Por mi parte, creo que se puede cerrar ya la discusión sobre si es algo indiscutible que haya leyes universales en la naturaleza.
Que eso es algo discutible era evidente desde el principio para el que se haya adentrado mínimamente en el mundo de la Filosofía de la Ciencia. En la Licenciatura hay varias asignaturas sobre esta materia, especialmente la propia Filosofía de la Ciencia, pero también optativas como Teorías de la Ciencia y Filosofía de las Ciencias Sociales; y también se atisba la problematicidad de las llamadas “leyes de la naturaleza” en asignaturas como Revolución Científica, Historia General de la Ciencia e Historia de la Ciencia Contemporánea.
Evidentemente, si no se ha estudiado esa materia es fácil creer, como manifestó inicialmente Radioactivoman en su falso “silogismo”, que la naturaleza actúa según leyes homogéneas con la racionalidad humana, cosa que afirmó también Juan José; no me sorprende, pues yo mismo, antes de estudiar esta carrera, también lo creía y pienso que es la opinión más extendida a nivel popular, e incluso entre científicos y gente culta y bastante erudita, que suelen adscribirse, sin habérselo planteado demasiado, a la corriente más generalizada de pensamiento en este ámbito, que no por casualidad se suele denominar “concepción heredada”, es decir, una tradición bastante asentada que se hereda sin someterla a crítica. Pero de algo ha de servir estudiar Filosofía.
El estudio de la Filosofía de la Ciencia evidencia que hay un amplio espectro de posturas a este respecto, desde el neopositivismo lógico o concepción heredada al relativismo de Kuhn, seguido éste con variantes por Lakatos hasta llegar a su máxima manifestación en Feyerabend. Hay entre medias posiciones a gusto de cada cual, pero que, en todo caso, evidencian la falsedad de una afirmación que postula que es “indiscutible” la existencia de leyes universales de la naturaleza; la misma existencia de corrientes filosóficas como la de Kuhn, Lakatos y Feyerabend ya muestran que eso es perfectamente discutible. Remito a quien esté interesado al excelente resumen sobre la cuestión facilitado por nuestro compañero Kierkegaard en el apartado de Apuntes del foro, asignatura Filosofía de la Ciencia, en cuyo capítulo 8, y más específicamente en el 10, se ofrece un breve y esclarecedor panorama sobre este asunto.
No obstante, como a mí personalmente siempre me han provocado rechazo los argumentos de autoridad, no quise aducir todo esto y preferí llevar el debate a territorios más concretos. Así, de paso, podría verificar, frente a la presunta ley universal de la naturaleza que se me pudiera aducir por alguien, que tal ley sólo podía tratarse de un principio o postulado humano, pero que difícilmente se podría asegurar que fuera una auténtica ley natural existente en la naturaleza más allá del propio hombre como sujeto de la ciencia y del conocimiento. Creo que el experimento ha alcanzado el éxito; o al menos a mí no me ha convencido aquí nadie de lo contrario, nadie ha probado la incontrovertibilidad de la "realidad" de la ley natural propuesta, la de conservación de la energía en el universo. Por supuesto dejo fuera de cuestión el habérseme aducido por un primer forero una “ley” de Newton, que ya nadie considera aceptable de forma universal, lo que prueba hasta qué punto hay gente (y mucha) que cree a ciegas cosas que ya se sabe por la gente de cierta erudición que son falsas.
Finalizo con un texto de Feyerabend que se propuso para comentar en el examen de Filosofía de la Ciencia, curso 2008-2009, PP de junio, segunda semana. Creo que aporta un poderoso aire fresco de crítica, lo que siempre debe ser filosóficamente bien recibido, sobre los lugares comunes del “concepto heredado” de Ciencia:
Feyerabend escribió:
Hizo falta una actitud mental especial, inserta en una estructura social particular y combinada con una secuencia excepcional de accidentes, para descubrir, formular, comprobar y establecer leyes físicas y cosmológicas básicas.
Los realistas científicos suponen que lo que fue hallado de esta manera idiosincrásica y culturalmente dependiente (y está, por tanto, formulado y explicado mediante términos idiosincrásicos y culturalmente dependientes) existe independientemente de las circunstancias de su descubrimiento.
…Mas, si los entes postulados por una visión científica del mundo pueden ser considerados reales con independencia de tal perspectiva, ¿por qué no los dioses?
Quizá alguien piense que Feyerabend va demasiado lejos al comparar los entes postulados en una visión científica del mundo con los dioses; algo similar hice yo unos mensajes antes en este mismo hilo comparando las batas blancas de los modernos científicos con las vestimentas talares de los sacerdotes egipcios. Pero tomemos la cosmogonía del Big Bang que nos ha ofrecido resumidamente Conrado (y que, con pequeñas variantes, es la misma que presentan Tipler y Mosca) y que damos todos por buena. ¿Cuál es el fundamento que tenemos para aceptarla? En lo que a mí respecta, no tengo inconveniente en reconocer que mi adhesión a esa cosmogonía del Big Bang es totalmente fideísta, un puro acto de fe; no sé si Conrado, o cualquiera de los presentes en este debate, tiene un fundamento más sólido que el mío. Mi situación ante ese discurso cosmogónico no es diferente a la de un aldeano analfabeto del siglo XIV cuando, desde el púlpito, un clérigo explicaba el origen del mundo conforme a lo que sobre ello dice la Biblia en el Génesis.
Bueno, se me dirá, es que esa versión actual está respaldada por físicos eminentes, muchos de ellos galardonados con el Premio Nobel. Pero eso no cambia que mi creencia sea un acto de fe; también el aldeano medieval se fiaba de personas que sabían leer (lo que en aquel tiempo no era nada habitual) y no sólo en romance, sino incluso en latín, griego, hebreo y hasta árabe; que estudiaban a Aristóteles, Platón, Avicena y Averroes, textos incomprensibles para el aldeano. ¿Cómo no creer a pies juntillas lo que afirmaban tales eminencias? Y hay que reconocer, encima, que la narración del Génesis es más comprensible que la del Big Bang, donde se nos habla de periodos temporales de 10
-43 segundos (por cierto, Pulpo, en el editor de textos del foro tienes arriba un icono "x
2" que te permite, seleccionando el texto y pulsando dicho icono, escribir superíndices), de temperaturas inimaginables, de bosones, leptones, hadrones, quarks y otros conceptos "míticos" de los que somos incapaces de obtener la más mínima representación o dotarlos de ningún contenido intuitivo.
Por otro lado, creo que es evidente que hay algo de "sospechoso" en la narración cosmogónica vigente: su gran similitud con el relato bíblico. Se parte, en ambos casos, de un caos primigenio, de una confusión total que va siendo ordenada en etapas sucesivas; los seis días bíblicos tienen su correspondencia en esas etapas que nos describen los físicos actuales: "era de los leptones", "era de la radiación", "periodo de nucleosíntesis". Como digo, esa misma estructura narrativa y esas sospechosas similitudes tiñen al relato cosmogónico del Big Bang de un aroma inconfundible de relato mítico.