elías escribió:
La cosmología moderna (teorías del universo) podrá ser fuente de teorías metafísicas pero en sí misma no constituye ninguna metafísica.
Porque tú lo digas (falta por especificar la fuente). Para empezar, la cosmología científica se apoya en las matemáticas. ¿Y quiénes fueron los precursores de una metafísica matemática? Pues los pitagóricos y Platón, nada menos, el "padre" de la metafísica, a la cual se refiere el Maestro como
segunda navegación.
Si leyeses algo más, aparte de Zubiri y el Evangelio (de ahí la importancia de estudiar de manera reglada, como te dije la otra vez, dado que te obliga a leer otras cosas), te percatarías de hasta qué punto la filosofía -y en particular la metafísica- se encuentra "disuelta" en los libros de otras disciplinas. Y así, en los libros de derecho encontrarás filosofía del derecho; en los de física, filosofía de la física, y etc. Y en muchos de esos hallarás metafísica -en particular en los de ciencia-, por supuesto, pues ésta no la escriben sólo teólogos como José Gómez Caffarena, cuyo
libro de metafísica -que compré en una librería católica- me pareció soberbio.
Sé que no lo vas a leer, pero te recomiendo
el libro que han escrito conjuntamente el filósofo Roberto Mangabeira y el físico Lee Smolim, uno de los padres de la teoría de cuerdas. El libro, que yo ya he leído y anotado en hojas aparte (nunca ensucio los libros), critica el paradigma newtoniano y aborda la idea de la
ausencia de leyes universales e inmutables en el cosmos. La primera parte está escrita por R. Mangabeira. Supone una preparación para la teoría metafísica de Smolin: el darwinismo cósmico (p. 402 y siguientes). Metafísica pura y dura. Los autores presentan su hipótesis como una metafísica del cosmos. O si lo prefieres, una filosofía de la cosmología. Esa filosofía que en occidene empezó con los filósofos presocráticos, que no por casualidad se los denominaba naturalistas (
physis).
Y en otro orden de cosas, la pretensión filosófica de apropiárselo "todo" -en este caso concreto, la metafísica, por más que ésta sea su núcleo duro actual- es una de las acusaciones clásicas que se le ha espetado a cierta filosofía continental. Y tu comentario aludiendo, aunque no de manera directa, a que los científicos no hacen metafísica o buena metafísica (es la segunda vez que te rebato esta idea), me ha recordado que ésa es precisamente la principal objeción que se le hace a la filosofía (continental). De hecho, en la asignatura
Filosofía de la Historia, ya en su primer tema, se aborda justamente esta cuestión para el caso concreto de la filosofía de la historia: la vertiente especulativa (continental) ha pretendido serlo todo: la historia y la filosofía. En
Descargas tienes mis resúmenes (en realidad se trata de los textos íntegros), por si deseas leer la fuente original, que es la siguiente:
WALSH, William Henry: «¿Qué es la filosofía de la historia?», en
Introducción a la filosofía de la historia, Siglo XXI, Madrid, 1968, pp. 4−27.
GÓMEZ RAMOS, Antonio: «La agonía del centauro: crisis de la filosofía de la historia», capítulo I de
Reivindicación del centauro. Actualidad de la filosofía de la historia, Akal, Madrid, 2003, pp. 7−22.
La siguiente cita, relativa al caso particular de la filosofía de la historia (tal vez el más exagerado de todos), resumen muy bien en qué consiste la acusación que se le hace a la folosofía de querer serlo todo:
"A diferencia de las otras «filosofías de», la de la historia no ha sabido guardar la distancia exigida para con su objeto de estudio. La filosofía de la ciencia, por ejemplo, no interfiere en la actividad de los científicos, quienes trabajan sin pensar demasiado lo que hacen y sin prestar atención a los alambicados debates de los Carnap, Kuhn, Feyerabend o Lakatos; ni menos aún interfieren esos debates en la naturaleza misma de los electrones. Es cierto que los historiadores profesionales han mirado siempre con una sana desconfianza a la filosofía de la historia; pero la filosofía de la historia ha pasado repetidas veces por encima de ellos para modelar a su antojo todo el conocimiento histórico y actuar directamente sobre la historia misma. De modo que, infringiendo todas las normas que se esperan de una «filosofía de», la filosofía de la historia no se ha querido limitar a ser una teoría epistemológica de la ciencia histórica, ni una ontología regional de la región del ser que corresponde a la historia, ni la fenomenología fundamental de la historicidad del ser humano, ni la sabiduría histórica propia de los sabios historia¬dores. Sin duda, ha sido todo eso, pero la razón por la que se sienta ahora en el banquillo es que, además, ha querido ser
toda la historia y toda la filosofía: para ser precisos, la filosofía que se realizaba históricamente de modo efectivo en el mundo, de tal modo que el mundo mismo quedaba transformado y llevado hasta la filosofía. El coste de la operación, para acabar, no habría sido simplemente «filosófico», sino real, un coste humano —la destrucción del hombre— y ecológico —la destrucción de las condiciones materiales de la vida—. Ha querido transformar el mundo sin ningún cuidado de él.
" (Walsh, 2003: 8 )
Toma nota, pues, porque te veo muy encerrado entre cuatro paredes. Hay vida y metafísica fuera de la teología natural y de Zubiri y de la filosofía en general tal y como se enseña en los ambientes continentales, esa filosofía que parece ya un fantasma. Y no me extraña.