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TEMA: "¿Qué es la filosofía?" Notas de lectura crítica (VIII)

"¿Qué es la filosofía?" Notas de lectura crítica (VIII) 14 Abr 2012 17:16 #6784

  • Nolano
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La propuesta política de D-G es el final de nuestro recorrido. Después de todo, el problema de la trascendencia y la inmanencia en la filosofía no tiene ningún sentido si no está orientado hacia la vida satisfactoria, vida que tiene su marco ineludible en un entorno social y político que facilita o se opone a esa vida satisfactoria que todos buscamos. Sin embargo, la propuesta de D-G se presenta de forma bastante críptica, por lo que nuestra labor interpretativa será ardua.

Dos nuevos términos se muestran ahora relevantes: desterritorialización y reterritorialización; así como sus conexos tierra y territorio. Estas denominaciones ya habían hecho su aparición en capítulos anteriores:
QF escribió:
un plano de inmanencia que constituye el suelo absoluto de la filosofía, su Tierra o su desterritorialización, su fundación sobre los que crea sus conceptos (QF, p. 45).

Los movimientos de desterritorialización no son separables de los territorios que se abren sobre otro lado ajeno, y los procesos de reterritorialización no son separables de la tierra que vuelve a proporcionar territorios (QF, p. 86).

Parece, pues, que hay una “tierra” (o Tierra) que sirve de soporte o sustrato (o plano de inmanencia) para el pensamiento filosófico. Esa tierra es un soporte permanente, pero sobre el que se montan o diseñan territorios diversos, pues la misma dinámica del pensamiento filosófico abre continuamente perspectivas nuevas, nuevos “territorios” que se abren “sobre otro lado ajeno”. El abandono del territorio viejo, en búsqueda de nuevo territorio, sería la “desterritorialización”; hasta que, en el nuevo territorio, se “reterritorializa”:
QF escribió:
Se trata de dos componentes, el territorio y la tierra, con dos zonas de indiscernibilidad, la desterritorialización (del territorio a la tierra) y la reterritorialización (de la tierra al territorio) (QF, p. 86).

La tierra parece, pues, el sustrato que da continuidad a los procesos de desterritorialización y reterritorialización; pero la cosa es dudosa:
QF escribió:
Con más razón aún el homínido: desde el momento de nacer, desterritorializa su pata anterior, la sustrae de la tierra para convertirla en mano, y la reterritorializa en ramas o herramientas. Un bastón a su vez también es una rama desterritorializada. Hay que ver cómo cada cual (...) se busca un territorio, soporta o emprende desterritorializaciones, y se reterritorializa casi sobre cualquier cosa, recuerdo, fetiche o sueño (QF, p. 69).

El homínido interpreta su “tierra” como un “territorio” donde su extremidad superior es una pata; pero, en un proceso de reinterpretación de sí mismo y de su relación con la tierra, halla un nuevo territorio en el que la pata se convierte en mano (desterritorialización de la pata), pero la mano retorna a la tierra convertida ahora en un nuevo territorio, a través de la autointerpretación como hombre manipulador, reterritorializando la mano mediante las herramientas. El proceso de desterritorialización y reterritorialización es claramente de naturaleza simbólica, como muestra el final de la cita: “casi sobre cualquier cosa, recuerdo, fetiche o sueño”.

Tal como yo lo veo, la relación tierra-territorio sería homóloga a la de las dos superficies del plano de inmanencia, fysis y nous. La tierra sería el soporte natural o físico del territorio, siendo el territorio de carácter intelectual o noético. Por eso, al no tener una vertiente exclusivamente “pura”, al estar vinculadas a la tierra, a diferencia de lo que ocurre con los conceptos, las des- y re- territorializaciones sí tienen un referente, que constituye su visualización: se trata de los tipos psicosociales:
QF escribió:
Pensamos que los tipos psicosociales tienen precisamente este sentido: en las circunstancias más insignificantes o más importantes, hacer que se vuelvan perceptibles las formaciones de territorios, los vectores de desterritorialización, los procesos de reterritorialización (QF, p. 70).

Hay, por tanto, dos “personas” que entran en juego a este respecto. Los tipos psicosociales, que encarnan la vertiente terrenal o material del territorio, y los personajes conceptuales, que llenan la vertiente intelectual del territorio: “Los personajes conceptuales tienen ese papel, manifestar los territorios, desterritorializaciones y reterritorializaciones absolutas del pensamiento” (QF, p. 71). Esta doble cara del territorio (tierra y sistema conceptual) abona también la posterior distinción que hacen D-G entre des- y re- territorialización relativa y absoluta, como veremos enseguida.

Antes de ello se refieren D-G a una nueva distinción (como se ve, su furor taxonómico es inagotable), la que diferencia entre des- y re- territorialización “de trascendencia” y “de inmanencia”. A este respecto conviene hacer notar previamente que la cuestión del territorio se enfrenta a la misma problemática que señalé respecto al plano de inmanencia: su imputabilidad bien a cada ser humano, bien a cierta época, bien a cierto filósofo o bien a cierta escuela; no insistiré sobre este punto al que, como digo, le son aplicables las observaciones hechas con motivo de la discusión acerca del plano de inmanencia.
QF escribió:
En los Estados imperiales, la desterritorialización es de trascendencia, tiende a llevarse a cabo a lo alto, verticalmente... El territorio se ha convertido en tierra desierta, pero un Extranjero celeste viene a refundar el territorio o a reterritorializar la tierra. En la ciudad, por contrario, la desterritorialización es de inmanencia: libera a un Autóctono... Bien es verdad que las cosas son algo más complicadas, porque el Extranjero imperial necesita a su vez a autóctonos supervivientes, y que el Autóctono ciudadano recurre a extranjeros en desbandada, pero no son en absoluto los mismos tipos psicosociales (QF, p. 87).

Estas son las dos modalidades de des- y re- territorialización. El Estado imperial (y yo diría que teocrático) se origina sobre una “tierra desierta”, yerma, desterritorializada por una huída hacia lo celeste, “el componente celeste de la tierra”; la territorialización viene del exterior (el Extranjero celeste) que reterritorializa la tierra mediante un territorio “de trascendencia”. En contraposición, la Ciudad, que parte de una tierra territorializada por sus propios habitantes (el Autóctono; de “auto”, mismo/a, y “cton”, tierra; el que vive en su propia tierra), que transitan de isla en isla (recordemos la metáfora del archipiélago del tema 1 de la UD), reterritorializando la tierra mediante un nuevo territorio “de inmanencia”, en sentido horizontal. Ciertamente el Extranjero imperial actúa sobre un territorio con pobladores autóctonos; y el Autóctono ciudadano toma prestados de fuera elementos para su reterritorialización.

Más clasificaciones:
QF escribió:
Física, psicológica o social, la desterritorialización es relativa mientras atañe a la relación histórica de la tierra con los territorios (...) Pero la desterritorialización es absoluta cuando la tierra penetra en el mero plano de inmanencia de un pensamiento-Ser, de un pensamiento-Naturaleza de movimientos diagramáticos infinitos. Pensar consiste en tender un plano de inmanencia que absorba la tierra (o más bien la «adsorba»). La desterritorialización de un plano de esta índole no excluye una reterritorialización, pero la plantea como creación de una tierra nueva futura. No obstante, la desterritorialización absoluta sólo puede ser pensada siguiendo unas relaciones por determinar con las desterritorializaciones relativas, no sólo cósmicas, sino geográficas, históricas y psicosociales. Siempre hay un modo en el que la desterritorialización absoluta en el plano de inmanencia asume el relevo de una desterritorialización relativa en un ámbito determinado (QF, pp. 89-90).

Hay, pues, una vertiente “física, psicológica o social” que “atañe a la relación histórica de la tierra con los territorios”, en la que comparecen los tipos psicosociales (el Extranjero, el Autóctono, los imperios teocráticos, la Grecia marítima); son las desterritorializaciones “relativas”. En cambio, la desterritorialización “absoluta” desborda ese nivel de la contingencia histórica y se mueve en el nivel del pensamiento. Se trata, según lo veo, de dos niveles paralelos o concomitantes (aunque no estrictamente simultáneos), pues toda desterritorialización relativa es “relevada” por una desterritorialización absoluta, cuando aquélla, como evento histórico, es pensada o repensada, o sometida al tamiz de un plano de inmanencia conceptual.

Por tanto, la verticalidad o la horizontalidad, la trascendencia o la inmanencia de los procesos de des- y re- territorialización determinan que la desterritorialización relativa pueda tener lugar mediante dos secuencias diferentes, correspondientes a aquella tipología. Sin embargo, la des- y re- territorialización absoluta es idéntica en ambos casos; pero como el concepto se mueve en el plano “de inmanencia”, su relación con la des-/re- territorialización de trascendencia es muy diferente a la que tiene con la des-/re- territorialización de inmanencia. En la primera, hace su aparición un nivel de trascendencia, celeste, en vertical sobre el plano de inmanencia: por eso “pensar implica aquí una proyección de lo trascendente sobre el plano de inmanencia” (QF, p. 90).
QF escribió:
...el Dios trascendente permanecería vacío, o por lo menos «absconditus», si no se proyectara sobre el plano de inmanencia de la creación en el que traza las etapas de su teofanía. En todos estos casos, unidad imperial o imperio espiritual, la trascendencia que se proyecta sobre el plano de inmanencia lo cubre o lo llena de Figuras (QF, p. 90).

La trascendencia requiere Figuras, es decir representaciones imaginarias de una realidad trascendental, que refieren a entes trascendentales cuya proyección sobre el plano de inmanencia da lugar a esas múltiples figuras que lo llenan. Por eso D-G equiparan la ciencia y la religión, pues ambas piensan mediante figuras:
QF escribió:
Por último, lo que plantea un problema es menos la relación de la ciencia con la filosofía que el vínculo mucho más pasional de la ciencia con la religión, como se manifiesta en todos los intentos de uniformización y de universalización científica que tratan de encontrar una ley única, una fuerza única, una interacción única. Lo que hace que la ciencia y la religión se aproximen es que los functores no son conceptos, sino figuras, que se definen mucho más por una tensión espiritual que por una intuición espacial. (pp. 125-126).

Ya tuve ocasión de hacer notar (hilo sobre erratas) que “functor” (término matemático) es una traducción equivocada, de “fonctif”, término de la lingüística que debe traducirse por “funtivo”. Como puede verse en este enlace, funtivo es un término de la gramática de Hjemslev para designar un elemento que desempeña una función en una frase. En las proposiciones de orden científico o religioso esos funtivos no son “conceptos”, sino “figuras”, que, a diferencia de los conceptos, “poseen una referencia” (p. 91). Esa referencia a algo distinto del propio plano de inmanencia es lo que caracteriza la trascendencia, por contraposición a la inmanencia sin trascendencia. El esquema lingüístico de Hjemslev tiene también un papel en el esquema de D-G a través de la clasificación de las relaciones entre funtivos en paradigmáticas y sintagmáticas.
Wikipedia escribió:
Las relaciones que establecen los funtivos pueden ser:
Sintagmáticas: se establecen entre funtivos que aparecen en el mismo contexto.
Paradigmáticas: se establecen entre elementos que pertenecen a un mismo paradigma.

Por eso la figura de D-G es “paradigmática, proyectiva, jerárquica, referencial” (p. 91). Las figuras obedecen a un paradigma trascendente (v.gr., las Ideas platónicas), a un esquema fijo y jerárquico. Por contra, el proceso des-/re- territorializador de inmanencia es “horizontal” porque se basa en el concepto que, al no tener referencia trascendental (o paradigma), “no es paradigmático, sino sintagmático; no es proyectivo, sino conectivo; no es jerárquico, sino vecinal; no es referente, sino consistente” (p. 92). A diferencia del paradigma que actúa como una proyección vertical de lo trascendente sobre lo inmanente, el sintagma es interconectivo, conecta eventos inmanentes entre sí carentes de paradigma de referencia. No obstante, y a pesar de esta clara diferenciación abstracta, en la práctica no es tan fácil establecer una “oposición radical” entre concepto y figura, pues “las figuras tienden hacia los conceptos hasta el punto de que se aproximan infinitamente a ellos” (p. 93). Igualmente, es fácil que la filosofía derive hacia la transformación de conceptos en figuras, es decir, a la trascendentalización, mediante cualquiera de las “tres figuras de la filosofía”: la contemplación, la reflexión y la comunicación, las tres formas de referir a algo (un objeto, el propio sujeto o el otro sujeto) y, por tanto, volcar los conceptos hacia figuras de referencias.
Bin ich doch kein Philosophieprofessor, der nöthig hätte, vor dem Unverstande des andern Bücklinge zu machen.
No soy un profesor de Filosofía, que tenga que hacer reverencias ante la necedad de otro (Schopenhauer).


Jesús M. Morote
Ldo. en Filosofía (UNED-2014)
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Última Edición: 14 Abr 2012 17:28 por Nolano.
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Re: "¿Qué es la filosofía?" Notas de lectura crítica (VIII) 04 May 2012 13:43 #6932

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1. A mí, las idas y venidas de la desterritorialización me han recordado a los jubileos hebreos (“Declararéis santo el año cincuenta, y proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes. Será para vosotros un jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y cada cual regresara a su familia", Levítico 25, 10). La distinción radical en el seno de este ejercicio liberador reside en la diferencia entre un mapa geográfico y uno político (ignorando esta distinción, por ejemplo, todavía hay quienes se indignan cuando oyen decir que el archipiélago de las Islas Canarias pertenece a África): la Tierra es la totalidad geográfica y comparece naturalmente, sometida tan sólo a su propio devenir geofísico; mientras que el territorio es una noción cultural humana, cuyas fronteras artificiales sólo coinciden coyunturalmente con los accidentes geográficos y que se imponen por la fuerza, sometidas al azar histórico y a la voluntad humana. El dominio de la Tierra supone su “territorialización”, una suerte de imposición al estilo de la Gestell de Heidegger, en ocasiones tan artificial como el reparto de África con escuadra y cartabón de la Conferencia de Berlín de 1885.
Por tanto, más que un “abandono del territorio viejo, en búsqueda de nuevo territorio”, como si de una migración entre nidos ya montados se tratara, yo interpreto un “borrón y cuenta nueva”, una nueva interpretación que reubica planteamientos, que “cambia los esquemas”, que, como tú dices, reconfigura el nivel noético sobre el de la fysis.

2. Los dos niveles paralelos concomitantes, aunque no estrictamente simultáneos que comentas a propósito de la des/territorialización de la fysis o del nous me han recordado el tema autoformulado que preparé en Historia de la Filosofía y del que puse un extracto en este mensaje. Haré algún comentario adicional en la siguiente entrega sobre la interpretación de D-G sobre la imposición en última instancia – que no determinación – del plano de inmanencia relativo sobre el absoluto.

3. Dado que “las figuras tienden hacia los conceptos hasta el punto de que se aproximan infinitamente a ellos”, me pregunto qué considerarían D-G que es el ens realissimum filosófico, el de un San Anselmo, especialmente aquel “Dios de los filósofos” que criticaba Pascal.
Javier Jurado
@jajugon
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Última Edición: 04 May 2012 13:43 por Kierkegaard.
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