Vuelvo a la línea principal de mi argumentación.
El_malo_de_la_película escribió:
riqueza, valor, trabajo y dinero no son lo mismo. Os estáis haciendo un lío con esto.
Evidentemente, no son lo mismo; nadie dice lo contrario. Conviene, pues, analizar qué entendemos por cada cosa, para "no hacernos un lío". El término fundamental a efectos de una discusión ética entre los cuatro que cita El malo de la película es, sin duda, el de "valor". Propongo una definición de valor muy amplia, y nos puede servir de partida la que da el diccionario de tal palabra en su acepción filosófica: "
Cualidad que poseen algunas realidades, consideradas bienes, por lo cual son estimables".
Pero creo que hay que realizar algunas matizaciones. Es inadmisible referir el valor a "algunas realidades, consideradas bienes", porque, dado que no se delimitan qué realidades son ésas, la definición se vuelve inservible para el debate. Yo propondría una universalización de la cualidad "valor": cualidad que tienen todas las cosas.
Por otro lado, propondría también introducir un factor de relatividad en el valor, que no aparece en la definición del diccionario. En mi opinión, no hay nada estimable sin referencia a otras cosas. La valoración es una escala según la cual estimamos más unas cosas que otras. Quiero decir: un mendrugo de pan delante de mí en el desayuno tendría un valor en cuanto bien estimable, según la definición del diccionario. Sin embargo, yo creo que eso no es exactamente así: tiene un valor si es lo único que tengo para desayunar; si tengo una ensaimada recién hecha delante de mí, el mendrugo no tiene entonces casi ningún valor.
Digo todo lo anterior porque la definición del diccionario no saca a la luz una realidad: que los bienes son escasos en este mundo y susceptibles de usos alternativos. Y el valor de unos bienes no puede entenderse si no es en conjunción con el resto de los bienes que tenemos a nuestro alcance o a nuestra disposición. La cosa tiene su importancia porque es la clave de por qué tenemos sistemas de valores. Un sistema de valores es un esquema de ordenación potencial de los bienes a nuestro alcance según su mayor o menor valor; el sistema de valores jerarquiza los bienes, y no sólo los presentes, sino que permite ordenar de forma instántanea nuevos bienes cuya disponiblidad se nos vaya presentando.
¿Y qué tiene esto que ver con el mérito? Pues que el mensaje que da inicio al hilo sostiene que una verdadera ética distributiva de los recursos y bienes exigiría el reparto de éstos según "el mérito", es decir, según lo que realmente deberían valer. Se está, pues, proponiendo un sistema de valores determinado como el "sistema moral", sin tener en cuenta que, como ya expliqué en otro mensaje anterior, en las sociedades contemporáneas conviven (o aspiran a convivir, a pesar de algunos) diferentes sistemas de valores. Por tanto, si vinculamos mérito a valor, nos encontraremos con multitud de criterios diferentes de "mérito".
Eso es obvio. Y entonces, ¿qué se nos propone para solucionar esas divergencias? Que el Estado imponga un único sistema de valores mediante su poder coactivo.
El núcleo del problema de las relaciones entre ética y política es, pues, enfrentados a la multiculturalidad y el pluralismo axiológico, cuál debe ser el criterio para resolver las diferencias de sistemas valorativos, es decir las diferencias de valor que cada uno atribuye a los diferentes bienes. Y aquí tenemos dos soluciones (y vuelvo a repetir cosas que ya he dicho), o dejamos que los individuos intercambien bienes libremente entre ellos o el Estado asigna y distribuye centralizadamente los bienes y recursos, según un sistema de valores dado.
Soy consciente de que alguien me puede acusar de utilizar la palabra "bienes" de forma un tanto equívoca. En efecto, una cosa parece un "bien" moral y otra cosa un "bien" económico. Parece que ahí mezclo en confusa conmixtión algo como un acto desinteresado de generosidad (bien moral) con un coche (bien material). Si alguien me acusa de eso debería ser capaz de definir bien moral sin acudir al concepto de "valor", porque, si no, estaríamos moviéndonos en una circularidad lógica pues separaríamos bien moral y valor moral de bien económico y valor económico (por llamarlos de una forma que creo que es fácilmente entendible) mediante un sistema previo de valores. Y, sin embargo, precisamente lo que buscamos saber es en qué consiste un sistema de valores. Algo de eso hay en la definición del diccionario que reproduje al principio: el valor es una cualidad de unas realidades llamadas bienes, siendo bienes aquellas realidades que tienen la cualidad del valor.
Pues bien, llegados a este punto, entran en juego mis sencillos ejemplos de hace unos pocos mensajes. En el ejemplo del tren, donde B y C le quitan a A sus 100 euros, es evidente que B y C valoran más tener 50 euros cada uno que la posible lesión causada a A; y actúan en consecuencia. Consideran que tener 50 euros es para ellos un bien y lo valoran más que tener buena conciencia por no causar un perjuicio a A. (Como se ve, hago totalmente comparable un bien como son 50 euros con un bien como no tener mala conciencia o remordimientos.)
En realidad, el caso de Juan Rico, José Político y Pedro Indigente es similar. Pero hay una diferencia importante para nuestra discusión: si en el caso anterior había mera vía de hecho, violencia,
bellum omnium contra omnes hobbesiano, en el segundo caso hay una institución organizativa de la vida social. Hay un sistema electoral y una votación.
La cuestión, pues, tiene otro alcance filosófico. ¿Es éticamente justificable un Estado donde la mayoría aplasta a la minoría? ¿O justificaría eso la insumisión de Juan Rico mediante un proyecto de disidencia ética contra ese Estado?
Dejo ahí la reflexión de momento, no sin añadir algunos datos históricos que pueden ser relevantes. Hitler sólo llegó al poder mediante unas elecciones; seguramente contó, además (al menos hasta que la guerra empezó a tener consecuencias serias), con la adhesión mayoritaria del pueblo alemán. Lo mismo podemos decir de Mussolini (por cierto, eso se refleja muy bien en la magnífica película de Ettore Scola "Una giornata particolare", que recomiendo a quien no la haya visto). O de Stalin. O del apoyo popular que sin duda recibió Roosevelt cuando lanzó la bomba atómica masacrando a miles de inocentes en Hiroshima y Nagasaki. Y afirmo otra convicción personal: ni todos los alemanes eran psicópatas sanguinarios, ni los rusos, ni los italianos, ni los estadounidenses. Estoy convencido de que la inmensa mayoría de ellos apoyaban a sus respectivos líderes de total buena fe, con convencimiento pleno de que hacían lo mejor para el pueblo alemán, el pueblo ruso, el pueblo italiano o el pueblo estadounidense.