Nolano escribió:
Del artículo se deduce que la homosexualidad de Griffith era pública y notoria. De hecho, por eso Paret lo llamó "maricón". Y, si no hubiese sido conocido el hecho, no se entiende por qué Griffith dice que vivió toda su vida en una cárcel (figurada).
El artículo dice literalmente:
“Griffith vivía entre dos mundos. Uno, el de su oculta condición sexual, y otro el del boxeo, el gran deporte de machos...”. Y más abajo añade:
“Años después de la fatal pelea admitió su sexualidad, ya conocida en el mundillo del boxeo..”. No creo que de ambas afirmaciones pueda extraerse la conclusión de que su homosexualidad era pública y notoria. Lo que si está claro es que el boxeador jamás admitió su sexualidad mientras estuvo en activo (y tal y como añade Mileto, incluso llegó a contraer matrimonio con una mujer para acallar las posibles habladurías sobre su condición sexual) y que el gran público no conocía su condición. La distancia que existe entre un rumor que circula entre los compañeros de profesión y un hecho probado y conocido de forma pública y notaria es muy grande. Entender que Griffith viviera toda su vida en una “cárcel (figurada)” es fácil si comprendemos que en el contexto de los años 60 y en un entorno marcadamente machista como era el pugilístico el declararse abiertamente homosexual hubiera supuesto el fin de su carrera.
Nolano escribió:
Rafel escribió:
El hecho de que la homosexualidad en occidente no sea ya considerada como un delito o una enfermedad no debe llevarnos a afirmar que hay un pleno reconocimiento de los derechos de los homosexuales a nivel legal
Realmente, Rafel, no sé a qué te refieres. ¿Puedes citar una sola norma en el ordenamiento jurídico español actual en la que se discrimine a los homosexuales? Yo no la conozco. No sé qué más "reconocimiento" de derechos pides. ¿Más subvenciones o algo así? Y lo que cada uno piense de los homosexuales no sé qué quieres que cambie.¿Que obliguemos a las personas a pensar de otro modo? ¿Realmente es eso lo que pides?
Creo que aquí has tergiversado una serie de puntos que no creo que de ningún modo pueden deducirse de mi anterior intervención. No puedo nombrarte ninguna norma del ordenamiento jurídico español que suponga una discriminación evidente contra la homosexualidad porque no la conozco. Pero, ¿cuando he hecho referencia a España?, ¿cuando se ha focalizado el debate en lo que ocurre en el Estado español? Varios foreros que han intervenido han hecho referencia a Occidente, seguramente por entender que es el ámbito territorial y político en el que los derechos legales y la aceptación social de la homosexualidad presenta la situación más favorable y ventajosa (adentrarnos en lo que sucede en prácticamente la mayoría de países de África, Asia o América es harina de otro costal). Y es dentro de ese contexto occidental en el que también yo de forma expresa circunscribí mi afirmación de que
“no hay un pleno reconocimiento de los derechos de los homosexuales a nivel legal”. Centrándonos exclusivamente en la Unión Europea se pueden citar múltiples ejemplos de derechos no reconocidos a los gays y lesbianas, entre los que destacan, como más recurrentes y a título de ejemplo, el no reconocimiento de las uniones homosexuales en Estonia, Polonia o Lituania; la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo en Finlandia, Irlanda o Letonia; la prohibición de adopción de menores en Luxemburgo, República Checa o Austria o la prohibición de servir en las fuerzas armadas en Grecia o Chipre. Constatado este hecho, creo que la pregunta de si lo que reclamo son más subvenciones desprende cierta malicia.
Por otro lado, junto a la falta de un pleno reconocimiento legal también mencioné la ausencia de la plena aceptación social, aspecto que en la citación que realizas de mi párrafo omites, tal vez porque consideres que con el amparo legal “todo está arreglado”. Evidentemente suele haber una correspondencia bastante ajustada entre el grado de amparo legal y la percepción que la opinión pública tiene sobre algo, pero eso no implica que se deba obligar a las personas a pensar de un determinado modo sobre la homosexualidad o sobre cualquier otro asunto. Preguntarme si eso es lo que yo pido también me parece malicioso. El reconocimiento social, el respeto y la tolerancia hacia aquellos que tienen una tendencia sexual diferente a la mayoritaria y que durante tanto tiempo se ha considerado como la única amparada legalmente y culturalmente calificada como “buena y decente” no se consigue de un día para otro. El hecho de que existan una serie de normas legales que velen por la no discriminación y reconozcan los derechos de los homosexuales no supone
ipso facto que no pueda haber comportamientos de colectivos que ejerzan acciones coactivas, discriminatorias, etc. Y en la tarea para fomentar la tolerancia puede resultar efectivo el hecho de que determinadas personas que destacan en sus respectivos ámbitos visibilicen su condición. Seguramente, el caso del boxeador Orlando Cruz, del que nos ha informado Demóstenes, pueda ayudar en esta tarea en el mundo del boxeo.