No dejemos que cundan los nervios y volvamos a lo que estábamos.
No soy, ni mucho menos, un experto en Aristóteles. Al parecer, según se ha dicho por algunos en este hilo, estoy bastante obsoleto en mi comprensión de Aristóteles, frente a los nuevos y deslumbrantes caminos exegéticos que se han ido abriendo desde finales del siglo XX acerca de las obras del estagirita. Así que apelaré a los usuarios del foro para que me ilustren y me saquen de mis errores hermenéuticos. Será sin duda de gran provecho para mí y seguramente para otros usuarios de este foro.
Pero como ya soy perro viejo, no me voy a dejar enredar fácilmente en palabrería hueca y voy a ir a lo concreto. Propongo la siguiente práctica: tomar un texto de Aristóteles que ha sido citado en este mismo hilo; voy a exponer cómo lo interpreto yo, e interpelo a quienes tengan una interpretación diferente y más “puesta al día”, para que evidencien mis errores y así saldré de mi ignorancia. No he elegido yo el texto, sino que ha sido traído a colación hace poco por Dvillodre1, así que espero que no se me acuse de ser tendencioso en esto. Se trata de Metafísica 1018a20 a 1018b8 (Capítulo 9 del Libro Quinto). Vamos allá.
Utilizo como texto base la traducción de Tomás Calvo Martínez (TCM) para Editorial Gredos; es también el que usó Dvillodre1, así que parece que también en esto no hay visos de parcialidad por mi parte. Pero como texto de respaldo y contraste utilizaré además la traducción de Valentín García Yebra (VGY). Os dejo los enlaces a ambas traducciones:
apiperiodico.jalisco.gob.mx/api/sites/pe...sica-aristoteles.pdf
www.philosophia.cl/biblioteca/aristoteles/metafisica.pdf
Aquí trata Aristóteles de esclarecer el uso de ciertas palabras, en particular: 1)
tautón. TCM lo traduce como “lo mismo”; VGY lo traduce como “idéntico”. 2)
héteron, que TCM traduce como “diverso”, mientras que VGY prefiere el más literal “lo otro”. 3)
diáphoron, que tanto TCM como VGY traducen como “diferente”. Y 4)
hómoion, que ambos traductores traducen como “semejante”.
Empieza diciendo Aristóteles que ciertas cosas se dice que son “lo mismo” (VGY: se llaman idénticas) bien 1) accidentalmente, o bien 2) por sí. Aquí alude Aristóteles a su conocida diferenciación entre la sustancia (o esencia) de una cosa, y sus accidentes o afecciones. Pone el ejemplo de “ser músico”; un hombre es hombre en cuanto a su esencia, pero puede ser accidentalmente músico. Lógicamente, al tratarse de un accidente, este no se da “universalmente” en todos los hombres, porque no forma parte de su esencia; sin embargo, los rasgos esenciales de ser hombre sí se dan en todos los hombres.
Sin embargo, otras cosas se dice que son lo mismo (VGY: idénticas) “por sí”. Aquí establece el estagirita dos variantes. En este pasaje la traducción de VGY es mejor que la de TCM, en mi opinión: “En efecto, aquellas cuya materia es una o por la especie o por el número se dicen idénticas, y aquellas cuya substancia es una”. Conviene recordar la teoría de Aristóteles sobre la causa formal y la causa material; todo ente tiene una causa formal, que es la misma para todos cuantos tienen una determinada esencia común, pero no todos los individuos de esa forma son idénticos, sino que están individualizados por la materia (la causa material); de ahí que se llame a la doctrina de Aristóteles "hilemorfismo" (de "hylé"=materia, y "morfé"=forma). Por eso dice aquí Aristóteles que uno es idéntico a sí mismo (por ejemplo: Héspero es Fósforo), es único; pero también uno es idéntico o lo mismo, en otro sentido, en cuanto se trata de cosas “cuya entidad es una” (TCM; VGY: “cuya sustancia es una”). Aquí aparece el pasaje que creo que ha confundido a Dvillodre1. Sigo la traducción de VGY: “Por consiguiente, es claro que la identidad es cierta unidad, o bien del ser de varios o bien cuando se toman como varios, por ejemplo, cuando se dice que una cosa es idéntica a sí misma, pues entonces se toma una cosa como dos”. No creo que aquí haya que entender otra cosa que Aristóteles se refiere a que, en el lenguaje, cuando decimos que algo es lo mismo (idéntico) a tal otra cosa, utilizamos dos designaciones, aunque, en realidad, tenemos un solo referente. Héspero es Fósforo presenta, lingüísticamente, dos nombres, como si fueran dos cosas, pero que, en realidad son lo mismo, son idénticos. Es contra esa “trampa” del lenguaje, que usa dos voces diferentes para hablar de una sola cosa, contra lo que previene Aristóteles. Evidentemente no puede querer decir Aristóteles que dos cosas idénticas son dos cosas distintas. Solo a nivel del lenguaje podemos hablar de dos cosas distintas que, ontológicamente, son una sola.
Sin embargo, las cosas que por su materia (unicidad individual) o por su sustancia (“definición de la entidad”, TCM) son más de una, son “diversas” u “otras” (
héteron). En traducción de VGY: “Otras se llaman aquellas cosas de las cuales son más de una las especies, o la materia, o el enunciado de la substancia; y, en general, otro se dice en sentido opuesto a idéntico”.
Por el contrario, se dice que son “diferentes” (
diaphorá) “aquellas cosas que son diversas, pero siendo lo mismo en algún aspecto, solo que no numéricamente, sino según la especie o según el género o por analogía”. Así, Sócrates será “otro” (
héteron) que Pericles, no será Pericles, puesto que son dos individuos distintos, pero no es “diferente” (
diáphoron) de Pericles, por cuanto ambos pertenecen a la misma especie. En cambio, Sócrates no solo será “otro” que Pericles y Bucéfalo, sino también "diferente" de Bucéfalo, puesto que aquel es un hombre y este un caballo, y sus esencias o sustancias son distintas.
Finaliza Aristóteles dando el sentido de la palabra
hómoion, con un texto claro, que creo que no necesita mayor explicación: “Semejantes se dice que son aquellas cosas cuyas afecciones son, en su totalidad las mismas, y también si las afecciones que son las mismas son más que las que son diversas”. Siendo lo desemejante lo opuesto a semejante. Obsérvese que la semejanza radica en las afecciones; si se tratara de coincidencia en las propiedades sustanciales, las cosas serían lo mismo, idénticas, en el sentido explicado en el segundo párrafo de este capítulo. La semejanza radica, pues, en la igualdad de afecciones o accidentes, no en la igualdad de los rasgos que caracterizan cada sustancia como tal.
Así lo veo yo. Espero que alguien me saque de mis errores interpretativos y me ponga al día a la hora de interpretar a Aristóteles.
Hago notar que en toda esta interpretación no sigo a ningún autor o escuela filosófica en particular; es solo resultado de mis ideas sobre el sistema aristotélico. Por tanto, si alguien, independientemente de que no se adscriba a ninguna escuela en particular, quiere intentar exponernos su interpretación de este capítulo de la Metafísica, por mi parte será muy bien venido al debate. Seguro que todos aprenderemos algo.