Efectivamente, Kierkegaard: "Pero también concluir que la vida no tiene sentido es en cierta forma una creencia, que no puede ser probada, que es, a su modo, un descansillo en la búsqueda incansable".
Yo no me "acomodo" en ninguna creencia, pues de lo contrario no estaría debatiendo e intercambiando reflexiones con vosotros.
Sostengo una opinión, pero no me "acomodo" en ella, es decir, intento dar una explicación, desde un punto de vista filosófico, de la depresión, entendida ésta como desidia y ausencia de ganas de vivir.
¿Qué sostengo o propongo, sin por ello intentar demostrar verdad absoluta alguna?
Apunto una evidencia clara (no diremos verdad) que el mismo Haller señaló con su ejemplo de los campos de concentración: para afrontar el drama de vivir hay que encontrar un sentido.
Todos necesitamos creer en algo. Pero es que dicha necesidad de creer en algo puede llevarnos, efectivamente, tanto a creer en Dios, en Buda o Alá, como a creer en la Iglesia de la Cienciología, la francmasonería, utópicos suprematismos ideológicos (comunismo, nacionalsocialismo, anarquismo...) o, sencillamente, puede llevarnos a no creer en nada (en el sinsentido de la existencia).
Ahora bien, ahora que ya estamos de acuerdo en que podemos creer tanto en un sentido (fundamento o finalidad última de nuestra existencia) como en un sinsentido de la misma (somos seres para la muerte)... ¿Qué opciones tenemos, como bien señalas, para no "petrificarnos", es decir, para obligarnos y motivarnos al constante quehacer vital?
¡El autoengaño es la única opción!
Da igual si somos o no conscientes de ello, da igual si lo hacemos siendo fervientes creyentes o si tan solo recurrimos a pragmáticos instrumentalismos (decía William James, al respecto, que no era necesario creer, sino tan solo desear creer).
¿Y en qué consiste el autoengaño?
Pues en crear tablas de salvación, ya sea a través de la religión, ideologías, arte o filosofía, como haces tú mismo, Kierkegaard.
Fíjate lo que escribes tú mismo: "Por prudencia hemos de estar abiertos a cualquier posibilidad, pues otra cosa, como decía, nos petrifica".
¿Por prudencia? ¿Seguro? ¿No será por tal de mantener la esperanza?
Te obligas (autoengañas) a ser prudente, es decir, necesitas obligarte a tener esperanzas de encontrar cualquier otra posibilidad.
Y he aquí la esencia de todo autoengaño: la necesidad vital de tener esperanza.
No digo, por tanto, que el autoengaño sea "malo", sino necesario, ni acuso (como dice Haller) a la humanidad de ser una farsante; no acuso porque no emito juicio alguno en términos morales, sino que me limito a explicar por qué, en todo superviviente que se obliga a resistir al drama de vivir, subyace un autoengaño. Llamadlo "mecanismo de defensa" si lo preferís, porque al cabo lo que hacemos para no vivir en la desesperación es "obligarnos a" tener esperanza en algo; en ese "algo" que ya es más que nada.
Un saludo.