tampoco podría haber una cantidad constante de energía) o, si la energía fuese constante y el tamaño del universo infinito, la energía de un subsistema determinado del universo tendría que ser cero (una cantidad determinada -energía constante- dividida entre infinitos subsistemas, arroja un cociente de cero; cociente de una cantidad partida por infinito).
Se ve pues que la llamada "ley de conservación de la energía" es un mero postulado o conjetura, muy útil para realizar predicciones y orientar la acción práctica del hombre cuando interactúa con su entorno inmediato; pero es no sólo paupérrima, sino manifiestamente absurda, como descripción del universo; y digo absurda no por contradictoria, sino por antinómica (por decirlo en lenguaje kantiano).
Ése creo que es el defecto de la doctrina de Popper: que ve la ciencia como un camino del hombre aproximándose a la verdad de los hechos del mundo, cuando realmente sólo es un instrumento (utilísimo e incluso imprescindible) para la supervivencia de la especie, pero que no puede explicar el mundo fuera de ese contexto instrumental.
Por otro lado, hay en la doctrina de Popper un cierto reduccionismo al centrar los cambios de teorías científicas exclusivamente en la falsación de éstas. La cuestión creo que se presenta bastante más compleja. Los cambios y sustituciones de teorías no siempre obedecen a esa dinámica popperiana. Tomemos como ejemplo la llamada Revolución Científica copernicana. El cambio de la teoría geocéntrica por la heliocéntrica no se produce por la falsación de ésta, puesto que las predicciones del movimiento de los planetas en el cielo era tan imperfecta o más en el modelo de Copérnico que en el bastante complejo y elaborado sistema ptolemaico de ecuantes y deferentes. El modelo copernicano mantenía las órbitas circulares, por lo que no acertaba a hacer una predicción correcta (hasta que Kepler apuntó que el movimiento de los planetas era elíptico y no circular): el modelo de Copérnico no solucionaba las anomalías y fallos del de Ptolomeo.
La sustitución de una teoría por otra obedece más bien a razones ideológicas que de falsación. El mérito del sistema copernicano no era que predijese con mayor exactitud los movimientos aparentes de los planetas, sino su sencillez (y consecuente potencial de desarrollo) respecto al farragoso y agotado modelo ptolemaico; explicaba, por ejemplo, la retrogradación planetaria y el diferente "comportamiento" de los planetas internos y externos del sistema solar con muchísima mayor claridad y ttal sencillez. Pero, como demostraba el modelo de Tycho Brahe, el geocentrismo podía predecir tan bien como el heliocentrismo (en sus primeros pasos), o incluso con mayor exactitud, los movimientos de los planetas.
No debe olvidarse tampoco el contexto social, ideológico y cultural de la época, que pienso que fue el elemento más influyente para el éxito del heliocentrismo. La filosofía neoplatónica y hermética, con su mística solar, fue determinante para la recepción del modelo copernicano (pasando por Bruno o Campanella y su "Ciudad del Sol").
También fue enormemente relevante el elemento político. Lo que realmente se jugaba en el debate heliocéntrico no era el movimiento de los planetas, sino el monopolio de la Iglesia sobre el conocimiento del mundo.
Todo eso queda fuera del planteamiento de Popper y por eso lo he calificado de reduccionista.