Strawson escribió:
Pues bien, ¿cuáles son, entonces, las formas que puede adoptar una teoría analítica sistemática y positiva? (p. 61)
Como vimos, en el capítulo anterior, Strawson había enfrentado dos visiones contrapuestas dentro de la filosofía analítica, la “negativa” (o “terapéutica”) y la “positiva” (o “gramatical”). Si nos guiamos por la primera frase de este segundo capítulo, Strawson parece dar por cerrada esa dicotomía y entra ya de lleno en el estudio de la segunda de tales modalidades, la “
teoría analítica sistemática y positiva”. Y abre aquí una segunda dicotomía, al distinguir un enfoque por “reducción” y un enfoque por “conexión” de conceptos. En mi opinión, sin embargo, la cosa no está tan clara como parece, como intentaré explicar a continuación..
Strawson escribió:
... nuestra tarea consistiría en encontrar ideas que fuesen completamente simples y demostrar, a continuación, cómo pueden ensamblarse, con esos elementos simples mediante un género de construcción lógica o conceptual, las ideas más o menos complejas que son de interés para los filósofos (p. 61)
A pesar de la primera declaración de intenciones de Strawson de abandonar ya el enfoque analítico negativo, yo creo que éste vuelve a aparecer aquí, en este programa analítico “reductivo”. En efecto, lo que se nos propone aquí no es muy diferente de la crítica conceptual terapéutica que proponía Wittgenstein: reducir los conceptos al uso del lenguaje ordinario. Parece tratarse en esta reducción de elaborar una especie de diccionario de conceptos, mostrando los usos y acepciones de los mismos. Es cierto que Strawson incluye también la demostración de “cómo pueden ensamblarse” los conceptos simples para dar lugar a los complejos. No otra cosa hace el diccionario cuando define unas palabras refiriéndose a otras más simples (con las matizaciones a este respecto que enseguida diré).
Precisamente esa reducción se distingue de la conexión en que ésta conlleva una “gramática sintáctica” de los conceptos, muestra la posibilidad de combinar éstos y las reglas de dicha combinación; es decir, lo que en el primer capítulo había acogido Strawson bajo el título de filosofía analítica “positiva” o analógicamente gramatical. Siguiendo con la analogía, la filosofía analítica negativa se plasmaría en un enfoque reductivo, dando origen a un gran Diccionario de conceptos. Por su parte, la filosofía analítica positiva tendría su reflejo en una especie de Sintaxis de la lengua filosófica, mostrando las posibilidades conectivas o combinatorias de los conceptos. Parece, pues, que, como veíamos en el capítulo anterior, no podemos prescindir de ninguno de ambos enfoques que, aunque opuestos en cierto modo, son también insoslayables y no fáciles de dejar de lado.
Strawson escribió:
... puede parecer un proyecto bastante implausible. Y lo es. (p. 62)
... tratamos de averiguar las condiciones necesarias y suficientes de la aplicación correcta del concepto.
Cabe abordar este estilo de análisis con un espíritu relativamente modesto, como usualmente se hace. (p. 62)
La observación: «Su análisis es circular: sufre de circularidad» es verdaderamente dañina –fatalmente dañina, en realidad- para el análisis pretendido. (p. 63)
En realidad eso sucede con todo diccionario y es una experiencia que todos hemos tenido alguna vez, buscando una palabra que no conocemos: el diccionario la define con otras palabras alguna de las cuales también desconocemos; y, buscándola, nos aparecen otra u otras también desconocidas, que buscamos, y así sucesivamente, hasta ir a dar a parar a la palabra original otra vez.
Pero esos círculos viciosos tienen, en cada caso, muy distinta amplitud. En unos casos hay una remisión directa de A a B y de B a A (padre: varón o macho respecto de su hijos; hijo: persona o animal respecto de su padre); en otros casos la cadena de remisiones, hasta que volvemos al punto de inicio, puede ser bastante larga. Debo reconocer que en mi primera lectura de este capítulo de Strawson me dije: un círculo vicioso es siempre un círculo vicioso, y lo seguirá siendo (por tanto, un argumento defectuoso) tenga los eslabones que tenga. Pero pensándolo con más detenimiento he acabado dando la razón a Strawson. No es lo mismo (A->B ) ^ (B->A) que (A->B ) ^ (B->C) ^ (C->D) ^ (D->E) ^ (E->F) ^ (F->A). Puede que hayamos llegado al mismo sitio, pero parece que hemos salido más ilustrados tras seguir este segundo proceso que con el primero. Lo mismo que cuando hemos estado un rato hojeando el diccionario de aquí para allá, aprendemos más que si las palabras buscadas sólo eran dos porque se remitían mutuamente entre ellas. Utilicé este “descubrimiento” en mi examen de Teorías de la Ciencia (
Enlace), discutiendo la acusación de circularidad que, desde el creacionismo, se hace a la teoría de la evolución, intentando mostrar que, aunque puede que la teoría de la evolución contenga circularidad, nos enseña mucho sobre nosotros mismos y el mundo en que vivimos.
Strawson escribió:
Consideremos ahora un modelo bastante diferente. (...) Abandonemos la noción de simplicidad perfecta de conceptos; (...) En lugar de ello, imaginemos el modelo de una elaborada red, de un sistema, de elementos conectados entre sí (...) Todavía sería mejor sugerir la imagen de un conjunto de sistemas de este tipo formando todo él un dispositivo mayor. (p. 63)
... la acusación general de circularidad perdería fuerza, porque nos habríamos movido en un círculo amplio, revelador e iluminador. (p. 64)
Como acabamos de ver, nuestro modelo de Diccionario, si como quería Wittgenstein no podemos definir los conceptos más que por su uso, hace frente a la objeción de circularidad con la misma eficacia que el modelo conectivo de Strawson. De hecho no creo que difieran tanto. Ni el modelo reductivo puede prescindir de las conexiones mutuas entre los conceptos reducidos, ni el modelo conectivo puede prescindir de los conceptos como elementos que se conectan, pues no hay conexión posible si no tenemos elementos básicos que conectar entre sí. Así lo viene a reconocer el mismo Strawson:
Strawson escribió:
Si preferimos este modelo –el modelo que podríamos denominar de la conexión, para resaltar el contraste con el modelo reductivo o atomista-, ¿hemos de renunciar, desde el punto de vista del análisis de conceptos, a la idea de que hay algo fundamental? Pienso que no. (p.65)
Por lo tanto, lo que está criticando Strawson no es tanto el modelo reductivo, sino cierta forma de entenderlo. Así se comprende por las alusiones que en la p. 64 ha hecho a dos filósofos que asocia a este enfoque, Hume y Russell. Pero, entonces, lo que Strawson pretende con su enfoque conectivo no es tanto prescindir de los conceptos simples, sino dar entrada a conceptos no referenciales (para usar el lenguaje de Frege), que eran rechazados por Russell. La metafísica, incluso en su versión analítica, se constituye sobre conceptos con sentido pero sin referencia; lo que Strawson critica es la posibilidad de fundar una filosofía primera sólo sobre términos ostensivos o con referencia: para hacer filosofía hay que encajar esos conceptos referenciales (que constituyen los átomos o elementos constitutivos de las ciencias positivas) en un marco donde es ineludible dar entrada a conceptos no referenciales. Y como estos conceptos primeros (o metafísicos) carecen de referencia, sólo pueden sustentarse sobre sus conexiones o “referencias recíprocas” (no ostensivas). Por eso dice Strawson:
Strawson escribió:
... la adquisición de los conceptos teóricos de las disciplinas especiales presupone, y descansa en, la posesión de los conceptos preteóricos de la vida ordinaria. (p. 65)
Vemos, pues, que la filosofía analítica “positiva” afronta el problema metafísico de la estructura conceptual de la imagen del mundo; pero para ello necesita, y se monta sobre ella, de la filosofía analítica “negativa”, como crítica al rasgo distintivo de la Metafísica tradicional que traspasa el marco del uso de los conceptos de la vida ordinaria, para desplazarse a elucubraciones ontológicas desbordadas (no obstante, con posible valor poético –en el sentido etimológico de “poiético” o creador-, como ya vimos también al comentar el primer capítulo).
Strawson escribió:
... parece que deberíamos buscar conceptos que fuesen altamente generales, que no fuesen descomponibles (o sea, que se resistieran a la definición reductiva), y que fuesen no contingentes. (p. 67)
Un concepto o un tipo de concepto es básico en el sentido pertinente, si es uno de esos conceptos o tipos de conceptos generales, omnipresentes y en última instancia irreductibles que forman en conjunto una estructura, estructura que constituye el marco de nuestro pensamiento y discurso ordinarios y que presupone las varias disciplinas especializadas o avanzadas que contribuyen, de formas diversas, a nuestra imagen total del mundo. (...)
A continuación quiero considerar la posibilidad de una concepción de la estructura conceptual básica más fuerte que la que he perfilado. Y a este respecto adquieren relieve las nociones de contingencia y no contingencia (p. 69)
Como indica el propio Strawson más adelante (p. 71) la referencia aquí no puede ser otra que Kant y su esquematismo
a priori de la razón pura. Y por eso introduce las nociones de contingencia y necesidad; naturalmente, no estamos hablando aquí de contingencia y necesidad ontológicas, del tipo al que se refería Leibniz, por ejemplo. Aquí estamos hablando de contingencia y posibilidad epistemológicas, de lo que se puede “conocer” de otro modo y de lo que necesariamente constituye todo conocimiento humano.
Es interesante, pues, traer aquí el siguiente texto de Kant: “
Se trata de averiguar cuál es el criterio seguro para distinguir el conocimiento puro del conocimiento empírico. La experiencia nos enseña que algo tiene éstas u otras características, pero no que no pueda ser de otro modo. En consecuencia, si se encuentra, en primer lugar, una proposición que, al ser pensada, es simultáneamente necesaria, tenemos un juicio a priori. (...) En segundo lugar, la experiencia nunca otorga a sus juicios una universalidad verdadera o estricta, sino simplemente supuesta o comparativa (inducción). (...) Necesidad y universalidad estricta son, pues, criterios seguros de un conocimiento a priori y se hallan inseparablemente ligados entre sí.” KrV B 3-4).
No a otra cosa se refiere Strawson con su “concepción fuerte” de las estructuras conceptuales básicas: que éstas tienen que ser
a priori, universales y necesarias. Pero Strawson se muestra deflacionista a este respecto: aunque no hallemos tales estructuras con esos requisitos tan exigentes, siempre cabe conformarse con algo más laxo.
El caso es que no sé si debido a la deficiente traducción o a un lapsus de Strawson, la definición laxa de conceptos básicos habla de “
conceptos generales, omnipresentes y en última instancia irreductibles”. Pero ¿qué es “omnipresente” sino lo que aparece siempre, es decir, lo “universal” y, por tanto, también necesario, como nos enseña Kant? Posiblemente aquí hay que entender por “omnipresente” lo que ha aparecido siempre hasta ahora, pero que carece de necesidad lógica, por lo que no cabe descartar, de entrada, que pueda presentarse un contraejemplo. Si es así, podría encontrar encaje consistente en ese marco el
a priori filogenético del naturalismo epistemológico (ver
Enlace). Nuestra configuración actual conforme a la experiencia pasada da lugar a una estructura conceptual de forma inevitable; pero la plasticidad del hombre frente al entorno no permite dar por clausurada esa estructura, que siempre está expuesta a modificaciones.
Strawson escribió:
En realidad el mismo Wittgenstein dijo: «Lo que hay que aceptar, lo dado –podríamos decir- son formas de vida».
Y ahora uno se siente tentado a preguntar: ¿Significa esto que no se puede decir nada en absoluto sobre las conexiones entre formas de vida? Sería difícil encontrar una razón que apoye la respuesta de que nada se puede decir sobre esas conexiones. Dejemos, pues, a un lado esta clase de escepticismo. (p. 72)
El final del capítulo es, para mí, bastante enigmático. Parece que, frente a la postura más bien escéptica, propia de la Antropología cultural, reflejada en la frase de Wittgenstein, que remite esa estructura conceptual básica a cada “forma de vida”, con evidente quiebra no sólo de la pretendida universalidad y necesidad kantiana, sino incluso de la mera generalidad no universal, parece, digo, que Strawson aún quiere salvar esa “universalidad” en su versión deflacionista, pues si no hubiera una estructura conceptual básica común, las diferentes “formas de vida” estarían condenadas irremisiblemente a la incomunicación, cosa que Strawson (y comparto su postura) no está dispuesto a admitir. Pero eso supone, se quiera o no, volver a dar entrada al
a priori kantiano, a la doctrina fuerte de la estructura conceptual básica. Salvo en los términos de la epistemología naturalista a que antes me refería que, sin embargo, no aparece aludida, ni por asomo, en el discurso de Strawson.