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TEMA: Todo para el pueblo, pero con el pueblo

Todo para el pueblo, pero con el pueblo 15 Nov 2013 20:47 #17760

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Buenas a todos.

Traigo aquí un texto que he confeccionado para una causa más o menos concreta a fin de darla a conocer en la prensa local. Como algunos sabéis soy policía, y hace algunos días se produjo un incidente en el mercadillo en la localidad en la que ejerzo que se terminó por dar a conocer a conocer a través de una actuación en las redes sociales. Como ya sabréis, la institución policial no suele tener buena prensa, algo que creo se debe más e los medios de comunicación que a la policía de este país, la cual creo que tiene un nivel de preparación, cuanto menos, acorde a lo que se despacha en Europa.

El motivo de esta reflexión que hago y que consta de dos folios no es defender ni justificar actuaciones aberrantes que suelen haber por cualquier medio, ¡Dios me libre de esta tarea! Lo que deseo es poner de relieve el porqué de la existencia de la Policía y la necesidad de la misma en el ámbito público, además de entrar a diseccionar lo que creo que son los tres motivos básicos de nuestra mala prensa para la sociedad en general, para el ciudadano de a pie que no tiene inquietudes intelectuales. Espero que compartáis ciertos aspectos y que me pongáis de manifiesto vuestras diferentes perspectivas y críticas. ¡Gracias!


C:\fakepath\Todo para el pueblo, pero con el pueblo.doc
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Última Edición: 15 Nov 2013 20:49 por grealeser.
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Re: Todo para el pueblo, pero con el pueblo 15 Nov 2013 20:48 #17761

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No sé por qué no puedo adjuntar el archivo. Lo copio y pego por aquí. :S

TODO PARA EL PUEBLO, PERO CON EL PUEBLO

Desde los medios de comunicación se suele alentar una imagen de los cuerpos policiales poco o nada comprometida socialmente. Cierto es que toda actuación policial tiene una vertiente asistencial y otra represiva o coercitiva, y que suele ser esta última la que mejor se vende a través de un medio de comunicación habida cuenta de la sociedad del espectáculo de la que todos participamos. Sin ánimo de justificar lo evidente hay que decir que se suele recurrir a escenas muchas veces descontextualizadas donde se explicita una violencia, agresividad o falta de empatía social que alejan a la institución policial lejos de cualquier legitimación ética en orden a imponer la autoridad que le es inherente a la institución policial como tal, autoridad que debe emanar de la ley, por emanar ésta, a su vez, de la voluntad de nuestros órganos legislativos.

A mi juicio uno de los mayores problemas con los que se enfrenta el descrédito de la institución policial es que hablamos desde una perspectiva individual a la que estamos irremediablemente abocados, por lo que siempre pensamos desde el “yo” antes que desde el “nosotros”. De igual modo, también este pensar desde sí mismo antes que pensar desde la colectividad para la que trabaja y a la que se debe es uno de los mayores vicios de los muchos en los que un policía puede caer, lo que conllevaría la mengua de la legitimación ética, que no necesariamente legal, de sus actuaciones. En todo caso, tales actitudes ponen de manifiesto una carencia manifiesta del concepto de ciudadanía en favor de una enfatización del individuo, del “yo” frente al “nosotros”, de mi necesidad frente a la necesidad de todos en el espacio compartido, sin caer en la cuenta de que en lo público debemos (éticamente) y tenemos (legalmente) que vivir desde el “nosotros”. Y si no es por propia concienciación personal lo será por la coerción estatal a través de sus leyes y veladores como límite a imponer a una virtud cívica fracasada. El problema que se sigue de elegir ser individuo antes que ciudadano es un problema acuciante y de hondo calado en las sociedades occidentales contemporáneas.

Porque la policía, no lo olvidemos, es necesaria. Como recuerdo que un día dijo un profesor en la Escuela de Seguridad Pública de Andalucía, la policía es como la hoja de laurel en un guiso: todos sabemos que es necesaria pero nadie la quiere en su plato. Quien así no piense será sospechoso de moverse en ideologías políticas abstractas y utópicas que nunca existieron en la vida real en la que discurre todo nuestro campo cotidiano de actuación, un campo de actuación que está constantemente atravesado por acciones y deseos divergentes y que a veces tienen que ser traumáticamente reconducidos al espacio comunitario donde sólo es posible la vida social y compartida. La deducción de tal necesidad es fácil: hay policías porque hay ley, hay ley porque hay un orden constitucional, y existe este orden social porque sin éste no cabría la libertad. Quizás alguien piense que es libre, en tanto que individuo, de ir ya no más allá de las costumbres sociales sino más allá de la ley, de transgredir los límites que la sociedad se impone a sí misma de modo formal y escrito a través de sus órganos legislativos, como cuando se hace por ejemplo al conducir ebrio, subirse a un autobús público sin pagar el billete o estacionar en un paso para minusválidos porque creemos que nuestras tareas diarias son perentorias respecto de las del resto de ciudadanos. En cuyo caso habría que aceptar tal libertad individual como la puesta en práctica de la real gana de cada uno, pero no sin recordarle al supuesto individuo que en el escenario público no hay libertad de todos si no hay ley, pues lo que habría sería una “guerra de todos contra todos”, que diría Thomas Hobbes.

A partir de este razonamiento se puede colegir la existencia de tres argumentos acríticos por los que esgrimir una actitud de aversión sobre los cuerpos policiales. En primer lugar por creer que una ley o reglamento que aplica un policía en un momento determinado no es justa; que, por ejemplo, no es justo que se denuncie a un conductor con un importe de doscientos euros por estacionar sobre un acerado peatonal dificultando el paso de los viandantes. Sin entrar a valorar el hecho cívico de la infracción, en este caso es obvio que el policía es un mejor ejecutor de la ley y, por lo tanto, la adecuación de la infracción con la sanción se escapa a su decisión y a su responsabilidad, por pertenecer esta competencia a esos órganos legislativos que antes aludíamos. En segundo lugar un individuo puede tener aversión hacia lo policial cuando observa un abuso o extralimitación por parte de un policía individual o un grupo reducido de ellos en una actuación determinada. En tal caso habría que decir que la policía no es un ente unitario y compacto que se mueve de aquí para allá, sino que es una institución corporativa conformada por individuos que han de regirse por unas conductas pautadas y por ello mismo será cada uno de ellos responsables de sus actuaciones, bien ante su superior jerárquico a o bien ante los tribunales de justicia. Lo que no parece lícito es arrojar un juicio generalizado como cuando se hace tomando la parte por el todo, tratando de creer y hacer creer injustamente que, dado que hay una actuación injusta y desproporcionada, pensar entonces que ya toda actuación policial represiva sea injusta y desproporcionada. Tal actitud parecer dejar entrever un tercer elemento de hostilidad desde donde se critica sin motivos explícitos o con un “porque sí” a las fuerzas del orden. Quizás esta última actitud, muy extendida a mi juicio, emane de un deseo inconfesable del propio individuo de anteponer su propia voluntad a la voluntad común, como la de haber bebido y subirse al coche sin pensar en la seguridad de los demás, la de estacionar en el lugar para operaciones de carga y descarga de los negocios porque es más cómodo para mí sin pensar que a ellos se les dificulta su labor, la de tirar el aceite recién cambiado al vehículo a la alcantarilla más cercana porque así me quito de encima el problema inmediato, la de patear una papelera pública porque hoy doy rienda suelta a “mi derecho” a desahogarme con lo que es de todos, etcétera. Todos estos comportamientos individuales tienen un denominador común de fondo: la aversión a lo policial por saber que quizás encuentren lo incorrecto de mi actuación y me reconduzcan coercitivamente en forma de sanción a la obligación de comportarme de un modo cívico y teniendo en cuenta las necesidades de los demás.

En el primer caso se puede entender que haya leyes que no son justas y que no por el mero hecho burocrático de haber sido una norma aprobada en un órgano legislativo tiene necesariamente legitimidad social (véase, por ejemplo, las leyes del Parlamento alemán de 1933). No obstante aquí la crítica no debería ser dirigida hacia los ejecutores sino hacia los legisladores a través de los trámites legales o las acciones reivindicativas oportunas. En el caso del abuso o extralimitación policial, y siendo autocrítico, es cierto que desde dentro del colectivo hay que pedir esmero, corrección y adecuación legal en cada actuación. Pocas cosas pueden hacer más daño a la imagen de cualquier colectivo de trabajadores que una rancia defensa corporativista antes actuaciones notoriamente injustificables. Si un colectivo quiere ser digno y valorado debe ser escrupulosamente correcto en el trato con sus servidores, máxime hablando de la institución policial que trata con derechos fundamentales inherentes a las personas. Pero una vez más, para hablar justamente, habría que hablar de “un” policía en “una” actuación determinada separando así la parte del todo. Tan solo así se podrán depurar las responsabilidades legales a que hubiera lugar para seguir pidiendo la excelencia, la preparación y el reforzamiento de una institución tan necesaria como esencial para la práctica cotidiana de nuestras libertades inmediatas. Por último en lo que concierne al hecho de anteponer mi voluntad a la consideración de lo público cabría pedir a todos, ciudadanas y ciudadanos, el proyecto de desear una sociedad, un pueblo o un vecindario mejor de lo que es, un vecindario, un pueblo o una sociedad donde si alguna vez es necesaria la policía lo sea únicamente de modo asistencial. Para llegar a esto no deberíamos de confiarlo todo a la ley, ni al Estado, ni a la institución policial o a los juzgados sino apelar en primer lugar a nosotros mismos, a nuestra conciencia cívica, a tener siempre presente que desde el mismo momento en que ponemos un pie en la calle tenemos obligaciones para con los demás que requieren de cierta moderación de nuestro más voraz individualismo a fin de hacer posible un espacio en común donde todos quepamos sin tener que renunciar por ello a nuestra originalidad de ser diferentes. No obstante siempre habrá quienes desoigan las normas de convivencias más elementales y entonces, antes de hacerse justicia en virtud de toda la fuerza de que ley humana es capaz, siempre habrá un policía dispuesto a actuar en la inmediatez del hecho perturbador que acaezca en cualquier momento de nuestras vidas.
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Última Edición: 15 Nov 2013 20:50 por grealeser.
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Re: Todo para el pueblo, pero con el pueblo 15 Nov 2013 21:38 #17765

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En primer lugar, decir que las FCSE tienen todo mi apoyo y reconocimiento. Cierto que a veces se comenten errores, como en todas partes, pero creo que la balanza es muy favorable hacia sus actuaciones en general. Y creo que la sociedad en general también les reconoce su labor. No se puede decir lo mismo de (muchos) jueces y fiscales.

Creo que las FCSE son uno de los colectivos menos comprendidos de la sociedad. Y la causa es el individualismo de que hablas, Grealeser. Si alguien tiene un problema y necesita acudir a la policía, entonces estupendo, ¡viva la policía!. Ahora bien, si la policía me pone una multa o me impide hacer "lo que me de la gana", entonces mal asunto. Al final es siempre una cuestión de individualismo y egoísmo personal. Eso sí, la mitad o más de los que van a las manifestaciones a "enfrentarse" con la policía, luego son los primeros que están deseando opositar para ser mosso d'escuadra (caso de Cataluña) o guardia urbano. Esto me recuerda al depósito de la grúa: todos quejándose de las tasas -no sin razón- pero muchos, al mismo tiempo, echando currículums vitae para trabajar de grueros.

Creo que la justificación de la existencia de la policía es innecesaria. Tampoco creo que sea necesario justificar la existencia de la policía antidisturbios, pues está claro que aunque la violencia no es deseable, a veces es inevitable. Vamos, que de la mano de Maquiavelo se puede decir sin tapujos que la violencia no es gratuita pero a veces es imprescindible. En la sociedad no reina ni la comunidad ideal de habla de J. Habermas ni la apeliana comunidad de comunicación. Está bien que alguien escriba utopías verticales, de hecho, el problema es que nos quedemos sin ellas, pues nos quedaríamos sin esperanza y sin ideales hacia los que tender.
David Feltrer Bailén Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla
Graduado en Filosofía (UNED - febrero de 2016)
Estudiante del Máster en Filosofía Teórica y Práctica (UNED - octubre de 2018)
Estudiante del Grado en Geografía e Historia (UNED)
Última Edición: 16 Nov 2013 00:16 por Conrado.
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Re: Todo para el pueblo, pero con el pueblo 16 Nov 2013 08:24 #17769

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Conrado, estoy de acuerdo con tu reflexión. Lo que sí me gustaría subrayar es que mi idea no era justificar la existencia de la policía, pues preguntarse por esto sería lo mismo que preguntarse por la mismísima institución de cualquier orden político, si es que por otro lado puede no darse. La idea era más bien poner de manifiesto los argumentos falaces que en el día a día suelen usar los ciudadanos para denostar nuestra labor, comprendiendo que en muchos no se actúa con toda la diligencia que la tarea necesita por tener como materia prima a personas.

Gracias.
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Re: Todo para el pueblo, pero con el pueblo 16 Nov 2013 21:49 #17776

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Sobre este tema Foucault tiene alguna historia, donde define bien las necesidades de la vigilancia y sobre todo del castigo y como llevarlo a cabo: Está construída sobre archivos y documentos del estado francés y los inventores de las cárceles y los penales.

Los griegos y entre ellos Platón y posteriormente en el renacimiento podemos leer la teoría del poder y la necesidad del estamento que vigile y apoye el al estado y regule y aplique las leyes y obligue a su cumplimiento.

En este país como hay que aprender de todo por que se ha deformado hasta la saciedad todo aquello que convenía a algunos fines, costará mucho que se entiendan muchas cosas que intentas hacernos ver, Grealeser. Si recorres la historía reciente desde el Duque de Ahumada y su fundación y mantenimiento de la misma sin modificar el aspecto externo ni el reglamento interno pasado por su apoyo y politización de todo el franquismo. Junto a ello recordarás la "guardia de asalto", nombre poco amigo y atractivo. Si sumas la separación de otros y todos cuerpos de seguridad y mal uso y mal trato, estatutos y otros como la no unificación. No critico a los que forman parte , que deberían sufrir un exámen psicológico para no encontrarse con sorpresas y además tener una "loca academia" para aprender creo que verás o comprenderás mejor la mala prensa , el mal concepto y la estima.

Como en botica, hay de todo. No se cual es lo mejor y como ha de ser la selección o las características de un buen policía. Enfrentarse al hampa, al crimen organizado no debe ser fácil y fomar parte de aquellos, tampoco lo se y se repite con cierta frecuencia. Imprudencias se cometen muchas y manejar a la tropa no será tampoco fácil. Grealeser para estudiar filosofía no creo que seas un bruto, todo lo contrario y por eso reclamas dignidad y respeto
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Re: Todo para el pueblo, pero con el pueblo 16 Nov 2013 22:19 #17777

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Pulpo, haces bien en distinguir las fracciones policiales de asalto e intervención. Es cierto que no dije que el texto que he escrito iba dirigido a lo que en el argot policial se suele llamar "patrullas de barrio", las mismas que solemos ver en el día a día por nuestras calles.

Es cierto que no es nada fácil examinar psicológicamente a un aspirante. Yo mismo, antes de ser policía local, formé parte del CNP. Los psicólogos suelen buscar rasgos diferentes según la función que necesiten. Si por ejemplo necesitan gente para unidades de intervención pues buscan perfiles que acentúen rasgos más o menos atrevidos; si necesitan para policía de barrio gente capaz de mantener diálogo y de controlar sus emociones pues también buscan ese corte. Los perfiles los obtienen mediante la entrevista y mediante la realización de varios test escritos donde comprueban diferentes aptitudes cognoscitivas y diferentes rasgos de personalidad. Sé que la psicología no es una ciencia exacta pero creo que es la única forma de tener un conocimiento más o menos riguroso de quién va a ser un futuro policía. Por otro lado recuerdo que cuando estaba en la academia un psiquiatra nos dijo que policías, médicos y otra profesión que se me olvida ahora mismo eran las tres profesiones con mayor probabilidad a sufrir trastornos psíquicos, y esto es algo que en mis ocho años de experiencia se va corroborando dentro de los cuerpos, pero este es otro tema, creo.

Por lo que respecta a la labor de esa policía de barrio sé que mis palabras no van a calar muy hondo en la mayoría de las personas, no sé si por falta de sensibilidad social, si por ignorancia, si por embrutecimiento, si por ciego egoísmo o por lo que sea, pero creo que a veces no está de más llamar a las cosa por su nombre. No me resigno a pensar la policía únicamente como un órganos represor, aunque sé que es su función mayoritaria estadísticamente hablando. Tiene una función educativa o re-educativa que al menos yo y sé que muchos compañeros llevan a cabo. Por ejemplo, en más de una ocasión he parado a un chaval sin casco y le he preguntado por qué no lo llevaba antes de denunciarlo. Entonces le pregunto, por ejemplo, si entiende el hecho de que se le haya parado y de que si él ha decido no llevar el casco tiene que haber un mecanismo mediante el cual "alguien" (el Estado) vele por un derecho más importante que su libertad, que sería en este caso el derecho a su vida. También hablo con ellos sobre chavales que se han ido en mis manos con doble otorragia, por ejemplo, para así para ganarme la atracción emocional y no solo denunciarlo o no, sino hacerle ver la necesidad de que existe en el orden que nosotros como colectivo defendemos en un caso determinado. Sé que es complejo y es obvio que no con todo el mundo y en todas las circunstancias se puede hablar y razonar, pero a veces hay que ir contra viento y marea, y si de veinte chavales un par de ellos han captado la idea pues me doy por satisfecho. Sé que esto no es exigible por necesidad a un policía, pero es mi forma de ver el servicio público que uno presta y de ser conscientes de las posibilidades que tiene de inocular cierta conciencia cívica desde el modesto lugar desde el que uno trabaja para los demás.
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